29 de des. 2021

EL FUSILAMIENTO DE MACIÀ

Francesc Macià, el presidente abuelo, jamás estuvo del todo en sus cabales. Su historia no desborda sensatez. Sin embargo, jamás se ha fusilado a nadie por estar un poco chalado. Es más: en muchas sociedades, al enajenado se le trata con sumo respeto o incluso se le venera, ya que se asocia la locura al contacto con los dioses. Macià murió en su cama, víctima de una apendicitis, en el día de Navidad de 1933.

Macià, como saben todos ustedes, protagonizó uno de los episodios más grotescos del nacionalismo de por acá cuando pretendió la secesión de Cataluña mediante la hilarante invasión por Prats de Molló al frente de cuatro iluminados que depusieron las armas al escuchar el primer aviso de la Guardia Civil. Pero tampoco se fusila a nadie por hacer el ridículo, y aunque a los ridículos se les respeta menos que a los orates, la ridiculez es algo que resulta entrañable y que promueve la empatía. El ridículo, pues, tiene muchas probabilidades de morir en su cama, de apendicitis, apoplejía o por una patada de conejo.

El día de Navidad de 2021, la oficina de prensa del Ayuntamiento de Barcelona escribió un tuit en el que conmemoraba el fusilamiento de Francesc Macià. Muchos se rieron de la ocurrencia, se burlaron de la ineptitud del responsable de prensa municipal o incluso aprovecharon para recriminarle su falta de interés por la cosa nostra, ya que el desconocimiento de la vida, muerte y milagros de los 132 presidentes de la Generalitat es síntoma inequívoco de ser un mal catalán: el mundo independentista más feroz la tiene tomada a perpetuidad con los Comunes, y no se les pasa una.

Y sin embargo... sin embargo yo no creo que eso fuese un desliz. Los Comunes, que crecen sin saber si de mayores quieren ser nacionalistas o demócratas, juegan al despiste con suma inteligencia: aupar la muerte doméstica y burguesa de Macià, desprovista de toda épica, a un fusilamiento enaltecedor, es un homenaje mayúsculo y una forma de engrosar la lista de Presidents represaliados, perseguidos, masacrados y ultrajados: una forma de engrandecer el victimismo patrio. ¡Macià fue fusilado! gritan las gentes por las calles: ¡Nos engañaron con una apendicitis pero el pérfido estado fascista le fusiló! Jordi Bilbeny escribirá un prolijo tratado sobre la manipulación y el engaño de las crónicas oficiales y concluirá con toda suerte de detalles los pormenores del fusilamiento. Bilbeny difundirá los nombres del pelotón de fusilamiento (López, García, Jiménez y Martínez, el sargento Cifuentes y el pérfido Bonifacio Pratdesaba, paradigma de traidores), y revelará las últimas palabras del presidente abuelo, pronunciadas durante su caída a cámara lenta:  Jo moro perquè no moro, prò Catalunya no morirà mai... visca la ratafia! La historia dará un vuelco, las masas saldrán a las calles y llegará el "momentum" que esperaba el pobre Quimet Torra, el instante en el que la historia se hace carne entre los catalanes.

Obran mal y con mala fe los patriotas de acá, como la ilustre alcaldesa de Gerona, cuando se burlan del tuit municipal: quizás deberían meditar como no se les ocurrió primero a ellos cubrir de heroismo la muerte inane del presidente abuelo. Ya puestos, podrían añadir que el pobrecito Pujol está condenado al ostracismo en Queralbs por un tribunal siniestro, que Puigdemont malvive en un albergue belga y que Quimet Torra está encadenado en una oscura mazmorra del barrio judío de Gerona.

Podríamos ir más allá y explicar, didácticamente, que el único presidente fusilado, el señor Lluís Companys, en verdad murió de una neumonía mal curada. Es de todos sabido que Companys fue el menos nacionalista de todos los presidentes, y que la catalanidad ultramontana jamás le ha mirado con buenos ojos por su tibieza ante el hecho patrio, por su pasado obrerista y sus simpatías hacia el mundo anarcosindicalista (aunque Juan García Oliver le retrata, en sus memorias, como un político torpe, persona pusilánime y tipejo turbio). Razón de más, pues, para el intercambio: Companys murió de una enfermedad común y Macià, fusilado. La historia de Cataluña mejora mucho con una simple corrección.

Una vez se admite la ficción de la nación catalana, se puede seguir por la senda de la ficción sin rubor y sin freno. La historia está por escribir y se debe rellenar de más héroes y, sobretodo, de más víctimas. En resumen: una apendicitis no nos puede estropear el pasado. 


23 de des. 2021

Mis navidades con Gabriel

Aunque de nada sirve preguntar (ni mucho menos preguntarse) quien es el mejor escritor conocido, a veces me lo pregunto. Y me lo pregunto, por lo general, en momentos de levedad ociosa, sentado en la terraza de un bar indefinido, chino y triste, a media mañana, con el frío y la niebla amenazando a mis huesos. Y siempre llego a la misma disyuntiva: me quedo entre Vargas Llosa y García Márquez. Con mis disculpas a Cartarescu, Dostoievsky, Faulkner y tantos otros pero bueno, qué le vamos a hacer.

Uno juzga por el vicio de juzgar, que es un mal vicio, y lo sabe. Pero más allá de las cualidades artísticas de la buena literatura, asoma un factor que nada le debe al arte, o quizás se lo debe todo: ¿quién te ha acompañado mejor a lo largo de los años? He ahí la explicación: a García Márquez llevo décadas leyéndole y releyéndole (me gusta mucho releer), y siempre me ha hecho pensar, sonreír o incluso reír, fabular con ser escritor, llevar una vida de vago diletante que escribe por las noches en los peores bares de la Tierra. Llegué a pensar que Gabriel era el amigo que nunca tuve. Eso pasa poco.

Cuando yo era joven, en Cataluña solía preguntarse a las personas: ¿eres del Barça o del Español? (como si no existiese el Rayo Vallecano, que es el mío) y también: ¿eres de Lluís Llach o de Joan Manuel Serrat? (como si no existiese King Crimson, aunque yo, en este caso, apunto que soy de Serrat sin duda alguna ya que Serrat, como Gabriel, siempre me ha acompañado). Por cierto: ahora también nos preguntan: ¿eres catalán o español?, que es una variación carlista y lacaniana de la terrible pregunta: ¿quieres más al papá o a la mamá?

Todo eso viene a cuento de que acabo de caer en las páginas de "El funeral de Mamá Grande", un librito de 150 paginitas, edición de Bruguera Libro Amigo de 1983, y me he maravillado de nuevo con esa prosa tan exultante, tan fascinante, con imágenes que le hubieran encantado a mi cineasta preferido, Federico Fellini. Creo que pasaré las navidades en casa de Gabriel. Y me pregunto: el cuento que le da el título al libro... ¿sería visto con buenos ojos o solo con tolerancia por la crítica correcta actual? Les cuento la razón de mi pregunta: el cuento es una burla desmesurada hacia el matriarcado, y a día de hoy se lleva mucho más criticar al patriarcado, lo que explica que, en Cataluña, se publiquen infinidad de libritos cuyo tema es (más o menos): soy una mujer en vías de empoderamiento, pero de pequeña sufrí abusos patriarcales y aquí se lo cuento en catalán y con todo lujo de detalles progresistas.

Y que conste que me tengo por un hombre feminista en el sentido de que estoy a favor de la igualdad ante todo, motivo por el cual también soy antiracista, demócrata y socialdemócrata, antinacionalista (y botifler, por supuesto).

Si pudiera (o si me dedicase a los podcasts, tan de moda) les dejaría mi lectura en voz alta de "Los funerales de Mamá Grande", en donde intentaría imitar -ridículamente- el acento de Gabriel. 

 

20 de des. 2021

Comidas Olimpo

Los horarios algo alocados de este curso me obligan a almorzar varios días a la semana en un bar del barrio, el más cercano a mi centro de trabajo. Es un local más bien triste, en donde por motivos que desconozco reina una penumbra que no me desagrada. La puerta chirría levemente, es un susurro apenas. Pero a la vez es un síntoma.

El local debe llevar más de 20 años sin sufrir reforma alguna y tiene algo ya caro de ver, por esos lares en donde el más humilde pretende incorporar algo de las nuevas tendencias del diseño. La decoración es ausente: las paredes son paredes desnudas. El televisor, al fondo, es de medidas reducidas, como de comedor de piso de antaño. Y el volumen del aparato es tan bajito que, sumado a mis dificultades auditivas, se me presenta mudo. Y eso es de agradecer.

En la barra se aposentan, al mediodía, dos o tres currantes con sus cañas y sus cacahuetes. Somos pocos los que vamos allí a comer.

Al poco de ir se sabían mi nombre y mis manías. La verdad es que prefiero mucho más anonimato, pero a la vez hay algo agradable en ese conocimiento. Cada día tienen un menú de dos platos, improvisados y sin anunciar en pizarras ni hojas impresas. Uno debe preguntar y no puede escoger: lo tomas o lo dejas. Es más o menos una vuelta a mi infancia, cuando mi madre me ponía el plato delante y me soltaba, con cierto laconismo: es lo que hay. Suelo quedarme con uno de los dos platos, por ahorrar tiempo más que dinero: muchas veces debo comer en 20 minutos, lo cual es -creo- ilegal en España. Pero es lo que hay: lo tomas o lo dejas.

Una familia atiende en este local. Bueno, creo que son una familia las tres personas que cada día andan por allí: la mujer y el hijo, trabajando. El marido, sentado viendo la tele con cierto aire a caudillo destituído pero cómodo en su dimisión -o su destierro. La mujer es menuda, escuálida. Le duelen las cervicales y a veces debe cerrar el local por las visitas médicas o los dolores. El hijo es dicharachero y a la vez tímido, muy joven, posiblemente sin estudios. Hace unos curiosos ademanes para imitar la elegancia de los camareros que ve en la tele, quizás sueña servir en restaurantes de postín, o sueña que su vida es otra y está sirviendo ahora mismo en Maxim's. Es rápido, eso sí. Pocas veces he visto tanta celeridad y tanta amabilidad, aunque tenga un porcentaje elevado de impostura. Al fin y al cabo, todo eso es un juego teatral. Cuando digo todo eso me refiero a todo eso, al mundo entero. 

Los platos son sencillos por no decir humildes. Y sospecho que a veces han abierto una lata de comida preparada pero bueno, le han dado dos o tres toques para disimular. El café está rico y a veces lo sirven con unos retales de pastelería algo seca que les habrá sobrado de los desayunos. Por el callejón en donde está el bar apenas circula nadie. A veces veo una paloma que se ha perdido, una gato macilento y espiritualizado, una gitana que busca a su marido.

Es una pena que siempre deba comer con prisas en el Bar Olimpo. A veces sueño que me quedo a leer un libro de esos gordos e infinitos, y que tras el café me pido un orujo y luego una cerveza, para desengrasar el gaznate y luego quien sabe, Dios dirá, quizás otro orujo pero el de hierbas. Y así sueño en una tarde imposible mientras el camarero, solícito y teatral e inmensamente pobre sueña que sirve en un bar elegante de Madrid a viejos medio intelectuales, medio soñolientos y algo bebidos, ya se sabe.


