27 de febr. 2022

Naranjas amargas para Jordi Basté


Al vuelo, revoloteando por el dial de la radio del coche, me doy de bruces con la entrevista al que fue jefe del protocolo de la Generalitat catalana durante más de 20 años. Voy de sorpresa en sorpresa, hasta el estupor final. Este hombre vio a Pujol y llegó hasta Aragonès, quien por fin le ha mandado a un retiro dorado por la zona de Pedralbes.

La entrevista la realiza Jordi Basté, un periodista que parece ser líder de audiencia en Cataluña. Solo en un lugar arruinado moralmente ese hombre puede ser líder de audiencia: resulta inconcebible la genuflexión perpetua ante la imagen del poder, incluso ante representantes tan siniestros como el antiguo jefe de protocolo de Pujol. Todo huele a mentira, a tiniebla de andar por casa, a soslayo. Jordi Basté tiene ante sí a un hombre más bien turbio y no se da cuenta, o se da cuenta pero pretende agasajarle a toda costa. La entrevista, que podría haber realizado incluso un niño de 2º de la ESO, termina de la forma más hilarante: el antiguo jefe de protocolo le entrega al periodista un bote de mermelada de las naranjas del Pati dels Tarongers. Y el periodista se emociona entre alaridos de placer, cual beata ante una medallita de la Moreneta. Estamos en Cataluña.

Estamos en Cataluña, atrapados en Cataluña. Como el desdichado protagonista de Lovecraft que no halla la salida de Innsmouth. Cataluña, como Innsmouth o Dunwich. El rostro más pérfido del nacionalismo y de lo tribal. Con periodistas de aspecto batracial decididos a convencernos de que el horror es consustancial a la patria. La patria del horror. 

Luego me informo un poco por aquí y por allá y me cuentan algunos detalles: el antiguo jefe de protocolo llegó al cargo de un día para el otro: pasó de policía de la escolta privada de Pujol a jefe de protocolo por ser amigo de Júnior (por lo visto, ambos formaban parte de un equipo de rugby junto a otros que también ascendieron a jefes de prensa y de protocolo en varias Consejerías), y llevó durante años una vida regalada. Entiendo que Aragonès le haya retirado de un plumazo por el viejo sistema de mandarle a un puesto tan bien pagado como irrelevante. Al fin y al cabo, el dinero de su nuevo salario es público.

También me cuentan detalles poco edificantes de su moralidad, pero eso solo son anécdotas. Aunque todo el mundo percibe la magnitud de la tragedia: miles de anécdotas juntas forman un patrón, una categoría: la categoría de la corrupción moral que está en el origen de la Generalitat de Pujol. El nombre de Pujol irradia, invariablemente, esa sombra densa y maloliente. Quizás la Generalitat de los 80 y los 90, bajo el control del sátrapa fue, toda ella, un reino maligno y turbio, impermeable a la democracia, una camarilla de familiares y amigos fieles al más puro estilo siciliano, la construcción de una oligarquía o el ascenso al poder de una oligarquía previa, antigua y podrida, que de repente se hacía con las llaves del poder regional. Ante la aquiescencia del poder estatal, que jamás se propuso poner orden ni lanzar un solo rayo de luz a través de los espesos muros de la Casa dels Canonges.

La Generalitat se construyó en las sombras, mediante reuniones a media luz, amiguetes y negocios y privilegios y chanchullos, una floristería, sigilosos viajes a Andorra, consorcios, organismos autónomos diseñados para la eludir la rendición de cuentas, una opacidad espeluznante y refractaria, un envoltorio de silencios cómplices -o cobardes. La historia de la Generalitat actual comparte algo con el relato del "Extraño caso del Señor Valdemar" que escribió E.A. Poe. Léanlo y me comprenderán

A la Generalitat de Pujol le permitieron crear un monstruo macrocefálico, remedo tan trastornado y esperpéntico como oneroso de un estado ficticio. Luego, tres décadas luego, vino el crujir de dientes: la delirante confesión del capo, el estallido del "procés", las bravuconadas independentistas, el aparato propagandístico de Tv3 (otro monstruo sobredimensionado), la compra de los medios privados afines... ¿afines a quién, a qué valores democráticos? La construcción de la Generalitat de Pujol es un relato negro al que nadie osó iluminar. Es algo profundamente antiilustrado y medieval, algo a lo que ahora se pretende blanquear mediante entrevistas deliberadamente mal hechas, como la de Jordi Basté. Si en el pasado de la humanidad está el horror, en el origen de la Generalitat restaurada vive el hedor. Un hedor deprimente al que ahora le echan litros de perfume, by Puig.

Algún día, en un futuro improbable todavía, aparecerá un periodismo catalán capaz de abrir el bote de mermeladas amargas y lo mostrará ante el mundo. Aunque ahí han estado siempre los periodistas reistentes, resilientes y heroicos de El Triangle. Pero nadie les ha llevado a los medios públicos, nadie a RAC1: a los periodistas de El Triangle solo les han llovido denuncias, querellas y sentencias.

La niebla sigue cubriendo el paisaje y Cataluña languidece entre la mentira celebrada con placer y la estrambótica actitud de Jordi Basté. Si a Jordi Basté le fuese concedida una entrevista a Al Capone, le preguntaría por su preferencias gastronómicas. Y nada más. Y luego algo sobre el Barça.

