1 d’oct. 2022

25%

Voy a expresarme sobre el 25%, y lo hago en castellano, tal como me expreso en este blog en el 95% de las entradas. Muchos columnistas de la prensa, muy respetados por el universo "constitucionalista" no han dicho ni mú al respecto. Quizás se habrán dado cuenta ustedes.

El debate sobre lo del catalán y el castellano en las aulas va de mal en peor, y a este paso vamos a perder la sensatez para siempre. Somos los ciudadanos de Cataluña quienes perderemos en esa deriva cada vez más crispada, más alejada de la mirada científica. El racionalismo ha retrocedido y le ha cedido el terreno a lo emocional. El agitador de banderas le ha ganado la partida al académico.

El debate sobre el catalán y el castellano en las aulas catalanas lleva mucho tiempo emponzoñado, y ahora ha caído en manos de los oportunistas de todo pelaje. No, no fui a la manifestación: tengo varias razones para no haber acudido. La primera es la ausencia de un discurso propositivo, no nacionalista, sin sesgos ideológicos. Y la última, la presencia abyecta del señor Abascal. Alguien debería por lo menos comprender que muchas personas no estamos dispuestas a desfilar tras las barbas de un fantoche. En las guerras se hacen extraños compañeros, lo se, pero eso no es una guerra ni debe ser una guerra: se trata de educación pública, y por consiguiente debe ser un diálogo respetuoso con la ley y con la racionalidad: el señor Abascal no representa ninguno de esos principios elementales. 

La educación catalana pasa por un mal momento, un momento que se extiende por varias décadas. Ya no hay rastro de aquellos tiempos en los que las nuevas pedagogías instauradas en Cataluña -pero inspiradas en los movimientos renovadores europeos- iluminaban al resto de España. A día de hoy, la pedagogía catalana es más bien gris, callada y como ausente, con serios problemas. Y el presupuesto catalán para la educación está en la cola de las autonomías españolas. La educación es, por supuesto, una cuestión de inversión pública por encima de todo. La dejadez define a la política educativa catalana.

Voy a expresar lo que pienso sobre el 25% del castellano y la disputa consiguiente:

  • se deben obedecer las sentencias judiciales, sobre eso no cabe discusión. 
  • la lengua castellana y la catalana son cooficiales en Cataluña, y esa igualdad debe estar reflejada en la escolaridad.
  • que el fracaso escolar es mayor en la población de lengua materna castellana es una evidencia, pero esa evidencia solo es evidente cuando se relaciona con el nivel socioeconómico del alumnado. Este factor es clave para comprender la realidad. Dicho de forma más clara: el alumnado castellanohablante de clase media, media-alta o alta no presenta fracaso escolar.
  • se deben considerar, también, los números del fracaso entre quienes son de lengua materna urdú, árabe, amazig, rusa, etc. No estaría mal observar las políticas en otros países europeos con alta inmigración y diversidad lingüística, o coexistencia de lengua oficiales.
  • en tanto que lengua minoritaria, recesiva y en riesgo permanente de extinción, la lengua catalana merece un trato especial, pero siempre acuerdo con lo anterior: de lo contrario, se produciría una asimetría inexplicable.
  • muchos de quienes defienden el 100% de la escuela en catalán llevan a sus hijos a escuelas privadas, centros que tienen sus propios porcentajes lingüísticos fuera de la legislación autonómica y que, además, siguen poniendo los contenidos por delante de las competencias. Lo mismo para quienes defienden lo contrario.
  • quienes más hablan de las lenguas en la escuela tienen un conocimiento muy escaso de la realidad educativa y siempre hablan des de un sesgo político, de intereses y de cálculos electorales espurios. Han emponzoñado cualquier debate científico y sensato, y están en los dos polos de la contienda.
  • decidir sobre la bondad o la maldad de la inmersión lingüística debe estar en manos de expertos en pedagogía, neutrales y orientados por datos científicos.
  • la educación pública catalana lleva muchos años en una política de desmantelamiento orientada a justificar la existencia anómala de centros concertados y privados, aunque eso sucede en toda España. 
Hubo un tiempo en el que se toleraba la coexistencia de las lenguas, y se primaba la comunicación efectiva por encima de consideraciones esencialistas. Es cierto: hubo un tiempo de convivencia y de tolerancia antes de la llegada del "procés", un órdago que solo nos ha traído malestar. Yo lo he vivido. Y siempre añoro aquel tiempo de normalidad, cuando todo el mundo era capaz de ver la realidad lingüística y adaptarse a la realidad sin prejuicios, con flexibilidad. 

Es muy cierto que la educación es una herramienta para la transformación, pero esa transformación debe beneficiar al futuro del alumnado por encima de todo. No hay nada más que debatir: el objetivo de la educación es la transmisión del conocimiento y debe pensar solo en la mejora de la realidad del alumnado, en su futuro en un mundo muy incierto. En el futuro del alumnado no hay naciones ancestrales ni esencias patrióticas. Solo está su vida, de la que serán dueños. Al menos en este asunto deberíamos ser capaces de dialogar con calma.

Ellos y ellas son la ciudadanía de mañana, cuando yo ya no esté. Y usted tampoco. 


3 comentaris:

  1. Te honra tu posicionamiento personal y que nos lo expliques. En estos tiempos de río revuelto, en que tantos pseudo intelectuales y pseudo todo doran la píldora a tanto fantoche me congratula tu opinión. Muchas gracias.

    ResponElimina
  2. En comarcas donde el Catalán lo hablan el 90 por ciento o más de los hablantes, el 25% ¿se hace en Catalán y el 75% en Castellano? Pues una de las razones de los porcentajes inversos - aunque incumplidos - es la desventaja supuesta con la que cuenta el Catalán.

    podi-.

    ResponElimina