Ella y yo nos conocimos casi treinta años atrás, durante un tiempo de neblinas y perfil de hielo en la carretera, en un pueblo en donde fui obrero a media jornada y profesor en la otra media. Era lo que había y yo era demasiado joven. Ella pertenecía a la casta más baja, pero se casó con un hombre de la más alta. Se casaron y engendraron, como si quisieran demostrar que el cambio social no era una utopía en tiempos de Jordi Pujol. Unos años más tarde se divorciaron. Quizás pudo más la casta que la buena intención. Alguien que les conocía me dijo: estaba cantado ese divorcio, lo raro fue el matrimonio. El marido, tras el divorcio, se juntó con una señorita de su mismo alto nivel, ella hizo lo mismo con un asalariado de otro pueblo. El orden quedó restablecido y volvió la paz a los lavaderos.
Hace poco ella me contó que el mayor de los hijos es muy independentista, y el pequeño solo bastante, me dijo: el pequeño vive el independentismo como algo normal, algo que sucede, como quien acepta que la gravedad atrae a los cuerpos y no hay nada que objetar. El hijo menor estudia en Barcelona y estuvo en las manifestaciones de octubre de 2019 en donde se quemaron centenares de contenedores de basura en la ciudad. El niño estuvo allí, en las barricadas nacionalistas, y el fin de semana regresó al pueblo, y entonces le contó a su madre que había pasado miedo ante los policías, un miedo como nunca antes lo había sentido. A ella le impresionó mucho el testimonio del hijo asustado. Le pregunté a cuántas manifestaciones ilegales había ido su hijo antes de esa, y le hablé de las manifestaciones de los chalecos amarillos en París, y le mostré la actuación policial francesa, cien veces más contundente que la española en Barcelona. España solo ha empleado una milmillonésima parte de su fuerza contra el independentismo catalán, le dije.
Creo intuir que en esos chavalines de pueblo que quemaron contenedores de basura en Barcelona hay algo de una larga y larvada venganza, heredada generación tras generación, contra la ciudad que, aún siendo catalana, lo parece tan poco, contra la ciudad que es lo único relevante en una Cataluña triste y decadente, contra la ciudad que habla poco en lengua vernácula, contra la ciudad que exporta a los de Can Fanga o los Pixapins, esos que les llenan las arcas de los baretos y los restaurantitos en los pueblos, esos que pagan sin rechistar en sus avaras casas rurales y sus hostales con jamón del Mercadona para desayunar. En el chaval de pueblo que quema contenedores de la ciudad hay algo lúgubre y antiguo, algo carlista. Regresa a casa contándole a su madre lo malos que son los polis de la ciudad. En su pueblo no queman nada, válgame Dios, eso es "lo nostre", o quizás solo encienden cuatro porros por la tarde, en la orilla del río y en las afueras. El carlismo sigue anclado ahí, en lo profundo y en lo interior del país y de los corazones. Incluso los corazones partidos por la crueldad de las castas rurales se revelan, al fin, partidarios de una patria vieja y marchita, preilustrada y predemocrática.
La mujer me dice que, tras todo lo visto, ella también ha decidido ser independentista. ¿Te has convertido? le pregunto, maravillado. Su padre fue uno de los muy escasos socialistas del pueblo y le llamaron rojo y botifler por eso, por defender la igualdad, la democracia y los valores ilustrados. Bueno, murmura ella, en realidad siempre lo he sido. Ella ha optado por apuntarse al bando de la mayoría del pueblo, con ese espíritu perruno y sumiso que heredamos los pobres a no ser que decidamos tomar las riendas de nuestra vida por fin, algún día. Me cuenta que su nuevo marido está haciendo movimientos de aproximación a la ERC local, supongo que con la intención de mejorar en algo: ser más aceptado, quizás un carguillo en el futuro, quizás confraternizar mejor con los hijos de ella y del señorito. Me cuenta que el hombrecito tiene ojeado un Lexus y se lo piensa comprar. La mujer es lo más opuesto a Cayetana, que es, quizás, la política que mejor comprendió que al nacionalismo no se le debe combatir por nacionalista si no por antiilustrado, por antidemocrático.
La Cataluña profunda te puede romper el corazón y te puede joder la vida. Pero quizás decidirás, aún así, que esos son los tuyos, tu tribu, y les ofrecerás tu ignorancia obediente y orgullosa en su altar. Debes pensar que con tu sumisión a los príncipes pueblerinos algo irá a mejor en tu vida. Debes pensar que quizás te compensarán el sacrificio con algo, quizás con una limosna envuelta en la celofana del bienestar social patrio.
Una Cataluña medieval y una Barcelona moderna, incomprensible, de contenedores para quemar. Eso es lo que me cuentas. Este es el choque y el lugar hacia donde tú y tu hijo llevasteis el drama. Y allí estaba tu hijo, para dejar, en las cenizas de la basura quemada en las calles, un rastro de la ira carlista contra ese ayuntamiento en donde la democracia liberal de Valls eludió el zarpazo medieval del último de los Maragall, convertido al oscurantismo en nombre de vete a saber qué sueño primitivo. Creo que Cataluña nos rompió el corazón a todos. La Cataluña jodida nos quiere joder a todos antes de desaparecer, por fin y para siempre, en una democracia europea y fraterna. Te diría: léete a Habermas o a Voltaire, te diría. Y déjate de esa Cataluña inservible, antigua, fastidiosa. Pero sé que prefieres leerte el manual del usuario del Lexus, las instrucciones del sueño lisérgico y patriótico que recompondrán tu corazón. No hay nada en ti de Cayetana, y a día de hoy a ella la repudian por demasiado ilustrada.
