-Ah, bueno, fantástico, me dio una gran alegría.
-¡Pero si ha perdido la Liga!
Entonces cuento que mi forma de seguir al Barça es esta: desear que pierda donde sea, que pierda siempre, en cualquier torneo, que pierda en cualquier campo en donde juegue.
-Pero entonces tu... ¡tu eres un anticatalán!
Lo mismo sucedería con las preguntas "¿Cómo ves lo de Puigdemont?", "¿Cómo ves la independencia?" y etcétera. La sentencia sería, también y por supuesto: "¡Eres un anticatalán!".
Hace poco leí un artículo sobre novela negra catalana, autocomplaciente y ufano tal como mandan los cánones de la autocomplacencia catalana, en el que el articulista observa, con la agudeza esperable en cualquier nacionalista, que los argumentos del género han abandonado Barcelona y se han fijado en los pueblos y las comarcas. El artículo no miente: los escritores catalanes de novela negra catalana narran historietas criminales que no transcurren en la ciudad sino en los villorrios, con una tendencia irritante hacia lo que por aquí llaman la "Cataluña catalana" y que es, por definición, todo lo que caiga fuera de la región barcelonesa. El artículo celebra ese giro en las localizaciones y lo interpreta como un signo de progreso, de modernidad e incluso de "normalidad", ese ansia tan sospechosa de todo lo catalán por convertirse en "normal" y que daría para un buen ensayo de antropología cultural. ¿Qué extraños complejos de inferioridad oculta ese deseo de normalidad?.
Bueno, vamos a decirlo claro: el cambio de Barcelona por las comarcas catalanas no obedece a nada de lo anterior: es la respuesta nacionalista a aquéllo que más odian de Cataluña: Barcelona. Barcelona es, les pese lo que les pese a los nacionalistas, el único "hecho diferencial" catalán y a la vez el único fenómeno que salva a Cataluña del desastre absoluto. Odian a Barcelona y su zona por ser bilingüe sin problemas, por ser civilizada, por ser la ciudad menos nacionalista, por ser un islote casi racional enmedio de la laguna del irracionalismo romántico y putrefacto. Y no escriben novelas negras sobre Barcelona porque no saben como escribir sobre ella. O por lo menos como escribir sobre ella sin hacer el ridículo, sin caer en la frase fundacional de Tv3 cuando puso en boca del malvado JR de "Dallas" el ya mítico "Sue Ellen, ets una meuca!" (y gracias que no cambió "Sue Ellen" por "Maria Sussagna"). No escriben sobre Barcelona porque son incapaces de ello.
Un escritorzuela de novelitas negras (pequeñas pero premiadas), una tal Núria Cadenas -de pasado más que tenebroso en el independentismo violento y que hoy guioniza una peli sobre Guillem Agulló, de quién hablaremos otro día-, escribió la historieta titulada "Tota la veritat", manda huevos, que muchos apreciaron y que era solo una pésima novela pero una gran señal para navegantes catalanes de la escritura: ¡Catalanes escritores! debéis escribir sobre los pueblecitos del interior, en donde la realidad es más catalana, más nuestra. Es decir: la novela negra catalana, como todo lo catalán, debe virar hacia lo pequeño, hacia la anécdota del pueblecito, hacia el microbio. Del microbio hacia lo universal.
(El cambio en las localizaciones de la novela negra hacia lo rural, interior y muy catalán también parece ser una consecuencia, tan lógica como lamentable, de las informaciones meteorológicas de Tv3: allí se cuenta el tiempo o la pluviometría en Sant Joan de Vilatorrada, en Sant Pau de Seguries o en Santa Eulàlia de Ronçana pero no en Madrid ni en Sevilla. Lo nuestro, lo próximo, lo pequeño: el microbio bajo el haz de la luz cegadora de Tv3. En efecto: demasiada televisión para tan poco territorio).