16 de des. 2021

Una estrella en la punta

Llevo ya muchos años fuera de Barcelona y, aunque siento nostalgia de los años de la infancia en las callejuelas de la Ribera, miro a Barcelona sin amor. Creo que a eso se le llama desapego. En la filosofía oriental, el desapego es virtuoso.

Aún así, con la distancia y el desapego, sigo con un vago interés la decadencia de Barcelona. Aunque, la verdad, no podría decir cuando vi a una Barcelona emergente. Quizás la de los ochenta, que me pilló demasiado joven para comprender. Mi Barcelona querida es más bien literaria y, por lo tanto, de ficción: las novelas de Marsé, las de Casavella, las de Mendoza... También me parece ficción (una ficción desafortunada) esa estrella que ha aparecido en la cúspide de una torre de la Sagrada Familia.

A mi, a quien Gaudí no me gusta mucho, la Sagrada Familia me parece sin duda su edificio más aborrecible, pretencioso e inútil, el más feo. Con el agravante de sus medidas, que convierten la fealdad banal en fealdad monstruosa. Y ahora le meten una estrella reluciente. En la puntita.

Cuando vi la estrella me acordé de una parienta política mía, ya difunta, que hablaba de un hombre muy feo que se casó con una mujer muy guapa y ella expresaba así su perplejidad ante la pareja:

-Él debe de tener un diamante en la punta.

Exacto: eso es la estrellita en la cúspide de la mamarrachada arquitectónica de la Sagrada Familia. El diamante en la punta.

El desatino de la Sagrada Familia lo pudieron detener muchos alcaldes y presidentes de la Generalitat, pero nadie osó. Es incomprensible: incluso los amantes de Gaudí deberían haber exigido la paralización de las obras, y propuesto haber dejado ese templo al mal gusto tal como lo dejó Gaudí, el inmensamente sobrevalorado. Un monumento inacabado tiene un valor innegable, estimula la imaginación y, sobre todo, impide el collage de despropósitos que es ahora, con la deprimente fachada de Subirachs cuyo nombre consta para siempre en los anales de la infamia arquitectónica.

Y tiene su miga que sea una alcaldesa atea quien culmine el nyap.

La verdad: ¿qué sentido tiene que una ciudad con una historia anticlerical, atea y anarquista tenga la iglesia católica más grande (y más aberrante) del mundo? Creo que fue el propio Gaudí quien le puso el nombre de "templo expiatorio". Quizás solo acertó en eso. A partir de hoy, todos aquellos que quieran pedir perdón por ser horteras tienen el templo ideal para acudir, arrodillarse y expiar su mal gusto.

Postdata: Como pueden deducir, soy uno de los desagradecidos que confían en que las vibraciones del AVE solucionen la barrabasada urbanística.

13 de des. 2021

Alçar el vel en un poblet de la costa

La realitat està velada. Rere el vel de Maia. Això és un mite antic que verdeja sovint.  L'última mostra? En un poblet de la costa, lleument decadent, tranquil i assossegat. Allà, de sobte, es va alçar el vel i va mostrar-s'hi la gola del llop, les urpes de l'odi. No era l'arcàdia. No era la feliç terra d'acollida.

Un cop finiquitat el procés s'ha reorientat l'identitarisme passiu i agressiu alhora envers la llengua, tal com sostenen diversos articles llegits per aquí i per dellà : un cop abandonada la fantasia (el deliri?) de la independència súbito, es busca un altre camp de batalla. La llengua. Si en alguna banda es pot trobar cert senyal d'identitat catalana, cert "fet diferencial", aquesta és la llengua catalana. I fins i tot això és dubtós. Però dubtar no fa bon patriota. [L'Arcadi Espada, sempre agut, assenyala que el fet diferencial català és Barcelona i la seva cultura urbana, multilingüe i multicultural, més o menys cosmopolita, enfront de la Catalunya interior, la rústica i indiferenciada. L'eterna i tronada.]

Que la llengua catalana sigui el refugi de l'identitarisme és explicable per la llarga nit del romanticisme nacionalista que enterboleix i enverina la història dels últims 200 anys a Catalunya: junt a la invenció de la sardana, del mite de Guifré el Pil·lós o del vampir Estruch, va aparèixer el de la llengua mil·lenària i pròpia. De res no serveixen els estudis que demostren que a Catalunya sempre han coexistit la llengua castellana i la catalana, que durant segles Barcelona fou el centre editorial més important en llengua castellana. De res serveix explicar que parlar de "llengua pròpia" és una aberració en qualsevol part del món: la llengua pròpia de Dakota és la llengua Sioux?  De res no serveix la racionalitat quan allò que compta és l'emoció patriòtica.

La realitat catalanitzada sempre s'ha de mirar a través del vel emocional, que és el vel nacional(ista). En aquest cas, un vel de romanticisme carrincló i, sobretot, d'una catalanitat pura i ficcionada, construïda sobre capes de llegendes. De res no serveix que els historiadors recordin que Guifré el Pil·lós no existí mai, perquè sempre va firmar els documents com a "Wifredo" o "Wifredus". De res no serveix que els historiadors de la llengua expliquin que Bonaventura Carles Aribau va escriure centenars de textos, tots en castellà. Excepte un: l' "Oda a la Pàtria". El procediment és molt senzill: si es posa el focus sobre aquest únic text en català i es deixa en la penombra la seva producció en castellà, el ciutadà acrític pensa que Aribau fou un guerrer defensor de la llengua. La llengua pròpia. La llengua que parlen les pedres dels murs dels cementiris, suposo.

Així doncs, acabat el deliri independentista i un cop evidenciades les seves mentides puerils, ens hem de recollir en el que és indiscutiblement autòcton, i tan cert com cavernari: la llengua pròpia, la qual s'ha de defensar amb ungles i ullals fins i tot quan un infant de 5 anys la qüestiona al reclamar 2 horetes setmanals de llengua castellana a l'escoleta d'educació infantil. Llavors s'alça el vel i apareix la gola, disposada a la dentellada patriòtica. 

Oblideu-vos d'aquella idíl·lica revolta dels somriures, de l'independentisme transversal i per a totes, de la república integradora i feliç, de la Carme Forcadell rere la pancarta "Volem acollir". El nou camp de batalla és la llengua dels avis, i és ara, catalans, que cal desenvainar les espases, esmolar la falç: bon cop de falç, defensors de la terra. Ara és l'hora, segadors, bon cop de falç a l'infant de 5 anys que gosa parlar en castellà a casa nostra.

Rere el vel hi ha odi a la diferència i desig de retorn al fang. Nostalgie de la boue. Un cop alçat el vel, Catalunya mostra la nostàlgia del fang. D'un fang nostrat i patriòtic, això sí.

Si algú encara es cregués la fantasia de què "el món ens mira", em podria respondre: què deu veure el món quan ens mira i veu la desfilada pels carrers de Canet contra un infant de 5 anys en la qual només hi van faltar les torxes enceses? Quin poble europeu va desfilar contra els diferents i els culpables dels seus mals tot just abans de posar-se a pensar en la solució definitiva per salvaguardar les essències del passat medieval i llegendari?

Cap país ni res de bo no es pot edificar sobre les arrels de l'odi, no hi ha cap rastre de democràcia en el nacionalisme.

10 de des. 2021

Paradigma de Canet

Antaño, el pueblo costero de Canet se asociaba a un festival de rock, cumbre del desenfreno catalán de los felices años tras la dictadura y escenario del Pau Riba más lisérgico. A día de hoy creo que se celebra allí un remake con poca gracia del viejo Canet Rock con los grupos más nostrats y más rústicos del decaído panorama musical catalán.

En Canet también estaban (¿están?) la compañía de teatro Els Comediants, que marcaron un hito en la historia del teatro popular y de calle, y que lograron éxitos memorables: a día de hoy, como tantos fenómenos catalanes, languidecen dulcemente, añorando el arte perdido entre brumas melancólicas. ¡Tantas cosas huelen a aflicción, languidez y añoranza en Cataluña...! 

Hoy, el signo de Canet es otro: por lo que cuentan, un niño de 5 añitos se ha cargado la cohesión nacional y por ello es acusado, acosado e insultado. Lo que oyen. Canet no es lo que fue. Ahora es un campo de batalla y su enemigo, un crío de 5 años a quien se debe abatir como sea.

La familia de este niño exigió a la escuela (¡pública, del Estado!) en donde aprende a que cumplieran la resolución judicial que obliga a cumplir la cuota de lengua castellana. Traducido, para entendernos: esa resolución obliga a añadir dos horas (¡dos!) de enseñanza en castellano. Es decir: a hablar en castellano las dos horas de una de las 5 tardes lectivas. Por lo visto, las buenas familias catalanas no están dispuestas a aceptar la resolución judicial y, más allá de invitar a la desobediencia, también proponen hacerle la vida imposible a un crío de 5 años: una de las ideas es aislarle y otra, apedrear su casa. Lo que oyen: todo eso se ha publicado. Y todo, por supuesto, en nombre de la salvaguarda de la sacrosanta lengua catalana y, por extensión, de la patria de Wifredo el Velloso.

Dicen que la inmersión lingüística garantiza la cohesión social, que es un modelo de éxito incuestionable. Pero hete ahí que un solo niño de 5 años hace saltar por los aires un modelo de éxito, y que ese niño se ha cargado la convivencia pacífica entre catalanes. Parece increíble ¿no? En el folklore catalán más ñoño existe la figura del Timbaler del Bruc, un niño que, él solito también, hizo retroceder al ejército francés. Hoy tenemos a un nuevo timbaler, esta vez en Canet.

Algo no funciona en una sociedad cuando un niño la pone en la encrucijada. Algo se debe repensar. Que las demás familias de la escuela reclamen su aislamiento pone ante el espejo a una sociedad enfermiza, marcada por el veneno de un nacionalismo que ya no es capaz de disimular su raíz excluyente y malsana. Ha tenido que ser el propio Consejero de Educación el que -desplazado a Canet- haya murmurado que la paz social es un bien más caro que dos horas de lengua catalana en una escuela Infantil.

La que se ha montado en Canet se repetirá en otros pueblos. En algunos de ellos la prensa no acudirá a levantar ampollas: si sucede en l'Hospitalet, en Badalona o en Santa Coloma, nadie dirá nada. Por eso digo lo del "Paradigma de Canet".

Pero al tanto: cuando un pueblo se moviliza contra un niño de 5 años hay que encender todas las luces rojas. En el Canet melancólico de los viejos indianos, los viejos conciertos de rock y el teatro popular postrado, algo muy grave ha acontecido. En efecto, señor Consejero de Educación: lo primero es la convivencia pacífica y el bienestar de todas las personas en esa región en la que usted tiene plenas competencias en materia educativa.

9 de des. 2021

Josep Manuel Silva, el héroe de RAC1

La tertulia nocturna de RAC1 pretende ser plural y por eso invita a contertulios de distinto parecer, signo político o ideología. Sin embargo, la pluralidad es la máscara de la hegemonía. No tengo nada en contra de un medio privado opte por una posición determinada y la promueva (otra cosa son los medios públicos, pero eso ya es otro asunto), pero si pretende crear espacios de diálogo plural podría respetar esa misma pluralidad. Y no siempre sucede.

