22 de des. 2018

Ismail está vivo. Cuento de navidad.






Me llegó un mensaje al celular: Ismail ha muerto.

Yo fui el maestro tutor de un niño llamado Ismail cuando estaba en el colegio que lleva por nombre el de un poeta catalán de la guerra y la postguerra, un poeta oscuro y medio loco, muy críptico, muy indescifrable. Sabe Dios que ningún maestro ni ninguna maestra de aquella escuela habían leído jamás ni un solo verso del poeta que encabezaba su contrato, su nómina. El nombre del poeta era un nombre seguido de un apellido y nada más. Si el nombre hubiese sido Juan y el apellido García, habría dado lo mismo. Nada. Lo importante es cobrar.

La relación del poeta con la ciudad es coyuntural: el poeta se casó con una cuentista nacida en esta población del Vallès. El hijo del poeta y la cuentista, exiliados en México tras la guerra, Roger, es profesor de antropología en México DF y no quiere saber nada de Cataluña. Hace bien, el hijo.

Cuando leí el mensaje en donde me comunicaba la muerte de Ismail lloré. Lloré sin consuelo. Recordé al niño, lamenté las veces en que le había reñido, me flagelé, busqué -con desesperación- las cosa buenas que hice por él, y encontré cabos medio sueltos en donde asirme, y terminé por pensar que fui bueno con él. Quizás me engañé para justificarme, quizás me inventé escenas de bondad mía para con él, quizás asalté mi memoria para pervertirla, para saquearla y sustituirla por recuerdos falsos, quizás le solicité al diablo que me diese otros recuerdos. Lloré y escribí y bajé al bazar paquistaní y me compré una botella de vino tinto, todo lo que sirva para olvidar será bienvenido.

Ayer decidí cambiar las cortinas del salón. Solsticio de invierno: cambio las cortinas de verano por las de invierno. Le llamo salón a una estancia discreta que hace las veces de comedor, de biblioteca y de salón. Subido a la escalera, vi que la luna estaba llena. Y eso me llevó a pensar en los musulmanes. Pensé de nuevo en Ismail.

Más tardé bajé al supermercado. A la salida, bajo un árbol, una voz me llama: -Luis! Es la madre de Ismail. Ismail está a su lado. Dentro de un abrigo marrón de tierra y sus ojos relucientes. Encajo la mano de la madre y toco la cabeza de Ismail. Parece real, pero eso no es nada remarcable. Nada que no pueda ser fruto del engaño de mis sentidos o de un dios malicioso. Entonces, como salido de la nada, aparece el hermano mayor de Ismail sentado en el respaldo del banco que hay tras ella. Le reconozco vagamente. Les pregunto, como quien pregunta algo educado. Busco una respuesta que delate su condición de fantasmas sin delatar mi idiotez. Sin embargo, todo parece normal. El niño parece vivo y normal, corpóreo. La mirada de la madre es natural, neutra. Se alegra de verme y nada más.

El Ismail muerto debe ser otro. Debió de haber un Ismail en Primero B, me digo, debe ser eso. Y ese otro Ismail muerto me calma por un tiempo, me llena de tranquilidad. Mezclaron a los niños de aquel 1A con los del 1B al llegar a tercero. Debe ser eso, y eso debe explicar la confusión de la madre que me escribió para contarme:

-Ismail ha muerto.

El Ismail muerto es otro, un desconocido o un olvidado. Paul Auster empezó así una de sus mejores obras, y yo no seré capaz de escribir ningún cuento con todo eso que el azar me ha brindado, y que es mejor que lo que le brindó a Auster. Así se distingue a los buenos de los malos. Dejénme tiempo, se lo ruego.

Sin embargo, creo que tengo mi cuento de navidad. El cuento trata del falso Ismail y de su falsa muerte, de como me ayudó el anuncio de su muerte falsa para buscar como fuese en donde fui bueno con él, donde fui comprensivo, humano, humano, humano. Con él o con el otro, que está vivo, vivo y con esos ojos abiertos que esperan algo de nosotros. El cuento de navidad de 2018 está por escribir pero trata de lo que le contaré al Ismail vivo, ese niño que está vivo y crece en una Cataluña pálida y encapuchada pero también buena, a veces. Algunas veces.

Vete con los charneguillos, Ismail, te diré. Espérame entre ellos. Huye de los encapuchados con estrellas. Esas estrellas de los estrellados no son las del cielo, son cometas que se precipitan al infierno y quieren arrastrarnos con ellos.

Tengo mi cuento de navidad sobre los dos Ismailes, el vivo y el muerto. Solo debo ponerme a escribir.

19 de des. 2018

21D: La fiesta del mal vivir

Resultat d'imatges de cdr

El 21 de diciembre de 2017 nuestros queridísimos procesistas inauguraron la fiesta del Mal Vivir. Teniendo en cuenta lo aficionados que son los catalanes de bien a las tradiciones profundas y carlistonas, era previsible que en la misma fecha, pero en 2018, insistiesen en consolidar su festividad con otro Día del Mal Vivir.

La visita de Pedro Sánchez y sus ministros les ha venido al pelo. Esta tarde, en el trabajo, todo el mundo iba alborotado con unos mensajes de wassap que circulan y en donde se detallan los cortes de carretereas que ejecutarán esos simpáticos pacifistas llamados CDR el día 21 a las 5 de la madrugada. ¡Vaya! A priori me sorprendió que esos chicos de casa bien se levanten tan temprano, ya que más bien les imaginaba acostándose a las 5. Bueno, quizás simplemente no se acostarán, si no que irán de tasca en tasca para llegar calentitos y bien a su cita con la revolución de las 5 de la mañana, hora peninsular.

Lo que importa es eso: darnos un mal día a los que tenemos que ir a trabajar. Un verbo que ellos no declinan ni tienen previsto hacerlo en un futuro próximo.

Lo que me ha indispuesto a mi, viendo a mis compañeros de trabajo consultando los wassaps que difunden los CDR, es que se planteen alterar su agenda, cogerse un día libre, indisponerse o simular una visita al médico inesperada. Aquí nos equivocamos: asustarse ante las amenazas de grupos que ni se sabe quienes son es cederles el terreno a los violentos, ofrecerles su victoria gratis, concederles el titular de prensa que persiguen.

Con tantos años de fomentar la equidistancia, al final seremos equidistantes con los violentos. Y eso es el principio de un nuevo desastre para la convivencia en Cataluña, cada día más resentida. Iré a trabajar y haré todo lo que tenía previsto hacer, con CDRs o sin ellos. Aún así, el Día del Mal Vivir lo voy a tener asegurado. A lo que me niego es a tener que decirles, a unos niños que viven muy alejados del desastre nacionalista catalán, que el 21 se quedan sin su fiesta de fin de trimestre porqué unos niños ricos y mayorcitos (pero niños al fin y al cabo) están jugando a revoluciones de pacotilla y quieren fastidiar el día a cuanta gente puedan.

16 de des. 2018

La madre de Ismail

La madre de Ismail, y su padre, viajaron de Marruecos a España. Una vez aquí empezaron a trabajar en trabajos muy precarios, muy pequeños. Se instalaron en una ciudad mediana, de provincias, a no muchos kilómetros de Barcelona. Alquilaron un pisito. Un tiempo después, nació Ismail. Uno de los motivos que tuvieron para emigrar a España fue ese: darles mejores oportunidades a sus hijos. Hicieron como tantos emigrantes a lo largo de la historia.

Viven en Ca n'Anglada, que es un barrio antaño conflictivo y hoy un buen barrio, porqué el ayuntamiento hizo sus deberes y Ca n'Anglada es un barrio pobre, obrero, de inmigrantes, pero un buen barrio: tranquilo, con sus tiendas y sus quinquis, bastante limpio, sus locutorios, sus tres mil lenguas, sus bares, sus bazares, sus motocicletas zumbando a las tres de la magrugada cuesta arriba, su panadería de toda la vida, su colegio, su restaurante de bodas y banquetes en decadencia, su mezquita, sus moritos con la chilaba, su salam aleikum, su buenos días, su bon día. Un barrio más. Pobre pero alegre.

Ismail nació con una cardiopatía congénita. No se preocupe, señora, le dijeron los médicos de la mútua que hace las funciones de la sanidad pública en la Cataluña post Artur Mas, post Boi Ruiz. Le ponemos en lista de espera, no se preocupe.

Ismail y yo coincidimos en su primer curso de primaria. Ismail es un morito de ojos claros (medio verdes, medio azules) y pelo rubio, aunque un pelo endiabladamente rizado. Ismail es bueno, dulce, sonríe siempre. A veces llora y me cuesta mucho saber las razones de su llanto. Es un niño delicado, frágil. Es menudo, escaso, invisible a veces. Discreto, como quien está pero sin estar, sin intención. Está en las nubes, en los paisajes indescifrables de su imaginación, ensoñado. Sonríe. Con una sonrisa leve, generosa, ancha. Una sonrisa silenciosa, sin risa.

No pregunta, no se pelea con nadie, pasa desapercibido, como el torrente de agua que transita el bosque lejano tras la lluvia, lejos de los caminos, lejos de los ciclistas y los trotadores con ropas relucientes del Dectahlon. Ismail es así, pequeño como un secreto de niños, minúsculo, nació a finales año. No le gusta salir al patio y por eso descubro su cardiopatía. A veces le pido que se quede en clase, sin patio. Le pido que me ayude a preparar cosas, a ordenar la biblioteca del aula. El me sonríe, no dice nada. A veces le toco su cabeza de pelo rubio y rizado. El me mira, me sonríe. Jamás comprenderé que les pasa por la mente a los abusadores. Hablamos a veces, pero poco. A él todavía les cuestan el catalán y el castellano. Cuando se termina el primer trimestre monta un álbum de pena y yo no me doy cuenta hasta que su madre no me lo muestra y con sus grandes ojos me dice: ¿qué álbum es esto? Ismail ha puesto la portada del revés, la contraportada tras la portada, las hojas desordenadas. Jolines, le digo yo. No se preocupe, eso no sucederá más. Los álbumes del segundo y del tercer trimestre llegan impecables a las manos de su madre y el se los entrega con esa sonrisa que le conozco, esa sonrisa de silencios, de ojos claros.

