1 d’ag. 2020

Contra Catalunya


Leí el libro de Arcadi Espada por primera vez en el 2001, unos años después de su publicación. Pero lo leí deprisa y mal. No hay nada malo en leer deprisa, porqué ahora lo he releído otra vez deprisa pero bien. Quizás entonces lo saqué de una biblioteca pública, en unos años en los que me llevaba tres o cuatro libros a la vez para devolverlos a los 15 días, procedimiento que empuja a la lectura atolondrada.

En aquellos años muy pocos se temían la catástrofe que vivimos hoy en Cataluña, y yo no era uno de ellos. Eran otros tiempos: mis padres todavía vivían, yo residía en otra población, me sumergía en la docencia y, visto desde la mirada de hoy, era muy ingenuo. Demasiado ingenuo para mis casi cuarenta años. Cataluña, entonces, me importaba lo mismo que el cáncer de próstata: uno piensa que es inmune a algunos males o que hay fenómenos incapaces de malignizarse. No es así.

Recuerdo haberme divertido mucho con la lectura, pero mi memoria nunca ha sido fiable, de modo que, posiblemente, aquélla diversión puede ser un falso recuerdo. De Arcadi Espada había leído "Raval: del amor a los niños", otro título que se presta a la relectura y que me entusiasmó. Intuyo que Espada siempre se anticipó a su tiempo. En cualquier caso mejor anticiparse que llegar tarde, como hizo el pintor Miró llegando tarde y mal al cubismo, al surrealismo y a lo demás.

La lectura de "Contra Catalunya", revisada hoy, es un ejercicio de melancolía y de rabia. Rabia por lo que no supe ver, lo que no supe leer aunque allí estaba escrito bien claro y con ese estilo depurado, ese estilo antirretórico que nos remite a Josep Pla o a Julio Camba, sin lirismo alguno, el gran periodismo que quizás no supe apreciar. Por aquéllos años (vuelvo a 2002) no tan solo leía a Quim Monzó si no que, además, me parecía bueno. Hoy sé que Monzó no es bueno ni lo era cuando me lo parecía. Monzó es prescindible por completo y la historia lo está olvidando con justicia. La ensoñación del paisito se desvanece: nadie visita la fundación Tapies, por decir algo.

El título de la obra lo comprendí mucho más tarde, ya en pleno auge del nacionalismo populista que hoy nos avergüenza. Sucedió una noche, tras publicar un artículo en este blog titulado "Porqué no soy independentista". Una amiga me dijo que se sentía decepcionada por mi anticatalanismo. "Escribes contra Cataluña", me escribió. En aquel instante recordé a Arcadi Espada. También me acuerdo de que aquél comentario fue respondido por otro lector del blog, que le quiso corregir: el texto no va contra Cataluña, va contra una visión de Cataluña, le dijo. Nota: quien me defendió entonces abrazó la religión independentista pocos años más tarde, y hoy me acusa de lo mismo de lo que me exculpó entonces. De eso trata el libro: de cuando cualquier crítica al nacionalismo, a sus líderes, a la cultureta o a todo lo que sea catalán es interpretado, señalado y acusado como si de un acto "contra Cataluña" se tratase.

"Contra Catalunya" es la crónica nostálgica y el libro de memorias de un periodista joven que se adentra en el oficio del periodismo y se pregunta por el oficio, por su papel en el oficio, con un esfuerzo enorme por revisar las situaciones vividas, recapitularlas, comprenderlas si eso es posible. Es un texto honesto y doloroso, una prosa que busca la verdad de uno mismo y del tiempo que le tocó. En algunas de sus páginas más brillantes (y hay muchas), me remitió al Casavella de "El día del Watusi" aunque no lo sepa explicar. Se me apareció Casavella quizás por culpa de la motocicleta plateada que circula de noche por las calles de Barcelona aunque sea incapaz de recordar si en "El día del Watusi" hay motocicletas plateadas entre luces de neón.

