Tengo a un periodista amateur y sin título universitario metido dentro de mi, y con eso no pretendo declarar ningún trastorno de la personalidad. Es un hábito, simplemente. Un hábito. Algunos lo llamarían un vicio pero yo me limito a considerarlo una costumbre. Uno va por la calle, ve cosas y luego las cuenta. Se las cuenta a los conocidos o, en su defecto, a su libreta. No lo puedo evitar, es una debilidad que merecería una canción, como la debilidad de Antonio Machín.
El otro día, camino de comprarme unos zapatos baratos, me encontré con unos bancos (de los de sentarse en la calle) pintados con la bandera LGTBIQ+. Están bajo el sol del agosto. Ninguna sombra los cobija y nadie hay sentado en ellos. A ver quién es el valiente que se sienta aquí, me dije. Los colorines gustan, son bonitos, claro que sí. Hubo un arquitecto alemán que pintaba de colorines las fachadas, un tipo llamado Friedensreich Hundertwasser, muy valorado en el Berlín de los hippies (un colectivo admirable por su gusto colorista y ese kitsch tan entrañable, sin duda).
Pero esos bancos de la bandera progresista estaban desolados y abatidos. 40 grados Celsius. A pesar del colorido brillante y arcoiris en su madera listada, parecían haber sobrevivido tras una hecatombe nuclear. Podrían ser los bancos de una plaza en Prípiat, la ciudad al lado de la central de Chernobyl. Contemplé la escena y la anoté. El periodista amateur que está dentro de mí me dijo: un apocalipsis progresista y zombi.
Más tarde, tras haberme provisto de unos zapatos dignos pero menos baratos de lo que yo pretendía en el Decathlon del Park Vallès, doy con un titular de El Mundo Today: "Tras derribar varias estatuas, desaparece el racismo en el mundo".
Y entonces, ese periodista con su vocecita loca me cuenta: del mismo modo podríamos decir: "Tras pintar varios bancos con los colores de la bandera LGTBIQ+, desaparece la LGBTBIQ+fobia en el mundo".
Los bancos de colorines están en una ciudad presidida por un ayuntamiento que se declara ecofeminista (palabra algo vacía y gastada) pero solo actúa así al modo populista: pintando bancos. Unos lo aplaudirán, y yo no me pronunciaré en contra de poner colorines en unas calles grises y tristes, por supuesto que no.
Pero pretender que con unos botes de pintura se resuelve o se actúa sobre la convivencia contiene un mensaje inequívoco: el poder parte de la hipótesis de que la ciudadanía es infantil, y abunda en la estrategia de la simplificación de las cuestiones. El mundo es un lugar pequeño y facilón a los ojos del populismo. Ballart y Marín son muy predecibles: un par de campañas y todos contentos, parecen decirnos una y otra vez. Quienes les conocemos lo sabemos: lo suyo es lo simple, lo fácil: están convencidos de ser fantásticos. Tanto es así que creen que los demás somos simples idiotas, seres inferiores que no han visto todavía la luz que ellos vieron. El resentimiento es la luz que todo lo ilumina.
Hicieron eso: unos dibujitos con mujeres negritas, angelicalmente negritas. Son las cosas del populismo.
Las estatuas de los esclavistas las derribaron personas anónimas en un arrebato de pasión y se arriesgaron a ser detenidas y multadas, pero los bancos de la ciudad en donde vivo los pintaron con dinero público, y a consecuencia de un acuerdo del gobierno local, en una actuación de signo tan oportunista como populista. La campaña del "ecofeminismo" debió de costar un dinero (público). A ver si en el portal de la transparencia nos lo cuentan. Eso lo dejo para el periodismo de veras. Yo solo soy un aficionado de tres al cuarto.
Huyo de insignias, banderas, escarapelas, pendones, anagramas, señales, signos e indentificaciones que puedan decir al que está enfrente que tendencia o forma de pensar poseo.
ResponEliminaEl no llevar nada no me hace peor ni mejor.
Cuando veo a una persona, ejemplo la Sra Colau con un tapabocas bandera gay, me demuestra que le hace falta la señal para reivindicar votos y decir ¡mirad que guay que soy¡ ¡soy de las vuestras, lo veís¡.
Me sobran colores, me faltan argumentos.
Salut
Eso que llaman "el postureo" progresistas se está extendiendo entre los políticos autodenominados "progresistas" y a mi me resulta difícil de comprender. Ninguna de esas acciones pasa de pura exhibición, y no afecta en nada a la vida de las personas.
Elimina¿ Ecofeminista ?. Lo que hace falta es sentido común, ecuanimidad y honradez, esas son las claves de la auténtica política.
ResponEliminaLo demás, "pienso" ideológico para convencidos.
Estamos de acuerdo. Eso son frases vacías. Reconocer que los conceptos importantes son los que tu nombras no debería ser tan difícil.
EliminaPues que quereis que os diga, si el postureo ayuda....bienvenido sea, estoy hasta los huevos de cruces y sermones, de banderas azul-granas y de frases de libertades a conseguir por imposiciones de otros, me asquea los lazos nazzis de los separatistas...las banderas del arco Iris ¿Que es eso de LGTBI? ayudan a los marginados sociales y sexuales.... a esos que dicen representar los maricas televisivos que no representan al colectivo LGTBI pero que los heterosexualesw AD HOC compran, porque cambiaron la frase de "pon un pobre en tu mesa por Navidad" por pon un marica que fa "pachoca y riurás"...
ResponEliminaCuidado con mezclar churras con merinas, porque la opcion sexual es una cosa ninguneada desde siglos de oscurantismo religioso y pastoreo para criar pollos para el estado.... Mucho cuidado con lo que se dice.
El Banco de Santander con la señora Botín pitó unos cuantos , quizás fuera postureo para los sexistas de libro, pero lo hizo y no tenía el porqué hacerlo, la selora Colau lo mismo.... porque os molesta este "postureo LGTBI y no la sinrrazón del ordeno y mando porque me sale del collons?
La verdad es que necesitais abrir la mente y no os pasará nada.... el colectivo LGTBI no se pega, se nace....ni siquiera violan, los que violan son los heteromachos en las cárcelesw y los curas ¿O es que esto nunca lo habíais pensado?...
Bueno corto el rollo, pero da pa más, aunque conociéndoos seguro que no leereis mas allá de dos líneas.
Agur.