Hace algunos años, un aprendiz de cineasta catalán realizó la cinta "Cataluña über alles", una burla del movimiento racista y supremacista impulsado en Vic por un sujeto más que turbio, Josep Anglada, promotor del partido Plataforma per Cataluña. Anglada terminó como un Saturno invertido, devorado por sus hijos (es decir, por los cachorros de su partido), pero por el camino logró un montón de votos, de concejales y de subvenciones. Cuando sus correligionarios descubrieron que el líder se había comprados dos coches Mercedes de gama alta a costa de los dineros del partido le montaron una encerrona y lo echaron a la calle. El engendro político desapareció en la bruma que enturbia la comarca de donde partió. A día de hoy nadie sabe nada de Anglada ni de la Plataforma per Catalunya que caricaturizó la cinta de un tal Ramon Térmens, protagonizada por el añorado Jordi Dauder y el olvidable Joel Joan, actor que es la versión catalana y triste de James Dean: guapetón, sobreactuado y pretencioso sin argumentos. Joel, como James, pensó que era algo pero no calibró bien la jugada. Joel, a diferencia de James, no era nada.
Volvamos a la cinta "Cataluña über alles". En aquella película, de 2010, se presenta a un movimiento ultranacionalista catalán que pretende salvar las raíces de la patria milenaria echando a los inmigrantes para mantener las esencias. Vista de nuevo, a día de hoy, sorprende que ni el director ni el guionista se diesen cuenta de lo que estaban haciendo: estaban incubando el huevo de la serpiente. La cinta sugería que el supremacismo catalán es cosa de una ultraderecha de tintes ridículos, tan pasada de vueltas como el Vox actual, tan grotesca y exagerada como el engendro inviable de Abascal y sus adláteres. Hay que andarse con cuidado cuando se hace burla de la ultraderecha más rancia. En Perpiñán acaba de suceder lo impensable: pocos meses después del showroom de Puigdemont, el candidato que fue amante de Marine Le Pen ha ganado las elecciones, y el candidato pancatalanista que avalaban Puigdemont y Torra se ha dado un porrazo tremendo. Ya lo saben, pues, Torra y Puigdemont: por el flanco de la ultraderecha les van a colar una goleada. Hablen ustedes de patrias, de esencias, de pitorrearse de la democracia y les van a dar de lo lindo y en el cogote. Cuando uno es burro y destapa la caja de Pandora debería saber lo que sucede luego. ¡Haber leído, narices!
Si Plataforma per Cataluña destapó la cajita de Pandorita que contaba que el supremacismo catalán podía obtener votos y luego los de Puigdemont usaron el mismo truco para sacar su tajada, deberían leer lo que les ha pasado en Perpiñán. El nacionalismo (o su hijo natural el independentismo) abren la puerta a la ultraderecha, y esa es su única función. Es su destino, como una maldición eficaz. A nadie sensato y cabal se le escapa que sin Puigdemont no hay Abascal, ni Monasterio ni Iván Espinosa de los Monteros. A nadie debería escapársele que despertar las emociones nacionalistas tiene consecuencias, y que esas consecuencias son muy graves. Nadie debería olvidar que lograr los valores de la ilustración nos costó Dios y ayuda, sangre y víctimas, y que nos costó siglos de sufrimiento que se puede joder en un un solo instante de pasión nacionalista.
Josep Anglada difiere dos milímetros de Joaquim Torra. Y este último otros dos milímetros de Santiago Abascal. Lo más cercano a un nacionalista catalán es un nacionalista español. Lo más cercano a un supremacista catalán es un supremacista de cualquier parte del mundo. Que Dios nos libre de las patrias y de los patriotas. De ellos solo cabe esperar guerra y muerte. Eso es el nacionalismo, de donde sea que lo sea: el nacionalismo es la muerte.
______
Enlazo el tráiler de "Cataluña über alles" para que juzguen el discurso torticero y tramposo de la cinta.