24 de des. 2011

Fin de año en el puente de Borén, hacia Àrreu

Para subir hasta Àrreu desde Borén no hay carreteras. Apenas un caminito desdibujado, vertical, pedregoso. Una vez arriba sólo hay silencio y casas vacías. En algunas de ellas los vestigios y las antiguallas conviven con los desechos de vagabundos contemporáneos y fugaces. Soledad, silencio y puertas desvencijadas. Rastros de huídas, de caídas, de pérdidas tremendas. La historia de la calle única que conforma el pueblo habla de muchas cosas y de mucha miseria.


Porqué una vez abandonado a la naturaleza, Àrreu sigue escribiendo capítulos sobre nuestra miseria. La humana, que es la mía. Aquél día, en mitad del año, me senté en un viejo abrevadero para el ganado. Uno diría que el abrevadero fue originalmente una tumba. Vete a saber de qué tiempos. Donde habitó la muerte bebió la vida y luego volvió el olvido.

En un portal encuentro los trastos para afeitarse de alguien que se marchó hace poco. Pero ya están resecos y corrompidos. Hay residuos cochambrosos y signos incomprensibles pero espantosos, como avisos para el que llega. Con cuatro tristes trastos, te susurran la frase del Dante: pierda toda esperanza quien cruce este umbral.

A principios del verano subí hasta Àrreu buscando algo maravilloso. Tuve la impresión de haberlo agarrado un instante, y de que luego se me escurría de entre los dedos como un pececillo, como el agua del río donde vive el pez. Eso pasó en mitad del año que ahora termina. No sé porqué hoy estaba pensando en el puente, el caminito y el pueblo abandonado de Àrreu. Si le quitas el acento, arreu significa (en catalán) en todas partes. 


Pero no quiero estar triste. Àrreu es un templo de la tristeza, pero también del sueño. Lo que ahora está vacío se podría llenar de gritos y de jolgorio, de voces de chiquillos, fuegos, estallidos de botellas que se descorchan, alegría de piernas que se abren y de penes que quieren penetrar. La vida puede aparecer donde sea, sólo hay que cerrar los ojos, abandonarse.

Lo puedo contar más claro: en mitad del año, cuando subí a Àrreu, pensaba en ti y te quería, pero en realidad estábamos muy lejos. Me inventé que subía para buscar el santo Grial, cuando sólo te buscaba a ti. Ahora lo comprendo mejor: me marché de Àrreu pensando que no había encontrado el Grial, cuando resulta que sí lo encontré. Lo llevaba metido dentro y eras tu. Por eso ahora cuando termina el año cruzaré otro puente sobre otro río (pero el agua será la misma), y lo haré contigo. Àrreu ya está habitado.





22 de des. 2011

El perroflauta en navidad

(nota sobre el video: la sardina sobrante y que permanece en la lata será ofrecida a la Pachamama, e irá a alimentar una maceta de plantas crasas procedentes del Pirineo -en un próximo video de aparición inminente en sus pantallas)


Esta navidad no voy celebrar nada: la trataré como se trata a un lunes cualquiera, a un martes, a un miércoles de mierda. Me refiero a que no habrá ningún festejo, ninguna comilona, nada.

Escribo navidad en minúscula consciente y en la supuesta plenitud mental que me otorgo. Porqué no me da la gana la mayúscula. No para nombrar al hipotético nacimiento de un dios grotesco y judío, responsable de tantos males y tantos pesares. Un dios representado en la Tierra por un teutón que militó, de joven, en las unidades juveniles del nazismo alemán. Es el colmo, la historia. A esa casualidad la llamarían rizar el rizo en cualquier tertulia radiofónica matutina.

Excusas tengo varias, y no las voy a nombrar: sería redundante, cansino y morboso. Pero ganas tengo muchas: hace años que le tengo ganas a la navidad y apenas me atreví. Pero este año sí. Este año el día de navidad se va a joder: me voy a sentar en el sofá en cuánto me levante de la cama, y me voy a poner el dvd de una peli rusa de los tiempos soviéticos, con subtítulos. A lo mejor será La infancia de Iván, que tanto me conmueve. O quizás El espejo, porqué me da por llorar cada vez que la veo. Y cuando me entre el hambre de los humanos me voy a zampar un bocadillo de sardinas en lata marca Carrefour aliñadas con limón. Lo juro por mi madre. Y porqué además la lata ya la tengo en el armario de la cocina: caduca en febrero de 2013: sin problemas.

Es más que probable que el día de navidad sea el INEM quién me lo pague: esa será mi contribución al sosiego español, a la paz europea. Mi forma de decirle al mercado global que puede confiar en España y en sus españolitos. Por austeridad no será: les brindo una majestuosa y ejemplar austeridad.

A lo mejor va y resulta que tanta austeridad es casi miserable, y entonces alguien dirá que esa navidad es la más cristiana que ha visto jamás, y que ojalá y etcétera. A lo mejor alguien va y me cita el famoso poema de la navidad del anarquista Salvat-Papasseit, y me lo escribe con los dedos untados de aceite, pringados en los langostinos sacrificados al dios de Palestina, la bombardeada Palestina.

En cuantó el dvd se termine, creo que me quedaré dormido en el sofá. De puro aburrimiento, de tedio. Lamentaré no estar contigo, eso sí lo voy a lamentar: no poder desnudarte poco a poco o deprisa, deprisa. No poder oler tu sexo y meter mi lengua en él. Ese es el único instante en que creo que alguien supremo hizo el mundo. Y además lo hizo bien, redondo, bello, cálido.

La austeridad perrofláutica navideña expresada en euros:
Pan: 0,57 euros
Lata de sardinas: 0,97 euros
Agua: 0,02 euros
Postre y café: 0,55 euros
(precios calculados tomando como referencia la cadena Carrefour y los cánones actuales del agua).
Total: 2,11 euros

Calcule usted mismo el coste de la navidad católico-tradicional, compare y llegue a sus conclusiones, según la estrategia del pensamiento libre. Calcule el porcentaje sobre su nómina o pensión o subsidio de desempleo. Medite sobre las tradiciones, el catolicismo, la publicidad, el miedo al qué dirán y la bienaventuranza de Mateo, 5, 3: Bienaventurados los pobres... 


19 de des. 2011

No puedo escribir (Андрея Рублева, y 2)



Definitivamente: no puedo escribir sobre Andrei Rubliev. Dudo incluso de este nombre: ¿cuál sería la transcripción correcta para Андрея Рублева? Aunque ese es un problema menor, sólo para muy quisquillosos o gente muy culta. Ninguno de los dos casos no es mi caso.

No puedo escribir con tanto ruido de fondo. Mañana (mañana mismo) podrían decirme si sigo en el trabajo, o si ya no tengo que volver, muchas gracias por todo, con la que nos está cayendo debes comprenderlo, y entonces hay que coleccionar los papeles para irse al INEM.

Se trata de lo siguiente: un pintor recibe el encargo de irse a una iglesia a pintar imágenes piadosas que le den esperanzas, paz o quietud a quién allí se adentra, a rezar o a cobijarse. A los que huyen del horror. Durante dos horas muy largas, el pintor no pinta nada. No puede. Apenas un manotazo en la pared recién encalada, con la mano sucia que se estampa en el blanco como un grito oscuro. La furia y el terror están ahí.

¿Cómo se puede escribir sobre ese momento?



El pintor piensa cuál debería ser su trabajo, para quién pinta, porqué pinta. Mientras los demás lloran o son torturados, o vejados, o perseguidos. ¿De verdad puedo escribir en un blog y escribir sobre un director de cine ruso que murió hace años dejando siete cintas de celuloide?

La cinta titulada así (Andrei Rubliev) tiene un prólogo: unos individuos han construido un globo areostático que se levanta, tambaleante e impreciso, pero atañe el cielo. Aunque uno diría que ese globo se dará de bruces contra el suelo en cuanto estés confiado. Y un prólogo: un titubeante y adolescente artesano funde hierro y arranca de la tierra una campana enorme. Ahí enmedio está la historia del pintor. Ahora dejaría caer mi cabeza sobre tu hombro, como ayer, medio desnudo, en el sofá de tu casa -o en la mía. Y de repente te preguntaría:
-¿Porqué no puede dar ni una sola pincelada Andrei Rubliev?


¿Porqué este tiempo de duda y de parálisis es tan bello? No nos queda nada más que eso: ver la belleza allí donde parecía no haber nada. O sólo dolor y gritos y desesperación. No los había. No había nada de eso. Sólo había la increíble belleza constante, como los bajos continuos de Bach. La belleza que nunca cesa, nunca se detiene, nunca se va.


15 de des. 2011

Андрея Рублева (1)




El dolor, la belleza y la mierda

Llevo varios días escribiendo sobe Andrei Rubliev, la cinta que me convirtió: durante ese metraje comprendí que no estaba viendo cine. Estaba sentado en un templo. Asistía a algo que iba más allá. Me estaba pasando algo. Algo que había intuído en mis estados de duermevela adolescente.

Durante esos días he intentado escribir, pero cada dos palabras chocaba contra mi estupidez, mis limitaciones, mi perplejidad, mi incultura. Ver Andrei Rubliev es algo así como lo que les pasó a quienes escucharon La pasión según san Mateo en algún lejano siglo alemán. Lo que les pudo pasar a los devotos burgueses que escuchaban a Wagner en el diecinueve. A los romanos que contemplaron la Capilla sixtina en el quinientos. Es lo mismo pero no es lo mismo.

Porqué a Andrei Tarkovski el mundo le maltrató, y algo de ese maltrato hay aquí. Escondido y a la vez flotando en la pantalla. Hay tanto dolor como belleza. Y esa ecuación permite que yo ya no sea el mismo después de contemplarlo. Nunca más volví a ver el mundo como antes. Pero eso no se puede contar con palabras: nunca más volví a ver el mundo como antes es una frase de mierda que no cuenta nada.

