6 de febr. 2022

Hay casi tantas Rosalías como nubes en el cielo

Beethoven escribió partituras trascendentes y partituras banales, tristes, alegres, optimistas y pesimistas. Cada uno elige la que más le gusta. Lo mismo podemos decir de Bach, o de Wagner. A Wagner le reinvindicaron los nazis cuando Wagner ya estaba muerto sin pedirle permiso, pero un intérprete judío le versionó en un ensemble, es decir: hay muchos wágneres.

En otro arte: Vargas Llosa tiene novelas para todos los gustos, y todas son buenas. Caravaggio era un tipo muy malo que pintó escenas piadosas y escenas macabras. Los artistas prolíficos tienen eso, son polisémicos.

En el mismo sentido: Rosalía empezó una carrera brillante en el flamenco y luego se fue al flamenco pop, y luego al rap flamencoso o al trap aflamencado, y luego a la cosa de la fama, Malibú y esos lugares de la horterada global. Por fortuna, cada nuevo giro de Rosalía no borra lo hecho anteriormente: la memoria está ahí, y si la memoria nos falla estará en su lugar nuestra memoria periférica, grabadita en Youtube.

Cuando Rosalía publicó "El mal querer" algunos pensamos que la artista iniciaba una revolución en el flamenco con un discurso feminista poderoso y audaz, y que se avecinaban grandes obras en el mismo sentido. Nada más lejos de la realidad.

Me quedaré con mi Rosalía preferida, del mismo modo que de William Faulkner me quedo con "Santuario". De Emmanuel Carrère, me quedo con "El reino" y soslayo "Una novela rusa". De Emmanuel Carrère también soslayo que viva en un chaletazo en la isla de Ré. Y, de Rosalía, hago como que no me he enterado de su trayectoria de ostentación, lujo e insensibilidad, de su caída en la egolatría, que es una caída sin final hacia abajo. Nota mental: buscar el círculo del infierno del Dante en el que permanecerá Rosalía tras su paso por el mundo.

De Rosalía lamento, eso sí, que se haya olvidado de la influencia que es capaz de ejercer en las personas jóvenes que le siguen por las redes, a quienes un abrigo de piel animal, unos zapatos de miles de euros o una mansión de millones de dólares les causarán tanta admiración como dolor. La figura del "influencer" es un terreno demasiado virgen, demasiado inexplorado. Tierra ignota por el momento. Cada vez que Rosalía exhibe su poderío económico siento que algo se rompe en el mundo, a la vez que algo me aleja del mundo.

El mundo no es un lugar bello, pero la belleza existe (aunque sea más difícil de definir que la verdad) y siempre ha habido personas empeñadas en embellecer el mundo.

Solemos creer, los antiguos, que el grande y famoso en el arte será ejemplar en la ética y nos complacerá con sus elecciones sensibles, éticas y progresistas. Solemos creer que el gran artista es un intelectual progresista por necesidad, pero bien puede ser un necio integral: el talento artístico no promete mejoras para la humanidad. Monet era inmensamente rico y Manet inmensamente pobre. De Monet se hacen grandes exhibiciones hoy en día, y a Manet nadie le recuerda, y por eso es pintor de culto entre tipos como yo.

Ahora imagínense ustedes que Manet se hubiese hecho multimillonario y nos hubiese sorprendido con un gusto descomunal por los lujos, el oropel y la horterada, y con una mansión en Palm Beach con dos Ferrari en el garaje. "¡Ya no me gusta Manet!" diría yo, entonces, defraudado por la deriva inmoral del pintor.

5 comentaris:

  1. Coincido en tu opinión sobre "El Reino", aunque creo que Carrère es un "meapilas" de manual.

    Hay que tener un espíritu cultivado y firme para llegar al triunfo y no caer en la trampa del oropel y los excesos excéntricos, y creo que a Rosalía el triunfo la ha pillado con un espíritu aún sin formar, la historia de la música "pop" está llena de estrellas que se colapsaron en la treintena.

    Estos días he visto la película "La Casa Gucci", un bio-pic sobre la vida de Maurizio Gucci, otro ejemplo de vida "glamourosa" y excesiva, un ejemplo claro de como teniéndolo todo, alguien se puede despeñar hacia la ruina y la muerte.

    Film recomendable, por las actuaciónes de Al Pacino, y de Lady Gagá.

    Un abrazo.

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  2. Me encanta su obra, incluso estas últimas cosas que ha sacado tan alejadas de sus inicios.

    Pero aunque me encante su obra no puedo evitar que me parezca bastante repelente como persona, además de hortera y poseedora de uno de los peores gustos en cuestiónes de estética. Será, como bien dices, que los millones se le han subido a la cabeza. En cuanto al afán de ostentación, ese lo tiene desde el principio (¿o no es afán de ostentación el vocalizar su nombre en muchas de sus canciones, venga o no venga a cuento?)

    En fin, aquí me tenéis espectante e impaciente esperando el lanzamiento de ese nuevo álbum que dice estar haciendo, a la vez que cambiando de canal cada vez que sale por televisión.

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  3. Rosalia és un producte musical, no un projecte. Té alguna cosa bona al començament amb el mal querer, res que no s'haguès fet abans, i a partir d'aqui, fum, fum, fum. Bon marqueting, aixó si.

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  4. Creo que las respuestas anteriores resumen lo mismo que pienso yo.
    Hay quien no sabe digerir la fama, no pasa sólo en artistas, pasa en el deporte profesional también.
    Estoy de acuerdo con lo de los influèncers, quizá lo peor de las redes, pero están ahí, sólo hay que esquivarlos.
    Un abrazo

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