Un día a la semana (quizás los jueves) está allí Josep Manuel Silva, a quien muchos conocemos como periodista y profesor de Ciencias de la Información en la UAB. Silva parece ser la única voz sensata y razonable enmedio de un alud de eslóganes. La cosa se pone interesante cuando el asunto a tratar es la lengua catalana, la inmersión lingüística y ese nuevo "conflicto" que parece que tenemos los desdichados catalanes, que no ganamos para conflictos. Uno escucha atónito a los tertulianos de signo nacionalista, capaces de afirmar que la inmersión lingüística es un modelo de éxito para pasar a afirmar, a continuación, que muchísimos alumnos de la escuela catalana terminan la escolarización sin saber nada de catalán. Increíble. Pero cierto. Eso ha sucedido el día de hoy, 9 de diciembre. El mismo tertuliano nacionalista culpa de todos los males a Ciudadanos, por haber politizado el asunto de las lenguas. El mismo tertuliano afirma, con una solemnidad digna de ver, que el independentismo no ha instrumentalizado las lenguas para sus fines.

Silva, cual héroe rodeado por huestes irracionales, les va recordando los datos, les confronta con sus contradicciones, les recuerda la verdad. Si digo "rodeado" es porqué la periodista que conduce la tertulia no pierde la ocasión de posicionarse del lado del victimismo pasivo-agresivo de los nacionalistas. Aunque sea la radio el medio donde eso sucede, veo con nitidez que la periodista no se ruboriza cuando se apunta a lo mentiroso, a la falsedad. A lo más fácil. Una periodista que dimite de periodista cada noche y en directo.

Hay algo divertido en ese circo: Silva habla un catalán ejemplar, generalmente más rico en matices que el de sus oponentes ultradefensores del catalán, cuya sintaxis y riqueza léxica dejan mucho que desear. 

Quizás estemos asistiendo en directo a la desaparición del catalán (aunque yo llevo mi vida de catalanoparlante escuchando que mi lengua está al borde del abismo y ya lo ven: me paso el día dando clases en catalán), pero a mi hay algo que me preocupa mucho más: la desaparición del periodismo. La renuncia del periodismo no solo a la neutralidad si no al sentido crítico, a la pedagogía de ese sentido crítico que, por otra parte, suele formar parte de su discurso, de su "relato". No me parece que estemos avanzando hacia la racionalidad cuando solo se cuestiona una opinión y se le concede todo a la otra. El tertuliano que hoy debatía con Silva (no he retenido su nombre porqué no me ha aportado nada y por lo tanto me ha sido inútil e irrelevante) ha tirado de tópicos, de frases hechas, de datos improvisados... ante la absoluta credulidad de la periodista, incapaz de cuestionarle, de la más mínima pregunta.

El periodismo complaciente no es periodismo, creo yo. Es otra cosa que no nombraré.

Nota final: Josep Manuel Silva es el periodista que sacó de sus casillas a Pilar Rahola en el Preguntes Freqüents de Tv3, otro foro en el que ejerce de héroe del sentido común y del racionalismo. Cataluña, vista así, sí es una patria de valientes. Valientes como Silva.


7 de des. 2021

Egiguren en Cataluña

Tuve la oportunidad de ver "Memorias de un conspirador", (Ángel Amigo, 2013) una larga entrevista -tratada como un monólogo- a Jesús Egiguren, - el que fuera presidente del Partido Socialista de Euskadi en aquellos años tan terribles. Se puede ver en Filmin.

Egiguren, una vez libre de cargos políticos, habla sin tapujos sobre el asunto vasco y pone los puntos sobre las íes a varias cuestiones, como por ejemplo el lamentable papel del PP, cuyo interés parecía ser sacar tajada en votos al precio que fuese. Decir eso supone un gran acto de valentía, y si no lo creen así, pruébenlo ustedes en algún foro ya verán. 

Pero más allá de eso, me fijo en eso que se llama el "sentido de Estado", algo que no le falta jamás a Egiguren. Un hombre que, no se puede olvidar, se sentó enfrente de Arnaldo Otegi y de Josu Ternera: hay que tener valor e ideas claras para hacer eso. (En este sentido, el político socialista aporta buenas ideas sobre el miedo y la posibilidad de controlarlo, porque... ¿se imaginan ustedes hablando con un tipo que en cualquier momento puede ordenar su asesinato?

Durante todo el documental no pude evitar pensar en mi desdichada Cataluña, especialmente cuando Egiguren se plantea ¿cómo convivimos en un mismo lugar personas con ideas políticas tan distintas? ¡Caramba! Me dije: eso sí es una mesa de negociación, y no esa tediosa monserga de nuestros políticos independentistas, embarrancados en una idea de la negociación que para nada consiste en negociar.

Para entrar en el tema: ¿cómo nos las apañamos para convivir unas personas que parten de unas ideas completamente opuestas de país? Es decir: unos creen que Cataluña es una nación ¡milenaria! y otros que Cataluña jamás ha sido una nación. Unos creen que la invasión de Prats de Molló es la gesta heroica de Macià y otros vemos claro que fue una bravuconada ridícula. Unos creen que Cataluña tiene una lengua propia y otros que los territorios no tienen lengua, y solo su ciudadanía tiene lengua(s). Unos creen que el destino histórico de Cataluña es ser un país independiente y otros damos gracias por formar parte de España y, por consiguiente, de Europa.

Creo que ahí está el fondo del asunto y lo primero que se debería abordar en una negociación: no estaría de más invitar a Jesús Egiguren a la mesa de los de ERC. Yo estaría más tranquilo con este hombre sentado frente a Aragonès y compañía.

Antes de abordar referéndums, estatutos e indultos para supuestos exiliados o amnistías para supuestas víctimas de la represión, deberíamos saber en qué podemos llegar a un acuerdo de convivencia quienes vivimos hoy en Cataluña, ya que estamos partidos por la mitad y es urgente encontrar lo que nos une, lo poco que podemos compartir. Aunque sea muy poco es un punto de partida hacia el futuro.

Otro aporte al tema: Egiguren se cuidó mucho de que los documentos que se redactaron durante su negociación soslayaran el lenguaje del nacionalismo y se redactasen con el lenguaje constitucional y democrático: estamos un poco hastiados de la presencia de términos nacionalistas (cuando no medievales y obsoletos) en los manifiestos oficiales de la Generalitat, en los discursos de sus cargos públicos: Aragonès no es Junqueras y mucho menos Puigdemont, pero en cada alocución suya hay decenas de conceptos impropios de una democracia constitucional y resuenan, cansinamente, ideas de un nacionalismo romántico, cuando no carlista. ¿Acaso no suenan a nacionalista romántico esas machaconas alusiones a "el poble català", tratándonos de súbditos de un señorito feudal?

Quienes negocien con ERC espero que tengan las ideas tan claras como el antiguo presidente del PSE: se debe demostrar que el nacionalismo no es progresista, si no que es tradicionalista y retrógrado, y es por ahí por donde se debe comenzar. El discurso de cierta izquierda nacional, empática con el independentismo por un problema de miopía y daltonismo, debe iluminarse con los principios de la ilustración y la democracia: ¿acaso el carlismo era progresista?

Es obvio que el franquismo arrasó con la ilustración en España, y a día de hoy seguimos huérfanos de pensamiento democrático, eso es algo que se constata a diario, visible en los políticos independentistas pero también en parte del discurso opuesto. Por ahí debería empezar el diálogo, aunque tal como yo lo veo, la única mesa de negociación necesaria e inaplazable es la que se debe abrir en Cataluña y entre catalanes. Pero eso se debe abordar, aunque nos falte el valiente que dé el primer paso. 

Me despido de ustedes con una frase del propio Jesús Egiguren: para algunos, la paz (en Euskadi) fue una putada.

Pues aquí lo mismo: el fin del procés y de sus mentiras será una putada para muchos, pero será la solución buena para la convivencia.

5 de des. 2021

El daño irreversible

Esto es una reseña de "Un daño irreversible", el libro de Abigail Shrier publicado en España por Ediciones Deusto (Planeta), y con un magnífico prólogo de Juan Soto Ivars. Si acudí al libro fue, precisamente, por la noticia que le precede: este libro ha sufrido varios intentos de censura, especialmente en EUA, así como una tremenda campaña en contra en las redes. Shrier es una periodista del The Wall Street Journal, medio que cualquiera emparentaría con la derecha neoliberal, esa que aboga por las libertades individuales por encima de todo. Sin embargo, y justamente en nombre de la libertad, el libro ha sido maldito.

El planteamiento es puramente periodístico y soslaya las opiniones científicas: Shrier ha coleccionado muchas entrevistas y en ellas se basa para exponer su tesis: el fenómeno trans es, ante todo, una moda. Otro asunto son las consecuencias que conlleva, y para ello se fija en las personas que han querido desandar el camino para volver al género en el que la naturaleza les puso. Hay testimonios dramáticos, sin duda, y quizás por eso se puede acusar al trabajo de Shrier de cometer una cierta trampa.

Yo no me voy a meter en berenjenales y no expondré mi opinión sobre la cuestión trans: puede que me autocensure, pero mi opinión ¿a quién le importa?

Me preocupa que en estos tiempos se censuren libros o, lo que es lo mismo, se intenten censurar. O que se promuevan boicots contra determinados productos de la cultura. Para salir del aislamiento y del sesgo de confirmación no hay mejor opción que leer cuanto más, mejor. ¡Incluso me leí el librito de memorias suizas de Joaquín Torra! Así que, sin demasiado amor, me leo a Shrier. Solo por saber lo de la censura, para comprender lo que molesta tanto, lo que tanto ofende. Paradójicamente, el libro me parece discretamente inofensivo y sospecho que la campaña en su contra le ha dado miles de ventas, del mismo modo torpe y cateto que las campañas católicas contra Je vous salue, Marie crearon grandes colas para ver una película de Godard, director al que solo iban a ver cuatro intelectuales barbudos y tres niños, entre los cuales yo, que queríamos dárnoslas de lo mismo.

Y aún así, sin expresar mi opinión, les diré que la cuestión trans me tiene muy intrigado. En el centro en donde trabajo hay un índice elevado de alumnado trans, en los dos sentidos. Y, en general, el asunto promueve una gran adhesión que se asimila a la adhesión que generan el feminismo o la democracia igualitaria. Como si lo más normal (y lo correcto) fuese estar a favor de un modo acrítico, que es lo que me intriga mayormente. Porqué yo, que soy un indisimulado socialdemócrata, le veo pegas a la socialdemocracia y voto al Psoe a la vez que le cuestiono.

Otra cosa también me extraña: el feminismo mayoritario ve con sospechas al fenómeno trans y lo expresa sin disimulo. Autoras mediáticas de diversos enfoques se han manifestado contra la Ley Trans, y lo han hecho desde posiciones de la izquierda sin lugar a dudas. Incluso en el mundo del feminismo académico, notables pensadoras no han dudado en levantar la voz contra lo que creen un error mayúsculo. Busquen los artículos de Pilar Aguilar Carrasco, por ejemplo, y saldrán de dudas: Aguilar es una voz autorizada y nadie dudaría de sus planteamientos progresistas. Por no hablar de una de las feministas que siempre me han divertido más, como Barbyjaputa, cuyos artículos y podcasts en Radiojaputa recomiendo con fervor por su capacidad argumentativa brillante y su brillantísimo sentido del humor, que se agradece como agua de mayo.