Llevo varios días enfrentado a mis limitaciones pero la puñetera radio repite el nombre de un antiguo deportista de élite (lo llaman así, como queriendo darle un sentido aún más elitista a la élite), un cerdo estúpido y codicioso que llevó la camiseta del Barça.

Ese hijodeputa me distrae de Tarkovski, y eso me molesta mucho. He oído que la directiva del Barça estudiará si elimina su camiseta del museo de las celebridades. Bueno, en ese limbo del estudio debe de esconderse algún asqueroso vínculo, vete a saber cuál es. No será el melifluo Sandro quién nos revele las intimidades pecuniarias que le unen al cerdo.

Hoy, camino del trabajo, en la radio del régimen catalán escucho la abyecta tertulia mortecina de los tertulianos oficiales. El Palau de la Generalitat mantiene su vieja tradición de premiar a los conversos, a los que abrazaron la causa del poder a su debido tiempo. Voces antaño de la izquierda (incluso de la izquierda alternativa) hoy protegen al suegro del cerdo. Tienen miedo. En un país de pequeñoburgueses, vendedores de vetes i fils y empleados de La Caixa, cualquier disturbio es un contratiempo y una amenaza para su chiringuito. Una alteración en el orden superior es una pesadilla, por si mañana las ventas disminuyen. Si la recaudación disminuye, igual el señorito no se podrá ir de putas, o la señora no podrá ser tan generosa en su piadoso donativo a Santa Llúcia. Estoy viviendo en un pseudopaís decepcionantemente mierdoso. Cada día un poco más mierdoso.

Me siento impulsado a cubrirme con la manta hasta la cabeza. Darme la vuelta, pegar mi nariz contra la almohada. Pero si hago eso... ¿cómo narices podría seguir mirando el dvd de Andrei Tarkovski que me regalaste por mi cumpleaños? Prefiero seguir viendo a Rubliev, porqué verlo me lleva a sentir tu mano cuando me diste el pequeño envoltorio envuelto en papel azul cielo, y ese beso lento que vino después.

 


Quiero olvidarme del cerdo, y del suegro del cerdo. Vuelvo a mi lápiz y leo ese decepcionante, pomposo y vulgar párrafo. Vaya mierda escribí. Por culpa de las cosas, del mundo maltratador.

La catedral del cine se llama Andrei Rubliev. Sólo unas pezuñas de caballo cruzando el río ya contienen más verdad, más arte y más arte de verdad que millares de quilómetros de otros celuloides. Lo siento por Einseinstein, por Pasolini, Fellini, Visconti y demás. Las cosas fueron así. No era una cuestión de presupuesto, porqué Andrei filmó Rubliev bajo los rigores del Insituto de Cinematografía soviético. 

12 de des. 2011

Solaris

en el veinticinco aniversario de la muerte de Andrei Tarkovski





Tres instantes del agua

1. Clepsidra, clepsidra, reloj de agua. Le pusieron este nombre bello y musical, y era un reloj que medía el tiempo con un mecanismo de agua. Se usaba por la noche, cuando los relojes de sol morían de tiniebla. Parece ser que es un invento egipcio, de la época de Amenhotep. Eso es hace tres mil quinientos años.

Un reloj de agua que se parece a un reloj de arena. ¿En qué se parecen el agua y la arena? ¿Los dos avanzan en olas por la superficie del planeta? Tu vientre es más bien de agua pero tu piel tiene el color de la arena.

No se si será culpa del cine, pero solemos imaginar un Egipto de arena y dunas, amarillo y polvoriento. Sin embargo era un país de agua. El país era un río, y del agua salían los feroces cocodrilos, pero también el agua anidaba toda la vida. Sus inundaciones garantizaban la cosecha y en torno a ellas se organizaron los ciclos, los ritos. Los faraones difuntos disponían de un navío para después, y hay dioses que son aves zancudas, de la ribera. Los amantes se citaban en la orilla o entre los juncos y la planta del papiro, y allí debían de prometerse amor, y luego se libraban al deseo.

Las grandes piedras viajaban desde las canteras hasta los templos y las pirámides. Enormes masas de roca arenisca o de granito flotaban en el relámpago del sol sobre el agua. La roca se transformaba en escultura de dios navegando el río enorme.

Hace poco tu y yo nos bañamos en unas aguas termales con olor a azufre. Ese azufre fué una roca, y sin embargo nadamos en ella. Y tu vientre dorado flotaba entre los vapores.



2. Me encontré un reloj de agua. Eso me pasó una tarde, cuando iba a visitar una antigua ermita oculta entre la vegetación, más arriba del Santuario de Santa Maria de Talló y en dirección a Santa Magdalena. El sol se desplomaba. Dirías que el Sol chocaría contra la Tierra, que ese momento era el fin.

Yo andaba tan aprisa como podía, para llegar antes que la noche. Pero eso sucedía después de una jornada de trabajo, y mis pasos no eran tan enérgicos como quería. Quizás fue por esa lentitud que me fijé en el pequeño reloj. Delicado, frágil, imposible. A un lado del caminito, silencioso y casi tímido. Recuerdo que me arrodillé ante él con la excusa de sacar una foto.

3. Solaris es una narración sobre el deseo sobre un fondo de agua. Deseos, terrores y agua están estrechamente vinculados en las ideas y las imágenes de Freud y de Jung. El agua profunda es la madre y a la vez el subconsciente, el territorio infinito. En su negrura profunda nos sumergimos en sueños, y por eso despertamos húmedos de las pesadillas pero también de los sueños eróticos. En el orgasmo, nuestro cuerpo busca la licuefacción. Quizás lo que más tememos es aquéllo que más deseamos, y no nos atrevemos: eso dice Freud en el análisis de un cuento de E.T.A. Hoffmann, El hombre de la arena.

Los personajes de Solaris flotan sobre un mar infinito y esférico que está en sus sueños. Pero sospechan que ellos son tan sólo un sueño del mar, un pequeño e imperfecto sueño que ha tomado forma humana. Al fin y al cabo eso no es nada sorprendente: a nosotros también nos soñó el mar original, y algún día volveremos, despiertos pero soñando, hacia su vientre lleno de deseo. La próxima vez que hagamos el amor te voy a proponer la bañera.

Solaris aparece de nuevo en el firmamento cinefílico de la mano de Lars von Trier, aunque esta vez se llama Melancholia.


6 de des. 2011

зеркало

en el veinticinco aniversario de la muerte de Andrei Tarkovski




A finales de enero cruzó el espejo y se fué para el otro lado. Creo que llegó hasta la orilla del mar, se sentó en la playa y sigue allí. Pero en realidad no lo se, sólo lo supongo.

31 de enero de 2011 es la fecha en que murió mi madre. Hija de emigrantes y huérfana de padre a los tres añitos, por la guerra de los fascistas. Desde esa fecha sé más cosas. Aunque sé pocas cosas, sé más cosas de las que sabía hasta el día 31 de enero a las cuatro de la tarde. A partir de las cinco y pico empecé a conocer más. Ahora ya se que la muerte no existe.

Existe la luz. Existe el baile de la verbena de San Juan, en un lejano mes de junio de mil novecientos cincuenta y seis. Existen las carreteras y los relojes, pero la muerte no. Existe mi hermano, que vive arriba de una montaña rodeado de aire, lleno de aire. Existen estos fogones en donde me cocino la cena, y a veces te cocino la cena a ti también. Pero no existen ni el dolor ni la tiniebla. Tengo aquélla fotografía en que Roser toma el sol con una compañera de trabajo en el balcón de los estudios de animación, cerca de la plaza de los Quince, en mitad del Paseo de Maragall. Mil novecientos cincuenta y ocho.


Sí existe la niebla, pero siempre se termina bruscamente en mitad del camino hacia tu casa. Y entonces me abrazas: ese abrazo sí existe, y tu me preguntas: -Te sientes triste todavía? Van a ser unas fechas raras para tí, decías. Y yo metía más honda mi cara en tu pecho. Eso también es de verdad.

Existen las tardes en tu cama. Y a veces en la mía. Existe ese melocotón de fuego que desciende hacia la izquierda de la enredadera, entre las hojas de la vid que plantó tu padre, o igual tu abuelo (pero yo diría que fue tu padre).

Existen las sábanas blancas de tu cama. Y existe la luz grávida, lenta y antigua que se posa en ellas. Siento que es de verdad que nos amamos cuando de repente, en un recodo del camino y sin decir nada, nos abrazamos más fuerte. Es así como el soplo de aire frío que salía del bosque pasa y casi no nos enteramos.

Todo eso existe, pero la muerte no. Sólo hay vida bajo el sol. La muerte no.


Nota: el video que encabeza el post es una réplica, un plagio o un homenaje (cada uno puede elegir su preferencia) de Andy Goldsworthy, un tremedo artista del llamado landart.

1 de des. 2011

Offret

en el veinticinco aniversario de la muerte de Andrei Tarkovski



Amor mío:

Te escribo para contarte banalidades, ya lo se. Aunque a mi me parezcan cosas importantes, sólo son importantes para mi. Desde hace unos días el sol sale por el oeste y se pone en el este.

Las mañanas son noches. Cuando me levanto la luz se oscurece y se va, y siempre llego demasiado fatigado al final del día, cuando debería levantarse una aurora que ya no veo. Toda la jornada transcurre en un deseo nocturno de ti. Durante las horas visito las imágenes de ti. Sueño que estás conmigo, que nos paseamos por la arena blanca. En el principio del sueño, beso tu pie derecho mientras una gaviota se mete en la casa por el balcón abierto de par en par. El pájaro chilla y luego se vuelve al cielo, tu y yo nos reímos. Luego cogemos un tren, tu pierdes tu monedero, yo lo encuentro y te lo devuelvo. Hay luces y oscuridades: deben de ser los túneles. Al fin sólo recuerdo tu sonrisa blanca en tus labios rosas y blandos.

