Como ustedes saben, la mismísima Biblia reporta la maldad femenina en su Génesis y el relato, bastante escabroso, de una tal Eva (por no hablar de Lilith). En el primer libro de Samuel está la bruja de Endor, que a mi me gusta especialmente por mi afición a la cosa de lo sobrenatural. Como ustedes sabrán sin duda (asiduos lectores de textos sagrados), la bruja de Endor era una médium que la lió de lo lindo tras invocar a un tal Saúl, un rey de Israel muerto que habló por boca de la bruja. Les confesaré una sospecha que tengo: el relato de la bruja de Endor lo podría haber escrito Jesús Franco, el director de cine más especial de la historia de España.
En la mitología clásica abundan esas mujeres malas, cuyo paradigma podría ser Medea, la que se cargó a sus hijos en el primer texto sobre lo que ahora se llama "violencia vicaria": Medea mató a sus retoños para fastidiar a Jasón, que era el padre.
El cine y la literatura rezuman de mujeres malas, femmes fatales y súcubos (demonios que toman la forma de mujer atractiva para llevar a la perdición a buenos hombres, de preferencia clérigos y monjes). En Hereditary (grandiosa cinta de terror de 2018), una adorable viejecita no duda ni un instante en ofrecer al diablo a sus nietecitos, para que el Adversario les posea.
En los chascarrillos populares, la suegra es un demonio.
Ahora le ha tocado el turno a una tal Shakira, señora cantante del género pop que nunca me ha interesado mucho y cuya única canción que soy capaz de tararear es algo así como "Waka waka", gracias a la insistencia apabullante de la prensa del fútbol, que machacó este temita hasta la extenuación. Por lo visto, la señora Shakira se separó de un futbolista con quien tuvo la ocurrencia de casarse años atrás, y ahora anda a la greña con él (y con la Agencia Tributaria).
Lo complicado del asunto es que un medio como "Núvol", de la izquierda muy izquierda y muy intelectual le dedique un artículo, y "Crític", otro digital de la izquierda dura, conceptual y en la órbita de la Cup y esas personas, también escribe una columna, bajo el título: "Te gusta la canción de Shakira y no por eso eres menos feminista". Me encanta eso: que den permiso a las feministas para gozar de una canción pop. De no haber obtenido la bula, se hubiesen sentido muy mal. Tras tanta insistencia, me puse la canción de Shakira en youtube y la escuché de cabo a rabo (perdón por la referencia fálica).
Les diré algo. La canción de la señora Shakira es bastante flojilla y yo soy más de Bowie y de Pink Floyd, por no hablar de Beethoven o de Wagner, más que nada por la edad. Por eso me choca tanto que una canción tal olvidable sea motivo de debate en la prensa radical, y que la intelectualidad más sesuda se esfuerce en redactar sobre tan banal asunto. Yo les preguntaría: Si soy feminista y me gusta la Medea de Eurípides... ¿tengo derecho a seguir siendo feminista? Espero su respuesta. Atentamente y tal y tal.