25 de febr. 2022

El demócrata es débil

Putin, es decir, sus tropas, se han plantado en Chernobil. No parece que el lugar sea un objetivo militar, aunque entiendo tanto de objetivos militares como de poesía china del siglo III.  Digo yo que en toda hazaña bélica debe haber símbolos, y este es uno de ellos. La zona de exclusión nuclear de la antigua central térmica es, a día de hoy, un icono de la modernidad, con todos esos turistas paseándose por la zona y jugando a Stalkers de la globalización y el turismo de masas.

Observo con cierto decaimiento las reacciones de los políticos de la Europa democrática, y con estupor las declaraciones del señor Putin, algo desbocado, oscuro y terrible como un moderno Iván. Sería interesante ver como retrataría a Putin el cineasta Eiseinstein, con qué tremendos planos filmaría al nuevo zar, al nuevo Stalin.

De entre las declaraciones de los políticos europeos se destaca el titubeo, el temor cuando se proclaman castigos económicos y financieros: todos muestran una timidez y una prudencia insoslayables que ponen de manifiesto eso que tanto les gusta a los autoritarios: la democracia toma una apariencia de débil, y la debilidad no cotiza en política. Escuchando al señor Putin cuando habla de la guerra y de sus enemigos, uno descubre el influjo que el ruso despierta en los líderes de la ultraderecha europea: los autoritarios se admiran entre sí, se copian y se felicitan. En algún momento, des de Mateo Salvini hasta Santiago Abascal, pasando por Marine Le Pen han soñado con ser un poquito Putin, despojados del lastre de la democracia.

Eso también explica el curioso idilio del señor Puigdemont con ciertos oligarcas rusos, espías y otros eslavos turbios, y me lleva a recordar algunas fantasías de la época más demente del "procés", cuando sonaba el rumor de ciertos pactos posibles con las potencias emergentes: rusos o chinos. Acuérdense: alguien habló de ceder el puerto de Barcelona a la flota naval de China a cambio de divisas para financiar la delirante República Catalana. Cuando se trata de romper Europa, aparece la tentación totalitaria. Es posible que el señorito Puigdemont también admire a Viktor Orban.

La democracia está en horas bajas y alguien, por ahí, augura que las democracias se nos están muriendo mientras hablamos de otras cosas, como del bienestar de las ovejas o del color de los pasos cebra. Dudo de que Ucrania sea una democracia homologable, pero aún así, su invasión refuerza los valores del autoritarismo no-democrático. ¡Qué suerte tiene el señor Putin, se admiran los líderes de la ultraderecha y los del ultranacionalismo! ¡Ese hombre, tan viril, no tiene que pasar controles democráticos, ni se debe someter a comisiones parlamentarias, ni está obligado a rendir cuentas ante las instituciones o la prensa!

La democracia avanza hacia un limbo peligroso. La admiración de la economía China por parte de las derechas -incluso las democráticas o más o menos, como el Partido Popular-, nos acerca hacia un horizonte de menos libertades, menos democracia y aún así más riqueza, obviando que esa riqueza es para unos pocos. El modelo liberal, y especialmente el socialdemócrata (el que construyó la Europa del estado del bienestar) languidece, callado y ausente, ante el auge de los autoritarios.

La democracia se desvanece. El señor David Fernández (aquel líder de la CUP que se sacó una alpargata en un parlamento) se presenta a la directiva de Òmnium Cultural, la organización que fundaron los falangistas catalanes para controlar la cultureta catalana. Ya nadie le escribe cartas a la democracia.

22 de febr. 2022

Makoki ya no vive aquí

Más que sumar años, parece que la edad consiste en contemplar como se desvanece el mundo en donde fuimos jóvenes. Luego uno decide si presencia esa desaparición con humor, resignación o indiferencia. O con lamentos o con rabia. Aquí está contenida una historia de la filosofía doméstica.

Cuando andaba por mi primera juventud, me convertí en adicto a los cómics. Aunque mi preferido fue durante años el "1984" (¡rebautizado como "Zona 84" a partir del 84!), también fui dando paseos por otras publicaciones, más atrevidas o más gamberras. Luego supe que aquello se llamaría "contracultura", pero entonces tenía 16 añitos. El 1984 tenía una ventaja: aunque a mis padres no les entusiasmaba mi afición pop, el cómic en cuestión era bastante blanco e inocente, ciencia ficción ingeniosa, algo de terror mainstream y un cierto tono progresista. Por lo tanto, mis padres hacían la vista gorda y se limitaban a soslayar esos tebeos con portadas de colores chillones, como aceptando que es imposible tener hijos perfectos -que solo leen a los grandes clásicos.

Cuando descubrí El Víbora me di cuenta de que esa revista debía pasar desapercibida necesariamente a los ojos de mis progenitores, y lo ocultaba bajo montañas de papeles o en el fondo de los cajones más recónditos. El Víbora era bestia, violento, sexual, anarquista y dinamitero. Aunque era muchas más cosas: allí me encontré con el grandioso Max, poético y onírico (todavía retengo, en algún rincón de la memoria, la historieta de las gárgolas de la catedral que secuestran doncellas descuidadas, que duermen con las ventanas abiertas de su alcoba). O "El Carnaval de los Ciervos", recientemente reencontrada.

Sin duda, de El Víbora llamaban la atención las historias de Gallardo (y Mediavilla) y las de Nazario, con aquella Anarcoma transgresora en todo, capaz de transitar por lo policíaco y lo pornográfico, lo político (ríase usted de la incorrección política de nuestros días) y que, a la vez, hacía un retrato descarnado del Barrio Chino (que no del Raval). De haber sido pillado in fraganti con un Víbora por mis padres, en casa se hubiese montado una buena tangana.