Ismail murió hace quince días. Estaba en lista de espera, esperando una operación que ya no hace falta. Ismail murió hace quince días, está muerto. Su sonrisa ya no existe. El mundo perdió la sonrisa ancha de Ismail, perdió su mirada de ojos claros. Mientras Ismail moría, un señor llamado Quim Torra hablaba de la vía eslovena para conseguir la felicidad de él y de los suyos. Otro señor, llamado Donald Trump, defendía los muros electrificados en las fronteras. Otro señor, catalán como Ismail, insistía en reclamar donaciones para mantener su tren de vida en Waterloo. La muerte se ensañaba en el lado de los pobres, de los pobres que sonríen sin hablar, sin micrófonos, solo números grandes en una lista de espera que la Parca cuenta, siniestra y solemne como una declaración de independencia, siniestra y seria como un protocolo, como una sesión parlamentaria.

Ismail está muerto. Muerto de veras. Ninguna novela negra catalana relatará el crimen. Su costumbrismo nacionalista soslaya a los de fuera. Yo ando buscando a la madre para mostrarle algo, una forma de pésame que deberé improvisar, un gesto, algo. Ella no comprende el catalán ni el castellano. ¿Como se expresa la pena y el dolor sin palabras?

5 de des. 2018

Escoge bien a los amigos, Laura

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La escuela en donde trabajo hace mucho hincapié en el asunto de la amistad: se debe educar, sin duda alguna, en el concepto de "amistad". ¿Qué es un amigo? ¿Cómo distinguir a los buenos amigos? Se deben poner palabras a la definición de amistad, ya que así preparamos a los niños y niñas a diferenciar que es amor y que no es amor, algo que deberán preguntarse en un futuro no muy lejano. Un amigo es el que te defiende, el que se posiciona a favor tuyo, el que está ahí, a tu lado. Un amigo no te insulta, no te pone sobrenombres, no te pone en peligro: la amistad es el primer contacto con el amor que vendrá luego.

Saber escoger a los amigos, saber rechazar a los que no lo son. Hay estudios muy serios que demuestran que tener un (uno o más) buen amigo previene de forma muy eficaz ser víctima de cualquier tipo de violencia y disminuye en gran medida el riesgo de sufrir bullying.

Ojalá yo hubiese sido educado según esas premisas tan necesarias: estoy seguro de que me hubiese ahorrado algunos chascos, por mencionar algo leve. Los de mi quinta hemos tenido que aprender qué es amistad y qué es amor a fuerza de trompicones. Todos tenemos (o tuvimos) un amigo complicado, liante, que te mete en líos sin habérselo pedido. Todos hemos pasado por eso. A veces confundimos la amistad con el colegueo, con la afinidad ideológica, con los proyectos compartidos. Yo tengo pocos amigos, siempre tuve pocos amigos.

Comprendo que, cuando uno tiene poder, corre muchos riesgos en el asunto de la amistad, ya que le salen amigos de debajo de las piedras, de debajo de los charcos, el musgo y las cloacas. De debajo de la oscuridad. Los que tienen poder deberían protegerse mucho más de las amistades extrañas que aquellos que, como yo, mandamos muy poco. Estoy pensando en la señora Laura Borrás, antaño directora de la Institució de les Lletres Catalanes y hoy ya Honorable Consejera de Cultureta de la cosa catalana. Resulta que está siendo investigada por la policía por un presunto caso de corrupción en su etapa anterior. He leído con interés lo que se publica sobre el asunto y al fin todo remite a un caso de amistad iconveniente. La señora Borrás, (hoy honorable) tiene o tuvo un amigo, de nombre Isaías -según cuenta la prensa- que la ha comprometido muy seriamente.

La cosa de la cultureta catalaneta anda más mal que bien y no levanta cabeza desde hace más de cuatro siglos (salvando algunos escasos ejemplos), y solo le faltaba que su máxima dirigente saliera trasquilada en un caso de corrupción. Hay que respetar la presunción de inocencia, del mismo modo que la presunción de culpabilidad que defendía Franz Kafka, con ironía y vehemencia, en "El proceso" (en catalán, El procés). Lo que publica la prensa sobre el extraño amigo de la honorable señora Borrás es tremendo: ahora va la policía autonómica (que hoy ejerce de policía judicial) y dice que el amigo de la Consellera fue investigado unos años atrás por tráfico de marihuana, falsificación de billetes y otras lindezas. Hay que saber escoger a los amigos. Lo dije. Aunque yo también tuve amiguetes poco recomendables, debo decirlo.

El amigo de la Consellera Borràs formaba parte de un grupo de estudios ("Hermeneia", se llama, muy académico, muy catalán), fundado por ella, que convocó un premio literario por cuatro veces, en cuatro años sucesivos, en una bella población catalana que linda con la provincia de Castellón. Yo me lo guiso, yo me lo como, algo frecuente en los premios literarios catalanes. El señor amigo de la señora Consellera ganó dos veces el premio, lo cual le presenta como un literato de éxito más que rotundo. Jamás nadie ha ganado dos veces el Nobel de Literatura. Eso es muy raro ¿no creen ustedes? Y luego fue adjudicatario de unos encargos públicos fraudulentos, aunque eso deberá dilucidarlo la justicia. La justicia española, para la que está trabajando la policía autonómica. Bueno, parece que a veces vamos bien todavía.

Con todos esos datos (perdón: indicios solo y nada más que indicios) me permito intuir que el amigo de la señora Borrás es uno de esos amigos liantes y complicados a los cuales nos ata algún apego irracional y peligroso (todos conocemos el asunto de las amistades peligrosas, aunque solo sea gracias a John Malkovich y a Michelle Pfeiffer). Creo que me reconozco en Laura Borrás, en cierto sentido solo, y en su incapacidad de discernir entre amistades buenas y amistades tóxicas. La suya es de las segundas. Ese amigo la ha metido en un buen lío, y veremos como termina todo.

El asunto feo y triste del amigo de la Consellera de Cultura es lo único que le faltaba a la cultura catalana, que ya iba "a mal borràs", como decimos en catalán (que iba encaminada a un mal final, al abismo).

3 de des. 2018

Los siete nichos de Francesc Canals

Resultat d'imatges de francesc canals tumba

La primera vez fue durante un invierno. En las fotos voy cubierto hasta la cabeza y, conociéndome más o menos, deduzco más que recuerdo el frío que hacía aquel día, un domingo. Lo del domingo sí lo recuerdo. No recuerdo de donde me viene la afición por visitar cementerios. Pero recomiendo a todo viajero (incluso a cualquier turista) que no se pierda nunca la visita al cementerio de las ciudades o pueblos por los que pasa. Dicen que García Márquez sacaba los nombres de sus personajes de las lápidas de los cementerios. Yo lo hice alguna vez, y es muy recomendable: hay nombres redondos, sonoros o silenciosos, rimbombantes, antiguos, muy apropiados para un cuento aunque no sea de miedo. Hay lápidas que contienen una novela sintetizada en escasas palabras. Uno se da cuenta a veces, de que los esposos allí sepultados eran primos hermanos. A veces solo la fecha del deceso ya cuenta algo importante. Otras veces es el pequeño epitafio, o la frase votiva que estampó una esposa, un hijo. Quizás una amante. Las lápidas que ocultan el cuerpo de un niño producen un escalofrío, como esos juguetitos que le han dejado en el alféizar por si el muertito quiere jugar con el muñeco de peluche o el patito de goma que se marchita, tristísimo, guardián de la tumba. Hay patos de goma con una pata en cada lado del espejo y esos son como más serios a la par que más deslucidos.

Hay lápidas con fotos, y esas fotos aportan la psicología del muerto: un rostro agrio, una mandíbula solemne, una mirada furiosa, un gesto de bondad en la boca. Es una pena que se perdiese la costumbre de fotografiar al difunto. Dicen que la costumbre desapareció durante la Gran Guerra, ya que la gente se empachó con tanto muerto. Allí, entonces, empezó el ocaso de los muertos, que fueron desapareciendo del mundo de los vivos.

Va poca gente a los cementerios en los días comunes. Son espacios algo melancólicos pero apacibles. Aunque uno siempre anda con un cierto temor vago, irracional.

Llegué ante el nicho de Francesc Canals Ambrós ese domingo de invierno y me encontré a un vivo que barría el suelo ante el nicho con una escoba azul y rosa y muy viejecita. Iba vestido con ropa recogida de los contenedores, quizás de Cáritas. Su aspecto era miserable y estaba delgado en extremo. En sus ojos había bondad, una bondad cándida, una paz conquistada al finalizar la travesía de su infierno. Ciertas sustancias dejan huella en el cuerpo cuando son ingeridas durante largo tiempo, y el rostro no escapa al estigma. Me senté ante el nicho y entablé conversación con el hombre. Era un tipo agradable, parlanchín. Me contó que viene muchísima gente a visitar el nicho de Canals. De todas las partes del mundo, dijo. Rusos, apostilló, para demostrarlo. Vienen muchos gitanos, es verdad, le tienen mucha devoción al santet. Pero gente de todo el mundo. Latinos. Ayer estuvieron unos italianos.

Francesc Canals murió a los 22 y enseguida fue reconocido como un muerto milagrero, aunque dicen que, en vida, este chico que fue dependiente de los almacenes El Siglo de Barcelona, ya obraba grandes maravillas y además predecía el futuro. Una vez muerto, son muchos los que testimonian las curaciones que acontecen tras rezarle. Su nicho está rodeado por otros seis que se dejaron vacantes, para albergar los ex-votos y las súplicas de sus creyentes. Yo le escribo un deseo que no es para mí y lo introduzco en esa urna de cristal improvisada que hay ante la lápida. Mi hojita de papel se desploma entre cientos de otras. Le ofrezco papel y bolígrafo a mi interlocutor y él lo rechaza con un gesto veloz. "No hay que abusar", dice. "Yo le pedí y él me dio. Hay que ser comedido. La codicia no".

Saqué un par de fotos del nicho y otras de los seis nichos adyacentes, llenos a rebosar de estampas, muñecos, dibujos infantiles, objetos cotidianos y misteriosos (un peine, un zapatito, velones, vírgenes de plástico, flores, medallitas, unas gafas, piedras, monedas de países lejanos). Luego me marché. Me di la vuelta antes de doblar la esquina y el hombre de la escoba me saludó con la mano, y la otra asida a la herramienta que representa su ofrenda humilde, algo como una expiación, esa escoba azul.

He visitado la tumba dos veces más. El hombre de la escoba no estaba y me pregunté por él. Me acordé de que, el deseo que le escribí al santet en mi primera visita, se refería a él y me pregunté si no sería que el santo había obrado el milagro de darle una vida mejor y bien merecida a quien ha vencido al infierno provisto de una escoba de plástico vieja y ajada, su lanza de héroe mitológico. O por lo menos una muerte buena.

