Hace pocos días, los medios se llenaron con el relato panegírico de una muerte calificada de "heroica". Se trata de un chico joven y español, fallecido tras una leucemia diagnosticada hace unos años. Se llama Pablo Ráez, aunque el nombre importa poco. El chico tuvo la idea de contar su enfermedad en las redes, mostrarse, publicar su enfermedad. Y es por ese motivo que su muerte ha sido anunciada en los medios, en casi todos.
El relato de los medios habla de la lucha del joven Ráez, de su lucha heroica y tan ejemplar como ejemplarizante contra el mal.
Eso empieza a ser algo preocupante de veras. Se ha convertido al enfermo en un gladiador, en un luchador solitario cuyo ejemplo de tesón debe ser transmitido al pueblo. Ya lo sabes, nos cuentan: si estás enfermo debes luchar como este héroe. Y es así como se convierte al enfermo de cáncer en el responsable de su suerte. Y de su muerte. Ahí estás tu y está tu enfermedad, nos dicen, y solo tu heroísmo te puede salvar. Hay algo horrible y malsano en el mensaje, y debemos prevenirnos contra ese mensaje tanto como contra el cáncer.
Un enfermo de cáncer no se libra de la muerte gracias a su voluntad ni su heroísmo, ni te puede salvar una frase de Paulo Coelho. Ni tampoco un consejo inscrito en el sobrecito del azúcar que te dan en el bar, junto al café. En esos mensajes se halla, bien disimulado y casi genialmente oculto, el discurso neoliberal que pretende justificar el fin de la sanidad pública.
Cuando el enfermo es el último responsable de su enfermedad se nos está colando un monstruo en la mente: no existe la sociedad, solo existe el individuo. ¿Nos vamos a convencer de que la inversión en sanidad pública es irrelevante? Creo que ninguna otra especie del planeta estaría de acuerdo con ese planteamiento individualista tan extremo. Incluso las hormigas de los hormigueros muestran una actitud más colaborativa y más lógica. Más "humana".
La medicina privada lleva años hablando de "medicina personalizada", insinuando que si un virus se mete en tu organismo es por tu culpa, quizás lo has atraído y eso es tu responsabilidad. Algunos gurús del mundo new age lo aplauden y le dan cobertura metafísica a ese discurso tan peligroso, tan neoliberal. Hablan de tener cuidado con no llevar una vida mal planteada, y en definitiva nos susurran que cada uno es responsable de su salud. Un "conseller" de Sanitat ultraliberal y catalán (Boi Ruiz) insistió mucho en eso para justificar que el gasto público en salud debe ser limitado, recortado.
Parece que todo son intentos por romper el concepto de sociedad, para dejar al individuo solo ante su suerte. Y, en definitiva, por corromper cualquier concepto de colectivo y de solidaridad. Los catalanes no quieren ser solidarios con los andaluces o les extremeños, y algún día los mismos catalanes de la provincia de Barcelona no querrán ser solidarios con los de Lleida o los de Tarragona. Ese es el escenario que se nos presenta si nos descuidamos. Pero el enfermo es un enfermo, un paciente. No es un héroe ni un luchador solitario.
El niño es un humano que vive su humanidad como niño, no es "el adulto de mañana", cuando será útil al sistema. Del mismo modo que usted es un adulto que vive como adulto, y no desea ser tratado como el enfermo ni el muerto de mañana. Hay que protegerse mucho de los discursos en boga que solo nos hablan de ser piezas del engranage económico y que nos responsabilizan de serlo menos o de causar pérdidas a la causa de ese capitalismo degradante para las personas.
Pablo Ráez enfermó y murió porqué la leucemia no tiene cura, y la podría tener, quizás, en el futuro. Eso depende de la inversión pública en investigación pro en ningún caso de los heroísmos individuales. Ráez no era un gladiador, era un enfermo que esperaba mayor inversión en investigación médica y que sin duda se preguntaba por el destino de los dineros de nuestros impuestos.