Al alumnado trans que hay en mi centro de trabajo les trato exactamente del mismo modo que al resto del alumnado: con el mismo respeto y ecuanimidad, y ni se ocurre practicar ninguna clase de discriminación, ni positiva ni negativa. Veo personas que acuden a estudiar y soy incapaz de ver otra categoría. No diré nada más.

Vivimos, sin duda alguna, en la época de mayor reconocimiento de los derechos y la libertades individuales jamás vista en la historia del mundo. Y, en España, la más inaudita: en este sentido, vivimos en uno de los países más progresistas de Europa y por consiguiente del mundo. Con todos sus peros y sus problemas, así es. Por eso mismo, espero que en España el libro de Abigail Shrier se pueda leer tranquilamente en el metro y en el autobús.

 

3 de des. 2021

Cuando Khadija encontró a Maricarmen (cuento de navidad, 2021)

Maricarmen nació en un pueblo de Córdoba, de cuyo nombre muchas veces no se acuerda. Se acuerda de vestirse y de comer, aunque a veces empieza por el postre o se viste del revés. Maricarmen llegó a esta ciudad catalana a los quince recién cumplidos, arrastrando la maleta de cuerdas, y se alojó en casa de su hermana, que ya llevaba seis meses aquí, trabajando en un fábrica de telas. Tenían una buhardilla alquilada, una sola pieza, con un ventanuco redondo y una pileta y un grifo de cobre. Maricarmen sueña con la ventana redonda muchas veces. Sueña con aquella ventana cuando duerme y despierta. Se le aparece la circunferencia de luz como una luna pálida. Una vez soñó que se levantaba de la cama y salía volando a través del agujero perfecto.

Conoció a Antonio en un baile de fiesta mayor. Antonio no tenía ni idea de bailar: era torpe, escaso de palabras, tímido y bajito. Pero parecía buena persona y la invitó a un helado. Antonio simuló que podía invitarla a cuantos helados deseara ella, y a gaseosas y limonadas, aunque Maricarmen enseguida se dio cuenta de que Antonio no tenía ni un céntimo más en su bolsillo y que el helado era toda la inversión que se podía permitir.

Se casaron un sábado, vivieron su luna de miel el domingo siguiente y el lunes a trabajar. 

Tuvieron dos hijos: un hijo y una hija. El hijo a veces llama. La hija la visita una vez cada quince días: vive en un pueblo del norte cuyo nombre se le escurre a Maricarmen de entre los dedos, como el agua de la fuente fría. A veces el norte de la hija es Cantabria, a veces Alemania, a veces Norteamérica y una vez incluso fue el Polo Norte.

Maricarmen lleva dos años ya acudiendo todas las tardes a lo de la Cruz Roja. Se entretiene y habla con su amiga Teresa, que la pobre está fatal y no se entera de nada, y un día te suelta que de joven era una niña rica y al otro que su padre fue un marinero ramplón de manga ancha y mano larga. Y al otro, que fue cantante de cabaret y tuvo un amorío con Nino Bravo.

Maricarmen se ha fijado en que algunas tardes también van niñas y niños a lo de la Cruz, pero se van a otro piso, vete a saber. Vienen al salir del cole, con sus mochilitas de colores y sus chándales del mercadillo, y ese pelo negro largo azabache. Hay una niña que se llama Khadija. A Maricarmen le costó un barbaridad comprender el nombre de la zagala morena, que se parecía a una niña de su pueblo, ese pueblo que se llamaba... que se llama...

Llegó la Navidad y las educadoras de Khadija les propusieron a las niñas escribir una felicitación a una de las señoras mayores que veis muchas tardes en la planta baja. Khadija recordó aquella viejecita que le pregunto quince veces su nombre. Khadija, Khadija, Khadija, Khadija... ¡jolines! ni que fuese tan difícil mi nombre. Yo sí recuerdo el suyo, es muy fácil: Macarmen

Khadija agarró la hoja, y escribió en ella

Macarmen, eres una señora muy simpática y espero que pases una fiestas felices. 

Se pasó casi veinte minutos para escribir la frase, con su mejor letra. ¿Cuántas broncas no le costó llegar a esa letra redonda y recta! Luego dibujó una ristra de corazones rosas debajo de las palabras, tres flores encima y una estrellitas a los lados. Las estrellas las coloreó de rojo y de verde. Preguntó si había rotuladores dorados y le respondieron que no. En vez del dorado imposible, rodeó las estrellitas con un lápiz naranja.

Y otra tarde, la monitora de Maricarmen y las demás les repartieron las felicitaciones de unas amigas que teneis y que os quieren mucho. Maricarmen se guardó la carta en el bolsillo y solo la abrió ya por la noche, en su habitación.

Una vez acostada se puso las gafas y leyó. Un rayo de luz blanca como la flor del almendro acudió en su ayuda. Por la ventana esférica entró un aire frío que le quitó el papelito de las manos y se lo tragó hacia la noche fosforescente. Maricarmen pegó un brinco y salió tras el papel, que volaba como una paloma leve hacia las nubes del horizonte púrpura por arriba y verde azulado por abajo. Cuando se percató del error cometido y comprendió que había saltado mas allá del balcón, se preguntó ¿de donde demonios he sacado la agilidad para dar ese brinco?. Por suerte apareció una niña que se parecía a Khadija y a la niña del pueblo que se llama vete tu a saber como, pero cuando la abrazó descubrió que Khadija era Maricarmen solo que con unos años menos.

Abrazada a Khadija en el mejor abrazo de su vida entre Córdoba y Cataluña, Maricarmen regresó a su buhardilla por el ventanuco redondo y pensó que, por más raro que parezca, la vida es bonita porque tiene destellos dulces y raros enmedio de la oscuridad. Y entonces dijo: Baena. Baena. Ojalá la vida me hubiese permitido vivirla en Baena.



1 de des. 2021

Jorge Vil Benialsina (àlias Jordi Bilbeny Alsina), de Arenas de San Pedro

Jorge es el hijo de Dolores Benialsina y de Eustaquio Vil, ambos de Arenas de San Pedro, provincia de Ávila. Su padre fue destinado a la Comandancia de Marina de Barcelona en 1978, en calidad de segundo oficial ujier. Así consta en el catastro avilés y en el Archivo de Burgos. Nació el 14 de octubre de 1960.

Cuando Jorge era muy pequeño asistió, impávido, a la rara transformación de su padre, que convocó una rueda de prensa en la cual afirmó ser la reencarnación del coronel Coronado Ladrón de Guevara, héroe de Las Filipinas. Solo "El Eco de La Barceloneta" refirió el suceso, que pasó sin pena ni gloria. En este lance, sufrido a muy temprana edad, el niño descubrió que la historia es una ilusión, una fantasmagoría y un juego de nombres, fechas y heroicidades. Eso le fascinó en grado superlativo, y dedicó a la especulación histórica no solo los mejores años de su vida si no su vida entera. A obsesivo nadie le gana, a Jorge.

Así pues, en cierto momento y alrededor de 1989, Jorge Vil Benialsina proclamó que su verdadero nombre era Jordi Bilbeny Alzina, aunque a veces era Jordi Alzina i Bilbeny: en esa vacilación se oculta algo de su identidad cambiante y caprichosa, esa personalidad tránsfuga y juguetona. Jorge, deseoso de ser admitido en la lúgubre sociedad catalana provinciana y aplaudido por la cultureta, hizo todo lo posible por ser querido y aceptado, como tantos aculturados. No se limitó a catalanizar su nombre y apellidos: dilapidó la herencia de su padre en el soborno de los funcionarios del registro civil. Así fue como consiguió una modificación en los documentos y cambió las Arenas de San Pedro por Arenys de Mar, que es la localidad que consta a día de hoy como localidad de nacimiento. De repente y mediante un engaño, Jorge era un catalán de pura cepa, rural y rústico tal como lo son los mejores catalanes: muchos presidentes de la Generalitat nacieron en las comarcas más rupestres.

Ya un poco mayor, Jorge Vil se las apañó para construir el Instituto de la Nueva Historia. De nada sirvió que algunos familiares le advirtiesen del eco fascistoide que contenía su proyecto: Jorge cree que, si las intenciones son buenas, no puede haber fascismo de por medio. Y dudó menos todavía cuando recibió una sustanciosa subvención de la Generalitat regional catalana que aupaba su Instituto y le permitía medrar mucho mejor entre la clase dominante. Jorge sospechó, en algún instante, que ejercía de Rigoletto catalán en la corte del sátrapa Pujol, pero lo soslayó: lo importante es vivir bien y salir en Tv3, se dijo.

La labor de Jorge Vil fue insistente e incombustible: dedicó todo el tiempo de su vida a demostrar la catalanidad de las mayores figuras de la historia, en una extensión de su propio delirio. Proclamó el origen catalán de Cristóbal Colón y luego el de Santa Teresa de Jesús, de Erasmo de Rotterdam, de Hernán Cortés, de David Bowie (David Bou, de Masrampinyo), de Mike Jagger (Miquel Llager, de Vilajuïga), de Ludvig van Beethoven, de...

Luego demostró (subvención mediante) que Tartessos era Tortosa, que la Atlántida era un cacho del Cap de Creus que se hundió en la mar, que el Puerto de Palos era el Port de Pals y que la democracia se inventó en Avinyonet de Puigventós y no en Grecia, cuando el pueblucho ampurdanés votó si quería quemar a la bruja Calletana Alvarès de Tolèt (y votó que sí).

Jorge Vil murió en Antofagasta, Chile, hace poco, tras perder la subvención gubernamental de la región que le mantenía. En su lecho de muerte, atendido por dos indígenas de la Tierra del Fuego, proclamó que su vida era toda una mentira y que en realidad su nombre era Georgina Vilchez Alsacorta, nacida en Antananarivo (Madagascar), hija de un comerciante español de azúcar y monos exóticos y de una mujer gaditana y muy guapa, de Los Caños de Meca. Las dos nativas quedáronse perplejas y algo consternadas, pero le enterraron según el rito yámana. Descanse en paz el malogrado Jorge Vil.


30 de nov. 2021

La casquería del procés

Tras el derrumbe, el recuento de bajas y desperfectos. Sobre las bajas surgen preguntas curiosas ¿Qué fue de Anna Gabriel? ¿De Marta Rovira? ¿Qué fue de tantos que se pavoneaban por las calles (que siempre debían ser suyas) y por las cámaras de Tv (que siguen siendo suyas)? 

Durante los últimos momentos antes del hundimiento, coincidí en una estación de servicio enmedio de una autopista con un coche enorme, gris grafito, del que se apearon Alfred Bosch, su escolta, su chófer y su asistente. Todos revoloteaban a su alrededor para complacerle: uno le ayudó a encontrar el número en el móvil, otro le llevó un café y el otro, posiblemente, le sacudía la caspa de los hombros. Él, gafas oscuras y gesto altanero, se comportaba como un ministro austrohúngaro. Pueso eso ¿dónde está Alfred? Resulta que ha encontrado trabajo en una universidad privada internacional, con sede en Barcelona, dedicada a los negocios y cuyo eslógan para atraer alumnos es el sol de España, sus paellas y sus vinos.

Tras el descalabro, la realidad. La realidad es que aquél sistema informático capaz de hacer un censo mágico, ipso facto y brillante para poder votar el nefasto 1 de octubre de 2017, es el mismo sistema informático que hoy es incapaz de responderle cuando le pide el certificado Covid.

