30 de des. 2022

EL REFERÉNDUM DE 2023

Preocuparse por la política catalana envilece y embrutece. Por eso mismo hice acopio de paciencia, valor y paracetamoles y busqué el discurso navideño del presidente regional. Lo hice alertado por los titulares de la prensa, que me alarmaron: Aragonès promete un referéndum por la independencia catalana en 2023.

Sin embargo, y tras escuchar el tostón voluntarioso e ingenuo, pero tedioso, descubro que Aragonès no ha prometido ningún referéndum. La prensa se rasga las vestiduras ante un anuncio que nadie ha hecho. En su lugar, Pere hace una larguísima perífrasis, un aburrido circunloquio en el que habla de sentar las bases para iniciar un debate encaminado a debatir el futuro del "conflicto" entre Cataluña y España y tal. O algo así.

Me parece que Aragonès todavía no ha comprendido que el único conflicto que existe aquí es un conflicto entre catalanes: el conflicto entre los catalanes que quieren la independencia a toda costa y los que no la queremos de ningún modo. No hay otro conflicto: todo los demás es ruido de fondo, propaganda y necesidad de poder. De poder regional. Una forma postpujoliana de peix al cove revestida con banderas cubanas (unas banderas que, todo sea dicho, desaparecen, languidecen, amarillean y se deshilachan en cuatro balcones estrictos).

Me parece que quienes se han llevado las manos a la cabeza y han prorrumpido en gritos y aspavientos solo escucharon el titular periodístico -desafortunado, sesgado y malintencionado-, pero no escucharon el discursillo de Aragonés. Cosa que, de otra parte, se entiende muy bien: ¿quién quiere perder el tiempo con esos sermones patrióticos y victimistas?.

Me parece que ya nadie se acuerda del dato: con un presidente del PP en la Moncloa, primero Mas con unas urnas de cartón y luego Puigdemont con unos tupperwares chinos, organizaron dos referéndums ante la pasividad, la torpeza y la pésima gestión de dicho presidente, un tal M. Rajoy.

Me parece que Sánchez puede errar con su estrategia de desescalada y su regreso a la política (fuera de los juzgados), pero también es cierto que nadie ha organizado ningún referéndum y el presidentito catalán usa el perfil bajo -valga la redundancia-. Otra cosa es esa persistencia en la deslealtad institucional de la que parece que no se descabalgan los politiquillos regionales, olvidándose de que la Generalitat es nada más y nada menos que Estado. Estado español para más siglas: es decir, España. Ese asunto debe resolverse en las urnas, claro está, pero en las urnas de veras, las legales. 

Un referéndum que solo aumentaría el conflicto catalán -entre catalanes- poniéndole cifras, números que son personas, personas que son ciudadanos que quieren vivir en paz con sus vecinos sin ser tachados de botiflers, de traidores, de ñordos y de colonos.

El día en el que el señor Aragonès termine de comprender que es el representatnte del estado en Cataluña y que preside a toda la ciudadanía, y que su misión es buscar lo mejor para todos dejará de soltar discursos con perífrasis lánguidas y conseguirá que los catalanes dejemos de vivir en Catatonia. Ese es mi deseo para Cataluña en 2023: que los titulares periodísticos que hablan de Cataluña nos hablen de progreso social en vez de hablarnos de deslealtad y de ensueños identitarios.

21 de des. 2022

EL JUEZ QUE HUELE A POLIL

-La ley soy yo, dice el juez Roy Bean -en una de  las mejores pelis de John Huston, con la voz (y el cuerpo) de un Paul Newman magistral. Se trata de una de las mejores cintas de humor negro del cine.

Eso sucede en una cinta de ficción. El bandolero Roy ha usurpado el puesto de juez en un pueblucho tras cargarse a las autoridades locales (una autoridades corruptas y lamentables -dicho sea). A continuación, el nuevo juez autoproclamado ejerce la justicia a su modo, con un código penal que posiblemente no se ha leído nunca, tratada como una Biblia y con su carga carga simbólica.