26 de nov. 2018

Ulises cuando era niño

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Llegó un niño nuevo a la escuela, en mitad del curso. Tiene ocho años. Vamos a suponer que se llama Khalid. Estamos en la isla de Chipre, esa que tiene forma de gota de agua que lleva el viento del noreste. O de lágrima que desciende en diagonal por una mejilla recostada y azul, azul como la mano del grumete.

La familia de Khalid apareció una mañana en la playa. Atrás dejaron una barca hecha añicos pero que, a pesar de todo, les había conducido hasta la costa de Chipre, en el lado griego. Atrás dejaron, también, una vida: su casa, su tierra, sus ovejas, sus amigos, su calle en donde jugaba, el balón con los colores de la Juve, los juguetes, los libros, la tacita en donde Khalid se tomaba su leche por la mañana. Todo eso quedó atrás, a unas millas marinas de distancia. A años luz de distancia. Khalid vivió, hasta ese día que amaneció en una playa como un delfín varado, como una ostra que la marea trajo, en un país en donde hay una guerra entre musulmanes a la cual acuden a bombardear unos cristianos.

Las autoridades griegas de Chipre se hicieron cargo de Khalid y lo escolarizaron. En una escuela en donde se habla en griego. En esta escuela, los niños de su clase leían un libro que se titula La Odisea, y Khalid, con la ayuda de sus compañeros y sus maestros, también lo leía. En esta escuela, cada niño tiene su ejemplar de "La Odisea" y lo leen en casa, para poderlo comentar al día siguiente en lo que llaman la tertulia dialógica. Khalid sintió enseguida que ese libro le emocionaba, que ese libro griego y muy antiguo le hablaba.

Pasaron los meses y luego los años, unos pocos años. Los caprichos de la guerra en su país hicieron que, en su ciudad, la guerra se apartase y se fuese para otra parte, como lo hacen las tormentas, las epidemias y las empresas extractoras: una vez han  devastado algo, se largan a un nuevo territorio. Su región había reencontrado la paz. Los musulmanes ya no luchaban allí por la mañana y los cristianos ya no les bombardeaban por la noche. Así que sus padres se propusieron volver.

De modo que, un día, Khalid se despidió de sus compañeros y de sus maestros y les contó, radiante de felicidad y de alegría, que regresaba a su casa y a sus ovejas, a su calle, a su balón de la Juve. Nadie sabía qué se iban a encontrar, que quizás la casa estaba medio quemada, que quizás había aparecido en su fachada una gran ventana nueva y ovalada, la que abrió un obús cristiano durante una noche. Pero estuviese como fuera, esa era su casa.

La familia de Khalid se estaba preparando para partir cuando el niño pensó que quería llevarse algo de su vida en Chipre y salió zumbando para la escuela antes de subirse al barco que le llevaría de vuelta a casa.

Llegó sudoroso a la puerta de la escuela y, sin resuello, preguntó por su maestra. Le pidió que le dejase llevar su libro preferido, "La Odisea". Quería el ejemplar que leyó. Ese libro griego y antiguo que él sintió que le hablaba, y del que llegó a pensar que ese libro había viajado a través de miles de años para que el, Khalid el extranjero que llegó en una barca, fuese su lector. Pensó que ese autor griego, antiguo y ciego, lo escribió pensando en un niño lector que lo leería miles de años más tarde en una islita que tiene forma de lágrima.

La secretaria de la escuela le preguntó a la maestra: ¿Y... como sabremos cual es el ejemplar que leía Khalid?. No te preocupes, le respondió la maestra, no hay posibilidad de equivocarse. A lo largo del curso en que Khalid leía "La Odisea", subrayó todas las palabras griegas que significan "hogar". Solo tengo que buscar ese libro.

22 de nov. 2018

El 20N con el Tercio de Montserrat

La escultura del monaguillo (memoria escultórica de una historia muy triste) que recauda donativos está a pocos metros de la bandera del Tercio de Montserrat, que la milicia falangista catalana donó a la Abadía de Montserrat tras ganar la guerra. Y ambos al lado de la imagen de la Moreneta.
¿Qué se venera en Montserrat?


El mismísimo martes 20 de noviembre nos fuimos de excursión escolar a visitar la montaña y la basílica de Montserrat con los niños y las niñas, todos de familia musulmana. Del mismo modo que visitamos la mezquita en septiembre, o museos y parques varios. Y otras instalaciones del bendito país. La educación consiste, entre otras cuestiones, en ampliar las miras, conocer lo lejano e interactuar con ello. A la excursión a Montserrat se apuntaron algunas madres y un hermano mayor. Ellas con el velo y sus abrigos largos, él con sus rasgos y su gesto. El día fue gris y aciago, y la montaña se encontraba sumida bajo un manto de niebla que la dejaba ensimismada y cabizbaja.

Había algo irreal en manejarse por este paisaje brumoso, como estar flotando en medio de una nube que impedía la visión a pocos metros. Las siluetas de las esculturas (santos, monjes, monjas, reyezuelos) mostraban su perfil más siniestro, como fantasmones procedentes de una dimensión paralela y más atroz. Alegorías de la muerte, de la pederastia, de la tristeza. Una de las madres musulmanas, viendo la representación del Cristo agónico, me dijo: "Pero... ¿qué le hicisteis a vuestro profeta?". Lo dijo con cierto estupor, quizás amedrentada en exceso por la presencia, glacial y turbia, de esa niebla blanca, pegajosa, esa extraña argucia de Dios para confundir o asustar a creyentes, infieles, descreídos con flojera y ciudadanos en general. Ni un comunista ateo de toda la vida sería insensible a la niebla que envuelve los lugares sagrados.

Nos pusimos en la cola para visitar a la virgen. Unos ciento cuarenta niños musulmanes en medio de un sinfín de japoneses, centenares de japoneses, incontables japoneses (la niebla sumía en la tiniebla blanca a la hilera de personas, la convertía en infinita). Me pregunté qué podría provocar en la mente de la madre musulmana que se sorprendió ante el profeta torturado esa manifestación japonesa tan masiva. La cola para visitar el cambril de la Moreneta avanza muy despacio. Uno se va fijando en las pinturas y los esgrafiados, en donde aparecen personajes con turbante, al fondo y a la izquierda, cayendo muertos ante unas murallas, y ante el embite de un rey cristiano de cuyo nombre no me acuerdo. Se me ocurrió rezar para que los niños no viesen a los moros muertos en una pintura que decora un templo, y mi plegaria fue atendida por Dios.

A veces funciona.

Ascendimos por las escaleras que llevan ante la imagen. La luz es cada vez más mortecina y el pasillo más estrecho. En el último rellano, a muy pocos metros ya de la Moreneta, hay una gran vitrina. dentro de la cual, la bandera del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, que le fue ofrendada al abat tras la guerra y el abat, displicente, la situó cerca de la Virgen Santa. Salve Regina, Virolai Vivent. Ahí está.

Para que luego digan sobre el franquismo y Cataluña y España y blablablá, que todos los españoles eran franquistas y todos los catalanes, buenos, democráticos y blablablá. Se debe recordar que el franquismo lo sufrimos todos los españoles, no solo los catalanes. ¿Se debe recordar eso? Quizás se debería recordar que no todos los catalanes sufrieron el franquismo, ya que algunos lo pasaron muy bien durante la dictadura. (Y algunos de esos algunos están en el partido del Sr. Torra, o en el del beato Junqueras).  Pero volvamos al asunto: la virgen está encerrada dentro de una urna. No una urna para depositar votos ni una urna para guardar cenizas de muertos: un cristal la protege, como a los votos, como a todo lo que es sagrado en Cataluña. Hacía décadas que no estaba allí y no recordaba la urna de cristal que protege a la estatuilla. Una estatuilla que, por cierto, vi algo desmejorada y (aleluya) sin ese lazo amarillo que dicen que le puso alguien tiempo atrás en el dedito de la diestra, la que sostiene el orbe. Vaya ahí el dato: los monjes de Montserrat no deben tolerar los lazos, porqué no vi ni uno solo en todo el recinto.

A veces pasa.

Pero... (¡Ay, ahí esté el "pero" ineludible). Pero una de las niñas me cuenta que, en el interior del templo, al pasar ante una feligresa, ha escuchado como esa le espetaba: "No me gusta que vengan aquí los musulmanes". Yo le respondo algo sobre la ignorancia y su pequeñez, sobre la nula importancia de una opinión individual. Creo que la niña entiende mi respuesta. A sus once años -pero también antes- uno debe estar preparado para afrontar la estupidez que campa por el mundo y que puede albergarse en un templo, de la religión que sea: hay una tremenda igualdad entre los dioses, así como entre los hombres: la insensatez es muy democrática. A la vuelta, me abstengo de comentar la anécdota de la bandera del Tercio de Montserrat entre mis colegas. ¿Para qué mencionarla? ¿Con qué objetivo? ¿Con qué pretensión de validez? Tengo la suerte inmensa de vivir en un ecosistema laboral en el que hemos consensuado -sin debates- soslayar el asunto nacional y nacionalista, lo cual es casi casi casi... Casi un milagro.

A veces suceden.

18 de nov. 2018

En el Purgatorio se habla catalán

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De repente, se me vino a la mente aquella frase que no recuerdo quien diablos dijo: "Hay un cielo, y está en la Tierra". La verdad, no se en qué lugar de la Tierra podría situar el Cielo: ¿en un paraíso fiscal? ¿En Dinamarca? (No lo creo, hace mucho frío, un factor que contrapesa la tanta política socialdemócrata). Andorra es poco celestial, aunque a la família Pujol se lo pareciese. Se me ocurrió la réplica: "Hay un purgatorio en la Tierra, y se llama Cataluña".

Decir que Cataluña es el Infierno sería una exageración desmedida, como decir que los políticos nacionalistas de acá son nazis: a lo sumo, son aprendices, nada más que becarios. El infierno quizás está en el Yemen bombardeado por los amigos árabes, en el Afganistán en guerra permanente, en la Libia, en la Palestina. Eso se parece más al infierno. Cataluña, sin embargo, se parece más al Purgatorio, que es lugar de penitencia, contrición y suplicio suave, con mesura. Como todo lo catalán: con mesura, sin pasarse. La propia sardana tiene algo de baile penitencial, ridículo, con las pertenencias amontonadas cual pequeño vertedero de residuos enmedio del círculo. Como la barretina, que es el gorro más ridículo jamás pergeñado por la mente de un diseñador de gorros. Como la literatura catalana en catalán, pobre y anémica, caricatura de la literatura universal.