La radio de noche, ya se sabe: cuenta desastres y amenazas, anuncia catástrofes sin fin. Mercados, primas de riesgo, el paro, el consejero de Sanidad, el presidente electo y fascistoide con su zafia sonrisa de niño privilegiado. Apocalipsis en miniatura. La oigo, más no la escucho. Es un remoto eco de voces que al fin termina por parecerse al zumbido de un avión de guerra. Me cubro los oídos con las manos, cierro los ojos, junto las piernas y siento mi sexo pequeño y fláccido, presionado entre los muslos.

Si no fuese porqué deseo tu cuerpo más que nada en el mundo pensaría de mi que estoy aniquilado. Vencido por la iniquidad. Pero está tu cuerpo: tu cuerpo que tiene algo de bruja. Ni bruja buena ni bruja mala: bruja tan sólo.

Hoy he visitado el árbol seco que crece cerca de aquí.

Voy a quemar esta casa por ti, y así llegaré hasta tu cuerpo.

28 de nov. 2011

сталкер

en el veinticinco aniversario de la muerte de Andrei Tarkovski


[primera escena]



Han colaborado y participado en el video E.M.G. (efectos) y A.D.M. (clarinete)

(Atardecer, sendero de tierra junto a un pequeño cauce de agua, posiblemente de riego)

Personaje 1, voz en off
La primera vez fue un lunes, a las siete menos cinco de la tarde. Aunque reverberaba azul y malva, el cielo estaba casi negro. Volvía a casa de buen humor, y andaba pensando en qué me haría para cenar. Justo en este instante, las siete menos cinco, vi el punto de luz que rayaba el cielo ante mi. Un destello vertical, de una verticalidad pasmosa. Un cometa, pensé. Un cometa preciso que apuntaba al centro de la Tierra. Formulé un deseo lo más rápido que pude.

La segunda vez fue el jueves siguiente. Eran las diez menos cinco de la noche, noche cerrada ya. Hacía frío. Yo volvía para casa después de pasar unas horas en otra ciudad, en otra cama. Levanté los ojos de la autovía y allí lo vi. Otra vez enfrente, ese destello amarillento, fugaz, derecho al núcleo del planeta. En vez de buscar un deseo, se me ocurrió pensar en una posible pauta: el lunes a las siete y el miércoles a las diez (siempre a la hora menos cinco). Tres días más tarde, tres horas. ¿Cada día cae una hora más tarde? Si fuese así, el viernes debería de caer a las once menos cinco.

El viernes lo vi des del balcón de mi casa. Salí a las once menos diez. A menos cinco, el bólido cayó ante mis ojos, tan puntual y derecho como las otras veces. La verdad es que aquéllo me dejaba perplejo: me sentía como un científico tenaz y avispado, y además afortunado. Nunca he pensado de mi que tenga alma para las ciencias y los números, siempre he sido dichosamente de letras.

Como es de suponer, el sábado me planté ante el balcón a las doce menos cinco. Y el cometa cayó, silencioso, pulcro, perfecto. Empecé a cuestionarme el fenómeno. Tanta exactitud no me encajaba con las cosas de la naturaleza, que suelen ser caprichosas y de cálculo esquivo. O bien responden a ecuaciones endiabladas o bien se esconden en el denso azar del cosmos. Y luego: ¿de dónde viene? ¿Dónde cae? ¿Porqué la prensa no lo reporta?

Las exactitudes y certezas se evaporaron poco después. El domingo me desperté enmedio de una pesadilla, salí a fumar cuando serían las tres y media de la madrugada. Levanté los ojos y cayó el cometa. Luego lo he visto en horas y días que ya escapan a todo orden, a toda pauta. Entonces formulo una frase que luego me aterra: el cometa cae cada vez que miro al cielo.

Me doy cuenta de que ha sido así des del primer día. No tengo que hacer nada más que salir al balcón o levantar la vista mientras vuelvo a casa, en el coche. O cuando voy a comprar al supermercado, una vez anochecido. Levanto los ojos con un secreto temor y un deseo oscuro. No sé muy bien si quiero verlo de nuevo o me aterra. Pero siempre está allí, como agazapado entre las estrellas y listo para precipitarse al suelo cuando la mirada se levanta.

Des de hace un par de días me duele la cabeza de una forma desconocida para mi hasta ahora. No he ido al médico porqué vete a saber qué me diría. Además, algunos electrodomésticos de la casa han empezado a comportarse de forma inusual, y hay objetos que se desplazan solos. Eso ya no se lo contaría al doctorni loco. Intuyo que me quieren decir algo. La cocina se ha encendido sola ante mi, cuando iba a prepararme la cena. Los vasos se me acercan cuando tengo sed. Los zapatos salen del armario y se posan al pie de la cama. El grifo se abre cuando por la mañana me acerco a lavarme. Estoy asustado pero a la vez creo que empiezo a comprender algo.

No estoy asustado por esas cosas, aunque me duela la cabeza. No puedo asustarme, porqué todo eso son actos de amor, de un amor inesperado y enorme que habita el universo y lo llena hasta desbordarlo, hasta romper los diques de mi comprensión.

Personaje 2 (primer plano)
-Soy corto de vista y eso de las contemplaciones celestiales no ha sido nunca mi fuerte. Envidio a Girbén y los amigos astrónomos porqué debe ser una maravilla... Ni tampoco se ha movido nada en casa (que previamente no estuviera en un estado de precario equilibrio), ni ningún mormón nunca se ha acercado a decirme sicreo en Dios... Enfin, una vida anodina ...

Personaje 3 (plano medio)
-Miro al cielo y si veo objetos brillantes que me parecen sorprendentes, les atribuyo propiedades mágicas. ¿Y qué importa si es o no es verdad? ¿No queremos, al fin y al cabo, que se cumplan nuestros deseos?

Personaje 4 (El médico) (primer plano):
-Tiene usted un tumor. En el cerebro. Le quedan dos meses de vida. Tres como máximo.

Personaje 2 (se mantiene el plano mientras el personaje, de espaldas, se aleja del resto de personajes, sorprendido, hablando en voz baja)
-Definitivamente, soy corto de vista. Y que dure. Los que miran más allá de donde la vista percibe las cosas con claridad, se enciegan: las luces muy brillantes son como la decoración navideña; superflua y engañosa. Los que miran más acá no perciben que lo que sus ojos ven, lo ven los otros ojos. Creer lo contrario produce la ceguera de quien no ve más allà de sus ojos. Sí, me quedo con esa visión borrosa de corto de vista que, como el entendimiento, a veces enfoca lo justo para percibir alguna certeza. Y ahora que caigo, tengo que ir al oculista (que debe ser como el librero que te aconseja una buena lectura) para que me gradue las gafas.

24 de nov. 2011

La muerte de los otros


Escribir sobre efemérides y sobre muertes me parece un recurso fácil y bobo para llenar líneas de texto y despertar sensibilidades facilonas. Y llamar comentarios de una solidaridad elemental.  Es posible que  obedezca a un mecanismo mental básico como el hambre, quizá una autodefensa primitiva enquistada en el hipotálamo. Mis abuelas (y luego mis padres, cuando eran ya mayores) hojeaban el periódico empezando por la página de las esquelas. No lo puedo explicar: ¿tan sólo se complacían en comprobar que la esquela no llevaba su nombre? Cuando yo tenía quince años esas costumbres me divertían: recuerdo mis carcajadas y mis burlas. A los quince, la muerte está más lejos que la Patagonia: sabes que está, pero ni puta idea de dónde, cómo se llega.

En un cuento de HP Lovecraft, el protagonista pasea como en sueños por un cementerio. Los pies le llevan ante una lápida. Debemos imaginar la situación: es de noche y estamos en la lúgubre, fría y húmeda Nueva Inglaterra. Se detiene, lee la inscripción. Ahí está su nombre. La escena de Lovecraft es como la consecuencia lógica de ese impulso de leer esquelas, el reverso de la moneda. ¿Qué nos acude a la mente ante el conocimiento de la muerte de otro? ¿Nos sentimos complacidos de ser el lector y no lo leído? ¿Es el más agradecido ejercicio de comprensión lectora?


No sabemos si para exorcisar algo, o a sí mismo, Cioran no habla de otra cosa. Muerte, suicidio. Se le acerca tanto que besa a la Parca en la boca y con la lengua. Aunque luego el hombre murió de viejito, viejito, y apuró hasta el último aliento. Murió a regañadientes. Gérard de Nerval soñaba muertes hasta que soñó una especial: lo escribió, y lo tituló La muerte blanca. Poco tiempo más tarde, amaneció París nevada y el cuerdo cuerpo de Gérard estaba en la calle, cubierto de hielo. Blanco.

Ayer hice más de cien quilómetros para ver a una mujer. Llevaba la radio del coche prendida, escuchando tertulias sobre política. Podrían resumirse en que estamos fatal, la cosa no anda, vivimos en una época oscura. Abandona toda esperanza si eres un españolito, si no tienes hacienda. Disponte al sacrificio. Cambiaba y cambiaba de emisora, hasta que di con una que hablaba de música. Escuché la bellísima voz de Montserrat Figueras y luego dijeron eso: que Montserrat Figueras había muerto.


De vuelta, en la noche cerrada, puse de nuevo la radio. Había gritos, una algarabía de gargantas encendidas. Era el fútbol y además parece que Messi marcó un gol. Ya en casa me siento a leer y leo que Andrei Tarkovski perdió el original de Stalker. Se quemó, y no había copias. Andrei la filmó de nuevo. Le dió un vuelco a la muerte. La segunda versión  -la única que conocemos- permite soñar con la otra, la que murió entre las llamas blancas y pestilentes que consumieron el celuloide. Igual es por eso que Nick Cave compuso Death is not the end, pero yo no estoy tan seguro.