A partir de ahí los desmanes del juez Bean son inenarrables, aunque hay un sentido poético profundo en sus decisiones: ¿han oído hablar ustedes de la vertiginosa "justicia poética"?

Vamos a dejar en paz a la poesía: habrán adivinado ustedes que me pongo a escribir sobre jueces por lo actual del tema. Por lo que me cuentan, a unos jueces más bien seniles les preguntaron si querían en su puesto (bien pagado y sin necesidad de fichar a las 8 de la mañana) y ellos dijeron que si, señoría, quiero seguir en mi puesto. Tienen algo de juez Roy Bean estos señores de la toga más encumbrada, algo de soberbia amén de rancio.

Oigo por ahí que esos jueces son franquistas: bueno, como mucho podrían ser "neofranquistas", ya que cuando Franco coleaba ellos eran unos niñatos. Lo que no quita que haya nostálgicos, revisionistas y demás pelajes, gente que añora el autoritarismo y el "por la Gracia de Dios", cuya idea de la democracia sigue siendo aquella "¿democracia? sí, pero a la española". Feijóo, el caballero triste, anda por allí haciendo como que los jueces tienen algo que ver con él, pero yo diría que solo pasaba por allí -como cuando se montó en un yate, unos años atrás. Solo los tontos son moderados en su tontería, se dice.

No creo que esos jueces sean franquistas: al fin y al cabo, algunos "ismos" no existen. El franquismo se termina con Franco, ya que no es ninguna ideología: acuérdense de que Franco era el que daba el consejo: "no se meta usted en política". Para Franco el poder nada tenía que ver con el arte de la política: se trataba de mandar para sí mismo y los suyos, enriquecerse y fastidiar al prójimo, más o menos como nuestros conocidos independentistas catalanes: incapaces de formular ningún modelo de país. No hay ideología en esos ismos: solo la voluntad de poder estricta de quien se lo tiene todo bien organizado y no piensa ceder ningún privilegio.

En España hay algo que flota, que medra, que aúlla en la oscuridad. Algo digno de la pluma de Lovecraft y que no es el franquismo: es ese tufillo rancio, butaca de terciopelo desgastada que huele un poco a orín, a culo, el ujier genuflexo, el crucifijo negro, la cucaracha detrás del inodoro. 



18 de des. 2022

LA PROPINA DE PEDRO

No salgo de mi asombro ante la campaña Yo dejo propina de la señora Ayuso. Hay un retorno a la caridad medieval, premeditado y oficial: una lección de neoliberalismo salvaje en un minuto. Alguien le dijo a la señora Ayuso que es muy lista (quizás ella misma se lo dijo) y que las personas listas pueden cometer los atropellos que sean.

Me he preguntado por las propinas y me doy cuenta de que no soy mucho de propinas. Las he dejado pocas veces, hay algo que me hace sentir mal en ese gesto soberbio e inútil. Sin embargo, pronto voy a dar una propina. Al señor Pedro Sánchez.

Voté a Pedro Sánchez. Bueno, mejor dicho: por ser residente en Cataluña, voté al PSC. Soy de convicciones socialdemócratas y, siendo así, no me quedaba otra opción. Voté a un partido del 155, es cierto. Y hubiese preferido un 155 algo más contundente que el 155 de Rajoy.

También soy de los que, por un segundo, creyeron que Sánchez y Rivera serían capaces de pactar un gobierno de coalición de centro-izquierda. Sin embargo, Rivera cayó en un delirio de grandeza y creyó que podía arrebatarle el puesto al PP, de modo que agudizó su perfil derechón y se dio de bruces con su ego. El pobre Rivera no tan solo liquidó su carrera política con un giro de guión estúpido, que derrochó la victoria en las elecciones catalanas de Arrimadas: también arruinó el futuro de la formación y la mandó al olvido.

Esos "Ciudadanos" que llegaron a ser una puerta al liberalismo político y una alternativa real al nacionalismo catalán se disolvieron en la inopia de su líder.