En esas páginas vivía también otro personaje fascinante, Makoki, el que des de hoy ya no vive aquí. En Makoki había un manifiesto de la locura salvífica, de la gamberrada incendiaria, del humor negro, de la libertad. Dibujé centenares de veces a Makoki en mis libretas, en el margen de mis apuntes del instituto, en la carpeta de estudiante. A día de hoy sería incapaz de contar ninguna de las aventuras del loco Makoki, y sin embargo podría dibujarlo de nuevo. Misterios de la memoria.

En contra de ciertas opiniones muy doctas, puedo afirmar que el Víbora me llevó hacia la gran literatura, y lo digo sin titubeos ni dudas. Si el 1984 me permitió descubrir a Lovecraft, Machen y Matheson, el Víbora me llevó a los poetas malditos y a Bukowsky, a Genet, a  Burroughs y a muchas otras firmas del lado salvaje. El Víbora fue mi educación sentimental, es decir, literaria.

En mis sueños perdidos de la memoria, Makoki (¿estaba más loco que nadie o era el único cuerdo?) anda de la mano del descubrimiento, más grande y más decisivo que el de América. Quizás lo expreso con palabras de ahora, pero mi reflexión era: ¡anda! es posible dibujar así, dibujar eso... vivir así. Otra vida es posible (no es posible otro mundo, pero sí otra vida).

Lo dicho: parece que sumar años, una vez superados los 50, consiste en ver la desaparición del mundo antiguo procurando pestañear poco, aunque el estupor es una procesión que va por dentro.

20 de febr. 2022

Mudanza en tiempos de tribulación

"En tiempos de tribulación no hacer mudanza" es una frase atribuida, erróneamente, a San Ignacio de Loyola. Pero es mano de santo. Parece de lo más sensato obedecer a una muestra tan inteligente del sentido común: cuando las cosas van mal, espérate a que amaine el temporal. Sin embargo, algo hay en la naturaleza humana que empuja a ciertos individuos a la audacia y la bravuconada y, por lo tanto, al desastre.

Algo así le ha sucedido al Consejero regional de Educación en Cataluña, quien se ha puesto a perpetrar reformas vía decreto: ¡empezaremos el curso una semana antes! ¡cambiaremos las competencias de los alumnos! Y, sottovoce: no acataremos las sentencias judiciales relativas a la lengua castellana.

El señor Consejero, en su alta torre y con su cetro en la mano, anuncia a bombo y platillo grandes cambios para dentro de nada. Uno diría, asombrado, que el señor Consejero no se ha enterado mucho de como han ido esos dos últimos cursos en la educación, del daño quizás irreparable de la COVID en los aprendizajes del alumnado, del fantasma cada vez más tangible de una "generación Covid" que arrastrará sus pies por la tierra durante décadas.

Un estudio de la Fundación Jaume Bofill cuantifica el desastre en la pérdida de entre uno y dos cursos, es decir, tras el vendaval del virus, el alumnado parece estar dos cursos por detrás. Teniendo en cuanta que ya no andábamos muy bien ¿dónde nos ha dejado la pandemia, sus normativas y sus consecuencias?

La misma Fundación Bofill distingue la afectación por clases (sí, las clases existen), y descubre que entre el alumnado de clase más baja las consecuencias son peores y más dramáticas: a la pérdida y la desmotivación se suman los problemas económicos, que se han cebado en esos barrios que iban cojeando por la historia y ahora se han quedado mancos, aturdidos, entristecidos.

Si el señor Consejero se prestase a pasar unos días en el aula (le brindo gustosamente la mía, en donde le reservo un pupitre para que se siente a valorar las cosas), descubriría la realidad y caería en la cuenta de que en tiempos de tribulación no hacer mudanza. No tan solo el alumnado muestra déficit evidente de aprendizaje: está cansado, desmotivado, sin horizonte. La factura del virus nos deja en números rojos por todas partes, pero mientras a los empresarios del "ocio y la restauración" les ofrecen parches, nadie cae en el desastre en la educación.

No parece el mejor momento para plantear reformas, y mucho menos al estilo unilateral de la Generalitat de los últimos años, ensimismada y presa de urgencias históricas y programáticas de difícil comprensión o fruto de un delirio nacionalista.

Recuerden que a maestras y profesoras nadie salió a aplaudirles en los balcones, pero se les exigió la reconversión tecnológica de un día para el siguiente, y se les obligó a ejercer de autoridad sanitaria para confinar alumnas, para mandar a hacerse test de antígenos, para atender simultáneamente en el aula y vía telemática: sistema híbrido, semihíbrido, clase sincrónica, Classroom, videoclase. 

Sin base legal alguna, y en el desamparo jurídico más absoluto, tuvimos que obligar a las alumnas no-vacunadas a que se confinasen, obteniendo por respuesta la amenaza del alumnado organizado y a la vez el silencio de las autoridades, el silencio ensordecedor del señor Consejero.

El paisaje tras la pandemia abre interrogantes, dudas muy serias y pone en jaque a toda la institución educativa. El señor Consejero debe saberlo, pero por toda respuesta, comparece al lado del Presidente regional para anunciar cambios en el calendario y el el currículum. En nombre de la patria, del feminismo, del empoderamiento, del sentido crítico y de la democracia.