22 de nov. 2011

Todo por la patria


Un día de esos escuché al bueno de Artur Mas en la radio. No sé cómo sucedió, pero el caso es que su voz acudió a mi, como el arcángel a Mahoma. El hombrecito estaba inaugurando una feria de automóviles y se dejó llevar. Enmedio de un discurso aburridísimo sobre las virtudes de la industria, quiso parafrasear a JF Kennedy. Eso les pasa a menudo a los políticos mediocres: usan de poca cultura, y sus referentes son tópicos de fácil consumo, rápida digestión y defecación casi inmediata. De modo que soltó:
-Si alguien en su casa se pregunta qué puede hacer él por la patria, y por ayudarla a salir de la crisis, yo le doy una idea. Comprarse un coche fabricado aquí.

Lo espetó con su media sonrisa ladeada, legando un puñado de inteligencia gratis al auditorio. Me quedé meditabundo. Pasé toda la tarde dando tumbos, andando por la ciudad como en un laberinto. Ese tipo parece bobo pero caramba, un bobo insistente que al final lo ha logrado. Arturito es una demostración viviente de que cualquiera puede llegar allí donde se lo proponga: vivimos en un mundo lleno de oportunidades. Hay que tener orejas para esa clase de tipos: al fin y al cabo, yo no soy un genio tampoco.

El dibujo que hicieron mis zapatos sobre la espalda de la ciudad gris y mojada me recordó unos esquemas de Paul Auster en la Trilogía de Nueva York: un día de esos volveré a leerlo. Un trazado errático, absurdo.

Pero aún así, cuando oscurecía aparecí ante el concesionario de Seat. Com el arcángel ante la virgen. Me sentía extraño, inundado por un fluido mágico. Como tres dosis de ginebra, o cuatro de orujo de hierbas Rúavieja. Luego me acerqué a Renault, Ford y Nissan. Mis cortos conocimientos en la materia me decían que esas marcas se producen en territorio patrio. Que son de los nuestros.

No revelaré mi elección. Si esa gente quiere publicidad que se la pague. O que me la pague. El caso es que salí con un cochecito nuevo. Y con la sensación íntima de haber puesto un sólido grano de arena en la reconstrucción patria. El mensaje había fecundado. Como el esperma del semental, Mas había obrado el milagro.

Cada día debo recorrer setenta quilómetros hasta mi trabajo, y por la noche tengo que desandarlos. Un vehículo nuevo no sólo contribuye a salvar la patria, sinó también mi culo. Creo que eso, en el lindo juego del billar se llama carambola. Ahora llego y regreso más altanero y juguetón, con una mayor seguridad en el rostro. Hasta mi novia ha sentido una mejora, cuando la asalto después de las noticias en la llanura del sofá.

He osado aparcar ya dos veces al lado del coche del director: parece que las distancias entre él y yo se hayan acortado una barbaridad. Creo que incluso me atreveré a invitarle a un café, a media mañana. Estoy firmemente convencido de que el país ha mejorado, mi sexualidad ha mejorado, todo es mejor. Te debo una, Artur. (Coméntaselo a Mariano cuando le veas en la misa de las doce).

Hoy mismo, cuando me han comunicado que van a prescindir de mis servicios en ese trabajo (para salvar a la patria -ahorrando, claro está) se me ha hecho más llevadero el camino de vuelta. Iluminado como san Pedro avanzando hacia su holocausto. Imagínate como sería volver a tu casa despedido y con el finiquito, metido en un coche viejo y cochambroso que huele a colilla, a derrota y a restos de bocadillo.

20 de nov. 2011

En una selva oscura

Cada día laborable transcurro más de setenta quilómetros para ir a trabajar, y otra vez los mismos para volver a dormir. Lo nombro, mas no me quejo. No debo quejarme de eso, porqué yo lo elegí: los maestros interinos hacemos eso, y algunos más. No tengo hijos pequeños que cuidar, pero si los tuviese sería lo mismo; algunas compañeras lo hacen y no lo publican en ningún blog. Deben formar parte de esa mayoría silenciosa que tanto complace a los gobernantes estúpidos. Sin embargo, las maestras y maestros interinos somos los próximos sacrificios humanos que se le van a ofrecer al dios Mercado.

Nada que objetar. Ya me dijeron hace tiempo: haberte hecho funcionario.

El viaje transcurre en la niebla, especialmente a partir del otoño y cuando las condiciones meteorológicas son favorables a los vapores matutinos. Tampoco nada que objetar: hay una indudable belleza en ese paisaje sumido en el terciopelo blanco. Hay un silencioso placer en cruzar cada día la tiniebla blanca. Uno puede pensar en infinidad de motivos bellos, en cosas tristes y bonitas, en el olvido, en la muerte. Pero también en esa luz indestructible que, poco a poco, penetra la niebla hasta doblegarla. El mundo es redondo y luminoso como tu cuerpo.

Quemo gasolina diariamente. Sólo es una buena noticia para los hijosdeputa de Repsol y de CaixaBank. Sus directivos, y también esos empleados lúgubres en esas oficinas, esos lacayos tristes que desayunan cruasanes y huelen a calzoncillo viejo.

Quemar tanta gasolina es un planteamiento insostenible, sólo sostenido porqué me gusta ese trabajo, creo en ese trabajo y además creo en ti y te amo. Y con el dinero que me pagan me llega para pagar la gasolina, comer y acercarme a tu casa a mitad de semana y luego -por fin- los fines de semana. Sin amor, esa carretera sería una ruta directa al infierno. Y sin embargo eso es sólo un pedazo de asfalto.

A nuestra edad, sabemos que hemos superado la mitad del camino, y que nos encontramos en la sombra tenue de esos grandes árboles, la selva oscura. Nada que objetar, de nuevo: la naturaleza nos puso aquí, y sólo le puedo estar agradecido. Porqué vivo, porqué te he encontrado y nos amamos, porqué puedo escribir, porqué puedo nombrar a los culpables, a los rancios, a los indeseables. Con quienes debo convivir.

Mañana, después de bucear en la niebla, vamos a ensayar en clase otra experiencia de trabajo cooperativo y nos vamos a reir. A lo mejor por poco tiempo: igual nos prohíben hablar de cooperación. Y luego, en dos días, me refugiaré contigo bajo las sábanas. Ni políticos ni niebla ni carreteras ni mercados habrá en este mundo. Sólo el sol, la luz que en la piel de tu vientre refleja la lamparita. Tu vientre como una playa.

    

18 de nov. 2011

Estriptís


La luz al final del túnel podría ser un coche que se te echa encima. Las opciones son todas posibles. A Julian Barnes no se me ocurriría jamás discutirle su gran arte, pero sin embargo discrepo de esa afirmación suya sobre el amor:
“Yo tengo ya más de cincuenta años, y si usted me pregunta cúales son las reglas inmutables del matrimonio, sólo se me ocurre una: Un hombre nunca deja a su mujer por una mujer mayor que ella. Aparte de eso, todo lo demás es posible”.
Pues bueno, no estoy de acuerdo. Julian: no eres infalible, ya lo ves. Porqué eso también es posible. Como también es posible que, en España, los trabajadores e incluso los parados voten al lobo que los quiere devorar definitivamente. Aunque tenga aspecto de perrito lerdo, Mariano es un lobo baboso y peligroso.

Ayer me acosté sintiendo amor, y esta mañana me duché mientras sentía amor. Eso también es posible.

También es posible que a un tendero (pongamos como ejemplo al vendedor de chucherías de la esquina) ahora se le llame emprendedor, y se le rinda culto. Ahora parece que eso es posible: ya se ha construido el nuevo culto al emprendedor, con liturgia escrita en los programas electorales.

También es posible que los banqueros se organicen en forma de banda, asalten el poder, lo ocupen y la prensa les aplauda. Il professore Monti (no confundir con Monthy Python) afirma que la democracia es un problema y un estorbo. Toma, pues claro. Son mucho más fluidas las dictaduras -y más baratas: no hay que gastar en costosos procesos electorales, no hay que ver debates en la tele. Basta con poner partidos de fútbol y entrevistas a Guardiola y a Messi. Y demás pensadores modélicos que no hablen usando esas cansinas subordinadas de relativo.

Ésta mañana salí de casa arrastrando una enorme sensación de perplejidad. El trayecto hasta el trabajo estaba metido en una densa bola de algodón. Lo llaman niebla, pero es el aliento del diablo. Sin embargo, quinientos metros antes de llegar al destino el halo se esfumó, y he llegado cubierto por una dulce pátina de sol. Me vinieron ganas de no cruzar la puerta, y sentarme en el último peldaño antes del umbral a fumarme un cigarrillo. Algún día lo voy a hacer, lo aviso. Para que me vayan ensayando el expediente.

En este blog van unas cuantas veces que me he desnudado y ahora otra vez, pero hoy más precavido. Por si acaso vienen tiempos beatos. Eso es muy posible. Ya puestos a desnudarme no importa si además cuento qué voy a votar el domingo. Voy a votar por Iniciativa-Verds, y creo que si estuviese empadronado en Euskadi votaría Amaiur. Me gustaría argumentarlo un poco, y escribir porqué votaré -y porqué no votaré ninguna de las otras opciones. Es innecesario, y además es muy probable que todo eso no le importe a nadie.

Lo único que no es ni posible ni probable -sólo es  cierto- es que en unos treinta y pico días me voy al paro. Más que nada para darles confianza los mercados y todo eso, y engrandecer la patria catalana, que exige sacrificios un poco al viejo estilo de los aztecas. Y aunque no soy vidente, creo que voy a seguir amándote.