Entonces, Sánchez quedó en las manos de Podemos, organización que -con más lentitud que Ciudadanos- también siente la atracción del abismo y la desaparición. 

Llegados al día de hoy, y cada vez más cerca de las elecciones legislativas, uno se pregunta si volvería a votar al PSOE de Sánchez. Por supuesto que veo muchos peros: las concesiones al independentismo me parecen fuera de lugar, excesivas y generosas en demasía. Yo soy uno de esos catalanes que sufrió los años del acoso nacionalista, uno de los catalanes llegaron a escuchar "aquí no te queremos", "no eres de los nuestros", y botifler, y no pintas nada aquí, y puedes largarte cuando quieras.

Tampoco me gustan los pactos con Bildu, y la figura de Arnaldo Otegi me parece nefasta sin paliativos. Dicho esto: no es cierto que Bildu sea ETA. Esa equiparación es burda y solo demuestra ignorancia (o mala fe): ¿acaso Vox es Fuerza Nueva?.

¡Tengo un dilema difícil! ¿Difícil? Bueno, la verdad es que el PP intenta resolver mi dilema y se pinta la cara con los colores más bochornosos del espectro, cosa que le agradezco de veras. Lo último ha sido ese spot deleznable sobre las propinas en los bares . 

Se habrán olido ustedes la conclusión de este texto: solo puedo volver a votar al PSOE de Sánchez. Con todos sus peros y mis dilemas, con todas las dudas. Mi propina es para Pedro. A la espera de una derecha española inteligente, liberal y democrática. 


13 de des. 2022

ORIOL, LO PEOR DE LA POLÍTICA -SEGÚN IÑIGO

El señor Urkullu recuerda los días previos al 1 de octubre de 2017 en Cataluña. Alguien le pidió que hiciera de mediador en el lío catalán, y Urkullu, lleno de buenas intenciones, se prestó. Urkullu repasa las personas con las que habló y de cada una de ellas esboza un retrato con muy pocas palabras. Pocas palabras y ninguna piedad para los líderes secesionistas que violentaron la democracia.
A Urkullo solo le falta parafrasear a Shakespeare: en octubre del 2017 el infierno estaba vacío, y todos los demonios estaban en Cataluña.
Iñigo les captó a todos: sibilino y astuto, formado en buenos colegios y de buena familia, pero mucho más inteligente y hábil que los cuatreros catalanes. Y aunque el vasco descabeza a todos los títeres (a Puigdemont le destripa con tres palabras bien puestas), uno se detiene ante lo que cuenta de Oriol Junqueras. Cuando el periodista le pregunta por el de Esquerra, Urkullu esboza una sonrisa ambigua, se detiene, piensa y, luego, por fin suelta: "Junqueras encarna lo peor de la política". No hay más respuesta: lo que sigue es el silencio y cuando la conversación se retoma es evidente que Iñigo ya no dirá nada más sobre Oriol, que cada uno saque sus conclusiones y se haga sus hipótesis. Yo me hice las mías.
Hoy he visto por un instante a Junqueras en televisión y me he acordado de Urkullu enseguida. El rostro altivo, la mirada errante, la soberbia, ese tono que destila maldad bajo su impostura de bondad hipócrita. Hay, en el verbo de Junqueras, algo de los peores curas de la literatura. Y no es por casualidad: junto al iluminado Jordi Cuixart, Junqueras es el otro santurrón del nacionalismo agresivo, el otro personaje que bordea siempre el lenguaje religioso.
¡Cuánta maldad debe haber en el corazón del hombre para tener que interpretar siempre a un santo de opereta!
Junqueras ha contado lo de siempre, lo aburrido, lo tan bravucón como falso.
Pero me ha devuelto a los terribles momentos de 2017, cuando él y su pandilla ejercieron una violencia deliberada y abyecta contra la mitad de la ciudadanía catalana en nombre de su fe verdadera. Y ha vuelto a las andadas: la terrible represión y blablablá, despreciando que la mayor violencia y la mayor represión de aquellos días no estuvo en las porras policiales: estuvo en él, en su asalto a la democracia y a la ciudadanía catalana que no piensa como él. Y eso se lo dice alguien que piensa que aquellos porrazos policiales fueron un error tremendo, fruto de la torpeza bíblica del PP.
Ahí lo tienen: lo peor de la política devuelto a la arena política por un extraño giro legislativo que le podría rehabilitar. Me acuerdo de Urkullu y de un verso de Extremoduro: "no lo entiendo o lo entiendo demasiado".

