Con tanto hablar de "nosotros" y "ellos", un día aparecieron "estos".
Me detuve en la mención a "estos". El peligro de que "estos" te acusen de tibieza, de ineficacia, de mentiroso. Posiblemente de "botifler".
"Estos". El terror a los "estos" es el mismo terror que llenó de sudor la frente ocultista del President Puigdemont el jueves 26, cuando decidió echarse al monte tras horas de dudas terribles. ¿Quienes son "estos"? No se trata solamente de la Cup ni de sus siniestros Comités de Defensa del Referéndum" (¡vaya arte en el eufemismo!), se trata de algo mucho peor: se trata de los cientos de miles de personas a los que han azuzado, espoleado, hipnotizado, usado, envalentonado, llenado de esperanzas delirantes y de eslóganes publicitarios durante años. Se trata de que les tienen miedo a los suyos, a los obedientes, los que acuden a las manifestaciones con la camiseta oportuna, los que les aplauden y les votan, los que fueron a votar en el referéndum de los tupperwares, dispuestos a llevarse los mamporros para mayor gloria de los líderes, mientras el trío Puigdemont, Junqueras y Forcadell se escondían hábilmente, con sus escoltas. Para no recibir ni un arañazo. La sangre patriótica mola mucho, sobretodo cuando es la del pueblo. Tienen miedo de la gente a la que han engañado.
A partir de ahora voy a leer con otra mirada los libros de historia. Los libros cuentan eso porqué ha sucedido un montón de veces a lo largo de la historia. Pero para comprenderlo bien debe vivirse, como todo. Para comprender que es hacer el amor hay que hacerlo, no basta con leerlo. A partir de ahora comprendo: que pasa cuando el individuo prefiere ser masa, qué pasa cuando ese individuo deviene masa para obedecer al líder sin fisuras, qué pasa cuando se repite un eslógan pronunciado por un Jordi con un megáfono, qué pasa cuando alguien empieza a creerse el delirio de otro. Me quedan dudas: dudo de que Puigdemont delire de veras. Creo que solo quiere salvarse a si mismo y para ello dice salvar a la patria, ese recurso. Dudo de que lo haga Junqueras, tipo demasiado oscuro. Quizás delira un poco más de veras Forcadell, que muestra un extraño rictus de heroína trasnochada, visionaria, a medio camino entre la Santa Teresa de Jesús más alucinada y la Agustina de Aragón más kamikaze. Pero incluso así... creo que no deliran, en el sentido de la psiquiatría clínica, digo.
Se hicieron un lío tan gordo con el "nosotros" y el "ellos" que incuso aparecieron "estos", que son de los nuestros pero nos podrían joder tanto o más que los "ellos". Y al final decidieron complacer a los "nosotros" para evitarse los problemas con los "estos", que temen más que a los "ellos". Llevamos un montón de años con gobiernos (de partidos corruptos, para más señas) que en vez de gobernar se emplean, en cuerpo y alma, en satisfacer a los "nosotros". Dicen por ahí que gobernar es perseguir el mayor bien para la mayor parte de los ciudadanos, pero prefirieron satisfacer solo a sus "nosotros". Quizás por culpa de un delirio del que todos acusarán a otro, quizás por una patria jamás vista, quizás, he ahí, para mantenerse en el sillón.
Después de más de 50 años viviendo en Cataluña, las cosas de los políticos de la derecha nacionalista ni me sorprenden ni me sublevan, ni casi ya me indignan. Lo que me jode de veras (y cuando digo que me jode de veras, es de veras) es lo otro: los aplausos, los votos, las multitudes tan dóciles, tan agradecidas, tan solemnes, esas multitudes autoabanderilleadas, tan alegres, tan seguras de sí mismas, esa prensa que repite las consignas (¿a cambio de una subvención?), esas euforias colectivas. Me da miedo la gente que vive aquí. Tengo miedo de mis coetáneos, y entre el miedo y la tristeza estoy hecho un asco. Llevo un montón de horas triste, abatido. Viendo películas antiguas con la actitud del pobre tipo escondido en un refugio antiaéreo. Alguien debería contarles a los muchachos de las banderas que aplauden a unos petimetres que ellos jamás lucharon: ni la democracia -ni tan solo la enorme autonomía- son su juguete particular, porqué son logros de gentes de toda España. Hay algo muy de niño mimado y consentido en toda esa historia.
Por mi parte, yo jamás me sentí patriota, y ser catalán o no serlo no es nada que me haya importado mucho. Pero ahora las cosas se me han empeorado. Empiezo a sentirme raro, extraño, más cerca de extranjero, más próximo al exiliado. Hay algo de vergüenza, y es una vergüenza nueva. Que "ellos" cumplan con su comedia me parece "normal", pero que mis parientes, mis conocidos, mis compañeros salgan a aplaudirles eso es una tragedia de la que no me voy a recuperar jamás.