El paisaje tras la batalla nos muestra una imagen de terror: empezamos a ver en qué querían convertirnos, cual era el país prometido tras el velo de ilusión y engaños. Quizás la mayor mentira del procés es la que se dijeron a sí mismos los líderes del invento. Quizás ellos fueron los primeros en descubrir que, tras el engaño y la ilusión, no había nada: eso debe expresar el rostro del señor Turull mientras transfiere sus bienes a la esposa, con la ilusión de que la justicia no le deje sin patrimonio. Vaya aterrizaje en la realidad, el del señor Turull. Aunque el mismo señor, por estos días, vuelve a medrar por los aledaños del gobierno, con la ilusión de tocar poder otra vez.

Tras el descalabro, los despojos. Pellejos de infidelidades, puñaladas traperas, quiebros argumentales. Silencios raros. El silencio algo siniestro -como todo en él- del señor Junqueras, tan temible como un obispo maligno conspirando para quemar a algún hereje. La sonrisa bobalicona y pérfida a la vez del señor Puigdemont, solicitando socios y pagadores para su incomprensible Consell per la República del que nadie habla, salvo sus pobres cuatro socios.

Tras el naufragio, la balsa de la medusa: la señora Paluzie, antaño vociferante y émula de Pilar Rahola incluso en el porte y el peinado, hoy afirma estar cansada de presidir la ANC y sueña, a todas luces, con una retirada discreta hacia su puesto de funcionaria de España, ganado en unas oposiciones al cuerpo de funcionarios del Reino de España.

Tras el colapso, las cosas vuelven a su cauce: los mezquinos conspirando. Los pobres de espíritu moviéndose por las sombras a la caza de un puestecito fácil y bien pagado. Rull y Turull. Gabriel y Rovira tomando las aguas en algún balneario suizo. Los desdichados herederos tirándose de los pelos ante un ordenador que no funciona. David Madí en alguna oscura operación empresarial de altos vuelos. Tv3 conjurándose para beatificar a Pujol en vida. El país, hecho trizas, contempla el paisaje tras la batalla, cuando las aguas vuelven a su cauce y descubre que vive en la Cataluña eterna pero un poco más jodida y más pobre. En los mercadillos de los pueblos del interior se venden a 1 euro las últimas baratijas. Pancartas de libertad, serigrafías de líderes desaparecidos, eslóganes, chapas, lacitos, espardeñas y sardanas. Y el último librito de Cuixart, gratis si usted se compra tres calcetines amarillos.

28 de nov. 2021

Populismo petaonal

De repente, a través de un medio de comunicación local, conocemos la última ocurrencia del señor alcalde: peatonalizar dos calles céntricas por las que cada día circulan miles de coches.

El vecindario de estas calles debe de estar harto de soportar el tráfico constante, por supuesto. Como el vecindario de otras muchas calles. En una de las dos calles afectadas por la ocurrencia se encuentra la sede del partido TotxTerrassa. Una anécdota casual, supongo. En este tipo de propuestas, que no sabemos si son promesas vagas o proyectos aprobados, asoma el talante populista del partido del alcalde.

Sabemos como se pueden ganar una elecciones locales, y no es muy difícil: se trata de reunirse con muchos pequeños grupos (de vecinos, de colectivos, de dueños de mascotas, de madres y padres de una escuela, de feministas de un barrio, de usuarios de un medio de transporte, de un gremio determinado) y prometerles todo lo que piden. Aunque lo que pidan entre en contradicción con las demandas de otros grupos. Eso ¿qué mas da? Se trata de que todo el mundo salga satisfecho de la reunión con el candidato. cada reunión es un puñado de votos y el augurio de un disgusto, el aviso de una paradoja, el aviso de un timo. Luego ya veremos. No es nada casual, supongo, que la promesa surja en la segunda parte de la legislatura: así ya tiene media campaña hecha para las próximas elecciones.

En ese proceder no se puede tener en cuenta la ciudad en su conjunto, no puede haber ninguna idea de cohesión: por el contrario, esa mecánica tendirá, invariablemente, a enfrentar a los grupos entre sí y a socavar al conjunto social.

¿Se pueden peatonalizar dos calles tan transitadas sin presentar un modelo de movilidad alternativo? ¿Qué promesas le hará el señor alcalde al colectivo de conductores que cada día necesita transitar esas dos calles por falta de mejores opciones? ¿Les prometerá un carril aéreo de drones gratis? ¿Les ofrecerá desplazarse gratis en la flota de coches del Ayuntamiento? Nada me sorprendería. Se trata de presentar propuestas impactantes, por ridículas que sean, y crear infografías bellísimas, con árboles y gente feliz paseando.

Cuando empezamos a oír hablar de la corriente populista en política nos creímos que el populismo era cosa de otros países, siempre lejanos y tristes, en donde una ciudadanía bobalicona se deja engañar por promesas imposibles pero bellas, por eslóganes facilones, por campañas que solo son tres palabras y cuatro colorines. Nos equivocamos quienes no vimos que el populismo campa a sus anchas entre nosotros, y con una facilidad pasmosa.

No solo usaron las tácticas más burdas del populismo los políticos independentistas que ahora deben hacer marcha atrás y a toda prisa: también sucedió en nuestros pueblos y ciudades, con alcaldes que crean un partido de la noche a la mañana y lo visten con un nombre que lo significa todo y nada a la vez: Tot per Terrassa. Toma ya, vaya usted a saber qué modelo de ciudad propone alguien incapaz de presentar un modelo de convivencia y se limita a elaborar un programa electoral con la lista de peticiones que le han hecho en cientos de reuniones con los colectivos más dispares.

Quien obra así no solo engaña a todo el mundo a la vez, ya que sabe que presenta un programa irrealizable, un puzzle imposible de propuestas a la tun-tún: a la vez, empobrece a la ciudad y la presenta, a los ojos de sus vecinos, como una ciudad desnortada y sin rumbo, que pierde ritmo frente a las ciudades del entorno.

Por cierto: las huellas de gatos pintadas en la calzada, que se presentaron como un proyecto estrella, ya se han borrado y todavía no sabemos si esa pintura salvó la vida de un solo gato. ¿Qué indicadores nos puede presentar el señor alcalde, sobre la mejora en la esperanza de vida de los felinos?

25 de nov. 2021

DESOBEDECED VOSOTROS, DICE

Ya es curioso que sea un Responsable de Educación el que pida la desobediencia a sus subordinados. Jamás vi a un maestro pidiendo la desobediencia en clase. Lo cual significa que, contra todo pronóstico, todavía me falta mucho por ver. Esa una de las gracias infinitas que tiene vivir en Cataluña.

El responsable de la Educación, a su vez, parece no haber aprendido nada de los últimos años. No estaría de de más que, además de pedirnos desobediencia a los demás, le preguntase a Oriol si aprendió algo sobre las consecuencias de la desobediencia mientras estaba en periodo de reflexión, en el Campo de Lledoners. Yo creo que Oriol algo aprendió.

Resulta muy raro que un jefe pida la desobediencia de sus trabajadores. Incluso estratégicamente, resulta muy raro de veras. Puede que sus trabajadores se tomen la desobediencia en serio y, cuando de dentro de cuatro días les exija algún que otro sacrificio, esos le respondan pues oiga, mire, voy a desobedecer otra vez, tal como usted nos enseñó. ¿Se le ha ocurrido eso al jefe de la Educación?

Y si uno lo piensa bien, todavía es más raro que pida desobediencia mediante una carta oficial: esas cosas suelen sugerirse en voz baja, disimulando, aprovechando un momento de descuido o de debilidad, cuando el profe no te mira.

Y otra cosa muy rara: resulta chocante la referencia (algo obsesiva) al modelo de éxito de la inmersión, un modelo que es de éxito y de fracaso a la vez: ¿cómo puede ser algo a la vez una cosa y su contrario?La pregunta es: si la inmersión es un éxito ¿cómo se explica el retroceso del catalán y que ahora su supervivencia dependa de un 10% de horas más de clase?

Quizás la desobediencia es pertinente, pero distinta a como la plantea el señor responsable de educación. Quizás los chavales desobedecen a los maestros y a los inspectores lingüísticos que merodean por los recreos. Quizás el catalán transmite, hoy, lo que el castellano durante el franquismo: la antipática lengua del régimen.

23 de nov. 2021

EL PROCÉS ERA UNA GALLINA (MUY CARA)

Esa gallina, que hoy da sus últimos aleteos en un rincón del corral, esa gallina, ahí donde la ven, hubo un tiempo en el que se sintió águila imperial. Quizás águila republicana, pero yo diría que imperial. En sus mejores momentos, cuando ella se veía a sí misma como un águila yo, que pasé por unos momentos terribles, la confundí con un buitre que exigía mis vísceras y pedía el sacrificio de mi nacionalidad en el altar de su imaginario medieval.

Sin embargo, ahí la tienen: nada queda de sus aspavientos, de sus alaridos de madrugada, de aquellos días en los que incendiaba la tarde, ebria de ratafía y banderas, paseándose por la tierra queriendo ser Godzilla y creyendo que todo el mundo la miraba. Da sus últimos aleteos y, a veces, uno diría que da sus últimas bocanadas. Su graznido se pierde en la voz aflautada y aguerrida de un oscuro orate vendedor de gasolina; su plumaje, antes de oro amarillo, ahora es pardo y vulgar, como las camisas pardas.

Esa gallina, que hoy sucumbe y se arrulla en el rincón del corral, sin embargo, puede ser muy dañina todavía: no se le acerquen mucho, no se fíen de ella. A veces, en sus últimos momentos, cualquier bicho puede ser muy peligroso. Está en el corral pero no acorralada: ese corral es su feudo, no lo olviden. Lleno de estiércol, de plumas viejas y a la sombra de la antigua masía medieval, ese corral es su país. Su refugio, su feudo, su castillo. 

Esa gallina, de apariencia frágil y quebradiza, nos salió muy cara. Se llevó el dinero con el fin de crear un paraíso en la tierra, fruto de sus visiones y de sus ilusiones. Engañó a medio pueblo y se quedó su dinero. Con ese dinero puso huevos por medio mundo. Huevos carísimos: los hay en Nueva York, en Berlín, en Bruselas y en un montón de ciudades del mundo. Aquellos huevos no llegaron a abrirse jamás: nadie cuenta como les va, por donde andan, en qué ocupan su tiempo. Silencio alrededor de los huevos repartidos por el mundo.

Esa gallina que se sintió águila y otros la vimos buitre, esa gallina hoy reposa con un ojo entornado y una pata tiesa. Parece hastiada, agotada. Y lo está, pero recuerden que esa gallina es capaz de infligir un gran dolor a su alrededor. No se olviden de eso: lo que hoy es una gallina antaño fue un reptil monstruoso, y en su esencia natural están, todavía, el reptil y el monstruo.

21 de nov. 2021

ALBERTO, O LOS PELIGROS DE LA PERFECCIÓN

Alberto era un gran dibujante. Vivía bien gracias a su arte prodigioso. La obra de Alberto rozaba la perfección y a veces la superaba, a juicio de los críticos. Entre sus clientes estaban los reyes y los nobles más ricos de centroeuropa y de Italia.

Cuando hubo cumplido los cuarenta, Alberto quedó fascinado por las ballenas. Supo de la existencia del animal marino por los relatos que le contaron y por unos bocetos torpes que pudo ver, garabatos infames, tras pagarle una fortuna al oscuro comerciante de horrores que conoció en una taberna de Núremberg. La ballena tiene algo de imposible, de pesadilla.