11 de des. 2022

Navidad en España

Hay una tienda, por ahí, cerca de mi piso, en la que venden libros de segunda mano. Los clasifican en los estantes por orden alfabético, separados por los idiomas de la edición.

Entro a menudo en este local y rastreo un rato, olfateando como un sabueso humano que se pretende sensible al olor de los grandes libros. Me gusta el olor de esos libros polvorientos, amarillos a veces, a veces húmedos de humedades humanas, a veces ondulados, a veces enmohecidos y a veces impolutos como Neptuno, jamás surcados por el hombre.

Cuando entro en la tienda me paso un rato en ella dando tumbos. Voy des de la G de García Márquez a la V de Vargas Llosa. Busco en la K de Kadaré, en la C de Carrère. Y luego vuelvo a la G, pero a la G de Goytisolo.

A veces encuentro chollos. Y me sorprendo que alguien se haya vendido por 20 céntimos una obra de Zweigo de Tolstoi editada por El Acantilado, libros que fueron comprados por muchos euros. Me llevé un librico de Valdemar hace poco, cuyas ediciones son muy caras.

Soslayo invariablemente la B de Bosch, temeroso de saber que alguien se vendió uno de mis pocos libritos. Eso sucederá algún día, es inevitable.

Hace poco, mientras yo olfateaba entre los anaqueles, apareció en la tienda una pareja de ancianos que acarreaban un carrito de la compra de color azul y chirriante. Ambos, con dificultades y quejidos, arrastraron su carrito hasta detenerlo delante del dependiente. Empezaron a extraer libros bellamente encuadernados, de los de antes. Clásicos del siglo de oro y de la literatura hispánica. Los depositaban encima del mostrador con una mueca indescifrable, entre la pena y la ilusión.

No vi ninguna lágrima en esos ojos que habrán derramado millones de lágrimas y casi ya están secos.

Allí dejaron a Lope de Vega y a Blas Infante, a Carpentier y a García Lorca, a Quevedo junto a Góngora, a Borges, al anónimo del Lazarillo y a Pardo Bazán. 

A veinte céntimos el tomo, les recordó el dependiente. Y el chico iba sumando de 20 céntimos en 20 céntimos, hasta que llegó a 14 euros. Cuando la suma llegó a los 14 la pareja de ancianos se miró con una sonrisa medio tibia, medio helada. Vaya usted a saber qué pensaron que se iban a comprar con 14 euros. Quizás algo exquisito del Mercadona.

-Volveremos enseguida con otro carro- murmuró el hombre.

-Bueno, igual mañana -susurró la anciana.

Escrito en una población de provincias de España, en diciembre de 2022.

9 de des. 2022

TIEMPOS DE REDENCIÓN EN CATALUÑA

Reza la Constitución que España es un estado aconfesional (que no laico, como a veces leo que escriben por ahí los ilusos). Aconfesional, como saben ustedes, significa que no hay una sola religión, si no que el estado no profesa ninguna y las permite todas. Incluso las varias religiones nacionalistas: y lo digo así porque el nacionalismo tiene muchos elementos religiosos.

Ahora mismo no solo está en marcha el perdón piadoso de los delincuentes sediciosos, si no que se está perpetrando una operación de redención en sus pantallas. En un canal de TV pueden ustedes ver "La sagrada familia", presentado como el documental definitivo sobre Jordi Pujol y su clan. Lo firma David Trueba para darle una pátina de elegancia.