[A mi España me rompió el corazón, le digo, viéndola tan frágil ante los caballeros feudales de la pérfida Cataluña, y así me siento y así temo morirme. Por Dios, me digo: Dios, líbrame de Cataluña.]
Es curioso, a la Cayetana siempre le han llamado fascista, pero siempre se han acojonado delante de ella, los de aquí y los suyos. No pueden soportar que una persona no siga como un perro la mano que le da de comer, en este caso el partido. Eso los ponía en evidencia; no gustaba que votara siempre a su "avío", porque desconcertaba los más elementales criterios de supervivencia de todos los políticos.
ResponEliminaHa marchado haciendo un favor a todos, a los suyos, porque así Casado no se encuentra minusvalorado (y menos por una mujer), y a los contrarios, porque les señalaba como lo que son, vendedores de quimeras
Salut
El debate de las candidatas catalanas fue magistral, una actuación soberbia de Cayetana, alguien que está muy lejos de mis ideas sociales pero con quien comulgo en otros asuntos. Laura Borràs, al lado de Cayetana, quedó como lo que es: una pobre ignorante.
EliminaDe Cayetana, de la que ideológicamente estoy casi en las antípodas, me llamó la atención ésta frase en una muy reciente entrevista en El País tras su destitución. "Me ganó" con ella: «El señor Casado considera que mi concepción de la libertad es incompatible con su autoridad» .
ResponEliminaAunque ella no lo sepa, está en el lado «izquierdo» del PP.
Seguramente que en las distancias cortas sea muy interesante charlar con ella.
Y recuerde. Sr ÁNGEL RAMOS del RIO, otra frase que "la perdió" para el partido en el que militaba "creo en la libertad frente al colectivismo", lo dijo en unas declaraciones donde todos se callaron como "putas", porque todos, sin excepción, peperos, convergentes & afines, socialistas y podemitas funcionan en voto de colectividad, y cuando el amo levanta la mano, los cánidos menean el rabo...saben que les va el "papeo".
EliminaSalut
Ahí está el asunto, y eso es la explicación de todo. El regeneracionismo de Cayetana fue liquidado por Casado, partidario del statu quo.
EliminaEn primer lugar, os quiero recordar como acabaron en el País Vasco con la famosa "kaleborroka". Sencillamente desempolvaron lo que se conoce como "responsabilidad civil", y las autoridades empezaron a cobrar el coste de los destrozos a los padres de los "angelitos" que detenían quemando contenedores, mobiliario urbano e incluso los autobuses de transporte.
ResponEliminaResultado : en 3-4 meses se pacificaron las calles, y los "borrokos" dejaron de lado los destrozos, porque el patrimonio familiar peligraba, y las bofetadas que les dieron en casa hicieron temblar las vigas.
No me hago la ilusión de que aquí, el señor Torra o la señora ColaCau promocionen una medida semejante que frustraría el derecho a la libertad de expresión de nuestros queridos "borrokos estelados". La señora ColaCau prefiere apechugar con los costes de reposición de los destrozos, antes que pasar por alguien autoritario.
Total, las facturas de los destrozos ya las pagan los ciudadanos con el impuesto de IBI, uno de los mas altos en todo el país, y con el recargo extra de la Entidad Metropolitana del Transporte, por si fuese poco.
La casa es grande, y no repara en gastos. Expresaos libremente, nenes, y si a la vecina del entresuelo le ha dado un infarto al ver las llamas rozando su balcón, no os preocupéis, ya tiene mas de setenta tacos y su hora ya le habia llegado.
Total, el entierro lo tiene ya pagado en "Santa Lucia".
Por cierto, no recuerdo que en Picamoixons, Vic, Mollerussa o en lugares semejantes quemasen nada.
Quizás porque allí se conocen todos, e igual el alcalde les reclamaba los costes de arreglar los destrozos.
Sobre el tema "Cayetana", desengañaos, ningún partido político español soporta a un "Verso Libre" en sus filas, como apunta muy bien Miquél, y menos como portavoz oficial del partido. En el PSOE, habría durado aún menos.
ResponEliminaSencillamente puso en un brete a Casado y su actitud "tancredista" con el asunto del rey emérito innombrable. Cuando todos en el partido guardaban silencio sobre el tema, ella puso el foco en la vergonzosa huida.
No os engañéis, ideológicamente Cayetana está mas a la derecha que Casado. Ella representa a la extrema derecha ilustrada ( la poca que existe ) en este país, y que no tiene sitio en el PP, y por supuesto, tampoco en VOX.
"Te diría: léete a Habermas o a Voltaire, te diría. Y déjate de esa Cataluña inservible, antigua, fastidiosa. Pero sé que prefieres leerte el manual del usuario del Lexus, las instrucciones del sueño lisérgico y patriótico que recompondrán tu corazón."
ResponEliminaYo he leído a Voltaire por recomendación de un lector de mi blog, Doctor Krapp, y es muy, muy, muy recomendable, pienso yo. Un buen consejo, sin ningún tipo de dudas; Candido seria un buen comienzo, si he podido leerlo yo dos veces, cualquiera puede. Un saludo.