En los tiempos en los que escribí novela negra catalana en catalán publiqué dos situadas en Barcelona. De aquéllo retengo tres anécdotas. La primera: el corrector me manda un correo contando que ha hecho un recuento y le sale que un tercio del texto está en castellano (los personajes castellanoparlantes hablan y escriben sus notas en castellano). No le respondo, puesto que no sé qué narices pretende con esa información. La segunda: un personaje cuestiona las políticas de Jordi Pujol y el editor me escribe subrayando el párrafo y al margen escribe: "això cal?" (eso es necesario?). Le respondo con un escueto "sí". La tercera: una de las pocas críticas que aparecieron en prensa fue la del diario "Avui". El crítico, un tal Lluís Llort (menos mal que no era Lluís Llach) sólo escribe una frase a tener en cuenta entre varias de estúpidas, nada nuevo en su línea habitual (¿a ese le pagan por escribir lo que escribe o le pagan para que no deje de escribir en lenguaje nacionalista?): "parece que el escritor piense en castellano y luego escriba en catalán". Como es evidente, me lo tomo como el más alto cumplido. Tampoco le respondo, pero si tuviese que hacerlo le diría "pienso y escribo como me da la gana", y quizás le añadiría: "sin embargo, creo que tu escribes antes de pensar y creo que así quieres desmentir a Vygotsky: presumes que es posible desvincular al pensamiento del lenguaje". La editorial rechazó mi tercer original. Ya no publiqué ninguna otra novela negra en catalán. Ni negra ni rosa.
Leyendo algunas de esas novelas catalanas y negras me doy cuenta de que muchos de esos escritores siguen anclados en la lengua de los Jocs Florals y no se han enterado del esfuerzo que hizo Josep Pla por liberar al catalán de la lengua literaria del XIX. Ergo no han leído a Josep Pla. Ergo no han leído casi nada, ergo solo contemplan la luz aniquiladora que brota de la pantalla de Tv3. Quizás incluso alguno me espetaría "Pla era un feixista!". "Pla era franquista i per això no li van donar el premi d'Honor de les Lletres Catalanes!", sin ni tan siquiera sospechar lo más evidente: que entre los méritos de la obra de Pla está, precisamente, no haber sido premiada con ese premio humillante que solo premia a los escritores sumisos, jamás la calidad de su obra. Quizás les recordaría que las bases del premio las redactó Josep Benet, un tipo enjuto, melifluo y ladino del que algún día contaré una anécdota muy lamentable relacionada con mi familia materna.
Escribe: si Cataluña, en vez de haber optado por ser la piedra en el zapato de España, hubiese optado por colaborar con España, hoy España sería un país diferente y mejor. Y Cataluña sería mejor.
-¡Anticatalán, anticatalán, anticatalán!, repite la vocecita, que es el eco de las veces que la habré escuchado, intuido o sobreentendido, con la neurosis propia del catalán que no quiere la independencia. No te gusta Puigdemont, no quieres la independencia, no te gustan las novelas negras catalanas, no te gusta Tv3. Y no solo eso: te gusta Josep Pla.
Y además quieres que pierda el Barça.
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El texto está compuesto con algunas de las notas de lectura del libro de Arcadi Espada "Contra Catalunya".
Hubo un tiempo en el que mi modo de no ser nacionalista, de ningún tipo, fue, no desear que perdiera el Athletic (de Bilbao. No hay otro) pero me daba igual lo que hiciera. Dejé de hacer todo aquello que era de obligado cumplimiento para ser vasco, y reivindiqué mi condición de maqueto (ahora maketo). Aquella actitud, ha derivado a ir en contra de todo lo "normal" y normalizador. Aunque lo hubiera reivindicado en el pasado. Ahora, soy contrario. Incluso, a muchos posicionamientos de "los míos". Es que, hasta de mis propios pensamientos estoy en contra muchas veces.
ResponEliminaCreo que el nacionalismo nos confronta a nosotros mismos y nos lleva a repensarnos, cosas que son buenas por naturaleza. Dudar, volver a pensar. En eso estoy, pase lo que pase.
EliminaLa duda es una gran virtud, que nos aparta de las "verdades absolutas"
ResponEliminaComparto el comentario de ÁNGEL RAMOS DEL RIO.
ResponEliminaY en otro orden de cosas. He conocido y conozco personas que simpatizaban con Fuerza Nueva y vendían llaveros (lo siguen haciendo) con el escudo del Barcelona por un lado y la cara de Franco por el otro.
Se de gente del simpatizante del PP (el padre de Gaspar fundó la sede de AP en Barcelona, por ejemplo) y socia del club.
El problema, a mi entender, es la mezcla de un sentimiento lúdico con el político, haciendo bandera de ser más catalanes por pertenecer a un equipo en concreto, o a un partido determinado.
Se entiende en política, es una presión añadida a los contrarios, pero no se entiende en un equipo de futbol cuyos jugadores lo hacen en la selección de España y cobran por ello.
Otra música diferente es el Bilbao. Me guste o no el fútbol, entiendo que juegan con los nacidos allí, y esa es una opción que no se puede negar les perjudica, pero lo tienen claro.