Si es cierto que existen las ballenas, pensó Alberto, quizás la Creación nos la han contado muy mal y Dios no es tan bueno como parece, ni tiene en mucha estima a la belleza. Y quizás los humanos le importamos poco. Si no fuese así ¿porqué Dios habría creado a la ballena?

-Todos los dibujos que he visto de la ballena son muy malos, hechos por gentes que no saben dibujar. Esto es un desastre que se debe remediar -le contó a su mujer, un domingo por la mañana.

Alberto vendió lo que tenía, empeñó lo que pudo y dejó la casa. Se fue con su mujer y con su hija, muy niña, a buscar a la ballena. Cruzó miles de quilómetros: transitó parajes tristísimos, helados, grandes llanuras blancas batidas por un viento tremebundo y cruel que dejó los deditos de la niña de color morado pálido, como las malvas de los cementerios. Quizás debemos pensar que Dios es bueno pero está empecinado en ponernos a prueba constantemente, y por eso nos puso en un mundo muchas veces inhóspito, cuando no feo y hostil. Dios quiere poner a prueba nuestra fe día tras día: ¿tan poco se fía de nosotros?

Tras varias calamidades, robos, ultrajes y llantos, la familia de Alberto llegó a la ciudad de los marineros que conocían a la ballena.

Los marineros le corroboraron que habían visto a las ballenas, y que eran mucho más horribles que los dibujos que llevaba y los cuentos que le susurraron. Obtuvo nuevas descripciones. Tuvo que pagar por cada relato, por cada descripción. Poco a poco, Alberto empobreció en la ciudad del puerto y llegaron las penurias de verdad. El hambre entró en sus vidas y les echaron dos veces de las pensiones en las que se alojaban. En la tercera de ellas se deduce que la familia ocupaba un cuarto minúsculo, sucio y sin ventilación, el fin del descenso hacia la miseria. El relato de Alberto siempre soslaya el punto de vista de la mujer y de la hija: solo sabemos que los tres lo pasaron muy mal a través de su voz, pero jamás podremos saber qué pensaba su mujer del empeño de Alberto. No sabemos si alguna vez su mujer le preguntó: -Alberto… esa miseria que nos has traído ¿es el precio que pagamos nosotras por tu obsesión perfeccionista?

Con los días, los sobornos y la escasez, Alberto consiguió trazar el dibujo definitivo del monstruo marino. Gracias a su habilidad con el lápiz, prodigiosa de veras, dibujó a la bestia abismal en más de cien posturas y escenas, que incluían la destrucción de barcos, hombres y delfines y tortugas devorados por las fauces fabulosas del animal, el torso de la ballena simulando que es una isla para atraer a marinos incautos y otras muchas ilustraciones fascinantes.

Convencido del poder hipnótico de la ballena, Alberto intentó vender sus dibujos para salir del mal paso pecuniario y aliviar las estrecheces. Quizás se sentía culpable por el dolor infringido a la familia, quizás solo pretendía llenarse el buche. Pero su empresa fue un fracaso rotundo. Sus dibujos, demasiado precisos, habían conseguido presentar a la ballena como a un animal creíble: la ballena dejó de ser la bestia diabólica y se convirtió en un pez muy grande y muy gordo y nada más que eso. Alberto mató al monstruo. Tiempo más tarde, primero los europeos y luego los japoneses, exterminaron a las ballenas.

15 de nov. 2021

PAU JUVILLÀ, PERSEGUIDO POR MAL ESCRITOR

La señora Borràs y el señor Aragonès han firmado un documento (manifiesto, declaración solemne, yo que se) en el que le piden a la Justicia que retire el caso contra un tal Pau Juvillà, diputado de la Cup imputado por desobediencia y colgar lazos amarillos donde no debía.

En el texto de Borràs y Aragonés se nombra, como no, la insoportable represión del "Estado Español" y otras lindezas al más puro estilo victimista. Lo de siempre, a saber: altos cargos públicos del Estado, extraordinariamente bien remunerados, acusan al Estado de persecución. Que baje Aleksei Navalni y lo vea. 

La verdad es que hasta hace poco desconocía a Juvillà, y fue cuando me enteré de que su nombre sonaba como presidente de la Mesa del Parlament y es entonces cuando me dijeron: ese escribe novelas negras, como tu. ¡Vaya! No me sorprendí mucho, ya que ando muy desconectado de los jóvenes escritores del género policial en catalán por un motivo muy simple: me aburren soberanamente y la inmensa mayoría de lo publicado en catalán en la última década bajo el sello "novela negra" me parece un soporífero discurrir por el costumbrismo pastoril (¡qué obsesión por la cosa rural tenemos en este país!) aderezado con un par de muertos y un policía, invariablemente Mosso de Escuadra bienpensante, progresista y de vida sana y moral impecable. En definitiva: un Mosso de bien, tal como debe ser. Algo muy oportuno en la novela negra, como todo el mundo sabe.

Consulté y descubrí que Pau Juvillá ha publicado cuatro cositas, una de ellas una historia del PSUC "a les terres de Lleida" que debe ser muy interesante y luego, si, efectivamente, un par de novelitas negras.

Juvillà esgrimirá la represión contra la disidencia catalana, ya lo saben, la matraca habitual. No dirá que la justicia quizás se haya equivocado de delito, pero en el caso de que le halle culpable, la inhabilitación y la multa le estarán bien empleadas por sus débiles novelillas y por algo que llama la atención: su curioso pluriempleo. El chico escribe novelas aún siendo diputado, miembro de Òmnium Cultural, miembro de la CGT (¿CGT y Òmnium todo junto? ¡jolines con la confusión!), tras haber sido técnico en gestión ambiental, concejal de Lleida y, por fin, desobediente al Tribunal Constitucional. Su capacidad es de vértigo, y claro, en esas situaciones algo se tiene que resentir: se resiente su prosa, fácil y simplona.

En Cataluña hay una buena colección de escritores y de escritoras que, de existir el delito penal de mal/a escritor/a, darían con sus huesos en la cárcel por decenios. Conozco a una buena pandilla, se lo aseguro. Lo que pasa es que escribir lo puede hacer cualquiera y todo es líquido, y del mismo modo que se puede transitar por los sexos y los géneros, también se puede transitar por las novelas y los cargos públicos. Lo que les digo: estamos asistiendo al siglo de oro de las letras catalanas con novelistas como Pau Juvillà, el pobre escritor perseguido por un estado opresor del que lleva cobrando, cargo público tras cargo público, toda su vida.


14 de nov. 2021

Isabel, niña Isabel (Díaz Ayuso)

El pobre Pablo Casado se dejó crecer la barba y total para nada: se dejó crecer la barba para distinguirse de Albert Ribera, pero ahora Albert está de década sabática y entonces le brota la niña Isabel por la retaguardia, flanco derecho.

De nada le serviría a Pablo dejarse media melena para simular que Pablo es media Isabel.

Pablo tiene algo de gafe homérico. Y eso es una evidencia. Cuando las encuestas del ABC le daban buenas perspectivas electorales, sale Isabel y le desmonta el ensoñamiento. Isabel es más populista que Pablo, más zafia y más mediática. Y encima, Isabel hace lo que no hizo Pablo: gana elecciones.

El PP lo tiene crudo y le crecen los enanos. Tras el circo carísimo que Pablo se montó en la Plaza de Toros de Valencia capital, una tal Isabel, recién llegada, le desmonta el invento y le pone en la encrucijada. Pablo no tiene quien le escriba cartas, ni tiene quien lo entienda. Los errores del pobre Pablo llaman a su casa con la factura en la mano: cuando juegas a ser malote, siempre hay uno más malote que tu. Hacia abajo no hay límite, Pablo, eso deberías saberlo. A tu edad eso deberías saberlo.

Isabel se miró los videos tutoriales de Sarah Palin, copió las ideas más penosas de Puigdemont y solo con eso le estropeó la fiesta valenciana y taurina a Pablo, que anda desnortado y vociferante, pero a mil leguas de Isabel, la niña Isabel. Creo que muchos le susurran a Pablo: oye, Pablete, ríndete ya, tu eres un perdedor.

Los españolitos de la media España de allá desde siempre estamos temblando ante el empuje de la niña Isabel pero a la vez sabemos que alguien tan simple, tan burdo y tan barato jamás conseguirá mayoría para gobernar. Y sin embargo estamos tensos como jamás lo estuvimos con Casado el Desdichado, ese hombre a quien la mueca se le tuerce día tras día y sin remedio alguno.

En el otro lado tenemos a Pedro Sánchez, un tipo que parece caerse siempre de pie. Dicen que Napoleón escogía a sus generales entre los soldados que salían de la batalla sin un solo rasguño. Napoleón hubiese nombrado general a Pedro Sánchez: cuando peor lo tenía, Isabel le desmonta a Pablo y se lo ofrece a sus pies.

Isabel debe de tener tirón electoral, eso está a la vista y nadie lo duda. Pero los líderes como Isabel suelen desmoronarse muy aprisa, y más si son líderes del PP: acuérdense de lo que le sucedió a Cristina Cifuentes. Alguien de su mismo partido difundió el video de Cristina mangando en un súper: Mariano no estaba dispuesto a que una mujer le ensombrase. 

Les dejo, para terminar, unos versos de uno de mis poetas catalanes más estimados. 

A una dama muy joven, separada

Jaime Gil de Biedma

En un año que has estado
casada, pechos hermosos,
amargas encontraste
las flores del matrimonio.

Y una buena mañana
la dulce libertad
elegiste impaciente,
como un escolar.

Hoy vestida de corsario
en los bares se te ve
con seis amantes por banda
--Isabel, niña Isabel—

sobre un taburete erguida,
radiante, despeinada
por un viento sólo tuyo,
presidiendo la farra.

De quién, al fin de una noche,
no te habrás enamorado
por quererte enamorar!
Y todo me lo han contado.

¿No has aprendido, inocente,
que en tercera persona
los bellos sentimientos
son historias peligrosas?

Que la sinceridad
con que te has entregado
no la comprenden ellos,
niña Isabel. Ten cuidado.

Porque estamos en España.
Porque son uno y lo mismo
los memos de tus amantes,
el bestia de tu marido.


12 de nov. 2021

LA CUP PRESENTA SU NUEVO SHOW

Bienvenidos al nuevo show de la Cup, en finde y para todos los públicos.

Que un partido como la Cup esté negociando unos presupuestos autonómicos tiene su miga. Algo chirría en el concepto, pero es un chirriar cómico, y eso es mucho de agradecer. La Cup nos ha puesto de los nervios muchas veces, pero ganan las veces en las que el partido de las chicas antisistema nos ha permitido echarnos unas risas.

Vamos a ver: durante este fin de semana de la tormenta de Blas, la Cup reunirá a sus asambleas pastoriles y decidirá si sigue negociando con el gobierno regional, si rompe o si se dan un abrazo.

Recordarán ustedes, sin duda, aquella asamblea de la Cup en la que votaron si dar respaldo o tumbar a Artur Mas (el grandioso Mas) como presidente autonómico, y la votación terminó en empate a 1551 votos. Fue muy raro que el empate comunicado a la prensa no fuese un empate a 1714 votos, cifra que hubiese encandilado a la parroquia mucho más que 1551, que es el nombre de un cava -bebida de burgueses decadentes y de narcotraficantes.