15 de nov. 2011

Acción directa

El texto se ha inspirado en un post de Juan Cruz, quién a su vez se inspiró en Philipp Blom (o en Michel Foucault). Pero no está dedicado a ninguno de ellos, sinó a quién lo entiende, y a quién le ha aportado algunas ideas y frases.




Tu cuerpo es un cuerpo político como el mío, y en la cama (a veces en el sofá de tu casa) aprendemos a hacer política. El discurso del poder se presenta, nos pregunta. Le respondemos como podemos, como sabemos, como vamos aprendiendo. No es lo mismo arriba que abajo. Será por eso que, de lado, hablamos más, cuando estamos al mismo nivel. Pero a los dos nos gusta, a veces, subvertir el orden. O incluso experimentar como será eso de ofrecernos, sumisos. Arrodillarse es nefasto menos cuando lo pide el amor. Pero aún así hay que saber que arrodillarse significa ponerse de rodillas.

Y a veces nos gusta ordenar y mandar, y ver qué le pasa al alma cuando uno se sienta en el trono y se viste de general depravado. O desnudo y débil como un esclavo sin voluntad a tener en cuenta. Nuestros cuerpos han experimentado la democracia, la dictadura, la rebelión anarquista. Hemos sido ciudadanos, súbditos, esclavos, guerrilleros apátridas, terroristas,  colectivizadores y príncipes. A cada posibilidad le ha seguido su opuesta. Incluso hemos abierto terceras vías. Y así, nuestras camas han recorrido los siglos y los mapas, las geografías.



Hay que construir, construir. Sin inmobiliarias, ni arquitectos, ni hipotecas. Un mundo nuevo que no se construirá ni en las urnas ni en los periódicos. No si antes no lo hemos construido en casa, en nuestros sueños. En la cocina, en el armario, en la nevera. En la ducha, bajo las sábanas, en la lista de la compra. En la elección del papel higiénico para limpiarse el culo, de la tienda en donde compro los pepinos y las zanahorias. En la forma como te quito las bragas o me inclino ante ti. Hay muchas formas de abrir las piernas y cada una es un gesto político que cambia el mundo.

Querer o amar: eso también es un gesto político. En silencio o hablando. Primar tu orgasmo o el mío, o tan sólo vivir en ese placer que no termina. Olvidarse del placer propio, pensar sólo en el tuyo, en tu orgasmo, y percibir que el tuyo me lleva al mío sin solución de continuidad. Rajoy o Rubalcaba o Izquierda Unida. La Caixa o Triodos, o la baldosa secreta. O el casino, o la bolsa de los hijos de puta en su infierno frígido, de números. Quizás incorporar a un tercero que nos ponga un espejo, yo qué se. Democracia de verdad o democracia de mierda, tu ganas y tienes cuatro años para sodomizarme mientras yo me callo, como dice Artur Mas. Someterme al poder o darme la vuelta de repente. Rendirse tiene sus beneficios, haz conmigo lo que quieras. No te creas, eso también me gusta. Abandonarse, abandonarme a ti. Para luego quemar las iglesias y asaltar las comisarías. Los curas arden, los Mossos de esquadra se rinden. Y yo me derrito.

Vamos a empezar por la acción directa. De tu cuerpo sobre el mío, o del revés.


Y al final, agotados por el esfuerzo, seamos esclavos o príncipes, hundiremos nuestro cuerpo entre las sábanas. Y en ese acto, siempre el último hasta que no volvemos a abrir los ojos, llevamos con nosotros sólo el postrer recuerdo de la vigilia, y no caben más esperanzas que las que albergan nuestros sueños. El resto hay que ganárselo cada día, y un día tras otro. El resto es política. Pero podemos seguir abandonándonos al sueño, para el que no es necesaria ninguna compañía.
E.H. March


11 de nov. 2011

El infierno está vacío

Serían las tres y pico de la tarde, sábado, primeros de noviembre. Todo es muy barroco, pienso mientras me calzo mis gayumbos de Springfield a 14,5 euros el trío. Eso parece una frase de Bret Easton Ellis, murmuras tu -y te abrochas el sujetatetas con una destreza sorprendente.

La niebla llevaba unas horas gatuna, ronroneando acostada en la espalda del Segre. No la habíamos visto, porqué des de la madrugada cuando nos despertamos no habíamos salido de la cama. Fué a las tres y pico de la tarde cuando bajamos a la calle. Como diría Federico.

(En esos instantes, mientras te vistes, te quiero como nunca).


Creo que aquí cerca hay un restaurante, nada, un restaurante de barrio -pero digno, te digo mientras bajamos esas escaleras estrechitas bajo la bombilla amarillenta. Pisamos la espalda de esa Lleida triste y deprimida. Apenas tres cuadras, que diría Julio. Cocina abierta hasta las cuatro, dice el cartelito en el cristal empañado. Bueno, pues menos mal, jolín, estamos de suerte.

Después de dos horas aún no sabemos si el camarero es rumano o magrebí, como si eso importase algo. Todos los hombres son un misterio y un enigma. La tez blanca, los ojos azul mediodía, pero ese acento, joder, es que no lo sitúo. En un parpadeo sueño con barcos lejanos surcando un mar gris. Gris mierda. Y llamaradas en el horizonte.



Luego nos decidimos a andar. Pasados los cuarenta y pico, la digestión funciona mejor si caminas y por eso bajamos un poco más hasta el río. Desde hace un par de años, cuando pienso mi edad pienso en cánceres, tumores y gasto a la seguridad social: se avecinan las tomografías axiales que tantos disgustos le traen al Conseller Boy Ruiz. Y creo que Mariano propone cambiar los TAC por una palpaciones, ese viejo verde.

El parque de la Mitjana es un laberinto. Tiene algo de laberinto borgiano cuando le añades un poquito de ficción. No te aclaras nunca por más veces que te lo hayas pateado. Y eso se debe a que la vegetación crece, cambia, abraza, besa y abandona. Un árbol es el espejo deformado del otro. Te miro y tu me miras (eso también es una cita pero no recuerdo de quién). No eres la misma, pero como diría Einstein eso es relativo. Podría ser que mis ojos, con el transcurso de los años, ya no sean los mismos que te miraron la primera vez. A lo mejor es por eso que te veo distinta. Nos hemos hecho mayores. Yo todavía busco en tu cabeza un pelo cano. Y no tienes ni uno. Pero no voy a preguntarte otra vez si te tiñes: tu tampoco me preguntas nada. En esos años hemos aprendido a vernos. Todo eso lo pienso en ese parque. Sin ni tan siquiera sospechar que un poco más abajo, en el infierno, se están abriendo las puertas.

A veces siento que me gustaría envejecer a tu lado. A veces envejecer me oprime y me pone ateo. Pero pensar envejecer a tu lado, así todo junto me pone místico y me vuelve dulce, y en ese instante hago las paces con la muerte. No hay dolor ni oscuridad en este mundo (lo dijo Arseni Tarkovski). Y todos estamos juntos mirando al mar.

(No muy lejos de allí, en este mismo momento -las tres y pico-, en el infierno:)

Todos los demonios salían por la puerta. No teníamos ni puta idea de eso, porqué todo era leve y además la niebla se levantaba en jirones veloces. La maga del cielo levantó el velo (a lo mejor eso lo dijo Joan Perucho).
-Si el infierno está vacío y todos los demonios andan por aquí va a ser muy fácil llegar a un pacto. Seguro que algún demonio habrá que sea de Convergencia  o de Unió, y esos pactan hasta por un bocata de chorizo, que diría Albert Pla.


No sé qué demonios pasó luego, dicho a la manera de Bulgakov. Si se detuvo el tiempo, si pactamos con un demonio rancio. Creo que volvemos o volveremos allí hasta que el sol salga y nos desborde, que nos reviente las cejas. Me quiero morir a tu lado. Lo más tarde posible. Aunque cada tarde tenga que recorrer ese laberinto. Hasta que llegue la tarde en que el puto Lucifer tenga las puertas cerradas y entonces sólo los ángeles. Como diría Rafael Alberti.

10 de nov. 2011

¿Quién te lee, Montserrat?




No se muy bien porqué me comprometí a participar en ese homenaje a Montserrat Roig. Supongo que mis dificultades psicológicas para decir no. Que es lo que debería haber dicho en el primer momento. Pero una vez cometido el error, la única salida posible es aceptarlo como me acepto con los demás errores. Si Santo Tomás sólo podía definir a Dios por lo que no era, a mi me defino por las veces que no supe decir no.

También tiene la culpa la señora Júlia Costa, que lleva unos días publicando unos artículos ejemplares (como casi siempre) sobre la Roig. Son esos artículos los que me debieron tocar la fibra inconsciente. De modo que el lector y la lectriz interesados en M.R. deberían salir pitando ahora mismo de este blog para irse al de Júlia.

Después de aceptar los errores hay que actuar: ver qué puedo hacer. Ante todo debo admitir que he leído muy poco a la Roig, y lo que he leído no es que me haya entusiasmado. En mi casa apareció el terrible volumen Els catalans als camps nazis, porqué la periodista nombra el nombre de mi abuelo materno. No es que el abuelo Miquel muriese en un campo de exterminio nazi, pero sí murió en el exilio francés a consecuencia de todo un poco, y sobretodo del fascismo en sus expresiones española y alemana. Y como mi madre tenía seis añitos cuando murió su padre, es normal que una escueta referencia suya en las páginas de un libro le sirviera de motivo para comprarlo, leerlo de cabo a rabo y colgarlo en los estantes más visibles, en un lugar de honor. Cuando decoramos una casa tendemos a construir altares para nuestros dioses lares. Eso pasa poco ahora, pero desde tiempos inmemoriales la humanidad ha tenido muy en cuenta a los lares.

