22 de juny 2020

Podemos derribar estatuas


La primera vez que conocí a una estatua maligna lo hice gracias a Prosper Merimée, el autor de la novela breve "Carmen". En una narración de Merimée (La venus de Ille), la escultura clásica de una Afrodita es ultrajada por el joven, romanticón e incauto protagonista, de modo que la escultura adquiere un tipo primigenio y brutal de vida y procede a una venganza erótica y mortal. El desdichado muere abrazado por unos brazos (y unas piernas) de mármol. Las estatuas pueden ser malas. Creo que la literatura gótica y romántica exploró el tema en otros textos, y la maldad de la piedra antigua incluso aparece en Lovecraft ("La llamada de Chtulhu" y otros cuentos).

Hoy, los informativos nos muestran imágenes de multitudes abatiendo estatuas. A veces con un cierto sentido. Otras, sin discriminar mucho. Echar al suelo la imagen de Fray Junípero Serra, por ejemplo, proclama un cierto desconocimiento de la historia o quizás una necesidad visceral de reescribir el pasado a lo bruto y sin matices. Junípero, franciscano mallorquín, se enfrentó al virrey español de California y combatió los abusos del poder político, se opuso a la codicia infinita de los conquistadores y defendió a la población nativa. Aunque es cierto que procedió a la evangelización cristiana de los autóctonos con métodos que nos ponen los pelos de punta. A los hombres y mujeres del siglo XXI, por supuesto. En cierto sentido, Serra es una figura equiparable a otros frailes: al sevillano Bartolomé de las Casas y al ecijano Francisco Ximénez, que aprendió la lengua náhuatl para comunicarse mejor con los nativos y propuso puntos en común entre sus creencias y las que él profesaba.

Vistos a día de hoy, los tres frailes serían pacientes de la psiquiatría y Lacan hubiera podido escribir un tratado muy sesudo de cada uno de ellos. Sin embargo, eso no tiene sentido práctico: desde los frailes que viajaron al Nuevo Mundo al psicoanálisis hay 500 años de diferencia. Los valores de hace 500 años, los conocimientos, la filosofía y la ciencia no son los nuestros. Juzgar a aquellos hombres con lo que sabemos o pensamos hoy sería tanto como tratar de burro a Publio Cornelio Escipión por no haber atacado Numancia con una flota de bombarderos B-52.

Uno puede comprender, más o menos, los estallidos de la rabia colectiva en poblaciones víctimas de la segregación, empobrecidas y humilladas secularmente: que un grupo de indignados derriben la estatua de un general sudista, de un tipo que se hizo riquísimo con el tráfico de seres humanos, de un explotador sin manías. (Aún así, el ánimo se me encoje en la contemplación de las muestras de la furia). La iconoclastia parecía ser cosa de bárbaros, de la antigüedad, o de ideologías que, hasta la fecha, se nos presentaban como salvajes e impresentables de otras latitudes y de personas cooptadas por religiones violentas: la voladura de los budas de Bamiyan a manos de los talibanes se nos presentó como un hecho solo entendible dentro de un mundo tan bestia como el del islamismo radical, algo que solo sucede en lugares lejanos. Sin embargo, el malestar también sucede en occidente y en las democracias. Eso es una evidencia que se debe pensar.

Lo que a uno le resulta más difícil de comprender es que cargos políticos españoles, o diputados y diputadas con sueldos excelentes, propongan derribar esculturas: ahí están concejales de Barcelona o políticos de la Cup que, en vez de preocuparse por el bienestar de los más desfavorecidos -colectivo que aumenta a ojos vista- se preocupen por el derribo de estatuas. Pero no de todas las estatuas, por cierto: no dicen nada de la escultura de Güell (ni de las obras de Gaudí financiadas por Güell) y jamás del monumento a Francesc Cambó en la Vía Layetana (antes Vía Durruti). ¡Qué cosas!

22 comentaris:

  1. Ni de lapidar la calle Sabino Arana, borrar la de Salvador Samà, cambiar la de Cinto Verdaguer y olvidar la de Miguel Biada, todos esclavistas, como el Xifré o el bisabuelo del Artur.

    La Cup es un partit de pá sucat amb oli, y no pasará de aquí. Quien ha llevado el problema al máximo ha sido quien podía solucionarlo y ha girado la cara porque no ha tenido los suficientes como para afrontarlo. Empezando por Montilla, hoy partícipe de la puerta giratoria y acabando por Iceta.
    Todos los que de una u otra forma nos consideramos federalistas, bilingües y en cierto modo liberales, nos encontramos huérfanos a la desaparición de Pascual Maragall de la política.
    El miedo a perder prebendas (hoy compensadas de Montilla), y de perder su puesto de primer bailarín coreógrafo, y con él los dividendos sin matarse mucho, Iceta, han hecho que incluso votantes del Psoe lo hicieran al Cs, y hoy votos perdidos.