El otro día vi al presidente cantando, en sede palaciega, "L'hora dels adéus", enlazando sus manos con otros. Un ejercicio de nostalgia vacía, rememorando cuando era un chavalillo con pantalones cortos y de pana, cuando ya tiene la frente arrugadita, como la pana. Solo en el Purgatorio es posible un presidente así. Hace un tiempo, el dramaturgo Albert Boadella dijo que la lengua catalana crea infelicidad. Fué una de sus boutades, una provocación. Pero quizás solo fue una boutade aparente, quizás no era una provocación. Puede que sea así, y eso reforzaría la hipótesis purgatorial. Me gustaría recibir testimonios de eso para reforzar la formulación de la hipótesis ¿es el catalán la lengua del Purgatorio?

Hace unos días, sentado en una mesa con siete alumnos de origen magrebí, debatíamos sobre cierta cuestión estética y buscábamos propuestas. Cuando se dirigen a mi lo hacen en catalán, y cuando se lo cuentan entre ellos, en otra lengua. ¿El árabe? ¿El amazig? No. El español. Entre ellos hablan en español. Esa es la lengua vehicular que funciona entre ellos, la lengua de encuentro, la compartida, la reconocible. La lengua común es el español. Creo que, cuando se dirigen a mi en catalán, lo hacen así porqué saben que esa es la lengua de la institución, la que toca. Pero no la que mejor les va. Si entre ellos hablasen en árabe pensaría que, como es muy natural, recurren a la lengua materna. Pero sin embargo no es así: recurren al español. Que cada uno piense lo que crea más oportuno, pero eso es una evidencia. Las cosas son así, no me invento nada. Lo que cuento es empírico. Creo que cuando se dirigen a mi, en catalán, saben que deben hacerlo así por la normativa vigente, la ley y todo eso. Porqué esa es la ley del Purgatorio. Sus padres eligieron (sin saberlo, me temo) emigrar al Purgatorio. Los niños y las niñas aceptan la realidad, renuncian: son estoicos en estado puro. Pero saben.

Que los niños y las niñas hablen español en el patio del cole es algo aceptado: hay un deje estoico, también, en los políticos del Purgatorio catalán. Que lo hagan en las aulas, cuando hablan entre ellos, es otro asunto. Es algo más profundo. Yo podría supervisar, prohibir, reprimir: pero ¿para qué? ¿Quién puede ponerle puertas al campo? Sin embargo cumplo con mi función: les recuerdo que la lengua de la escuela es la que es. Se lo repito. Ellos me miran, asienten. Obedecen. Obedecen durante diez o quince segundos. Luego vuelven a lo suyo. ¿Puertas al campo?

El otro día leí un artículo en El Periódico firmado por Jenn Díaz, diputada por ERC en el parlamento catalán. ("Jenn" es la apocopación de Jennifer, tal como usted suponía. Jennifer Díaz Ruiz). La diputada dice, en su artículo en la prensa, que en Cataluña hay una cultura que se expresa en idioma español, y que debe ser respetada. Lo dice en noviembre de 2018. ¡Bienvenida al mundo, Jenn! Más vale tarde que nunca, Jenn. Tu amiga Bel Olid no se ha enterado de nada todavía, ella vive en su Neverland cuya capital es, quizás, Waterloo, por lo menos. O algo peor. Celebro que Jenn haya descubierto un fenómeno llamado "realidad", que podríamos definir (aunque eso es muy difícil) como el conjunto de las evidencias empíricas y demostrables compartidas por la mayoría. Jenn ha descubierto que en Cataluña hay quien escribe en español. Quien canta en español. Creo que Jenn quería referirse a Rosalía, la cantante que ha dado al traste con la bromita indepe del pueblo imaginario de Sant Esteve de Les Roures, ya que la artista nació en Sant Esteve Sesrovires. Y no solo eso: Jenn también ha decidido que esa evidencia debe ser respetada. Creo que el descubrimiento de Jenn demuestra mi hipótesis: Cataluña es el Purgatorio. Quizás estaría bien que Jenn hablase con Laura Borràs, la consejera de cultureta. Por lo de las subvenciones a la cultura, que son pocas pero solo atañen a quienes se expresen en lengua catalana.

Bueno, sea lo que sea, creo que debemos ir recogiendo pruebas de que haber nacido en Cataluña es algo así como un castigo pero algo menos. El Purgatorio. Aunque no soy muy de misa, creo que eso del Purgatorio existe. Y tiene grados: en Gerona es más duro, más estricto. En Barcelona algo menos  severo y, en Tarragona, más dulce. En función de los pecados cometidos en la vida anterior, uno cae más al norte o más al sur del Purgatorio cuando, tras la muerte, nuestro Señor le sitúa en una latitud u otra del mapa purgatorial catalán. Hay un Purgatorio, sin duda alguna. Creo que yo pequé bastante. Pero no mucho: de haber sido mucho, habría nacido en la ciudad de las flores y las moscas de San Narciso, como el prófugo Karles.


14 de nov. 2018

Esperar al amanecer en Cataluña (del Diario de un unionista)

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Lo que se cuenta a continuación sucedió, hace dos días, en sede parlamentaria (o pseudo-parlamentaria, ya que sucedió en el Parlamentet regional catalán): la oposición pregunta:
-¿Cuántos menores inmigrantes durmieron la noche pasada en las comisarías de los Mozos de Escuadra por falta de plazas en los centros de menores?
Y el gobierno responde:
-Cero.
A lo que la oposición rebate:
-Según fuentes de los Mozos de Escuadra, ayer durmieron en dependencias policiales 15 niños.
Entonces, el gobierno lo niega, con el siguiente argumento:
-No es cierto: hubo 15 menores en sedes policiales, pero llegaron a las comisarías a partir de la una de la madrugada. De modo que no durmieron en las comisarías, solo esperaron al amanecer en comisaría, ya que cuando uno ingresa más tarde la una no duerme, solo espera el amanecer.

La respuesta es digna de Groucho, pero es la respuesta oficial de un conseller de la Generalitat. Este es el nivel que tenemos. De modo que ya lo sabe usted: si usted vive en cataluña y se acuesta más allá de la una de la madrugada, que sepa usted que no va a dormir, solo espera el amanecer. Yo mismo, por ejemplo, acabo de descubrir que muchas noches en las que me acosté tarde (por motivos de trabajo, de mal de amores, de inspiración literaria o incluso pictórica, de insomnio o incluso de jolgorio, muchos años atrás) resulta que no dormí, aunque esa era mi pretensión tardía. Solo esperaba el amanecer, que no es lo mismo que dormir.

Hace muchos muchos años, y en un país que era este pero parecía ser otro, me quedé ensimismado en un balcón del Pirineo contemplando las estrellas. Era la noche de San Lorenzo. La verdad es que vi apenas dos meteoros, pero mi fe me mantuvo allí, con los ojos como platos, hasta más allá de las tres. Me levanté a las ocho y dije: he dormido cinco horas. Ahora descubro que mi frase era incorrecta: debí decir "he esperado el amanecer durante cinco horas".

Con eso queda casi todo dicho sobre la sensibilidad de los políticos del gobierno catalán hacia los menores inmigrantes (casi todos marroquíes) que llegan a Cataluña, la tierra de acogida. Con eso queda todo dicho sobre el gobierno catalán. En su mundo de estrategias para alcanzar la república, ¡qué importan una quincena de chavalillos moros! Lo nuestro es mucho más importante. Muchísimo más. Como me dijo hace un tiempo una independentista de tomo y lomo: "tu no entiendes la verdadera dimensión de lo que está sucediendo, porqué es tan grande y tan importante que tu cabecita no lo puede comprender". Sin embargo, mi cabecita limitada, despacio y paso a paso, va comprendiendo la verdadera dimensión de lo que nos sucede.

¡Todo es tan confuso, tan raro, tan trágico, tan cómico a veces, tan grotesco...! Hoy he leído que los CDRs de Sant Cugat del Vallès han cubierto de pintura amarilla la entrada al bloque de pisos en donde reside el juez Llarena. En este bloque residen él, su familia, y unas cuantas familias más. Los CDRs han grabado su hazaña revolucionaria en un video y lo han colgado en las redes. Lo han difundido bajo el epígrafe "Tombem l'estat" (Derribemos al estado). No tengo noticias de que, a lo largo y ancho de la historia, se haya derribado a ningún estado con tres botes de pintura amarilla, pero eso debe ser por que soy un mal catalán y no me doy cuenta de la magnitud, de la trascendencia del acto de lanzar tres botes de pintura amarilla contra la puerta de un bloque de vecinos. Ya me perdonarán: ser un mal catalán conlleva déficits cognitivos como el mío.

La pintura amarilla en el portal de Sant Cugat, así como las tres latas que la contenían, serán retiradas por operarios u operarias (públicos o privados, chi lo sa) que no comprenderán nada del suceso, como yo. Serán personas con cero apellidos catalanes de pura cepa. Quizás inmigrantes, o currantes de los pueblos de al lado, todos ellos con sueldos ínfimos. Deberán esforzarse en limpiar la pintura de los jóvenes revolucionarios de la Cup local, y es probable que la tarea les impida acostarse antes de la una de la madrugada. Gracias a los revolucionarios de la Cup, es muy probable que, este noche, en vez de acostarse tarde, se tengan que limitar a esperar al amanecer. Eso les pasa por haber caído en Cataluña. Ya es mala suerte.

11 de nov. 2018

Javier Pérez Andújar y los quinquis


Uno de los libros más queridos que he leído es "Paseos con mi madre", un libro que me enseñó a amar la escritura de Javier Pérez Andújar. He leído otros debidos a su prosa, pero ninguno superó la emoción y el conocimiento que me proporcionó este. Seguí a Pérez Andújar por las crónicas parlamentarias de El País, y a día de hoy las columnas de El Periódico.

