Soy honesto: empecé a leer el ensayo sobre la poesía de Jorge Guillén porque mis largas vacaciones me permiten sumergirme en libros que, como este, hablan de poetas muertos (y está escrito por un poeta muerto).
En una de las pausas de la lectura me pregunté porqué solo escuché hablar de Jorge Guillén una vez, en clase. Alguien me dirá: ¡Haberte matriculado en Filología hispánica, hombre! y tendrá razón, más razón que un santo. Pero yo lo siento de otro modo: habiendo estudiado literatura en el extinto Bup, me cuesta entender que me hablasen una sola vez de Guillén. Y, aunque no lo recuerde, me temo que sucedió lo mismo con Celaya, Cernuda, Aleixandre. Huelga decir que jamás escuché ni media palabra sobre Barral, ninguna sobre el mismísimo Jaime Gil. También sobra decir que escuché algo sobre Neruda, poco. Nada sobre Huidobro, ni tampoco sobre Parra.
Sin embargo, habiendo nacido por casualidad en Cataluña, sí tuve varias clases sobre el plomizo Espriu, soporté clases bostezando sobre infumables como Guerau de Liost, Aribau, lo peor de Maragall, y algunas sobre Riba, quizás el único que me gustó un poco. Llegué a pensar que la poesía era un género rancio e insípido. Si me refiero a la novela, casi lo mismo: ruralismo, costumbrismo. Alguna referencia perdida a Valle-Inclán, una mención a Max Aub, ninguna a Alfonso Sastre, ninguna a Cela ni a Delibes. Y sin embargo lectura obligatoria de "Els sots feréstecs", de cuyo autor no me acuerdo, de Manuel de Pedrolo, inane, el más prescindible, de Llorenç Villalonga (ese está bien). Me gustó la "Solitud" de Víctor Català, quizás la mejor novela obligatoria. "Solitud" tiene eso que se llama forma, algo muy inusual en la narrativa de mi pequeño país de ego inflamado. Vargas Llosa lo explica muy bien: "En toda novela es la forma -el estilo en que está escrita y el orden en que aparece lo contado- lo que decide la riqueza o la pobreza, la profundidad o la trivialidad de su historia". La mayoría de los autores que leí por prescripción del docente de turno no es que no tuvieran forma, es que no tenían estilo. Sin quererlo (sin saberlo), lo que dice Vargas es que la mayoría de las novelas catalanas que son de lectura obligatoria en la enseñanza secundaria, en Cataluña, son triviales. Pero son catalanas, he ahí el quid del asunto.
He ahí mi aportación: se puede amar a la literatura catalana cuando se ama a la gran literatura universal, pero es imposible amar a la gran literatura universal cuando a un adolescente se le impone la más mediocre producción catalana de los escritores mediocres y nacionalistas. Lo digo para los pedagogos de la literatura.
Sentí nostalgia de la educación literaria que me secuestraron. Y hastío por la que me impusieron en nombre del imperativo nacionalista y corto de miras. Ese sentimiento (que no emoción) puede aportar razones por las que la lengua catalana está ausente en los patios de los centros educativos. Podría indignarme, pero a mi edad la indignación es inapropiada e improducente y, aunque con gafas, todavía leo a los autores que considero que debo haber leído. En eso estoy.
Luego pensé en Josep Pla, el mayor prosista en catalán del XX, siempre excluído de los planes de estudio en Cataluña. Y me di cuenta de algo: a Pla no le excluyeron por colaborar con el franquismo, que es la razón que se suele esgrimir. A Josep Pla le excluyeron porqué retrató el carácter catalán como nadie, y eso les duele. Durante un tiempo dudé: ¿porqué excluyen a Pla por colaboracionista los que también fueron colaboracionistas? ¿Acaso hay algún supuesto intelectual catalán que no haya colaborado con el régimen de Franco con ganas e ilusión? ¡Claro! Me dije luego: lo que pasa con Pla es que les relató su mediocridad, su bajeza moral, su cobardía, su mezquindad. Eso es lo que no le perdonan. Como no le perdonaron nunca a Terenci Moix "La caiguda de l'imperi sodomita" y menos aún "El sexe dels àngels", porqué en esos libros está todo lo que se debe saber sobre la cultureta. (Dijeron que Moix se había pasado al castellano, pero lo que no le toleraban a Moix era su retrato de la ridiculez intelectual catalana. Si hay una novela obligatoria, en catalán, es esa: "El sexe dels àngels". Si se la leen lo comprenderán. Es demoledora. Debe de estar disponible en Iberlibro).
Esa cultureta que nos presentaron como cultura aprovechándose de que éramos muy jóvenes e ingenuos, y todavía tardaríamos años en comprender que nos habían traicionado vilmente.