Dicen que al virus se le vence con vacunas. La pena es que no exista un laboratorio que nos vacune contra el patriotismo y la falta de empatía

  

18 de febr. 2022

LA FOTO DEL DESASOSIEGO

De repente, un viernes por la noche y sin pensarlo, siento el impulso de mirar fotos antiguas. O viejas, qué se yo. Y me da por hurgar en las fotos de cuando sacaba fotos y llevaba el carrete a la tienda de fotografía del barrio para que las revelasen, y a donde luego acudía unos días más tarde a recogerlas sin vergüenza. Sin vergüenza incluso con la sospecha de que el dependiente pudo haber visto mis instantáneas. ¡Me importa un rábano si las han visto! pensaba yo.

Cuando a uno le entran ganas de ver sus antiguas fotos quizás sufre un ataque de nostalgia, aunque también podría ser un achaque de egocentrismo. Si fuese de egocentrismo, sería un egocentrismo desasosegado. O de ingenuidad, esa valentía próxima a la insensatez y el error de cálculo: cuando uno mira sus fotos antiguas puede descubrir que fue un patán, un mentecato, un petimetre, un desdichado.

EL PASADO EXISTE Y YO ESTUVE ALLÍ

Tal como se infiere de la fotografía que les muestro, el pasado no fue mejor. Quizás tampoco peor. El pasado solo es algo que ya se pasó, pero hay que tener un cierto valor para mirarlo de frente sin pestañear y reconocer "este fui yo". Tendría unos 24 años en este momento dudoso pero alegre, que no feliz.

No sabría definir la felicidad, pero si la alegría. Y es cierto que, en aquel tiempo, uno se permitía vestirse de formas que ahora no se vestiría, y menos aún para presentar un teatrillo infantil: a día de hoy, ese atuendo me llevaría en volandas a la fiscalía sin duda alguna.

Eran tiempos más ingenuos, más espontáneos: no eran tiempos mejores. Uno suele engañarse y confundir los buenos tiempos con la juventud pero luego se para a pensar y se da cuenta de que vivió una juventud en tiempos difíciles y lo vivió con alegría, que no con felicidad.

Tener mucho más pelo que ahora, estar más esbelto y esas cosas no eran la felicidad ni su remedo.

Siempre vivimos en un espejismo y más tarde descubrimos el espejo engañoso. Eso ya lo dijo San Pablo, un hombre que debió de vivir una juventud poco feliz y luego fundó una religión triste. En aquéllos tiempos yo admiraba la cosa del Glam Rock, cosa artística que ahora admiro pero con mucha distancia aunque sigo, inevitablemente, viéndola como un estallido de libertad y un cierto mal gusto.

Ahora, por cierto, me visto acorde con mi edad, con pantalones chinos y camisas de Springfield. Quizás cuando vea mis fotos actuales dentro de diez años (no me atrevo a decir veinte por no pecar de arrogancia) pensaré que siempre he sido un infeliz.

14 de febr. 2022

No hay flores para Miss España

El nacionalista catalán prometió un país de ensueño, todo ilusión, si Cataluña se salía de España. Nada le salió bien: del ensueño, pasando por el delirio, llegó al desastre y las banderas ocultaron la división, la miseria y el olvido. Cataluña cayó en el ensimismamiento y la pobreza. 

No muy lejos de allí, se desveló un antiguo nacionalista de España y pandereta, tan retrógrado como el anterior, y tan desprovisto de ideales liberales, y tan distraído e insensato.

Luego vinieron pequeños nacionalistas de pueblos y regiones recónditas, dichosos y montaraces, dispuestos a dividir y a enfrentar, que es la esencia de todo nacionalista sea de la nación que sea su nacionalismo, que siempre es uno y lo mismo: banderas, mitos y leyendas, raza, estirpe, hacienda.

Pasó por allí el pobre Pablo, con su sonrisa bobalicona y tensa y se dijo que, si ahora lo que se lleva es el nacionalismo de montera y barretina, pues voy y me pongo el disfraz de patriota, solo por joder a la patria, que son los hombres y las mujeres, y me paseo por Europa echando pestes de mi patria en nombre de la patria. Pablo, a quien el sentido de la democracia y del Estado le vienen demasiado grandes, hizo de aprendiz de brujo torpe y ensayó algunos pasos mágicos, cada vez más estrambóticos. Todos le salieron mal: se olvidó de que, quien juega con el nacionalismo, termina como el nacionalista catalán. Jodido y genuflexo en manos de los más brutos. Siempre habrá uno más bruto que tu, más burro, más atrevido. Y ante él te arrodillarás, con tu sonrisa de muñeco roto.

Se olvidaron todos los nacionalistas de la gente, como cuando el viejo general se apoya sobre el mapa i dibuja delirantes ataques, contraataques, repliegues, quiebros y requiebros con miles de soldados y de tanques, todo imaginario, todo falso. Jugarretas para ganar una partida de parchís un domingo por la tarde elevadas a estrategias de partido, de patria, de destino en lo universal.

Quienes sufrirán las consecuencias serán los de siempre: las mujeres, los vulnerables, los inmigrantes, los pobres, los colectivos vapuleados y todas las demás letras del abecedario de los maltratados y desfavorecidos, que verán crecer las banderas y las palabras, los himnos y los desfiles, y verán crecer las mansiones de los ricos de siempre, saciados pero avariciosos, la gula patriótica cuando la patria es una divisa que se puede cambiar por dinero: el patriotismo siempre es de pago, solo es de pago y de cobro.