Debo decir que no todos los artículos del autor cumplen las expectativas que uno ha puesto en él, pero a veces pasa. El sábado 10 de noviembre publicó "Los quinquis" y se renovó el milagro. Ahí está de nuevo la magia, el verbo hecho carne, hecho verdad. "Verdad" es, quizás, la palabra que más me repito cuando intento hablar de Javier Pérez. Verdad y mala leche y algo de resentimiento. El resentimiento bien entendido es la semilla de la gran literatura. Pérez Andújar reivindica la cultura popular, los tebeos y los bolsilibros, pero su prosa es magnífica, de vuelo alto, de imagen sorprendente, de comparación sublime. Aunque debo decir más cosas: intuyo en Javier Pérez algo de una pereza que entiendo porqué la comparto. En "Los quinquis" se menciona el asunto: la concisión es un valor. Escribir poco y concentrado. A Marx y a Engels les bastó con un solo manifiesto. Moisés dijo todo lo que quería decir en diez frases (y algunos proponen quedarse solo con dos, en un ejercicio de concisión extrema). Javier no escribe mucho, pero quizás lo suficiente.

Escribo ese homenaje a Javier Pérez porqué tenía pensado escribir algo sobre los narcopisos, sobre el barrio chino de Barcelona. A tenor de las noticias que aparecen de repente, y que uno no sabe interpretar muy bien. ¿Es una maniobra de los de siempre contra la alcalde Colau? ¿Qué verdad hay cuando se habla sobre la "inseguridad" en el Raval? ¿A quién beneficia eso? Ahí: ¿quién sale ganando con eso?  Y ¿cuánto gana el que sale ganando? La lectura de "Los quinquis", en El Periódico del día 10 me ha hecho olvidar mi intención: yo jamás escribiría algo mejor, así que mi ejercicio de concisión es ese: no escribir sobre el asunto. O escribir una reseña sobre su artículo. Una reseña de un artículo en la prensa es un comentario prescindible, una anotación en un diario personal, privado: "Hoy leí lo que dice Javier Pérez de la lucha contra los narcopisos del barrio chino". Punto final. Javier Pérez reúne, en las pocas líneas de su columna, a Tolstoi, a sus recuerdos infantiles en San Adrián, a los ya citados Moisés y Marx, al evangelista Mateo. Inténtelo usted, en 50 líneas, y pretenda, además, contar la verdad. Es decir, su verdad. Lo que para usted es lo verdadero, que no es lo mismo que la verdad. Yo no puedo hacerlo, lo confieso. O por lo menos: no puedo hacerlo mejor que él. Insisto: Javier Pérez es el mejor escritor catalán del siglo. Digan lo que digan la consellera Borrás y sus amigos del grupo Koiné.

¿Qué está pasando en el barrio chino, ese barrio que ahora se llama "Raval"? Bueno, la respuesta es muy sencilla: cuando a uno le quitan las pocas certezas que tiene, las cosas empeoran. Aquí y en la Conchinchina. Si el trabajo disminuye y es más precario, si te pueden echar del piso en cuanto les de la gana a los señoritos, si las leyes no te protegen, si la cosa se pone muy fea... ¿tiene sentido preguntarse por qué vuelven los quinquis? Incluso preguntarse: ¿vuelven?

En los 80, esa época lejana que dicen que vuelve, los quinquis me quitaron el reloj una vez, y otra una calculadora que llevaba para un exámen de matemáticas. De mi casa al Insitituto San José de Calasanz (el que ahora se llama Moisès Broggi, porqué cambia de nombre quien puede, quien se lo puede pagar) había 200 metros. En esos 200 metros me mangaron la calculadora. Hicimos un trato, el quinqui que me atracaba y yo: te doy la calculadora (una Casio con funciones científicas comprada en Andorra) y me dejas que me vaya en paz, que casi llego tarde. Suspendí el examen pero no por la falta de la calculadora, si no porqué no sabía nada ni había estudiado y además no me podía concentrar en los problemas. Al Fabi, el quinqui que me mangó la calculadora sin necesidad de mostrarme la navaja que aseguraba llevar en el bolsillo derecho de su chupa de cuero falso, le encontraron muerto poco más tarde. Creo que se estampó, con el coche robado que conducía, contra un muro. O quizás se despeñó por un barranco. No lo recuerdo bien: se que murió en un coche robado cuando intentaba zafarse del coche de la policía que le perseguía. Lo cuenta así de bien y de conciso Javier Pérez: los quinquis lo pagaron muy caro.

Ahora lo pagarán muy caro otra vez. Quienes centrifugraon el dinero robado des del Palau de la Música envejecen, nobles y elegantes, en las pantallas. Están pulcros y aseados, con unas canas bien estudiadas en su testuz de ciervo adulto, veranean en la costa, declaran cosas, hablan de las razones, del pueblo, de la verdad. De la parte de verdad que hay en las mentiras. Hablan de naciones, de países, de democracia, de derechos, de mandatos democráticos, de libertad. El cuerpo de mi quinqui, aquel Fabi que murió en 1980, es un puñado de ceniza áspera y amarillenta en un nicho de vete a saber qué cementerio. Dicen que vuelve.

9 de nov. 2018

Virgencita, que me quede como estoy (del Diario de un unionista)

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Leo quienes serán los integrantes del Fórum para redactar una constitución que implemente una república catalana (o algo así pero más largo y más rocambolesco, al estilo de los monólogos de Cantinflas). Los redactores de la constitución catalaneta serán: Lluís Llach, Dante Fachín, Marina Rosell, Núria Feliu, Beatriz Talegón (al tanto con el apellido, muy oportuno), Ramón Cotarelo, Toni Albà, Pep Ventura, Mossèn Ballarín y un etcétera no muy extenso. Todos ellos actuarán bajo la estricta vigilancia de Puigdemont, que delega la supervisión en un tal Comín (si no saben quien es, pregunten por él en cualquier hospital público catalán, de los pocos que nos quedan). A lo mejor me equivoco en algunos nombres de los ponentes constitucionales, pero creo que eso importa poco. Lo significativo es el espíritu de la cosa.

Hace unos pocos años, un juez en excedencia redactó una constitución catalana de la que (no entiendo porqué) ya no se habla, como si jamás hubiesen existido ni el juez ni su redactado ocioso, pero suculento. La constitución catalana del juez Vidal daba escalofríos. Creo que, tras la lectura de un resumen de la misma, me dió un síncope y terminé en urgencias. Me diagnosticaron una bronquitis infecciosa y jamás he resuelto el entuerto: ¿la lectura me provocó una infección o la infección me dió tanta fiebre que, en el delirio febril, leí algo que no debía?

Tras la lectura del proyecto constitucional del juez Vidal, y mientras andaba camino del ambulatorio, solo tenía una idea en la cabecita: virgencita, que me quede como estoy. El proyecto de Vidal ponía por escrito y artículo tras artículo el sueño delirante de cualquier populista derechón que sueñe en redactar constituciones nacionales. Podrían mandarle el borrador de Vidal a Bolsonaro, seguro que le encanta.

Si ya me dio un malaje con la constitución del juez en estado de gracioso ocio, imagínense ustedes lo que siento tras saber quienes serán los padres y madres de la nueva constitución catalana. La anterior salió de la pluma de un jurista, y era pá verla. La nueva sale de cantantes y mediáticos varios, amén de ignorantes reconocidos en cualquier campo del conocimiento humano, como el señor Fachín.

La Constitución de 1978, esa de la que tanto malhablan, la redactaron políticos, juristas, diplomáticos, etc. La catalana en ciernes la redactarán famosillos de medio pelo. La Consti del 78 salió del diálogo y del consenso entre diferentes, diversos y opuestos. La catalana nacerá del festival nacional-onanista de una panda de amiguetes. Lo dicho: Virgencita, que me quede como estoy.

No es nada osado imaginar que las reuniones del grupito constituyente se celebrarán a lo largo y ancho del mapa catalanet (de la Cataluña interior y la gerundense: una paellita en Casa Rahola de Cadaqués, una costellada en Vic (durante la matanza del cerdo), una ratafiada en Olot. Para demostrar que no menosprecian a la costa barcelonesa, habrá una mariscada en Sitges (cuyo ayuntamiento sigue siendo estrictamente pedecatiano). Uno no debe esforzarse mucho para sospechar que clase de redactado saldrá de semejante agenda. Artículo uno: Cataluña es una nación desde que el mundo es mundo: lo demuestran las cuatro rayas esgrafiadas en una roca de Montserrat, en pleno paleolítico. Artículo dos: Cataluña es una nación y España no. Y así hasta el infinito. ¿Hasta el infinito? ¡No! Hasta el artículo 1714, que reza: Artículo 1714: La mejor composición musical de todos los tiempos, sin menoscabo de la sardana, es "País petit" de Lluís Llach.

Virgencita, virgencita, que me quede como estoy. Y que me quede amparado por la Constitución española, Virgencita, esa constitutción que, de tan abierta y generosa como es, incluso permite que un grupillo de fantoches famositos redacte constituciones regionales para goce y disfrute del pueblo. Del pueblo catalán, siempre atónito pero siempre agradecido. Virgencita... ¡ampárame!.

5 de nov. 2018

La noche terminó mal (¿Se puede ligar en catalán?)

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En la noche catalana no se habla catalán. Se liga, se fiestea y se juerguea, pero en castellano. No lo digo yo (pobre de mi, que estoy mayor y no practico). No lo digo yo: lo dice la intelectualidad catalana de pro y de procés. Lo leí en una crónica periodística de un medio afín al régimen catalán. Hicieron un simposio sobre la noche catalana y admitieron que la lengua de la noche no es la catalana. Dicen: hay una hora de la noche en la que la lengua catalana desaparece. La lengua catalana tiene una conducta como la de la Cenicienta. Se larga a las 12 y nadie sabe adónde se ha ido.

A continuación, los contertulios del simposio hicieron algunas propuestas para recuperar el catalán como lengua de seducción: a mi, de todas las propuestas, la que más me gusta es esa: hay que desacomplejarse y programar un mix de Núria Feliu en mitad de la juerga, sin miedo. Lo propone un empresario de la noche. Y lo argumenta tal que así: una mala canción vacía la pista de baile, pero llena la barra. La pela, la caixa. Un argumento brillante de veras.

Leo sobre el asunto y descubro que los ponentes en el debate sobre la ausencia del catalán en la noche catalana constatan realidades pero no profundizan, no buscan razones ni motivos. Buscan alternativas, eso si, alternativas ingeniosas como la ya mencionada que trata de Núria Feliu. Todas las alternativas que proponen se pueden situar bajo el epígrafe de "perder la vergüenza, arriesgarse". Por lo que veo, nadie sugiere un mix de Lluís Llach: una cosa es que se vacíe la pista de baile entre risotadas o improperios y otra muy distinta que se vacíe el local en desbandada.