    Siempre ha habido tráfico de esclavos, hoy los hay en toda la comarca de Osona ¿o crees que en los mataderos trabajan en la linea de corte por 850 € las pubillas y los hereus de cada casa?

    No hay nada que haya cambiado, sólo el envase, el licor sigue siendo el mismo de amargo.
    Salut

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    1. Miquel, creo que en tu respuesta está la clave. En primer lugar, el tráfico de esclavos sigue aquí. Ahora se llama de otro modo y los esclavos vienen por su propio pie y pagando. Lo señoritos catalanes están encantados con la nueva fórmula, más barata y por lo tanto más beneficiosa. Hay burros de la izquierda progre que también lo aplauden.
      El papel (el papelón) del PSC en todo el desastre es evidente. Los socialistas podían haber hecho muchas cosas y no hicieron nada (salvo acumular cargos). Ellos también son culpables, por cómplices. Dejaron campar a sus anchas a los convergentes y ahora tenemos una Cataluña hecha trizas entre el nacionalismo y el progresismo tonto, que no es socialista. El socialismo era otra cosa. Yo le doy gracias a la naturaleza: el licor es tan amargo que no le veo el sentido a tragarlo durante muchos más años.

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    2. Todo depende del contexto de lo actual y lo geográfico para discernir que derrumbar y que no.
      Este tipo de comentarios encubren las lógicas del tradicionalismo de siempre, de forma muy sutil. Querer conservar todo, es síntoma de que nada cambie, que todo siga igual para mal, evidentemente.

      Apoyo totalmente las acciones del derribo de los ídolos de personajes nefastos sin ningún tipo de reserva, y espero que en el futuro se haga más y mejor. Para saber la Historia ya hay LIBROS y ESCUELAS.

      Salut


      5 de Messidor del 228 5:87

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    3. Este comentario va referido al comentario del Sr. Francesc Cornadó, disculpen el erros de localización.

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  2. No soy ni monárquico, ni republicano, ni federalista, ni trosquista, ni artista pop, ni nada de nada y desde esta falta de filiación, me doy cuenta de que hay una pandilla de energúmenos que siempre encuentran una razón para derribar cualquier cosa, además una larguísima tradición de derribos y destrucción recorre la historia del hombre.

    Siempre ha sido más fácil la destrucción que la construcción y ya se sabe, el ser humano va a lo fácil. La vagancia y la barbarie nos acompañan.

    Las razones son de cualquier signo, basta con una piqueta o un argumento florido para que cualquier descerebrado emprenda a trancazos contra todo lo que está en pie.

    La intolerancia y el fanatismo acompañan al martillo.

    En España hay mil argumentos para derribar cualquier cosa. Razones de un color o de otro. Discursos de derechas o de izquierdas, moralistas, ecologistas, religiosos, puritanos, históricos.

    Hay razones para derribar todo esto:

    El monasterio del Escorial porque es la petrificación de una España imperialista e intolerante.

    El monumento a Cristóbal Colón en Barcelona porque es la representación de la colonización de América.

    El acueducto de Segovia porque es una obra de ingeniería de un Imperio Romano que machacó la población ibérica autóctona.

    La Alhambra de Granada porque es un conjunto palaciego Nazarí de un reyecito que plantó cara a la culminación de la Reconquista.

    El Arco de Barà de Tarragona porque es una representación del triunfalismo del Imperio Romano.

    El Valle de los Caídos porque es el mausoleo de un dictador que firmaba sentencias de muerte mientras desayunaba.

    La Giralda de Sevilla porque es una mezcolanza de estilos profanos que se culminan con una cúspide cristiana, ejemplo de imposición pétrea.

    La muralla de Ávila porque separa, y no es cuestión de separar sino de unir.

    Las catedrales de León, de Soria, de Santiago, de Burgos, de Zamora, de Sevilla, de Murcia, de Barcelona, de Tarragona y todas las demás catedrales, todas, porque son templos de una religión intolerante e inquisitorial.

    Las obras de Gaudí, empezando por la Sagrada Familia porque las pagó un industrial explotador.

    Toda la arquitectura franquista porque ser esto, franquista.

    Toda la arquitectura monacal porque los conventos eran lugar de difusión de unas ideas fanáticas.

    Todos los colegios de curas y monjas porque desde ellos se difunde una educación dogmática.

    Todas las escuelas que construyó la República porque de ellas salieron espíritus libertinos.

    Los jardines botánicos, la Biblioteca Nacional, el Museo de Prado y todos los edificios de la Ilustración porque son la representación del librepensamiento.

    La Mezquita de Córdoba porqué es mezquita y templo cristiano a la vez, dos cultos antagónicos.

    La plaza España de Sevilla porque ha sido utilizada como escenario de la película Star Wars Episodio II: El Ataque de los Clones de la saga de la Guerra de las Galaxias, la plaza representa el planeta Naboo.