En Cataluña vimos nacer al monstruo, le vimos andar altivo por las calles con sus antorchas prendidas y sus gritos de neandertal en la grada del campo de fútbol de un pueblo triste y cualquiera. Y algunos os advertimos de lo que se nos avecinaba. Pocos nos escucharon. Ahora el monstruo recorre España, y no habrá flores para tanta víctima de la patria. Prepárense las mujeres y los niños de la escuela pública, los colectivos LGTBI, los que vinieron en patera, los que trabajan a las cinco de la mañana para llegar pobres a la noche, prepárense los estudiantes de casa humilde, los enfermos de barrio pobre, las abuelas de la paguita, los repartidores de pizzas a domicilio, los de la orilla en la sombra. El monstruo nacionalista anda por los caminos. No habrá flores para Miss España. 


13 de febr. 2022

Padre Saturno

Entre el exceso y la falta: así se sitúan los modelos de paternidad conocidos. En el libro (librito, de 68 páginas) que pueden ver en la foto, Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala, 1971) le escribe al padre excesivo y ausente a la vez, el padre tirano del que se debe huir, el padre devorador y castrador que incluso tras la fuga del hijo sigue devorándole para siempre.

Halfon le escribe una carta al padre saturnal y por el camino transcurren los escritores suicidas, que no son pocos. Des de Klaus Mann a Alejandra Pizarnik, de Horacio Quiroga a Leopoldo Lugones, de Hemingway a Lowry, y luego Jack London, Silvia Plath, George Trakl, Virginia Woolf, Mishima, y luego muchos más. La poesía de Trakl me impresionó mucho en la juventud, por su escalofriante brillo oscuro. El caso de Klaus es especialmente estremecedor, una relación paterno filial compleja y tenebrosa que implica a un hombre laureado, premiado con el Nobel de Literatura.

Por estos días, precisamente, he tenido la desdicha de conocer un caso cercano de excesos paternos que ya va camino de los tribunales: una padre que viola a su hija, un padre que viola a su hija de trece años en nombre de algún tipo de derecho natural que se otorga. Y luego están los padres maristas y salesianos, por nombrar solo a dos familias de padres, aunque su paternidad sea metafísica en estos casos.

Algunos dirán que el mundo está fatal, o peor que nunca. Pero todos sabemos que la humanidad avanza lentamente y a trompicones y a veces da dos pasos p'alante y tres p'atrás, pero el balance es de progreso: por lo menos, los que antes se callaban y se comían sus penas ahora las cuentan. Y las denuncian. Lo que sucede en los colegios religiosos debe ser contado. Y sus culpables, llevados ante el juez. No se entiende que haya políticos renuentes, políticos que miran hacia otras partes, políticos que juegan a la política en vez de hacer política. El sentido de la política no es otro que buscar lo mejor para la mayoría, y la mayoría exige justicia siempre y sin lugar a dudas. Y la protección de los débiles. Los violadores deben ser juzgados en los tribunales humanos: al César lo que es del César. Violar a niños y a niñas no está en manos de Dios, ni de sus ambiguos y sorprendentes ministros del Vaticano.

Resulta muy chocante que los defensores de la vida a ultranza y a toda costa (los que están en contra del aborto o la eutanasia) se posicionen en contra o a medias, tibiamente, cuando se trata de defender la vida buena o la vida digna. En España tenemos unos políticos de derechas poco homologables con sus socios europeos. Quienes defienden las "familias bien entendidas", la familia como centro de la cultura y de la patria, deberían comprender algo que ya contó Freud hace años: la familia puede ser el infierno. Muchas veces la familia es el infierno.

La familia es el infierno estricto para esa niña de trece años violada por su padre. No se me ocurre un infierno más horrendo que este, en el que una es violada en el hogar, dulce hogar. Nada bueno se puede construir en ese hogar que debe ser abolido sin tapujos. Del mismo modo que quizás se debe replantear el asunto de la escuela religiosa, concertada o no, en este país -y posiblemente en muchos otros.

Hay un Saturno vestido con sotana y adornado con una cruz en el pecho que anda entre nosotros, revestido de mística y de bondad, y unos politiquillos que miran hacia los campos de remolachas para hacer oídos sordos al dolor inenarrable. Parafraseando al Tolstoi que dijo "amo a la humanidad pero soy incapaz de amar a un hombre en particular", por ahí se pasean unos padres saturnos que proclaman "no amo a la humanidad pero amo a algunos niños y niñas en privado", andando enhebrados a unos políticos que aman a España pero no sienten nada hacia el dolor de los españolitos.


11 de febr. 2022

El sindicato y el partido (USTEC y ERC)

Hace un par de días, el Consejero regional de educación (de ERC) se presentó ante los medios para presentar un plan de reformas educativas. Lo hizo con un gran aparato ideológico y programático, y entre sus frases estaban las inevitables e imperdibles palabras de nuestros días: espíritu crítico, empoderamiento, igualdad y etc. En resumidas cuentas: el consejero regional expuso como un gran avance lo que en otras regiones de España ya se lleva haciendo des de hace años: adelantar el calendario escolar de septiembre, o aumentar los días de horario lectivo mañanero, de 9 a 13h.

Es propio de los jerifaltes catalanes adornar con bellas palabras o con solemnidades gratuitas unas medidas que son comunes en otras regiones de España, aunque a veces hacen lo mismo con sus fantasías: en las autoridades catalanas todo es críptico y hermético, y siempre muy solemne. Ellos lo llaman patriotismo pero cualquiera pensaría que es delirio o ignorancia supina, o ambas cosas a la vez.. Chi lo sá?