La lengua catalana ¿no sirve para divertirse, para ligar o para pedir cubatas? Eso es un asunto muy peliagudo, y en esta pregunta se puede hallar el drama verdadero. Tantos millones invertidos en la normalización lingüística y resulta que no, que nada de nada. Igual será que a los machos catalanes les atraen las mujeres latinas, o a las mujeres del territorio .Cat les van los hombres del sur. Vete tu a saber. Creo que es más complejo que eso.

Leo que la mesa que debatió del asunto estaba moderada por el lingüista y traductor Pau Vidal, que es uno de los redactores (o por lo menos uno de los abajofirmantes) del Manifiesto Koiné, el manifiesto que proponía prohibir el castellano en Cataluña por ser lengua vehicular de colonos y fascistas. Me pregunto si a este hombre se le ocurrió alguna pregunta inteligente tras escuchar el fracaso del catalán como lengua vehicular del ligoteo. No es una cuestión menor, ni valen las ironías. Es algo importante y grave. Quien liga en español crea un vínculo muy profundo con la lengua del ligue. Y a mi me da que, aunque pongan "Sopa de cabra" o "Els pets", "Sau" o la "Companyia Elèctrica Dharma" por eso de perder los complejos, la peña no se pondrá a ligar en catalán. Este territorio está perdido, y la derrota es muy significativa. Muy mucho. Lo sabe todo el mundo, de la misma forma que todo el mundo sabe que el emperador anda desnudo en el desfile aunque solo lo diga el niño. Que todo el mundo sabe que la dansaire del mantón de Manila hizo un ridículo estrepitoso.

Unos meses atrás, un fenómeno musical (me ahorro adjetivos cuando un fenómeno se adjetiva solo) llamado "Ovidi 3" se marchó a Waterloo para hacerle un recital privado al ínclito presidente legítimo. Los integrantes del grupo son de la Cup. La extrema izquierda catalana no conoce límites ni fronteras ni sabe de vergüenza ni de ná. Entre ellos está uno de sus líderes, el de la alpargata. "Ovidi 3" cantan versiones de Ovidi Montllor, huelga decirlo. Y otras perlas de la gran música catalana. Catalana o valenciana, qué más da. No me imagino una juerga en el chaletazo de Waterloo. Intuyo que hubo algo de réquiem en el concierto. A los catalanes identitarios el réquiem les pone mucho: la tragedia patria, etc.

Me pregunto: ¿sería posible ligar durante un réquiem? Quizás si, con las emociones trágicas a flor de piel todo es posible. Y con un poco de ratafía en el gaznate, mejor. Pero las discotecas son otro asunto. Me ha llevado un poco de esfuerzo, pero al fin se me ha ocurrido un diálogo discotequero, en una dance floor muy catalana. Pongamos que hablo de una disco, en un polígono a la salida de Olot, dirección Amer:

-¡Uy! ¿Estás escuchando a Sopa de Cabra como yo? ¡No me dirás que no te pone recordar el sacrificio patriótico de Rafael de Casanova! ¿Una copa, por Cataluña? Cada uno paga la suya, por supuest.
-¿"Por supuest"? -pregunta ella, glacial y con una ceja alzada.
-"Por supuest" es catalán, catalán genuíno. En español sa dise "por supuesto", pero al español es lengua de colonos franquistes. ¿No lu sabías? ¿Un Ron Pujol con Cola catalana, la del burro? ¿Una ratafía con tónica?

4 de nov. 2018

La jornada laboral del señor J. Torra

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La agenda de los políticos es la lista de sus prioridades, de sus planes, sus proyectos. Hablo de proyectos políticos entendiendo (o sobreentendiendo, quizás con ingenuidad) que hacer política es procurar por el mayor bien posible para el mayor número posible de ciudadanos. En el caso de la agenda del señor Torra, veo una agenda en blanco. La veo sin ser vidente.

En otro sentido, la agenda es esa libreta en la que uno anota, en la fecha correspondiente, las citas que debe recordar: la visita al osteópata, comida con Fulanito, cumpleaños del sobrino, llamar al gestor. Esta agenda está repleta de anotaciones. Hay muchos eventos en esta agenda. La feria del higo, la del ajo, trobada de puntaires, de bastoners, reconstrucción amateur de la batallita de Talamanca, etc. Ahora vendrán los pesebres vivientes y los pesebres muertos, la pasión de Esparraguera (la pasión, la pasión...).

Al president no le hemos oído ni una palabra sobre bienestar, sobre salud, sobre educación. La flamante consellera de cultura opina, a veces, sobre los autores catalanes que escriben en castellano. Pero opinar no es hacer política. El conseller de educación divaga sobre lenguas, plurilingüismo e interculturalidad. ¿O es sobre interlingüismo y multiculturalidad? Vaya lío. Divagar está bien, pero no es hacer política. Sobre el resto de consellers, nada. Sin noticias, como nos pasó con Gurb (el extraterrestre, no el pueblo al lado de Vic, del que si tenemos noticias: según Tv3, en Gurb se originó la tradición irlandesa de Halloween).

Me sorprende el silencio, las páginas en blanco de la agenda política. La ausencia de acción política. Me intento poner en la piel del president o de un conseller (incluso de una consellera).
Hoy es lunes, vamos a suponer. Tengo que levantarme para ir al trabajo. Suena el despertador, me desperezo, me ducho. Mientras desayuno pongo la radio, no vaya a ser que una riada me impida el traslado hasta el lugar de trabajo. Ojalá fuese así, me digo para mis adentros más internos. Luego me visto. Bajo a la calle. Menos mal que han cambiado la hora: luce un sol espléndido, ese sol cariñoso de otoño, esas lentejuelas dulces en el aire. Saco el coche del parking y emprendo el camino al tajo. 
Llego a la oficina. Saludo a algunos. Me siento en el despacho. Ha empezado mi jornada laboral. Como hemos supuesto que es lunes, queda todo el lunes y cuatro días más. Sin olvidar que el sábado debo acudir a un evento popular, en donde deberé decir algo, aportar algo. Enciendo el ordenador y espero que arranque el Windows, con ese zumbido ronroneante de la máquina. La pantalla destella. Fantástico, todo en marcha. Encima de la mesa hay dos portafolios con folios en su interior. Como debe ser. Todo en orden. Me pagan por pensar, de modo que me pongo a pensar. Al cabo de un buen rato de pensamientos, levanto la mirada y contemplo el reloj en la pared, justo al lado del retrato, someramente enmarcado, del presidente. Vaya. Solo llevo media hora de jornada laboral y ya no se en qué más pensar. Un correo electrónico me anima por un instante: quizás llega algo importante. Pero... ¡vaya! Los trabajadores de no se que sector se quejan de la paga extra que no llegó, y de las malas condiciones en las que deben trabajar. Según ellos, claro, según ellos. Qué molestia, por Dios, esos trabajadores con sus reivindicaciones y sus reclamaciones y sus derechos infinitos... ¡pero bueno! ¿Acaso no se dan cuenta de la tragedia nacional que vivimos? ¿Como se puede ser tan egoista? En la clase obrera hay una insensibilidad mitológica. Nota mental: debería escribir un tratado sobre el asunto. Esa gente sería capaz de dar la lata con sus derechos laborales incluso cuando hubiesen explotado todos los volcanes de Olot.  
Sigamos adelante con la jornada laboral. Alguien dirá que llevo una vida fácil, que me pagan un montón de dinero por hacer poco, solo por estar sentado y pensar. Pero no se dan cuenta, insensibles y narcisistas, del sufrimiento que vivo, de lo árdua que es mi tarea. Me gustaría verles, a esos, en mi lugar. Bueno, no. En realidad, no me gustaría nada verles en mi lugar. Prefiero estar yo en este lugar, el mío. Y a ellos, en el suyo. El momento trágico de la patria, me repito. El momento excepcional. La historia nos llama, debemos darle una respuesta de altura. Quizás debería fichar asesores, más asesores. Intelectuales de los buenos. Aunque con cuidado: la mayoría exigen compensaciones. Compensaciones económicas, claro. No se conforman con una creu de sant Jordi. Nadie me asesora por idealismo. Cada vez que me piden dinero por su docto asesoramiento me sulfuro, y me muerdo la lengua para no espetarles aquello tan bonito del Kennedy: no te preguntes qué hace la patria por ti, pregunta qué haces tu por la patria. 
A mediodía salgo a la calle. Lo hago a paso ligero pero sin prisas, no vaya a ser que un paparazzo sugiera que me largo para Waterloo, a los paparazzi les carga el diablo, son malos requetemalos. Hora del almuerzo. Las tripas rugen: pensar consume mucha energía, hay que reponerla. Mientras ando camino al Restaurant Virolai Vivent, me cruzo con una gitana que lleva dos barras de pan bajo el brazo. La miro. ¡Esas gitanas...! Mira la cara de despreocupación que lleva, ese gesto indolente, esa pachorra. ¡Claro! No tiene nada que hacer. Así cualquiera vive feliz y en su limbo, sin el sufrimiento de tener que pensar en el destino (trágico, siempre trágico) de la patria sometida, expoliada, vilipendiada, ocupada, colonizada, etc. Así cualquiera. 
Me olvido de que las dos barras de pan de la gitana pagan el Iva. De que ella ha pagado el Iva. Me olvido (es comprensible el olvido -con tanta tragedia nacional de por medio cualquiera se olvidaría) de que una parte de este Iva viajará hasta Madrid (¡Madrit!) y luego volverá y se meterá en mi bolsillo. En mi nómina de final de mes hay un pedacito del Iva de esas dos barras de pan de la feliz/infeliz gitana. Bueno, visto así, es justo que ella contribuya a sustentarme. Quien no sufre los tormentos que yo sufro debe colaborar a mi sustento. Al fin y al cabo soy yo quien se preocupa por ella, quien se rompe los cuernos por darle una buena patria, una patria libre y soberana [Si no le gusta, que se largue]. Bien está que me de una parte de su dinero. Por infinitesimal que sea, bien está. Me lo dijo mi padre, que en paz descanse en la gloria del Señor, a la derecha del señor: el dinero se hace céntimo a céntimo. Paso a paso se hace camino al andar. Al andar hacia el Restaurante Virolai Vivent. 
En el Restaurante Virolai Vivent los lunes suele haber, de postre, esos carquiñolis divinos y aromatizados con ratafía. Creo que me pediré un chupito de ese licor. ¿O mel y mató con avellanas y pasas y Aromas de Montserrat? Quien lo sabe, ya veremos. Cualquiera de los dos licores me ayudará a redactar el discurso para el sábado, en el encuentro nacional de gralles y flabiols. ¿O era el simposio nacional de espardenyes de set vetes?. ¡Vaya! Olvidé mi libreta en el despacho. Bueno, no pasa nada, casi mejor así: ya sé qué motivo tengo para levantarme mañana.