Por si alguien todavía duda de la disolución del procés, solo nos faltaba la aportación de la Cup: lo que oyen, la Cup negocia unos presupuestos regionales. Sic transit gloria mundi. Entre las exigencias de la Cup está lo más previsible: mandar a tomar viento el proyecto del Hard Rock en Vilaseca, por ejemplo. Ojo. Y que conste que, a mi, ese proyecto también me cae muy mal.

Pero vayamos a lo esencial: quienes prometieron una república santo súbito, con un país nuevo feliz y trotskista, un poco anarquista, feminista, ecologista (o directamente vegano), ahora están debatiendo si dar el sí o dar el no a unos partidos que van des de la derecha dura y rancia de JuntsxCat a la democracia cristiana de ERC (democracia cristiana con achaques carlistas, por cierto). 

Las asambleas de la Cup deben ser un show digno de ser visto, y tanto es así que estoy por pagar entrada (en forma de impuesto revolucionario, por supuesto) en la asamblea de Vic o de Manlleu, ya que el divertimento estará asegurado. Ahí se reúnen artistas de gran valor: me imagino las soflamas de los pesados habituales, los idealistas cegados por la verdad abrumadora con chalé y piscina, el cliente habitual del Veritas, el viejo anarquista de toda la vida con Jaguar en la puerta, la maestra de escuela con residencia en La Cerdaña, marido ejecutivo de HP y verano en el paraíso de Doha -un horror, un horror-, el agricultor bio-eco, el creyente en las palabras de Josep Pamies, el ínclito vidente de les terres de ponent, un terraplanista muy anti-vacunas, un salvador de cabras abandonadas en los montes, tres turistas alternativos con cuenta en un banco de las islas X, dos cultivadores de marihuana revolucionaria y un tipo de Sant Hipòlit de Voltregà que lleva trece años escribiendo la obra definitiva: "La república àcrata de Catalunya en les epístoles de n'Aleister Crowley".

El espectáculo cupaire promete. La Bodega Bohemia no llegó nunca a tan altos índices de interés como la Cup, debe reconocérsele el mérito.

Si yo fuese Salvador Illa me estaría frotando las manos ante la perspectiva de un show tan grande. A Salvador Illa se le ha pegado la buena fortuna de Pedro Sánchez: cada cosa que les pasa es una oportunidad: siempre se caen de pie. Y quien peor se lo pasará este fin de semana será el presidente regional, royéndose las uñas ante la perspectiva de un empate a 1714 votos. Cada uno se forja su infierno. Alea iacta est.



9 de nov. 2021

CTHULHU IN GLASGOW

Hay quienes afirman que el desastre climático es imparable, irreversible. Que vamos de cabeza hacia un infierno de sequías, inundaciones, incendios (siempre provistos del adjetivo pavoroso) y otras calamidades. El panorama futuro, para los pesimistas (ecuánimes bien informados), es terrible y más cuando uno mira a su alrededor: contemple usted a sus hijos o a sus nietos y pregúntese: ¿vivirán en el infierno? ¿Su mundo se parecerá más al mundo de Mad Max que al del Señor de los anillos?

El cambio climático, pues, ya tiene algo de Cthulhu, el monstruo cósmico de los cuentos de H.P. Lovecraft, el que una vez invocado por la impericia, la estupidez o la ingenuidad del héroe ya no había forma de devolver a las catacumbas. Una vez Cthulhu ha aparecido en nuestro mundo ya solo nos queda el crujir de dientes.

No faltan entonces quienes señalan a los culpables. Los culpables, si hablamos de países, son los últimos que se han incorporado al desarrollo, al crecimiento, etc y al modeolo de éxito capitalista. Los que llevan dos siglos montados en el expolio y la quema de combustibles señalan a los recién llegados.

Del mismo modo, el conductor de un Tesla de 100.000 euros me miró mal un día, reprochándome que lleve un Citroën C3 de 12 años, gasolina y humo (que me costó 3.000 euricos de segunda mano). El contaminador era yo: el hombre rico al volante de un Tesla estaba cuidando del planeta, el mismo planeta que yo maltrato al volante del C3 cuando voy y vuelvo del curro por la carretera de los baches que discurre entre la incineradora municipal y el crematorio del cementerio.

-¡Los andaluces cultivan aguacates cuando no tienen el agua suficiente! ¡El aguacate andaluz es una fruta insostenible! -exclamaba una ecologista catalana en una emisora catalana. Señalar al malo, al pobre, al culpable es fácil: y siempre es otro.

Nada se dijo, en esa emisora catalana, del asunto del porcino catalán, negocio sobre el que se calla de un modo sospechoso, aunque algún día estallará el asunto del cerdo en Cataluña, y será un estallido digno de ser visto. No se habló de los litros de agua que consume una granja de cerditos, ni del embrollo tremendo de los purines. Y recuerden ese dato: en Cataluña ya hay más cerdos que seres humanos. Pueden bromear sobre el dato, pero el dato es cierto.

El pobre, el último, el recién llegado: ese es el culpable de la llegada de Cthulhu, el responsable de que sus nietos (esos lindos retoños que son un amor) vayan a vivir más pronto que tarde en una tierra infernal, desertizada, quemada, arrasada por tormentas apocalípticas.

Cthulhu se ha asomado por Glasgow y se le ha visto el hocico rupestre. Muchos han sentido su aliento fétido en el cogote (Lovecraft habla de un hedor como de miles de peces podridos). Y entonces han señalado al pobre, o por lo menos al más pobre que tu. No es que Greta Thunberg sea santa de mi devoción, pero algo de razón lleva la chica cuando acusa a los reunidos en Glasgow de palabrería vacía y de cinismo. Aunque todos deben pensar lo mismo: la hecatombe llegará dentro de 80 o 100 años. Para entonces la ciencia habrá avanzado una barbaridad y... y si no... y si no, en cualquier caso, yo ya no estaré. Que lo resuelva el nieto de Pedro Sánchez.


8 de nov. 2021

A falta de presos, toca la lengua

El nacionalismo necesita de un enemigo y debe sentirse víctima de algo. Sin esas dos premisas, ningún nacionalismo sobrevive. Al catalán le han quitado los presos: ya no hay que reclamar amnistías, ni poner pancartas en las instituciones, ni lazos en el abrigo caro. Por las aceras, banderas estrelladas que el viento lleva, mortajas coloridas de una ilusión guerrera. Quedan algunos lacitos, pero son escasos y quien lo lleva ya no recuerda muy bien, y quizás piense que esa salpicadura amarilla le da un aire exclusivo.

Al nacionalismo catalán le han quitado sus presos, esos mártires relucientes y pomposos que exhibían en los escaparates. Convertidos en ciudadanos libres e iguales, los antiguos presos no tienen nada que decir, nada que aportar. O muy poco. Y lo poco que aportan son tautologías, remiendos de eslóganes, banalidades. Quedan, eso sí, algunos supuestos exiliados, cada vez más difuminados en la neblina de lo inane, desprovistos de discurso, entrando en el olvido en silencio, sin mirar atrás.

¿Como podemos mantener la llama que nos mantenía vivos? ¡Sin nacionalismo no somos nada porque no tenemos nada que hacer! y la vida es solo tedio. A algo hay que agarrarse. La batalla de la lengua catalana siempre ha sido útil para avivar emociones, y ninguna emoción es más poderosa que el miedo: el miedo a la muerte supera a los demás miedos y por eso debemos soltarle a ese pueblo que es un solo pueblo, que su lengua, la sacrosanta, está a punto de fallecer. De fallecer a manos de la lengua del enemigo, claro, ya que sin enemigo no hay asunto. Estamos en las mismas.

Del "Espanya ens roba" y por eso debemos salir de España, al "Espanya ens mata la llengua" y por eso debemos matar nosotros primero la suya, la otra, la mala, la del enemigo eterno: el enemigo del nacionalismo debe ser secular. Tras la defensa del catalán hay, más o menos indisimulado, el odio a la lengua del vecino y el deseo, nada secreto, de arrebatarle su lengua.

Atribuirle al castellano el asesinato del catalán es más bien burdo, ya que el mal estado social del catalán creo que solo es atribuible al propio catalán y a sus instituciones, torpes y muchas veces ridículas. Así, la defensa del catalán toma las riendas del esencialismo purista, otra vez los tintes xenófobos y supremacistas: maestras, licenciadas, periodistas... todos se suman a la irracionalidad sin tapujos. Piden delatar al profesor que habla castellano, como si hablar castellano fuese similar a profesar una religión satánica, como antaño se delataba a la bruja o al judío.

Anda por ahí una profesora de lengua catalana llamada Carme Junyent que se ha rebotado contra el lenguaje inclusivo en nombre de la salvaguarda de las esencias, y habla como si el pobre Pompeu Fabra (otro culpable del mal estado actual) se hubiese reencarnado y anduviera por las calles advirtiendo del fin de los días. De los días en catalán. La reacción contra el lenguaje inclusivo de la señora Junyent es una forma de esencialismo sin futuro. Y tal vez sin presente. La sociedad no camina hacia donde ellos miran, hacia donde ellos señalan.

El catalán estaba medio bien hasta que el procés lo jodió.

5 de nov. 2021

XAVIER RIUS, CUANDO LOS PERIODISTAS SON LA NOTICIA



Es muy grave lo que le sucedió a Xavier Rius, el director del digital e-Notícies: el Parlamento catalán le ha retirado la acreditación para acudir a las ruedas de prensa de la portavoz del gobierno. Y todo por preguntar sobre el mal gusto (el mal gusto de una broma pedófila, para más señas) de unos humoristas de Tv3, es decir, de unos supuestos humoristas pagados con dinero público.

Lo de los bromistas de Tv3 lleva años pisando la delgada línea roja del insulto a quienes no piensan en nacionalista, en la raya del delito. La respuesta de la institución catalana al prohibirle el acceso a un periodista nos indica el talante que hubiese tenido su republiquilla, la de los 8 segundos: eso va de democracia, aseguraban. Pero cuando un periodista molesta un poco se le echa a la calle. Lo dicho: pura democracia. O democracia sí, pero a la catalana. El tufillo autoritario siempre ha estado en la cosa nacional catalana, y parece que el tufillo no cesa.

Sin embargo... ¡ay! siempre hay un sin embargo. Debo decirles que ojeo el e-Noticies con un interés menguante, ya que aparte de sus cosas con el procés, Rius suele bordear una ideología poco disimulada. La última: quiere que todo el mundo se entere de la nacionalidad del agresor machista de Lérida. Y lo explicita no en uno, si no en dos noticias. Que quede claro.
 
Son frecuentes las entradas en su digital referidas a agresiones de los "menas", a la inseguridad en las calles y etc, siempre con el foco puesto en los "extranjeros". Nunca ha contrastado ese tipo de noticias, nunca nos ha dicho cuantas agresiones cometen los extranjeros comparándolas con las que cometen los nacionales. Si quieren tener esos datos no los busquen e-Noticies, ya que allí no están. Incluso recuerdo entradas bastante lamentables cuando el Open Arms llevaba rescatados en el mar hacia España, insinuando barbaridades muy previsibles entre quienes sostienen esas ideologías. ¿Cuentan la nacionalidad de los políticos corruptos? ¿La de los banqueros delincuentes? ¿Nos explican la nacionalidad de los timadores de abuelas y abuelos? ¿Insisten en la nacionalidad del asesino y violador de Logroño? ¿Insisten en la patria de nacimiento del Rey del Cachopo?