Jordi Pujol tras el estallido del caso Banca Catalana. He ahí el decorado en el fondo de este libro. La manifestación posterior, cuando Pujol extendió su brazo gigantesco sobre la multitud y le dijo: a partir de ahora, de ética hablo yo. Y luego dijo: ahora iros a dormir y mañana a trabajar. Y la multitud agachó la cabeza, obediente y acaso satisfecha, sin percibir la confesión que contenía la alocución. Ahí está la multitud que le grita a Marta Ferrusola "Això és una dona", un grito no tan solo predemocrático sino netamente premoderno, quizás anuncio del protofascismo nacionalista que sufrimos a día de hoy y que entonces nos pareció folklórico, solo folklore regional. Está el Jordi Pujol en Aquisgrán, en una de sus primeras tournées europeas para hablar de este pequeño país amable y simpático que es Cataluña mientras Ferrusola compra semillas para su negocio de Hidroplant. Jordi Pujol impone a los periodistas que se levanten cuando él entra en la sala en donde atiende a la prensa, donde soltará aquél "avui no toca" que nadie le afeó. Lo vieron como una ocurrencia divertida, una anécdota, otro hecho diferencial. El PSC no supo qué hacer con Pujol y su nacionalismo por eso bailó al son de su música, por más infame que fuese la partitura. Barcelona fue, durante unos años, la sombra y el asilo político de quienes pretendían escabullirse del inclemente sol pujoliano. El desastre autoritario y antidemocrático avanzaba a grandes zancadas y nadie quiso verlo: los unos al sol, los otros a la sombrita.

Yo no supe leerlo en las páginas de Espada, leído en 2001.

La edición de "Contra Catalunya" (ésta vez me lo he comprado, para no tener que devolvérselo a nadie) contiene un Postfacio trágico, añadido en 2018. En él se nombra a Pilar Rahola, a Alfons Quintà, a Cebrián y a Polanco, a Puigdemont, a Messi y a otros fantoches de la actualidad. Y se cierra con este párrafo demoledor:
El libro que escribí hace veinte años no previó esta insurrección tan grotesca y humillante. Pero creo que narra la ficción maligna, la enajenación colectiva que, escribiendo claro y castellano, hemos dado en llamar "Catalunya", frente a la que cualquier hombre con salud debió y debe estar enérgicamente en contra.

11 comentaris:

  1. Mira, me ha picado la curiosidad, voy a leerlo, lo acabo de descargar.

    Lo que no le perdono a Espada, es el panfleto que publicó en defensa de Camps, de titulo "Un Buen Tío".

    Un periodista, o al menos quien dice serlo, no puede posicionarse al lado de alguien como Francisco Camps, que vendió su dignidad al mejor postor, por decirlo de una manera rápida y clara.

    Lleva demasiada mierda acumulada para poder redimirlo, y es el ejemplo mas demoledor de la miseria en política.

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    1. Me alegro mucho de incitar a la lectura a otros, de veras. Estoy seguro de que "Contra Catalunya" no te decepcionará si no todo lo contrario. Yo he disfrutado de cada capítulo, de cada página. Hay muchas páginas brillantes. A mi he han gustado cantidad de reflexiones y me costaría escoger unas por encima de otras. Aunque quizás sea un capítulo "menor" dentro de la obra, cuando llegues al capítulo Diez ya me dirás.

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    2. Donde se descarga....si lo puedes confesar.

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    1. Pues lo mismo te digo, como a Rodericus: espero vuestros comentarios. Lo que os puedo asegurar es que la lectura la vais a disfrutar de lo lindo.

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    2. Y en tu caso, Miquel, me gustaría que me dijeras si le ves algo que te remite a Casavella.

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    3. Miquel, te enviado el libro en formato EPUB por correo electrónico, y como ignoro si en el ordenador tienes el programa para poder leerlo, también un enlace con un lector-gestor de libros electrónicos gratis.

      Un abrazo.

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    4. Lo tengo ya bajado, RODERICUS.
      Gracias!!!

      Voy a leerlo ya, LLUIS, a ver que me parece
      Salut

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  3. Bueno, ya llevo algo del mismo, LLUIS.
    Tiene cierta similitud con Casavella, si. Quizá porque sale a relumbrar aquello de : Cataluña, Cataluña, Cataluña, Cataluña, Cataluña, Cataluña....
    Al final, de tanto repetir la palabra, me pasa como al de la Naranja Mecánica y el tratamiento Ludovico.
    Acabo drogado.
    Un abrazo

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    1. Es que ese es el sistema de los "indepes", repetir algo hasta la saciedad, y hacer ceer que una entelequia es algo real.

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    2. Hay algo en el tono, en la mirada sobre Cataluña y sobre Barcelona que me hace pensar en Casavella, a medida que vas leyendo te viene a la mente.

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