Hablando de la humanidad, como mis hormonas son predominantemente masculinas creo que he dedicado más tiempo a observar las piernas de la Roig que a sus textos. Esas piernas que sedujeron a hombres y mujeres (o a mujeres y hombres) de la intelectualidad más o menos progresista de su tiempo. Y digo más o menos progresista, porqué parece que Salvador Espriu también se interesó por ellas.

Eso lo cuenta (en parábola, como Jesucristo) Terenci Moix en la que me parece su mejor novela: El sexe dels àngels. Un retrato crudo, erotizado, desencantado y estilizado de aquéllos tiempos.

Siempre hay un drama en cada historia humana. Un drama pequeño y a la vez una comedia: sin el humor que nos protege y nos libera estaríamos perdidos. En este caso el drama y la broma es que hoy a Montserrat Roig le van a salir homenajes en los blogs, como fredolics en los bosques del Alt Urgell. Pero hace pocos días en Barcelona se hizo un homenaje a la Roig y a la vez a Maria Aurèlia Capmany (unidas por una coincidencia del calendario). Una de las ponentes se preguntaba quién lee hoy a ambas escritoras, y su respuesta era muy sencilla: nadie. O casi nadie. Sinceramente dudo que la mayoría de quienes han participado hoy en el homenaje haya leído mucho a Montserrat, como su atento servidor. Y aún peor: dudo que cien blogs homenajeadores sirvan para que encuentren un lector o una lectora nuevos.



(Eso no viene a cuento: pero es una pena que Maria Aurèlia Capmany no tenga los lectores que merece).

8 de nov. 2011

Vivo en el Reino de Paranormalia


He recibido esta carta, pulcramente depositada en el buzón. Es un sobre alargado y rígido, que sobresalía un poco por la abertura: lo primero que me ha venido a la cabeza es una imagen erótica y grosera. Como ha llegado en lunes, digamos que la semana ha empezado decididamente mal. Una vez abierto, descubro estas palabras (Times New Roman, cuerpo -yo diría que- 12):
Señor/a Oveja,
Ya sabe usted sin duda que se acercan elecciones en el corral. En estos momentos difíciles para el ganado, debe usted ser responsable y a la vez mantener la ilusión. No podemos perder tiempo ni andarnos por las ramas: se impone una mano firme que sepa manejar el timón, etc, etc y bla bla bla.
Y lleva una firma grandota, en tinta azul de Prússia:
Afectuosamente,
El Señor Tigre.
(El garabato que salpica las letras tiene algo de dentellada).

Suena a broma, pero las encuestas no dejan lugar para el buen humor. Parece que una mayoría aplastante (o aplastadora) de ovejas vamos a votar al señor Tigre. Bueno, eso se veía venir. Porqué Paranormalia es un corral grande en donde nos tienen repartidos en diecisiete corralitos más manejables. Y el caso es que en el mío, hace poco elegimos a Cachorro de Tigre para el cargo de Muy Inescrutable Capataz.

Hoy lunes el cielo está incierto: me pongo una chaqueta ligera, pero a la vez pienso que dejaré un chubasquero en el maletero del coche. Cuando ya llevo un par de quilómetros me doy cuenta de que me he olvidado el chubasquero y el desayuno. Enfin, los lunes ya se sabe. Mientras escucho las noticias, por debajo voy rezando oraciones laicas para que el coche no se estropee, que ya está viejito. El otro día, por su culpa, llegué tarde a unas jornadas para docentes en tiempos de crisis: La incertidumbre y el azar: su incorporación en el aula y el curriculum.

El ponente, desde su alta tarima, me lanzó una mirada sobrecogedora, como si soltara el asesino en serie que llevamos domesticado por dentro. Creo que ese hombre, por más laureles universitarios que lleve, no está indicado para hablar del asunto. Quiere hablar de la incertidumbre ante un público callado, silencioso, atento y además puntual. Ese pobre hombre -doctorado en Sociología aquí y en la Sorbona- no sabe que Paranormalia es un país mediterráneo.

A la salida de la conferencia, un aprendiz de periodista me pregunta si creo que voy a poder aplicar los nuevos conocimientos en mi labor profesional. Le explico que no lo se, porqué en pocas semanas estaré en paro: en Paranormalia, los pobres y los trabajadores nos sacrificamos para ayudar a los señores. Más o menos como en la Edad Media.

A pocos metros del portal de mi casa, como voy confundido con mis pensamientos, piso una mierda tierna de perro. Mientras subo las escaleras medito cómo me voy a librar de ella (instrumentos, productos químicos necesarios, etc). Pero al pasar ante la alfombrilla felpuda del vecino encuentro una solución práctica. Como se hacía antes con el mal de ojo, le paso el problema al otro. Mi vecino ya está en paro desde hace semanas, así que tiene tiempo para solucionar el contratiempo.

Ya acostado, busco una lectura que me adormezca. Encuentro el programa electoral de Convergencia Popular. Leo que van a suprimir la asignatura de Educación Ciudadana, porqué es un fracaso y porqué está cargada de malafé ideológica, y promueve el aborto y la masturbación.

Nota: en el video de arriba estaban previstos cuatro minutos de fenómenos paranormales totalmente ciertos. Pero la batería de la cámara estalló cuando empezaba a grabar. Justo en el instante en que Fulano Rajay abría su boca en la tele.

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Tranquilos, muchachos: los derrotados somos invencibles.
El Roto



5 de nov. 2011

Y mi papá también



A Juan Cruz y su blog-faro

Pasé muchos años de mi vida leyendo. Era la época en la que me crecían pelos en las piernas y en los testículos, que es una época difícil de la vida.

Iba a escribir perdí muchos años, pero sería deshonesto. De Salgari a Verne, aunque también Chrétien de Troyes y Lovecraft y Poe y Lord Dunsany. Luego pasé años leyendo y escribiendo a la par. Como escribe Juan, también escribía poemas como quien planta zanahorias.

Y luego -o sea, ahora- leyendo más bien poco, escribiendo un poquito y trabajando mucho. Y filmando con esa cámara de video de 150 euros en el Megamiró. En el último video grabado me veo a mi y a la vez veo a mi padre. Mi padre, sobre quién he escrito tan poco. Veo alguno de sus gestos, su calva (aunque el perímetro de la mía le gana, porqué a esa edad él aún se peinaba por las mañanas antes de llevarme al colegio).

Luego me veo en el video como Andrei T.

Tarkovski es el padre que quisiera haber tenido en el universo paralelo en donde uno escoge a su padre. Ya me dirás qué universo debe de ser ese. Andrei Tarkovski conservó su cabellera a salvo de los indios malvados hasta el día de su muerte. O igual no, porqué Andrei falleció a causa de un cáncer vertiginoso y vete a saber qué tratamientos le aplicaron los aplicados científicos que curan los cánceres. Sea como fuere, su última foto en vida le muestra con una buena mata de pelo en la cabeza. Igual es que Andrei era un tipo presumido.

Sé que soy el hijo de mi padre, pero a la vez tuve otros padres sin que mi madre se enterase mucho, o igual muy tarde. Una suerte de polvo angelical participó en mi. Apenas sin gemidos ni orgasmos (si es que jamás hubo algo de eso). Sea como sea, otros estuvieron allí.

Supe de Andrei una tarde a finales de los noventa. Le descubrí en un cine del barrio de Gracia. Esos nombres como Gracia a fuerza de repetirlos pierden su significado. Pero Gracia significa gracia, y eso debe significar algo todavía. Andrei estaba allí. Había dirigido Nostalgia y también Sacrificio y Andrei Rubliev. Entre otras. El espejo lo descrubrí un poco más tarde, en la Filmoteca.

En este video repito gestos de ambos. Del padre de la partida de nacimiento y del otro, y de otros. Aunque todos esos gestos los repito como en una torpe imitación.


3 de nov. 2011

El Wendigo (a Oliana, l'Alt Urgell)


Es va hostatjar a la Fonda Víctor, enmig del poble, entre la carretera C14 i el carrer Major. Va deixar la maleta i el raspall de dents a la cambra vint-i-sis. El van veure sortir cap a les quatre de la tarda, d'una tarda de pluges de primers de novembre.

Com que no va tornar (i no va pagar), l'hostalera va telefonar la policia. I la policia va decidir entrar a la cambra vint-i-sis. Van trobar-hi objectes que no són significatius i una llibreta. I una targeta de video.

2 de Noviembre. En el horóscopo pone que mi signo es un signo afortunado, por lo menos hoy. La conjunción de Venus con Urano promete la aparición de un amor fulgurante, de esos que te transforma la vida. Pero me siento un poco más allá del zodíaco y sus esbirros. Siento que algo anda mal, algo dentro, en las vísceras. Quizá esos dolores leves indican la presencia de un dolor inminente, agazapado dulcemente tras esa levedad. Me dieron cita en el hospital para un TAC, antes de fin de año. No iré a esa cita. No me interesa ese médico, sus gafitas de diseño, sus aparatos con lucecitas de colores, su pose estudiada. Me molesta además que use el perfume de Jean Paul Gaultier y que calce unas Camper de casi doscientos euros. Supongo que más bien debería decir: no quiero escuchar lo que me va a contar. 
3 de Noviembre. Oliana es un pueblo minúsculo, dos garras de casitas agarrando el intestino de la carretera que lleva hacia la horrible Andorra. Vine hasta aquí porqué me citó a la salida del pueblo: Justo cuando se termina el pueblo hay una carretera, a mano derecha, que sube para el castillo. Deja el coche en el último rellano. Te espero allí. 
4 de Noviembre. Ha llovido tanto que temo por esa carretera. Igual ha desaparecido abolida por el agua que cae sin reposo. Porqué no hay reposo. La tierra bebe desesperada tras los meses de sequía. Me siento en el rellano en dónde me citó. No hay nadie. De repente se me ocurre pensar en aquél horóscopo. A lo mejor vivir un gran amor me hubiese salvado: no habría acudido a esa cita. Según dicen las estadísticas, mi edad está justo después de la mitad de la vida. Pero yo se que estoy cerca, que he andado más que eso. En realidad me alegro de que sea así. Y además debería de haber puesto gasolina allá abajo. No creo que tenga la suficiente para desandar la carretera. Y los zapatos están destrozados. Aún así me las apañaré para bajar y mañana volveré. Y caminaré por ese camino que se adentra en las encinas ennegrecidas por el otoño.