El caso de Xavier Rius nos demuestra que la víctima también puede ser un agresor, ya que fue víctima en un caso y agresor en otros: ¿acaso no es una agresión insistir reiteradamente en la nacionalidad de un violador, como si eso fuese relevante?

Se lo diré de otro modo: el "procés" creó extraños compañeros de viaje, y le agradezco a Rius su posición valiente frente a los políticos secesionistas. Pero ahora, cuando el procés periclita y se diluye, ya va siendo hora de recuperar las ideas claras: eso no es periodismo, es amarillismo puro. Por no decir xenofobia.

4 de nov. 2021

LAS EXPERTAS DE LA LENGUA CATALANA EN RAC1 DICEN

Cazo al vuelo una tertulia en la radio, RAC 1.

Cuando uno va en coche, a la vuelta del trabajo, quiere escuchar la radio y no está dispuesto a escuchar hablar de fútbol, suele sufrir de lo lindo. Saltando por el dial, solo escucho Messi, Mbapé, Dembelé, un tal Xavi. No he trabajado nueve horas para tragarme monólogos sobre un tal Xavi.

Y así, de emisora en emisora, huyendo del deporte y de sus horrendos expertos de voz trompetosa, caí en un tertulia en Rac1, la emisora del señor Conde. Aparentemente era una tertulia cordial y seria sobre la situación de la lengua catalana, en donde hablaban del porqué los jóvenes abandonan más y mejor el catalán en los últimos diez años.

De repente llega una tertuliana que es presentada como experta en sociolingüística por una universidad catalana (universidad online), y se las da de científica, con títulos grandilocuentes. Por más ciencia que acumule en su currículum, la señora suelta que el problema del catalán radica en que los catalanes de veras debemos ser mucho más militantes de la lengua. Y se queda tan ancha.

Entonces, poco a poco, voy descubriendo que, de los cinco o seis tertulianos (y tertulianas), solo uno mantiene las ideas claras y aporta datos científicos de demografía y de estudios, y no se deja arredrar por el argumentario patriótico-emocional de los demás, que actúan como una pandilla.

En un momento dado, el tertuliano solitario y lúcido suelta lo que debe soltar: la Generalitat lleva 40 años con competencias exclusivas en lo de la lengua y luego está lo innombrable: las consecuencias del procés.

Los demás culpan a Ciudadanos y por consiguiente al PSC, y les acusan de... romper la convivencia en Cataluña. Nada más y nada menos.

Como se pueden imaginar, los ataques más graves se los ha llevado Salvador Illa, el nuevo malo para la tribu del cromañón catalán.

Pero todos lo saben: el procés no tan solo no les llevó a la independencia, si no que ahora llega la factura, tras el descalabro económico y emocional.

La vinculación entre patria, independentismo y lengua tiene una víctima evidente: el catalán pierde hablantes.

Cuando una lengua se asocia a una ideología, se socava la lengua.

1 de nov. 2021

Guifré el Pil·lós mor als patis de les escoles

La fiscalització dels usos lingüístics als patis de les escoles no és d'ahir. Du molt de temps preocupant les autoritats educatives, algunes mestres, periodistes i militants de la cosa lingüística en general. Darrerament, però, l'atzagaiada ha pres una dimensió més gran, paral·lela a la fi del procés. Ja no demanen la independència: demanen que els infants parlin en la llengua de Guifré el Pil·lós quan juguen al pati. És, segons diuen, una batalla imprescindible per la supervivència de la llengua de Guerau de Liost.

A mi em sorprèn que, qui afirma que la immersió lingüística és un model d'èxit inqüestionable, sigui el mateix que veu amenaçada la llengua immersora perquè els infants parlen en la llengua que volen, que senten o que escullen mentre juguen al pati. Llavors... potser la immersió no va ser un model d'èxit i tocaria qüestionar-la.

Fa alguns anys hi va haver docents que vam plantejar si calia retirar els camps de futbol dels patis de primària i de secundària, vist que el futbol sol dur més conflictes que beneficis, i més lesions i violència que mediació, convivència i pau. Jo, els he de dir que no he sabut veure mai aquells "valors de l'esport" que alguns ens volen fer creure que viuen dins d'una pilota de futbol xutada amb fúria. Quin argument van fer servir els defensors del futbol al pati, en aquella ocasió? Molt senzill: ens van respondre que els infants han de jugar com vulguin i al què vulguin, ja que el pati és un espai de joc lliure.

Els podria respondre el mateix que em van respondre a mi, als militants furibunds de la Plataforma per la Llengua que volen suprimir el castellà, imposar el català i vigilar la llengua en la qual es relaciona un infant durant la mitja hora de joc lliure al pati?

Torno enrere: si el model de la immersió era un model d'èxit... ¿com s'explica que calgui intervenir als patis per canviar la llengua dels jocs i les interrelacions? Alguna cosa fa tuf de podrit: tal vegada la immersió és un dels fracassos més grans (i més cars) de la història de l'escola a Catalunya. Tal vegada la realitat és més tossuda i, en qualsevol cas, d'entre les dues llengües oficials a Catalunya, n'hi ha una de més competent, de més amable, de més assequible. Hom només parla allò que millor li serveix per a obtenir l'objectiu del parlant: comunicar-se, entendre's amb l'altre, relacionar-se.

Ningú, quan parla, no té per objectiu esdevenir un guerrer de la llengua. Ningú no pretén salvar una pàtria quan li parla a l'amiga. Tan sols vol parlar-li i a l'amiga, i que l'amiga l'escolti, i tenir un diàleg amable, afable, sense pàtries ni banderes entre els mots -i les emocions que els mots transmeten.

Sembla mentida que una evidència tan senzilla i tan clara no sigui acceptada pels nostres guerrers: cada cop que vigilin, fiscalitzin i finalment prohibeixin una llengua hauran guanyat uns quants parlants més per a la llengua prohibida, ja que li hauran donat el certificat de llengua de llibertat. Tan difícil és admetre que a Catalunya es parlen dues llengües oficials (i desenes d'altres, no oficials)?.

Segurament el problema arrenca de quan a una de les llengües se la va denominar "llengua pròpia", concepte aberrant que indica que el territori parla, quan només parlen les persones que hi viuen en cada moment. 

Es fa impossible saber en quina llengua es parlava en aquest territori que avui s'anomena Catalunya ara fa mil anys, però sí que sabem, per les dades històriques objectives que tenim, que el castellà i el català eren presents al segle XVI. I que, en determinades èpoques, el castellà fou la principal llengua dels mitjans de comunicació escrits (no tan sols de l'àrea de Barcelona). En síntesi: el castellà seria tan propi de Catalunya com el castellà, en el cas que hi hagués llengües pròpies. Els deixo una pregunta: quina era la llengua pròpia del territori que avui anomenem Califòrnia, al segle XII? La resposta és tan senzilla que fa por formular-la. En quina llengua parlen els infants als patis de les escoles de San Diego, a dia d'avui?

El problema no sembla que tingui una solució fàcil, perquè el sector guerrer no està disposat a negociar res, ni tan sols a negociar amb la realitat sociolingüística. 

I aquest és un problema greu, perquè tal com anem, i mentre es plantegi que una de les llengües vehicula una ideologia nacionalista, es corre un risc molt important. Podria ser que jo, fill de mare catalanoparlant, decideixi abandonar la llengua materna. Em poso a mi com a exemple d'un fenomen que podria esdevenir-se aviat, a no ser que ens decidim, per fi, a admetre les realitats i a pactar formes de convivència realistes i models educatius democràtics. 

29 d’oct. 2021

El retorno del Sindicato Vertical

Uno tiende a reproducir lo que ha vivido. Aunque luego haya leído mucho, estudiado mucho, intentado deconstruirse mucho: uno termina por repetir los viejos esquemas anclados en el pasado. Lo he visto infinidad de veces en docentes con amplia formación en psicopedagogía, psicología del aprendizaje, métodos avanzados e innovadores de pedagogía... un día entras en el aula y descubres que señala con el dedo acusador al alumno que trabaja poco o se mueve mucho. Un día entras en el aula del profesor avanzado y descubres que impone castigos como de tiempos de la postguerra y, en ese instante, crees que el chico era más de Vox que de izquierdas, aunque suela anunciar a los cuatro vientos y sin que nadie se lo haya preguntado: soy de izquierdas, innovador y muy moderno.

Ese fenómeno debe explicar que muchos de los líderes del procés catalán repitan, en cuanto se despistan, mecanismos autoritarios, cerriles, abusones y predemocráticos: ahí tienen a la señora Borràs, atrapada en el instante de blindarse para evadir la acción de la justicia. Blindada como un Panzer alemán, Borràs pretende usar mecanismos de una ética democrática igual a cero. Para mantenerse en el poder a toda costa, caiga quien caiga. Ahí tienen al señor Puigdemont, perdido y solo en la niebla de Waterloo, maquinando un Consell de la República que él elige a su antojo entre los más fieles, al margen de cualquier democracia homologable. Con el propósito explícito de crearse una ensoñación de poder (quizás una ensoñación de su existencia) y el menos explícito de asegurarse una fuente de ingresos más que dudosa, ya que su pseudodemocracia es de pago, y antes de votar se debe pasar por caja.

Que la inmensa mayoría de esos líderes vivieran su infancia en el franquismo no debe ser una coincidencia, un simple azar: como el maestro supuestamente deconstruído que vuelve a los métodos de cuando era niño e iba al cole, el líder nacionalista recupera el pensamiento del dictador: usar la democracia para cargársela, abandonar la razón para tirar de emociones primarias (una, grande y libre = països catalans lliures i independents) y colonizar todo el cuerpo social.

Ahí está ese sindicato con todo el aspecto del Sindicato vertical: la Intersindical-Confederació Sindical Catalana (Intersindical-CSC), que ha conseguido grandiosos éxitos en las elecciones sindicales del sector público y en concreto en la educación. Ese extraño sindicato, liderado por un hombre de pasado turbio y que se presenta tal como así, se lo juro:

Per a la Intersindical-CSC és bàsic que els Països Catalans siguin reconeguts no només de fet, sinó també de dret, com a estat plenament sobirà i com a marc de relacions laborals. Cal que aquestes relacions (convenis, lleis, pactes laborals, formació, seguretat social…) es decideixin i negociïn a partir de les característiques i necessitats reals del poble treballador català.
Ahí lo tienen: quien tuvo, retuvo, y el eco del sindicato franquista resuena en cada palabra de un párrafo tan corto, tan lleno de tópicos sin contenido alguno. Si el franquismo era un intento de regresar a las esencias patrias de los siglos tenebrosos, la Intersindical catalana es, sencillamente, un proyecto de emular al sindicato falangista: dirigido des del poder y pensado para diluir las reivindicaciones laborales en el marasmo tenebroso de la cosa nacional. Llevar al trabajador hacia la tiniebla medieval, licuarlo en ella, disolverlo en el sueño del señorito feudal con las cuatro barras de sangre.

En resumen, y para hacerlo breve: el nacionalismo no es progresista ni lo ha sido nunca. El nacionalismo solo nos lleva a la guerra, y la guerra solo es muerte. El nacionalismo es la antesala de la muerte.