31 d’oct. 2018

Albert Soler, Ramón de España e Isabel Coixet

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Leo que la cineasta Isabel Coixet ha propuesto que el catalán de este año sea Albert Soler, periodista del Diari de Girona, o bien Ramón de España, escritor, guionista y columnista de Crónica Global. Se trata de una ocurrencia, y la propuesta se debe al sentido del humor de Coixet: todo el mundo puede intuir el recorrido (en términos realistas) de la idea. Bienvenida sea, por lo tanto: no hay que perder el buen humor. Yo votaría por cualquiera de los dos, aunque quizás, en este país tan entusiasta del votismo, quizás pueda votarles a los dos. Por urnas no será: las urnas-tupperware chinas que se compraron para el referendum fake deben estar en algún almacén oficial, disponibles para grandes nuevas fiestas de la democracia a la catalana. Yo intuyo un nuevo mandato democrático. Digo yo que las urnas están en un almacén (el del departamentet de Cultureta?), pero... ¿y se las subastaron en las sedes de la ANC con el propósito muy loable de recoger un dinerillo para los presos y exiliados?

Soler y de España, así como Guillem Martínez en otro tono y también, en cierto modo, Javier Pérez Andújar, han sido lo mejor que nos habrá dejado ese desastre llamado "procés". Han sido (son) por lo menos, la baliza de aire fresco, el aire respirable que hemos podido respirar. Humor. A veces negro, a veces de brocha gorda, sí, pero humor sutil también y, sobretodo, la mirada del que no se cree nada, del sarcasmo, el bofetón de la chanza, el chascarrillo y la mofa: muchos hemos podido sobrellevar así la pesadilla mesiánica, nacionalista y populista de esos caudillitos llamados por el destino de la patria. El caso de Soler es espeluznante, ya que escribe des de Girona, la zona cero de la catástrofe.

Sigo a Soler y a de España con devoción, leo sus artículos puntualmente, los sigo con la fe del beato que espera el sermón impreso en la Hoja Parroquial de los domingos. Los sigo porque me han ofrecido algo que no esperaba, como el que dejó de creer en Cristo y de repente recibe una iluminación, esa cascada de luz que te cambia el día. Donde yo veía tragedia, ellos vieron comedia. Donde yo vi peligro, ellos vieron estupidez, donde vi amenazas, ellos ridículo.

Las mejores carcajadas de los últimos años se las debo a Albert Soler y Ramón de España. Mis vecinos pueden dar fe, ya que mis carcajadas se escuchan en toda la calle. Guillem Martínez y Pérez Andújar me hicieron sonreir, o reir. Pero nada como las carcajadas en la lectura de los dos candidatos a catalán del año que propone Coixet. Lo dijo Shakespeare: "nothing like the sun". Reirse de corazón es como mirar al sol: nada se le puede comparar.

El proceso ha tenido tantos instantes de ridiculez, de despropósito, de ingenuidad y de payasada que es casi imposible retenerlos todos. Imposible el inventario de charlotadas procesistas, de memeces patrióticas. Refiero los ultimísimos: la extraña danza de la bailarina en la presentación del Consell PER la República (una versión libre del aurresku pero con mantón de Manila comprado en Zara), la ratafía, el chaletazo de Waterloo. Soler y de España lo han tenido fácil ante esas situaciones. Así como con las alocuciones imitando a Cantinflas de los altos mandatarios. Pero también han sabido desvelar lo grotesco que había en los peores momentos, cuando nos temíamos lo más funesto. Las oscuras sesiones del Parlamento de los días 6 y 7 de septiembre de 2017, las fechas amargas del 27 de octubre del mismo año, etc. Ahí, ellos también supieron ver lo cómico, supieron desdramataizarlo con su humor irreverente, corrosivo y directo. Sin tapujos, sin pelos en la lengua.

Sin embargo... sin embargo tengo algo que decir sobre los artículos de Soler y de de España. No es un reproche, en realidad, es algo que les diría si los tuviese delante: el procés es ridículo, cómico, grotesco, mínimo y folklore puro. Y folklore del malo (aunque yo jamás haya visto folklore bueno, no discuto que pueda haberlo del bueno). Pero les diría algo: el "procés" nos ha traído malestar, estrés, insomnio, rupturas en la familia. El procés nos ha traído sufrimiento a muchos. No hablo de un sufrimiento filosófico, hablo de sufrimiento en la carne. Hablo de tensión, del malestar que produce callarse en ciertos momentos ante compañeros de trabajo, de la desazón de comprobar como familiares muy cercanos se alejan porqué osaste decir que no estabas por el procés. Esa gente nos ha traído malvivir, como si la vida misma no fuese lo bastante capaz de traernos malos ratos, malas cosas. Eso no se lo perdonaré. Podría emularles cuando dicen: "ni olvido ni perdón" (con toda las desfachatez de que son capaces, plagiando a los argentinos víctimas de una dictadura sanguinaria).

En cuanto se supo que Coixet promocionaba a esos candidatos para catalán del año, muchos conocidos míos respiraron aliviados y se echaron al monte de la ironía. Era su forma de homenajear a los propuestos por la cineasta. A mi mi encantó el que dijo "Eso no va de Albert Soler o Ramón de España, eso va de democracia". Fantástico. Los dos autores no tan solo nos hicieron sonreír en los peores instantes si no que nos dan buenas ideas: nos sugieren el camino a seguir para hacer frente a los indepes (a sus líderes, en realidad) con la mejor estrategia.

Aunque la propuesta de Coixet puede que no tenga recorrido en el mundo posible ni en el probable, la apoyaré y la promoveré. Durante los peores momentos del procesismo, cuando más pesimista y más triste me sentía, intenté refugiarme en Habermas y en Magris, pero su lectura solo me hundía más en la depresión y el desconcierto: ¿como puede ser que nos pase eso?. Me salvé gracias a Soler y de España, las cosas como sean: no me salvaron ni Habermas ni Magris. Si fuese por la ayuda de los grandes pensadores, tan elevada intelectualmente como ineficaz, hoy estaría ingresado en un sanatorio mental. En el mejor de los casos, en un balneario portugués. Me salvaron Soler y de España. Nada sería más alegre que verles nominados (y votados). Ya se que una flor en medio de las ruinas solo es una flor en medio de las ruinas. Pero ante tanta ruina, el valor de una flor es enorme. El valor de dos flores es inmesurable.

25 d’oct. 2018

Última hora: Cataluña es multilingüe

Resultat d'imatges de llengua catalana

El Consejero de Educación catalán, Josep Bargalló, ha dado el visto bueno a un documento que reflexiona sobre la situación de las lenguas en Cataluña y sugiere algunos cambios de enfoque en lo que respecta a su tratamiento en la educación. La verdad sea dicha: a uno (es decir, a mi) le sorprende que el documento aparezca ahora, en plena ola soberanista. O quizás no debería sorprenderme.

Se puede resumir así, con algo de ironía o con un poco de sarcasmo: la Generalitat ha descubierto que Cataluña es plurilingüe y que la escuela catalana no se había enterado.

Al consejero le ha caído una lluvia de insultos proverbial, procedentes de las filas secesionistas. Ya se sabe: el presidente Torra les pidió apretar, y ellos, obedientes, aprietan. He leído algunos de los insultos que circulan por el twiter contra Bargalló y me he entretenido en leer los nombres (los alias) de los tuiteros más agresivos. Les dejo dos: "Cigala Brava" (traducción directa de Picha brava), "JoSocCDR". Tan elevado es el voltaje de los insultos que me ido a leer el documento: se titula "El modelo lingüístico del sistema educativo en Cataluña. El aprendizaje y el uso de las lenguas en un contexto multilingüe y multicultural". No tiene muchas páginas. Hay tres de ellas de bibliografía, con alguna referencia mal citada, por cierto. Mucha literatura anglosajona sobre los contextos plurilingües.

El documento es, a mi parecer, poco más que una reflexión y un tímido intento de repensar el tratamiento de las lengua en la educación obligatoria. Por primera vez no se habla de lengua única. Digo yo que lo que habrá enervado al hooliganismo serán un par de ideas:

  • en Cataluña hay zonas (área metropolitana de Barcelona, con más de 5 millones de habitantes -la precisión demográfica es mía) en donde la lengua mayoritaria es la castellana, y quizás se debería tratar como se tratan las lengua maternas en el mundo civilizado. Se entiende que se les debería prestar más y mejor atención, ya que el buen dominio de la lengua materna es importante en el desarrollo de la competencia comunicativa del alumno.
  • en Cataluña hay zonas en donde presencia social del castellano es muy baja (las comarcas del interior, con menos de 2 millones de personas), y quizás se debería reforzar el conocimiento de esta lengua.

Los indepes más furiosos han reaccionado muy mal, y han inferido que el consejero va a ampliar las horas de castellano y reducir las de catalán (cosa que el documento no menciona en ninguna parte).

Según mi parecer, el documento hace algo importante, aunque con timidez: rompe, por fin el tabú sobre el aprendizaje de las lenguas en Cataluña. Llevamos décadas escuchando que el modelo de la inmersión no se debe tocar porqué es "un modelo de éxito" cuando todo el mundo sabe que no lo es: los alumnos conocen el catalán, si, pero no lo usan porqué no es atractivo y no conecta con su vida, ni les sirve para vehicular sentimientos y emociones (creo que ahí está la clave del fracaso).

Pero de ningún modo el documento es normativo, ni establece nuevos currículums ni cambios en las horas de cada asignatura de lenguas.

Una de las críticas al documento procede de la ex-diputada de la Cup, Mireia Boya, que acusa a Bargalló de "asesinar" (sic) al "occitano" (sic otra vez). Boya confunde el aranés con el occitano, una lengua desaparecida, sin hablantes y sin producción literaria desde hace siglos. Señora Boya: por definición no se puede asesinar a un muerto. Quizás es trágico que el occitano esté muerto. Pero no más que lo esté, también, Voltaire. La realidad tiene eso, que muchas veces no es agradable ni bonita.