Un abrazo
Miquel, en Bilbao leí una pintada que rezaba así :
Elimina"Dios hizo un único club de futbol perfecto, el Atlético de Bilbao, al resto los llenó de extranjeros".
Sobre Joan gaspar y su padre hay mucho que contar, y que tiene que ver con los "Boixos Nois" y la hinchada ultraderechista del Barça. Jamás pude comprender porqué los medios mantuvieron el erros ortográfico de los "Boixos", que deberían haber sido "Bojos".
EliminaYa que esta entrada ha pasado a ser sobre el Athletic, varias consideraciones:
ResponElimina1. Lo de que el Athletic sólo juegue con vascos. Al principio era sólo gente de la cantera. Después, sólo con vascos. Después, sólo gente de la tierra. Después, sólo de clubes convenidos... La capacidad de los aficionados del Athletic para hacerse trampas al solitario es para asombrarse. Ha habido jugadores de toda España, pero siempre había un subterfugio para considerarlos vascos, o de la tierra, algo muy usado con los navarros cuando no había forma de justificar su vasquidad teniendo en cuenta su propia animadversión al imperialismo nacionalista Vasco. Cuando ni siquiera son navarros sino riojanos se recurre a que son de clubes convenidos. Si ganan un título, cosa del pleistoceno, por supuesto todos son vascos y lo de los clubes convenidos pasa a un discreto segundo término. En los últimos años hubo un muy buen defensa central francés, pero del centro... de... Francia, que no sé muy bien cómo hicieron pasar como lo más normal de la vasquidad, la tierra, la cantera o una secreta y alquímica combinación de todas. El summum.
2. El Athletic Club de Bilbao jamás, en los tiempos de plomo, fue capaz de dedicar ningún tipo de homenaje a ninguno de los asesinados por ETA. NI UN PUÑETERO MINUTO. Una vez empezaron uno pero ante las protestas en contra el árbitro se acojonó tanto que paró y mandó jugar hacia el segundo 15, más o menos.
3. En los tiempos de la pandemia el Athletic Club de Bilbao ha jugado, como todos, a puerta cerrada. Los dos fondos estaban cubiertos por dos inmensas pancartas. En una ponía "Jo ta ke irabazi arte" y en la otra "Gurea da garaipena". La primera significa más o menos "Dale duro hasta ganar" y la segunda "Nuestra es la victoria". ¿Podrían ser dos lemas de apoyo a un equipo? Pueden, seguro que hay mil así. Pero estas dos, concretamente, son las pintadas favoritas de nuestra querida borrokada violenta abertzale durante los años de plomo. Veo que siguen vigentes. Veo que el Athletic Club de Bilbao las promociona. Como las mentiras del punto 1. Como la cobardía del punto 2. Como toda la basura fascista que significa.
4. Creo que pocos artículos de Lluís los he entendido tanto, y todo por un miserable equipo de fútbol. Pero es que nos han cercenado hasta las ilusiones infantiles, porque el equipo de fútbol es el territorio de las ilusiones infantiles más utópicas, más líricas, el mundo de lo imposible, y si ganamos este año... Y a mí me han decapitado mi autógrafo infantil de Iribar, IRIBAR, para colgar frutos extraños de los brazos del pobre San Mamés.
Gracias otra vez
Entiendo poco o nada de fútbol, ya que es algo que nunca me ha llamado la atención. Sin embargo es un fenómeno sociológico y por lo tanto político digno de estudio. Me quedo con tu punto número 4 y la frase en donde afirmas que has entendido más (o mejor) mos aportaciones. Me alegro mucho, aunque el mérito sea, en realidad, de Arcadi Espada.
Elimina"pienso y escribo como me da la gana", esto resume bastante bien mi pensamiento. Del fútbol y sus tribus paso ampliamente, me parece una estupidez enorme todo lo que rodea al fútbol, todo lo que lo rodea, no el fútbol como deporte.
ResponEliminaUn saludo
El idioma en el que uno escribe y el modo en el que uno piensa deberían ser dos ejercicios de libertad sin nada que objetarse. Y no solo eso: una obligación, además. Pensar por uno mismo y a partir de la crítica, el análisis. Al fin y al cabo, en las leyes educativas se formula que el objetivo de la educación es que el alumno sea analítico y crítico, ya que así deben ser los ciudadanos.
EliminaY las ciudadanas. Perdón.
EliminaHay una cosa que me he dejado, me asombra mucho que una población que maneja dos idiomas quiera dejar de manejar uno, eso les hace más pobres. Ya me gustaría a mi hablar dos idiomas.
ResponEliminaUn saludo.