Lo más sorprendente ha sido la rápida respuesta del sindicato gremial USTEC, que ha pedido la dimisión ipso facto del consejero regional con una agresividad inesperada en un sindicato antaño tan dócil con las autoridades autonómicas. ¿Será que la USTEC ha optado por la cosa de Junts y por la devoción al inenarrable Puigdemont?

Algo muy gordo está sucediendo entre las filas del independentismo, y eso se ve en todas partes: la guerra entre los separatistas es algo imparable y que sube de tono cada día. Digan lo que digan los detractores de Pedro Sánchez, ha sido su habilidad la que ha noqueado al independentismo catalán, quien le ha derrotado por un procedimiento tan viejo como el divide y vencerás. Pedro hizo lo que no supieron hacer los zoquetes del Partido Popular, lo que jamás comprenderá un necio como el pobre Casado.

Algo raro ha sucedido en la USTEC, que ahora exige dimisiones entre los consejeros de ERC. Y creo que la USTEC se equivoca cuando se inclina hacia Convergència o sus secuelas: Cataluña no volverá a darles el poder a los convergentes y, por consiguiente, ni tan solo en la muy nacionalista profesión docente se repetirá el independentismo de hace unos años. Incluso la profesión docente se ha hartado de los de Junts, Borràs o Puigdemont. Junts, Borràs o Puigdemont están amortizados y son el pasado. Es incomprensible al actitud del sindicato gremial, que caerá muy mal en las Asociaciones de Familias de Alumnos.

Los portavoces de la USTEC han cometido grandes errores en sus pronunciamientos: se han presentado como unos impresentables gremialistas en su empeño por agradar a Puigdemont y molestar a Aragonès, y lo pagarán en las próximas elecciones a representantes. Las simpatías ideológicas de la USTEC huelen a chamusquina y al malogrado tahúr de Waterloo, el desdichado Puigdemont.

Los problemas de la educación catalana andan lejos del nacionalismo, de Waterloo y de la Plataforma per la llengua: los problemas son de financiación, es decir, de infrafinanciación y de dejadez. No se dejen llevar por las apariencias y los voceros: el asunto de la lengua (de las lenguas, en plural) es una burda cortina de humo, una payasada muy ruidosa para ocultar la tragedia de veras: a la Generalitat de Cataluña, la educación pública más bien le molesta.

Nada de eso cuenta la USTEC. El día en el que haya un gobierno regional interesado en la educación y en la cultura harán falta menos sindicatos y menos pronunciamientos. Les propongo algo: retiren las embajadas catalanas en el extranjero y pongan ese dinerito en nuestros alumnos, colegios e institutos.

Sería mucho más patriótico.

7 de febr. 2022

Fin de poema

"Fin de poema" es el título, quizás poco atrevido, de un libro de Juan Tallón en donde narra los últimos días de cuatro poetas suicidas: Cesare Pavese, Alejandra Pizarnik, Anne Sexton y Gabriel Ferrater. Así, nos paseamos por Turín, Buenos Aires, Boston y Sant Cugat de la mano de alguien tocado por la poesía y la muerte, a quien acude raudo y sin pestañear apenas.

Sobre el libro les diré lo justo: está bellamente escrito, con un lenguaje literario trabajado y trabado, cercano a lo poético per sin lirismos. Su estructura es angustiosamente bella y, a la vez, contiene cosas que no sabía de esos poetas, con lo cual el goce es doble: estético y de aprendizaje. Para las personas susceptibles: se habla de dos hombres y de dos mujeres -paridad- y hay diversidad sexual. Lo tiene todo. Sin embargo, como es preceptivo, jamás fue un número uno de ventas. Ni un dos ni un tres. Ustedes se lo pierden.

Pienso en el asunto del libro a propósito de conocer otro libro similar en su tema: "Saturno", de Eduardo Halfon (13 euricos). Y luego pienso en todos los suicidas que jamás aparecerán en un libro ya que no son poetas ni músicos ni intelectuales de renombre. Hace muchos años supe de alguien que se suicidó en Sant Cugat, como Gabriel Ferrater: una alumna de segundo de la ESO que se echó a las vías del tren, a la salida del pueblo. Se trata de un tramo curvo de la vía férrea en donde el maquinista no puede ver más allá de unos pocos metros, y ese punto ciego ha sido escogido ya por varias personas, ya que es infalible. El buen suicida jamás es original, pero siempre es efectivo. En tiempos de internet y redes sociales, cualquiera puede encontrar un buen catálogo de sugerencias.

En este caso, el que quiere, puede. Luego están los miles que simulan querer, pero que solo quieren llamar la atención, que aún siendo de todas las edades y condiciones, suelen ser jóvenes. Hace poco, estuve hablando con una chica de 18 años recién cumplidos, alumna, que hizo un amago de suicidio. Su mundo es un derrumbe constante, la imagen de un terremoto casi detenido, un abismo que se abre a razón de un milímetro por año, tan lento como seguro, tan obstinadamente eficaz. En los ojos de de esta chica, cuya inteligencia brilla con una oscuridad espeluznante, está el horror de la miseria, la dejadez, el hastío, las calles de los barrios pobres, un eclipse detenido de esperanza.

Dijo un filósofo que la esperanza es nuestra última esclavitud y que, una vez libres de ella, somos libres del todo y por fin. Y aunque esa afirmación sea verdadera, también es letal: se trata de una libertad tenebrosa, cuya eficacia es tan absoluta que consigue librarnos de lo único que tenemos.