Me alegro del ataque de sensatez que se apunta en el documento, aunque lamento que no se concrete. Y me sorprende que eso suceda justamente ahora: ¿indica el enfríamiento procesista que se está proyectando desde una parte de los dirigentes? ¿O solo indica que la lucha entre ERC y el Pedecat es cada vaz más salvaje?. Vamos a ver. Uno de los tuits que insultan a Bargalló es de alguien que se autoproclama maestro de la educación primaria y le pide a Torra que destituya a Bargalló. Pero ya. Vamos a ver de que lado cae la pelota. Aunque ahora Bargalló ya sabe que es un botifler. Se lo están gritando los suyos. Estoy en la espera, ansiosa, de lo que digan los del Manifiesto Koiné.

23 d’oct. 2018

¡A por ellos y tu más! (del Diario de un unionista)

Independentistes pengen cartells de veïns unionistes

Vivir en Cataluña es un honor para algunos, para otros una desgracia cualquiera y para otros, como yo, tan relevante como disponer de dos orejas. Sin embargo, vivir en Cataluña nos depara instantes de perplejidad que, si uno se los toma con humor, vale la pena vivirlos. Voy a repasar algunos, los ultimísimos:

  • Se está descubriendo una deriva "soberanista" en las filas Comunes (la franquicia catalana de Podemos) que me llena de sonrisas. La izquierda más izquierda de todas las izquierdas disponibles en .Cat (que no son muchas) siente una atracción fatal por la cosa nacional. De nada les sirve que les hayan contado los filósofos que nacionalismo y socialismo son incompatibles. Me temo que lo hacen para pillar voto, pero quizás por cada voto soberanista que se pillen perderán cien de los sufridos votantes comunes que todavía se sienten de izquierdas.
  • Hace un par de días, en la revista "El Crític", que es muy de izquierdas, leí un artículo que demostraba que hay que ser feminista e independentista a la vez y por lógica, por imperativo racional. Siento mucha simpatía por el feminismo, por lo menos por el feminismo crítico y avanzado que nos llega de fuera y que ya tiene, aquí, a notables representantes (no escribiré "representantas"). Las autoras feministas que sigo no han colocado jamás la cosa independentista como compañera de viaje y más bien, osaría decir yo, hablan de todo lo contrario: el feminismo que leo yo es bastante enemigo del identitarismo.
  • Titular del canal de noticias 24 horas de matraca soberanista de Tv3 (3/24) de hace tres días: "Quim Torra visita al President Puigdemont en Waterloo". Atentos a la frase. Joaquim solo es "Quim" y ni tan solo es presidente, ya que eso lo es el prófugo que reside en un chaletazo en Waterloo -que no tiene nada que envidiarle al de Iglesias-. Podrían haber titulado: "El presidente Joaquim Torra visita a Carlitus Putxi en su chalé flamenco", pero optaron por la fórmula anterior. Ningún técnico de protocolo de la Generalitat protestó (que yo sepa).
  • Otra perla: hace una semana, copié en Facebook el artículo que Salvador Oliva escribió en El Pais y que se puede leer aquí, en donde critica, con dureza, a Tv3, por la presencia contínua de Pilar Rahola. Es un texto irónico, incluso sarcástico. En ningún momento defiende televisión española ni la compara ni nada parecido. Sin embargo, una semana más tarde de haber colgado el texto todavía hay lectores insultándose entre sí con gran ímpetu y sin arreciar, y acusando al señor Oliva de haber olvidado que Tve es mucho peor que Tv3 (afirmación que pide una demostración empírica). Es decir, la respuesta es: "¡Y tu más!".
  • En las filas indepes hay un nivel de sentido crítico hacia lo que ellos denominan "el estado español" que supera a los grandes analistas críticos y a los filósofos más meticulosos: investigan cada detalle y siempre encuentran el defecto: corrupción, franquismo oculto (o no), prevaricación, totalitarismo, autoritarismo. Los mismos críticos, tan agudos y avispados, no encuentran defecto alguno en las tendencias autoritarias, supremacistas, demagógicas y antisociales del gobierno autonómico. Me recuerdan a esa gente que critica con gran tesón a la medicina oficial, las farmacéuticas y etc pero que, sin embargo, se muestran indulgentes, crédulos y genuflexos ante un iluminado que cura el autismo con gotas de lejía o con bolitas homeopáticas. Al iluminado no le preguntan jamás por los fundamentos científicos de sus delirios.
La última dosis de perplejidad a la catalana no tiene la menor gracia y además me ha puesto el cuerpo malo: en una bella población catalana -del interior, huelga decirlo- han aparecido unos cartelitos en donde se señala a los vecinos que no son "dels nostres" si no del enemigo: unionistas, españolistas, etc. Le ponen la foto, el nombre y los apellidos y toda la información necesaria: quien es su cónyuge, por ejemplo. Información innecesaria, en realidad, porqué en este pueblo todos se conocen. Cualquiera diría que eso es un delito de odio flagrante y que, en un país normal, la policía y la judicatura actuarían de oficio. Aquí, no. Estoy seguro de que, más de uno de los separatistas que lean esto me responderán: "¡Y vosotros más"!. Y se quedarán tan panchos. Y quizás, para calmarse, se tomarán un chupito de ratafía Waterloo, la que promociona el presidente legítimo desde su chaletazo.

A veces me pregunto qué hacemos los docentes, preocupados por educar el sentido crítico y la resolución dialógica de conflictos, tan preocupados por la prevención de la violencia, tan interesados en promover el consenso.

Resultat d'imatges de ratafia waterloo


19 d’oct. 2018

Macron en Cataluña ¿o era un tal Valls?

Resultat d'imatges de arnau de vilanova

Cuando el joven Macron (¿o era un tal Valls?) ascendió a ministro de Francia, con Monsieur Hollande en la presidencia, hizo una serie de promesas. No solo las incumplió: una vez al mando, hizo lo contrario de lo prometido. Esta secuencia sería aplicable a muchos políticos de por aquí. Rajoy y Mas, por ejemplo, hicieron lo mismo por las mismas fechas.

Macron (¿Valls?) se ganó, sin embargo, una cierta fama de político pragmático, realista y expeditivo.  En este giro ya no están ni Rajoy ni Mas. El giro incumplidor de Macron no me sorprende. Sí me sorprende su giro hacia Barcelona, pero mira tu lo que te digo: me gusta. Macron -Valls- pone a Barcelona en el mapa otra vez, tras aquellas olimpiadas tan obsoletas. Lo dijo Artur Mas: el mundo nos mira. No nos miró nadie salvo Macron o Valls. Como profeta, Mas es un profeta cenizo.

Pienso que, del mismo modo que el Barça o el Real Madrid pueden fichar a un gran delantero de otra parte del mundo, los partidos políticos deberían poder fichar a grandes estrellas de la política de cualquier país. El Partido Popular catalán, de haber fichado a Barak Obama, no estaría donde está. A Corbyn le podría fichar Cataluña en Común, y Vox se podría pillar a Nigel Farage, que no está en activo y, por lo tanto, libre de la cláusula de rescisión.

España es un buen lugar en donde recalar para cualquier político profesional de allende los mares o los continentes: clima, gastronomía y fiscalidad siguen ofreciendo buenos incentivos. Convergència (o el Pdecat, o la Crida, o como decidan llamarse) podrían sondear a Donald Trump y ofrecerle un buen trato para cuando termine su labor patriótica en los EUA. La pelambrera de Trump, junto a la de Puigdemont, podrían arrasar en este país en el caso de ir conjuntas. Serían como la mitad de los Beatles. Van a tener los problemas de cualquier equipo futbolero: la lucha de egos. Pero esa disputa la puede resolver un buen entrenador, un entrenador con carácter y con poco pelo, como el Gran Pep. Un entrenador que podría ser, por ejemplo, Vladimir Putin. Vladimir es un malote de libro, un chuleta fanfarrón que encantaría al votante nacionalista catalán y al CDR, y sería muy capaz de poner orden entre Trump y Puigdemont.

Si Joe Bolsonaro pierde las elecciones presidenciales en Brasil y se queda sin curro, podría optar a consejero de interior en Cataluña. Encaja bien en el proyecto republicano de la Crida.

Trump podría ejercer de presidente de la República, Puigdemont de primer ministro y Putin de ministro de propaganda (y de coordinador en la sombra). Lo suyo sería que se fuesen intercambiando los cargos en cada crisis de gobierno, para apaciguar las ínfulas de cada estrella. Estoy seguro de que habría una plaza para Núria de Gispert como ministra de inmigración y para Pilar Rahola como ministra de cultura y medios de comunicación. Núria y Pilar, huelga decirlo, saldrían casi gratis: su voluntad de servicio a la patria es tan vocacional o más que la de los maestros de primaria, de modo que por mil eurillos al mes las tenemos en nómina y compensamos los desmanes de los anteriores, que no se dejan fichar por menos de lo que gana Messi. República catalana: por fin los catalanes seríamos innovadores en algo, pioneros en algo. Ya va siendo hora. Después de toda una historia de irrelevancia absoluta, Cataluña será algo en el mundo .

El día en que inventen la resurrección o la metempsicosis, el nacionalismo catalán podrá fichar a Napoleón para nombrarle ministro del interior y luego de defensa, que significa ataque. Vamos a recuperar el Rosellón y el Capcir, y Valencia y Mallorca, y la parte de Murcia que nos corresponde. Y Andorra. Y Nápoles, que no se me olvide. Y l'Alguer, porqué los catalanes de l'Alguer nos han pedido su ayuda, como los alemanes de los sudetes en 1938.

Si se puede fichar a un extranjero, también se puede fichar a un zombi. Y si el reglamento actual no permite el fichaje de zombis, para eso está la mayoría indepe del Parlamento catalán: se cambia la ley en un plis-plas y se aprueba el fichaje de los muertos vivientes. Solón de Atenas, Aníbal, Gengis Kahn, Atila... ¡cuántos líderes nacionalistas se podrían fichar para que colaboren en la construcción de la república catalano-expansionista de los sueños!

Si se puede comprar, se puede vender: yo le vendería Quim Torra a Macedonia del Norte y Pablo Casado a Polonia, que son muy de misa.

En la república catalana de los sueños, podrán resucitar a Arnau de Vilanova para nombrarle ministro de sanidad. Arnau estaba seguro de que todos los males se podían curar con un bebercio, mezcla de sangre y esperma de toro. Arnau era catalán, y por lo tanto se conformará con un sueldo exiguo. Como el señor Torra, que cuando ascendió a presi de la pre-república se rebajó la nómina: el precio de su cargo estaba en el orgullo de poder servir a la patria, cosa que no tiene precio.