30 d’oct. 2011

Cocafarbarojaïna (Pío, Carl i Carles)


No li agradava la feina que feia. Amassar el pa de nits, aquella polseguera blanca. No sé si Pío Baroja havia vist mai el Vampyr del Dreyer: a l'escena final, el metge de Courtempierre mor sepultat sota tones de farina que li aboca el moliner en un acte de venjaça i de purificació. Molts cops m'havia demanat a mi mateix: perquè el Dreyer va escollir la farina a l'hora de sepultar el metge malvat? Perquè el blanc pot resultar tan assassí? I tot d'una llegeixo que Pío Baroja havia treballat de forner, que va odiar aquesta feina. Llavors veig la farina tan blanca que omple els narius, destenyeix el color, envelleix els cabells i ofega, ofega...


Havia estudiat medicina, però sembla que quan veia la gent malalta se sentia malalt ell mateix. No li agradava gaire el País Basc on havia nascut. Va negar que existís la llengua èuskara, trobava que era una ficció de filòlegs rampants.

Va donar tombs i va fer feines, fins que un dia va decidir posar-se a escriure i prou. Escriure i prou, sembla estrany, terrible i complicat. No crec que això m'agradés, tot i que també he fet unes quantes feines que m'han dut amunt i avall del plànol. I tampoc no m'agrada gaire Barcelona. I no estic gens segur que m'agradi Catalunya. I penso que la llengua catalana podria ser una ficció. Una ficció tan meva com els meus altres fantasmes. Com la por de morir-me, o la por de morir-me massa sol. O la por de no tornar mai més a Menorca.


I finalment en Pío es va morir un trenta d'octubre. No sé si duia la boina posada, o posada i empolsinada.


Aquest vespre he decidit que escriuria i prou, ni que només sigui per un vespre. Deixaré els plats per fregar i el lavabo per repassar. No planxaré, ni tan sols no regaré les plantes. Soparé qualsevol cosa freda, no recolliré la roba, deixaré la finestra oberta, tal com està. Si la boira vulgués entrar durant la nit, que entri.

Per no sentir-me tan sol he posat un cedé a girar, la banda sonora de la pel·li Actrius. Carles Cases, 1989. Sona enmig de la cambra i només puc dir una cosa: m'agradaria que allà on sigui que és en Carles Cases, li arribi l'eco dels seus propis acords. Acompanyen molt. I això és molt més del que puc demanar i esperar de molta gent. Del que puc donar jo mateix als altres.

Qui pugués escriure només, o composar música només. I prou. Mai més amassar la farina, de nits, amb aquella ditxosa polseta blanca com la cocaïna que se't fica per les orelles i blanqueja les pestanyes d'una en una. Que et desvetlla i et posa de mal humor o que t'enterra en silenci sota tonelades de collites de blat de pagesos llunyans, indiferents.
Luisito, que se vio mimado por sus tíos, dejó pronto de hacer la vida que le recomendaba Andrés; no quería ir a tomar el sol ni a jugar a la calle, se iba poniendo más exigente y melindroso.
La dictadura científica que Andrés pretendía ejercer no se reconocía en la casa.

28 d’oct. 2011

Ho sento, t'has equivocat de número


No deu existir el sortilegi ni la càbala numèrica que pugui matar, ni tampoc la que pugui ressuscitar els morts. Estem molt sols i els números són distants, abstractes. A mida que creix el número de l'edat tot es torna estrany. Tu mateix al teu mirall, i aquesta xifra que ja no diu res de tu. Tot d'una, el segle XVIII et sembla més fraternal i comprensible que el XXI, que és el segle que t'expulsarà del món.

La ciència abasta quantitats astronòmiques, però l'astronomia no diu res de nosaltres. Tant me fot si el planeta va néixer fa dos-cents o dos-cents mil milions d'anys. Si l'infern creix, s'escalfa o es refreda. Jo tinc el meu petit infern, com el meu minúscul jardí al balcó, amb quatre testos.


Fa quatre dies vaig entrar en una botiga de la cadena Natura a buscar unes barretes d'encens, i vaig sortir-ne amb  l'edició de El árbol de la ciencia, del Pío Baroja. Alianza editorial. Vuit euros i mig, una edició de butxaca. Recordo que aquesta novel·la deuria ser lectura obligatòria, a tercer de BUP o al COU de lletres.


No recordo gens com deuria ser aquella lectura, però gairbé segur que em vaig defensar prou bé a l'examen, i és molt probable que l'aprovés. Em demano què deuria pensar quan llegia

En casi todos los momentos de su vida, Andrés experimentaba la sensación de sentirse solo y abandonado.
La muerte de su madre le había dejado un gran vacío en el alma y una inclinación por la tristeza.

Penso de sobte en aquest Andrés. Em van posar Lluís de nom, però com que vaig néixer el trenta de novembre (que és el dia de sant Andreu) va anar de ben poc que no em posen Andreu per una casualitat numèrica.

Pàgina 15. Com els quinze anys. Dels quals en fa trenta-un. Nombres imparells. El trenta-u deu ser nombre primer? En trenta dies -si fa no fa- en compliré quaranta-set. Tinc un company de feina de seixanta-quatre que em sembla grotesc, un vell verd. I una companya de vint-i-set que trobo càndida (i sento que la candidesa és una possibilitat de la joventut, i la joventut de la ximpleria).


S'apropa la nit de difunts. He comprat tres espelmes, i a casa en tinc quatre. Seran set.


25 d’oct. 2011

El senyor Spejbel a la frontera (Coll de Nargó)


Endut pel desig, el senyor Spejbel viu a la frontera.
Volia escriure que El senyor Spejbel viu a la frontera, on l'ha dut el desig. No m'agraden les comes i aquesta no la sé evitar: si la suprimeixo transformo el sentit de la frase i dic una cosa que no és la que volia. La sintaxi és una frontera que de vegades no té portes.

Avui el senyor Spejbel s'ha topat una muralla de pedra que no ha pogut franquejar, i s'ha ajagut a dormir al seu peu. Confia que potser demà trobarà la porta. Tem els vigilants, però no tem mai més els vigilants que la natura.


El Coll de Nargó és al peu de la roca. Que s'alça solemne, antiga, seriosa i riallera alhora. Els núvols s'hi estavellen dòcils i s'hi vessen com amants breus, anònims i efímers. La boira tremola als ulls i després es fon com si mai no hagués existit. Roda el sol pels minerals, alimenta els vegetals, encén les flames dels estius. Al capdavall de l'octubre la pedra fa un gemec sensual i es prepara per a hivernar. El silenci cau des del cel com la bondat. Els cossos cel·listis són esfèrics com el globus ocular que els contempla.


Avui, al Coll de Nargó, li han explicat aquesta rondalla:

-Imagina que la història del planeta la reduïm i la condensem en un any. De manera que la formació de la Terra s'esdevé el dia 1 de gener, a les zero hores. Fins al dia sis d'agost (i cada dia passen dotze milions d'anys) tot són moviments geològics i alquímies de l'atmosfera. El dia 6 d'agost neix la vida. És una cèl·lula primitiva. Els dinosaures arriben el 15 de desembre. I el 31 de desembre a les deu de la nit apareixen els primers homes i les primeres dones. Acabem de néixer.


El senyor Spejbel s'ho escolta atent. Dedueix que ell potser fa un segon que ha nascut, una dècima, una mil·lèssima de segon. No res. Potser no ha nascut. Potser encara és un somni, un desig. Al territori de l'alba, quan algú obre un ull i dubta entre somni i realitat, i descobreix que la creació és aquest segon indefinible que no disposa de noms per a les coses. Ja vindrà algú després que inventarà les grafies i les gramàtiques, i les lleis i els costums i la lluita de l'ordre i el caos.

Ara encara no hi ha res. Demà inventarem, posarem noms.


El senyor Spejbel llegeix els mots Mil dimonis escrits en guix feble damunt d'una pissarra maldestra. Però això no li diu res. També podria dir Mil demonios. La llengua catalana és tan sols uns frontera, una altra frontera que deu tenir una porta de sortida.

El senyor Ávaro Custodio va morir fa anys, i abans va escriure una novel·la que es diu Mil ochenta y seis demonios. Tracta de fronteres i de muntanyes altíssimes que separen i aïllen. Aquest senyor Custodio havia estat pilot de guerra de l'aviació republicana, a Espanya. Després va emigrar a Mèxic perquè la guerra la vam perdre els republicans, i allà va passar gana i va fer teatre fins que es va morir.

Lleida, 2011

Barcelona, 1962

(El trio de Svensson amb Metheny també volien creuar fronteres).

20 d’oct. 2011

L'informe de Svensson sobre la llum


Des que ha despuntat el dia que ho estic veient. Arriba des de l'altra banda, travessa les persianes i em dibuixa traços als vidres del balcó, als porticons. Per un instant he vist un pentagrama, però després les línies han començat a créixer i a enfilar-se com si vulguessin escriure a tota l'estança.

Fins fa poc aquesta cambra del pis era quasi buida i no sabia què fer-ne. Ara, inesperadament, és l'estança més plena, on hi passo més hores.