Aunque me temo la respuesta de esa joven: si lo único que tengo es miseria, tristeza y abandono ¿debo mantenerme en ella para salvar lo único que tengo?

Les añadiré algo, a propósito de la joven sin ganas de vivir, con ganas de huir: esa joven, nacida en España, es hija de inmigrantes. Y ella ve, escucha: y ve y escucha el discurso que ronda por las calles, por las pantallas, por las radios. Ve y escucha los mensajes de los políticos y de los periodistas, y a veces de los compañeros de clase, e intuye que el monstruo recorre Europa entera, y que se avecina un futuro de más odio, de más patrañas, de más banderas. Esta chica, que habla un inglés envidiable, habla un catalán escaso y hace un mohín, porque intuye que de nada le valdrá el inglés mientras lo catalanes la señalen por pertenecer a un colectivo "poco amigo de lo catalán". Eso ya es otro tema, y voy a dejarlo ahí.

Y mientras lo dejo ahí la veo alejarse, cabizbaja, hacia esa zona de la calle donde las farolas siempre están fundidas y hoy ha ardido un coche. Quizás nunca escribirá libros de poesía como Anne Sexton o Alejandra Pizarnik. Y, sin embargo, estuvo aquí.


6 de febr. 2022

Hay casi tantas Rosalías como nubes en el cielo

Beethoven escribió partituras trascendentes y partituras banales, tristes, alegres, optimistas y pesimistas. Cada uno elige la que más le gusta. Lo mismo podemos decir de Bach, o de Wagner. A Wagner le reinvindicaron los nazis cuando Wagner ya estaba muerto sin pedirle permiso, pero un intérprete judío le versionó en un ensemble, es decir: hay muchos wágneres.

En otro arte: Vargas Llosa tiene novelas para todos los gustos, y todas son buenas. Caravaggio era un tipo muy malo que pintó escenas piadosas y escenas macabras. Los artistas prolíficos tienen eso, son polisémicos.

En el mismo sentido: Rosalía empezó una carrera brillante en el flamenco y luego se fue al flamenco pop, y luego al rap flamencoso o al trap aflamencado, y luego a la cosa de la fama, Malibú y esos lugares de la horterada global. Por fortuna, cada nuevo giro de Rosalía no borra lo hecho anteriormente: la memoria está ahí, y si la memoria nos falla estará en su lugar nuestra memoria periférica, grabadita en Youtube.

Cuando Rosalía publicó "El mal querer" algunos pensamos que la artista iniciaba una revolución en el flamenco con un discurso feminista poderoso y audaz, y que se avecinaban grandes obras en el mismo sentido. Nada más lejos de la realidad.

Me quedaré con mi Rosalía preferida, del mismo modo que de William Faulkner me quedo con "Santuario". De Emmanuel Carrère, me quedo con "El reino" y soslayo "Una novela rusa". De Emmanuel Carrère también soslayo que viva en un chaletazo en la isla de Ré. Y, de Rosalía, hago como que no me he enterado de su trayectoria de ostentación, lujo e insensibilidad, de su caída en la egolatría, que es una caída sin final hacia abajo. Nota mental: buscar el círculo del infierno del Dante en el que permanecerá Rosalía tras su paso por el mundo.

De Rosalía lamento, eso sí, que se haya olvidado de la influencia que es capaz de ejercer en las personas jóvenes que le siguen por las redes, a quienes un abrigo de piel animal, unos zapatos de miles de euros o una mansión de millones de dólares les causarán tanta admiración como dolor. La figura del "influencer" es un terreno demasiado virgen, demasiado inexplorado. Tierra ignota por el momento. Cada vez que Rosalía exhibe su poderío económico siento que algo se rompe en el mundo, a la vez que algo me aleja del mundo.

El mundo no es un lugar bello, pero la belleza existe (aunque sea más difícil de definir que la verdad) y siempre ha habido personas empeñadas en embellecer el mundo.

Solemos creer, los antiguos, que el grande y famoso en el arte será ejemplar en la ética y nos complacerá con sus elecciones sensibles, éticas y progresistas. Solemos creer que el gran artista es un intelectual progresista por necesidad, pero bien puede ser un necio integral: el talento artístico no promete mejoras para la humanidad. Monet era inmensamente rico y Manet inmensamente pobre. De Monet se hacen grandes exhibiciones hoy en día, y a Manet nadie le recuerda, y por eso es pintor de culto entre tipos como yo.

Ahora imagínense ustedes que Manet se hubiese hecho multimillonario y nos hubiese sorprendido con un gusto descomunal por los lujos, el oropel y la horterada, y con una mansión en Palm Beach con dos Ferrari en el garaje. "¡Ya no me gusta Manet!" diría yo, entonces, defraudado por la deriva inmoral del pintor.

4 de febr. 2022

Pregunta de examen

En el examen que he corregido hoy le planteé al alumnado que contara lo que sabe sobre una serie de conceptos sociológicos, pero que lo contara a partir de su experiencia y de sus ideas propias. No es que no crea en el aprendizaje memorístico (de hecho, otras preguntas sí iban por ahí), pero también quiero ver el nivel de reflexión personal y, sobre todo, como redactan algo vivencial.

Pues bien, uno de los conceptos, referidos a la sociedad presente, era  "Paro y precariedad laboral".