Me gustaron las películas que vi de David Trueba, que no son todas. También leí algo de su escritura y me gustó menos, pero me parecía alguien a tener en cuenta.

Sin embargo, la serie "La sagrada familia" dedicada al clan Pujol que ha dirigido me presenta a otro Trueba: un hombre incapaz e insolvente ante el reto que se le planteó. David Trueba no estuvo a la altura y el encargo le vino grande. No pudo o no supo, o le pagaron para eso y él obedeció. Ante todo: lo que se cuenta en esta serie estaba todo ya visto y sabido. Quien espere algo más, que se abstenga de perder el tiempo.

La serie procede al rescate moral del individuo más nefasto que se ha paseado por la democracia restaurada, y obra como una herramienta de esa "memoria histórica" que consiste en presentarnos a un buen hombre con algunos claroscuros, pobrecito, claro está, ya se sabe, nadie es perfecto y el pobre andaba muy atareado construyendo un "país".

Nos cuenta lo previsible y la moraleja que difunde es: como todos los hombres, Pujol tuvo sus luces y sus sombras, pero predominan sus luces. Y quizás, dice alguien en el documental, de sus 23 años de presidente le sobraron algunos. Pero todos sabemos la verdad: de esos 23 años de presidente le sobraron 23, y ese aparato que construyó (llamado Generalitat) se parecía más a una máquina de corrupción y propaganda que a cualquier otro artefacto. En cualquier caso, no era la democracia esperable en un hombre que procedía del antifranquismo lo que inspiró a su omnipotente creador: era otra cosa, más oscura, y que está en el alma del hombrecito (y que algunos conocen).

Sobre la miniserie de Trueba solo se puede recurrir al dicho: para este viaje no hacía falta ninguna alforja. David, lo siento pero la verdad es esa: has cometido un truño. La serie es completamente olvidable, mala y tan llena de buenas intenciones como el infierno: no hacía falta blanquear a un señor que ya dispone de muchos medios para su beatificación.

La productora de la serie (Lavinia) habrá pensado que el fin de los días del señorito Pujol está cerca y que ha llegado el momento de la redención. Por cierto: el dueño de la productora militó en el PSAN y el PSUC, partidos que se suelen olvidar cuando se habla del gran desastre catalán.

6 de des. 2022

PACA LA CULONA

Alguien se detendrá en el título, horrorizado o atónito, y exclamará: ¿cómo osa alguien meterse con el aspecto físico de una mujer? ¿cómo es posible tal barbaridad y tal atraso en el año 2022 de Nuestro Señor, cuando eso ya está extinguido?.

Puedo tranquilizar a todo el mundo por dos motivos. El primero: "Paca la Culona" fue dicho hace ochenta años. Eso es un documento histórico. El segundo: la expresión "Paca la Culona" iba dirigida a un hombre.

Quien se expresaba así no era otro que el general Queipo de Llano, el carnicero de Sevilla. Así se refería a Francisco Franco el de Tordesillas. Es sabido que Franco y Queipo no se llevaban muy bien, pero no se suele mencionar lo de Paca la Culona.

A día de hoy, escribir eso es una provocación bipolar: molestará a los admiradores de Franco (¡"Cómo osan nombrar así al Caudillo!), pero también a sus detractores: ¡no se puede insultar a nadie metiéndose con su aspecto físico! ¡está insinuando que Franco pertenecía a la comunidad LGTBIQ+ y le está señalando por eso! A día de hoy, le reprocharían al infame Queipo de Llano... por su incorrección lingüística, y las actas soslayarían el "Paca la Culona" para no ofender a los distintos colectivos que salen ofendidos con tal ocurrencia. 

No sería nada extraño, por consiguiente, que alguien nos dijese: "es franquista meterse con la sexualidad de Franco".