Sé que em vol dir alguna cosa, que aquestes línies contenen un missatge, potser hi ha petites lletres blanques i resplendents amagades, potser són les miríades de pols refulgents les que contenen els signes. Però sigui com sigui no sé llegir-ho. Algú m'escriu en un codi desconegut i alhora no coneix el meu. A la nit li deixo notes escrites en una llibreta, amb lletres ben grosses i de cal·ligrafia acurada. Al matí trobo aquesta escriptura de llum. Ho provem, però no ens comuniquem.


Li ofereixo el palmell de la mà perquè m'escrigui a la pell. La hi deixo uns minuts. Imagino que algun signe hi quedarà estampat. Però el sol de l'octubre no té prou força. Apenes si em deixa una escalfor lleu.

Ressegueixo les ombres a les rajoles roges del balcó. Per si les lletres haguessin quedat allà. De vegades intueixo un signe clar, però després es fon, o descobreixo que tan sols me l'imaginava.

 

Quan a la tarda em poso escriure me n'adono que sempre usem tinta fosca. Les meves lletres són d'un negre dens, de tenebra. Ara de sobte em desconcerta pensar que en diem negatiu dels traços blancs escrits sobre negre. Vinc del fons del mar, d'un abisme d'aigua pregona i tèrbola. Vaig voler arribar a la llum, però no hi vaig arribar.

(Esbjörn Svensson va morir el juny del 2008 en un accident mentre practicava el submarinisme).

18 d’oct. 2011

Un'attimo d'amore che mai più ritornerà


Com se li explica a un infant petit que son pare o sa mare s'ha mort? Una estratègia coneguda és dir-los que són al cel, però això no sempre funciona bé. Entre les respostes que les antologies troben hi ha aquestes:
-Molt bé, però quan torna del cel? 
-Al cel? I si cau? Es farà molt de mal, de tan amunt...

Per als adults ens empesquem explicacions molt elaborades. Fins i tot Michelangelo va pintar una paret enorme per a explicar als llecs què passava després. Per no parlar dels meus estimats espiritistes.

Avui he pensat que el Vázquez Montalbán no tan sols es fotria mal caient de tan amunt, sinó que maldaria per tornar enlaire, avall o en la direcció que fos, però que el dugués lluny de nou, al nord o al sud.

Sense ser conscient de l'efemèride, que en diuen, fa pocs dies he rellegit Los mares del Sur, i m'ha tornat a semblar una peça important. Aquesta fusió entre gènere policíac i social que tan aviat sembla vigent com antiquada, clàssica com tronada. Em fot una mica de ràbia dedicar-me a les efemèrides i els homenatges, pero va, penso, deixa't de ximpleries: els qui són massa coherents tampoc no m'interessen gaire.

Llavors m'ha retornat el poema, com si hagués aprofitat que obro el balcó per regar les plantes i s'hagués escolat dins de la casa buida. He tancat de pressa els porticons perquè és quedés a dins. Ara estem ell i jo sols i ens busquem per les estances com el mosquit i la pell humana.


Nunca desayunaré en Tiffany... 
Nunca desayunaré en Tiffany
ese licor fresa en ese vaso
Modigliani como tu garganta
nunca
aunque sepa los caminos
llegaré
a ese lugar del que nunca quiera
regresar
una fotografía, quizá
una sonrisa enorme como una ciudad
atardecida, malva el asfalto, aire
que viene del mar
y el barman
nos sirve un ángel blanco, aunque
sepa los caminos nunca encontraré
esa barra infinita de Tiffany
el juke-box
donde late el último Modugno ad
un attimo d'amore che mai piu ritornera...
un attimo d'amore che mai piu ritornera...

y quizá todo sea mejor así, esperado
porque al llegar no puedes volver
a Itaca, lejana y sola, ya no tan sola,
ya paisaje que habitas y usurpas
nunca,
nunca quiero desayunar en Tiffany, nunca
quiero llegar a Itaca aunque sepa los caminos
lejana y sola.

17 d’oct. 2011

Maria Mercè, amor meu, la meva trena negra


Estimo la Mercè com no he estimat mai ningú. L'estimo amb follia, amb desesperada follia. Sé que no li agradaven els homes i per ella m'hagués transformat en dona. Per ella sí.

I davant la impossibilitat d'un amor correspost (perquè la Mercè no em feia cas llavors i ara és morta) vaig provar d'estimar la seva germana. Que és viva. Però no en vaig saber prou. No era el meu destí emparellar-me amb cap de les germanes Marçal d'Ivars d'Urgell.

La casualitat va fer que conegués sa germana, que se li assembla tant. Però em demanava què passaria si mai em trobava enmig de les seves cames: li diria que l'havia buscada entre els morts? No.

I si durant un temps hauria venut la meva ànima per jaure entre aquelles cames, també és cert que poc després només llegia La passió segons Renée Vivien i ja no pensava en cuixes ni sexes. Només en aquelles pàgines com núvols enormes.

El dia 13 de novembre del cinquanta-dos va néixer la Mercè, de manera que en menys d'un mes hauria complert els cinquanta-nou anys de vida. Jo diria que, ara que em trobo als quaranta-sis de la meva, encara em sento capaç d'estimar-la. Viva o morta, com els cartells dels fugitius en els westerns.

Només hi vaig parlar un dia, a la vila d'Igualada. Va venir a presentar la novel·la i jo li vaig fer una pregunta. Mai no oblidaré aquells ulls cansats que em responien. Érem quatre senyores grans i jo. Jo no li vaig dir t'estimo perquè sóc idiota. Si hagués sabut que poc després et moriries no hagués fet cap pregunta i només hauria dit t'estimo. Tu t'hauries endut aquest amor a la tomba, i jo també.

Tinc quatre setmanes per a dir-li que l'estimo encara. I com que no sóc gelós convido els altres pretendents i les pretendentes. Ens veiem el dia 13 de novembre on tu vulguis.


14 d’oct. 2011

Els privilegis perduts dels FUCs


Fa uns quants anys em vaig afiliar a un partit comunista, i també al seu sindicat. El partit va acusar el pas del temps: les onades modernitzadores i la revisió dels conceptes. De manera que el marxisme es va anar diluint en la seva formulació més estricta, i va entrar l'aire de les noves ideologies pacifista, ecologista, feminista, participtiva, etc. Fins aquí anàvem bé, i jo diria que la majoria dels afiliats ho trobàvem correcte. És possible que la caiguda del mur de Berlin ens enganxés amb els pixats al ventre (una expressió tan popular com nefasta, sobretot per a mi, que sóc tan visual). Però també sabíem que, amb el temps, la caiguda del mur se sabria que fou una catàstrofe terrible.

En aquells vells i bells temps, no tan sols afirmàvem amb orgull i alegria que érem comunistes o marxistes (és un matís, però no banal), sinó que també gaudíem d'uns certs privilegis. El millor de tots era la possibilitat de viatjar en condicions privilegiades als països simpàtics: Cuba, el Vietnam del Nord, la Xina, la immensa URSS... i alguns estats africans -els qui rebien ajudes dels esmentats abans. Entre els quals hi va haver el Senegal durant un temps. Al Senegal hi vivien uns curiosos assessors militars cubans. No hi vaig anar mai, però les companyes i els companys que ho van fer tornaven meravellats de la síntesi de passió cubana i africana. Dakar fou l'escenari d'una joie de vivre comunista que ara provocaria enveges enormes si l'expliqués. És clar que tot allò succeïa en temps anteriors a la Sida.

Els temps van anar girant. Pel camí de les giragonses no tan sols vam perdre l'orgull, sinó també alguna convicció. Em vaig interessar per un sector ideològic que es va anomenar "els autònoms", i que provàvem de retornar a l'estadi original del socialisme utòpic, anterior a la penosa divisió entre comunistes i anarquistes. Una època quasi miraculosa, en la qual podíem discutir coses tan apassionants com ara si el missatge autèntic de Jesucrist queia més a la banda comunista o a l'anarquista. Mai no ho vam saber resoldre del tot. Jo tinc la meva teoria, però no la diré pas.

Al capdavall, allò que penso ara és que els FUCs (els de la Federeació Universal Comunista) tenim força limitada la qüestió del turisme. És una pena perquè podem viatjar a menys bandes del planeta, però sobretot perquè a mi em sembla que el comunisme (fins i tot l'estrictament i dogmàtic marxista) té tant o més valor ara que llavors. Dit d'una manera senzilla: potser explica millor on som, i dóna millors respostes i propostes de cap allà on caldria tendir.

Malgrat alguns intents d'emigrar, la realitat és aquesta trista realitat. Que segueixo encallat a Catalunya mentre contemplo la tristíssima deriva del país. Potser em faig vell i em costa cada cop més la idea de fer les maletes. No diguem ja prendre les maletes en sentit literal. Que m'agraden els paisatges del meu entorn, i que alguns paisatges del país m'han robat mig cor. Amb l'altre mig no podria arribar ni tan sols a la frontera on van detenir el darrer president digne de la Generalitat.

Perduts els privilegis i la meitat del cor, i trobant-me ja més enllà del mezzo della mia vita, m'assec a la butaca i començo a recordar, i m'enyoro i em desespero i fins i tot enceto una ampolla de Rioja mentre penso en la federació de les nacions ibèriques.

Aquest deu ser el paisatge que em veurà fins que els dies arribin a la fi. Tot i que de vegades penso que no, que seria bonic marxar (lleuger i sense maletes, és clar). Fer una petita i bonica foguera amb les quatre pertinences. De vegades penso en un barri obrer del Llobregat, de vegades en una aldea brasilera.

Visc pendent de plànols i això em fa sentir quasi com l'estrafolari capità Achab. Ara me n'adono que el títol correcte d'aquest post hauria d'haver estat Moby-Dick. Malgrat els dubtes, sé que algun dia hi arribaré.