He ahí la respuesta de uno de los alumnos más brillantes de todo el grupo, un chico que tiene un amplio bagaje cultural, un buen nivel de lengua escrita, una sensibilidad educada y empática y una fabulosa expresión oral:

(...) No encuentro trabajo en ninguna parte. Estamos estudiando casi sin expectativas de encontrar trabajo en lo que nos gusta. Un título universitario ya no nos garantiza nada (...). En mi grupo de amigos, nadie se plantea tener hijos en el futuro (...).

El hombre que escribe eso tiene algo más de 20 años y proviene de un entorno (social y familiar) pobre, casi de supervivencia. Es decir: se ha cultivado en un escenario poco amable, de suburbio triste. Lo poco que se de su historia me presenta a un tipo resiliente de verdad, por usar el vocablo de moda. Suele llevar entre cero y dos euros en el bolsillo. Es rápido y ágil en sus preguntas al profesor, siempre acertadas y mordientes. A veces veo una mirada cansada, aunque perviva el brillo de la curiosidad y de la duda.

Le vi a la llegada al centro, un día, caminando a lo lejos. Llevaba una gorrita de béisbol sobre la cabeza gacha, cuya sombra no ocultaba un rostro apesadumbrado que contempla, inquieto, la tierra bajo los pies más que los pies pisando la tierra. No es una buena sociedad la que ensombrece a sus mejores hombres en el estallido de la juventud. Quizás haya, en él, la simiente de un futuro luminoso, pero no es luz lo que ve cuando levanta esos ojos negros bajo el mechón mohicano. Esos ojos ven una mancha oscura al final del túnel.

Me entristece su tristeza, y más aún cuando veo la sonrisa de algunos políticos que rellenan sus cuerpos trajeados con patriotismo (España o Cataluña, qué más da), sus aspavientos, su gesticulación, esas indignaciones solemnes de Pablo Casado o de Laura Borràs, personas que jamás conocieron lo que conoce este chico, al que doblan en edad pero dividen por dos en experiencia, elegancia y mesura. Este chico sufrirá para encontrar trabajo, mientras Borrás o Casado jamás supieron el significado de la pobreza, de la dificultad: cuando hablan de resiliencia hablan de algo que conocen tan bien como el tercer principio de la termodinámica porque saben muy poquito de la vida y limitan su pensamiento a la repetición de frases que en realidad son anuncios publicitarios, simulaciones del pensamiento. Personas que juegan a vivir les cuentan la vida a las personas que viven.

Dicen que la profesión de la educación es una bella profesión (quizás no lo dicen tanto en tiempos de virus, confinamientos y Classroom), y quizás es bella porque duele, como todo lo bello.

1 de febr. 2022

Esperpento en los diputados catalanes

Tras su apasionante debate sobre la brujería en el siglo XV (debate que la ciudadanía exigía a gritos), el Parlamento se pone en huelga por unos días. Protestan contra una sentencia, algo tedioso ya en un Parlamento que nos tiene acostumbrados a sus pataletas solemnizadas con grandes palabras, discursos y proclamas. 

Más allá de los motivos que tengan sus señorías y sus señoríos, lo ridículo del asunto es que nadie se dará cuenta de que el parlamento no trabaja, a diferencia de lo que pasa cuando la huelga es de conductores de Renfe, de médicos o de basureros. Saquen sus propias conclusiones acerca de la importancia de cada profesión. Y más allá de sus motivos, también tengo una pregunta que nadie me ha aclarado: ¿les restarán los dineritos por los días de huelga, a sus señorías y señoríos? Lo pregunto con interés, ya que al no ser su sueldo una anécdota, me gustaría saber si acompañarán su protesta con el sacrificio del salario, algo que les honraría un pelín.

Sin embargo, algo me dice que sus señorías y sus señoríos no solo cobrarán íntegramente el sueldo, si no que, posiblemente, también las dietas por los desplazamientos y demás privilegios. Es decir: su trabajo no solo es dulcemente prescindible a los ojos de la ciudadanía, también es intocable su sueldecillo.

La maniobra de los representantes del poble nos deja perplejos y admirados, sobre todo por su astucia y su coraje, por no hablar de una audacia sin freno que lleva más de diez años asombrándonos.

Tras lo ridículo y lo chirigotesco del tipo de protesta escogido por señorías y señoríos hay algo mucho más grave: el Parlamento, que no falta en recordarnos que es el lugar de la soberanía popular, no cesa en infligirle daño a la democracia una vez tras otra. Si la conducta de los representantes no es ejemplar, es la democracia quien pagará las consecuencias: el delirio populista parece no tener fin y, al fin y al cabo, reírse de un Parlamento es reírse de la propia democracia representativa y, en definitiva, de todo el sistema que les da de comer muy bien. 

Cuando alguien elige una forma de protesta debe saber adonde le lleva y como será interpretada.

Lo que ha hecho el Parlamento catalán es darle argumentos a los movimientos que, des de la extrema derecha en especial, esperan cual buitres el instante de abalanzarse sobre el moribundo. Eso es la extraña huelga-pero-no-huelga de sus señorías y sus señoríos, una solemne estupidez, un imprudente regalo a la antidemocracia que asoma por todas partes.

Ante una situación política y económica como la que vivimos, la insensatez del Parlamento adquiere tintes patéticos y roza el cretinismo.

Si en el Congreso de los EUA tuvo que ir un tipo disfrazado de búfalo a intentar dinamitar la democracia, en el catalán las propias señorías son quienes se disfrazan de búfalos y búfalas. Búfalos y búfalas que se quedan en su casa y cobrando, por cierto: cuando se trata de Cataluña hay que buscar buscar el hecho diferencial.