Hablando de nuestras cosas y de nuestra guerra, recuerdo cuando Alfonso Guerra tildó al señor Rajoy de "mariposón": ¿se pueden imaginar el revuelo que se alzaría, a día de hoy, si a alguien se le ocurre hacer algo similar con el señor Feijóo? Yo creo que eso no ocurrirá. La autocensura ha subido varios peldaños y todos andamos como pisando el hielo delgadito de un estanque, temiendo que se resquebraje bajos nuestros pies y nos veamos sumergidos en las aguas gélidas (y letales) de ese horror cósmico que es la corrección.

Entre convertir al Congreso en una taberna, como hacen sus señorías de Podemos y de Vox, y comportarnos como el abad de un monasterio cisterciense debe de haber un punto medio.

Pero dicho esto, no me negarán que la ocurrencia del infausto Queipo no tenía su gracia y que jamás volverán a Franco igual que antes, una vez conocido que era Paca la Culona.


4 de des. 2022

WAKA Y LA EDUCACIÓN EMOCIONAL

Hablo a menudo con las alumnas y suelen contarme sus cosas. Entre ellas, que no se pierden un finde en Waka, la discoteca más de moda por la zona. Cuando les pregunto qué es lo que encuentran en Waka, la respuesta suele ser unánime, clara y muy convincente:

-Allí está lo peor de la zona: extranjeros babosos, borrachos, tipos que te tocan el culo, maduros salidos y etcétera.

Estas alumnas se están sacando un grado superior de formación profesional, del ámito social: es decir, quieren trabajar con personas y con valores positivos, para el progresos social. Y es más: cuando hacen un examen se saben la teoría al dedillo: empatía, cohesión, inclusión, perspectiva de género. Son capaces de organizar buenas actividades de educación emocional. La teoría está aprendida. Pero luego llega el fin de semana, y el finde tira más que una carreta.

La prensa recoge a menudo graves incidentes en esta discoteca: peleas en donde terminan varios detenidos por agresión, violación. Puñaladas, bofetones, puñetazos. Ha habido de todo. Y ellas están allí, para poder contarlo. El aprendizaje sentimental del Waka es superior al de las aulas, claro. Pero lo paradójico del asunto es esa escisión: sabemos todas las teorías, pero nuestra práctica se olvida de la teoría tras cruzar las puertas del Waka: en este infierno de pago se ponen a prueba las verdaderas emociones con la ayuda inestimable del cubata.

Algo está fallando en la educación emocional y en la gran insistencia en la perspectiva de género, la coeducación y el discurso sobre feminismos y buenas masculinidades: a la hora de la verdad, tira más el ambiente chungo, complejo y peligroso del Waka. El morbo de toda la vida. La adrenalina del riesgo atrae  más que la sapiencia. Esas alumnas, por su edad, ya han vivido una escolarización des de la más tierna infancia que les ha insistido en toda la retahíla de valores, emociones, y teorías.

Antes se machacaba al alumnado con la religión, la Virgen y Jesucristo. Y a la salida del cole se ciscaban en Dios. Ahora pasa lo mismo, pero ya no es a Dios a quien se deja en la puerta: es la nueva catequesis. Lo cuenta Rousseau en el principio de sus Confesiones: cuando era un adolescente, cada d´çia al levantarse se calzaba primero el zapato del pie derecho. Hasta que su profesor le dijo: haces lo correcto, Juan Jacobo, hay que calzarse primero el zapato derecho. A partir de aquel día, Rousseau se calzó siempre primero el zapato izquierdo. 

Algo muy profundo está fallando. Y aunque cuando uno trabaja en educación debe saber que las cosas son así, y que la paradoja es lo más habitual, no deja de asombrarse. Quizás -me digo- algo queda de todo el discurso, de las lecturas, de las reflexiones, del eco lejano de las aulas. Esperemos que sea así, que algo quede. Pero quizás fue tanta la insistencia en el discursos que las adolescentes, por ley natural, se van a lo opuesto en cuanto cierra el instituto y llega el ocio.