    No va a quedar nada en pie, sólo una pandilla de energúmenos paseando y gritando sobre las ruinas.
    Abrazos
    Francesc Cornadó

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    1. Parece que quieren bailar sobre las ruinas del pasado sin tener nada nuevo que aportar. También se deberían derribar edificios en todo el mundo siguiendo la misma lógica. El Partenón. En Italia no quedaría monumento en pie. En Egipto ni te cuento. Los templos mayas y aztecas ¡al suelo! Stonhenge abajo. Y así uno tras otro. Y esa es la propuesta no de unas comunidades legitimamente cabreadas, si no de unos pijos beneficiarios de la historia. Venimos de un pasado horroroso, es cierto. Séneca era muy rico y tenía esclavos. A la hoguera con sus libros estoicos. Marco Aurelio ni te cuento. ¿Deseamos volver a la barbarie? ¿Será eso? ¿Hay una pulsión por regresar a la barbarie y a la tribu primigenia?. Es decir: ¿estamos tontos? ¿Nos queremos morir como especie? ¿Es un deseo de extinción lo que se cuenta en cada acto de derribar estatuas?

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    2. Me encanta tu exposición, FRANCESC...así que la calcaré (que bonito me ha quedado) y la pondré en Tot...
      ¿ Falta algo por derribar ?
      Abrazos

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    3. Quizás el video que enlazo debería ser quemado: un coro de mujeres es dirigido por un hombre, acompañado por un pianista e interpretan una piexza de un compositor hombre. ¡A la hoguera! ¡Viva el mundo libre de la cultura!
      https://youtu.be/Yt6-gBGCJ-4

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    4. Que aporta una estatua de Colón, nada.
      Que aportan los libros de Séneca, mucho.
      La diferencía es evidente.
      Ese tipo de lógicas adolecen de ideologia conservadora.

      Salut

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    5. Si nos limitamos a la utilidad de los hechos o las cosas nos quedaríamos con muy poca cosa. Esculturas, libros, edificios y monumentos son fragmentos de historia conservados en el tiempo, y como tales todos aportan algo.

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  3. Solo a los talibanes del dogmatismo y la intransigencia les da por derribar estatuas. Si no te gusta el señor que aparece esculpido en tu plaza o parque, no desesperes: con el tiempo, los pájaros se encargarán de embadurnarlo de mierda. Es el destino de las estatuas: ser cagadas. Como dios manda.
    Un saludo.

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    1. También podría ser que mañana le erijan una estatua a uno de la Cup como homenaje a un destructor de estatuas y que pasado mañana la derriben por destructor de estatuas.

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  4. Ni siquiera son iconoclastas, es pura demagogia con la que cubrir sus fracasos como políticos, lanzando algún guiño a su electorado, para dar la impresión de que hacen alguna cosa mas que vegetar en la poltrona y esperar la transferencia a final de mes.

    Y aquí su electorado, son mas parecidos a una pandilla de "hooligans" futboleros, que a gente que pondera su voto.

    Anti-sistemas de boquilla que no renuncian a su coche oficial, sus prebendas y sus escoltas.

    De la talla intelectual de la señora ColaCau nos puede dar idea el que tachó de facha al almirante Cervera, y que no ha caído en la cuenta de que en Barcelona hay una calle dedicada al señor Hedilla, segundo jefe nacional de Falange, por detrás de Jose Antonio, en la zona de Nou Barris.

    Y ella es la líder del partido, ya me puedo imaginar la talla intelectual de los que van detrás.

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    1. Colau ha metido la pata varias veces, en parte por ignorancia, quizás, y en parte por precipitación, o por querer agradar a los suyos y construirse una imagen de progresista. Yo prefiero el racionalismo, pero está claro que eso no da votos ni popularidad ni "likes". Ante esta situación me ha gustado más la postura de Macron, o un artículo de Bernard-Henry Lévy que se puede encontrar en El País.

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  5. Yo no tengo ni coche oficial, ni prebendas, ni escoltas, ni casa propia de mi propiedad.

    Salut

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  6. Cuando no queden estatuas que derribar, nos derribaremos unos a otros. Es el clima que se está creando. ¡ Ojalá recobremos la sensatez y la fraternidad!

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    1. Eso es evidente. Hay estatuas por derribar y libros por quemar. Cuando se terminen unas y otros nos quemaremos a nosotros.

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  7. Los que derriban estatuas son los mismos que queman libros, como si derribando una estatua o quemando un libro se solucionase nada. Para mi la Historia no tienen nada bueno, ni malo, es aséptica, tan solo hay que verla con animo de aprendizaje más que de una revancha imposible. Los que buscan ganar supuestas batallas que nunca lucharon a base de quemar recuerdos que no comprenden son unos infelices con poca capacidad de análisis, pero muy peligrosos. Yo nunca prohibiria un libro, ni el Mein Kampf siquiera (este libro es un excelente combatiente contra el nazismo, porque es aburrido de narices).
    Un saludo

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    1. destruir la historia pensando que se arregla algo del pasado con la destrucción es una distorsión cognitiva a todas luces, algo pueril y sin sentido. Si tienes un bisabuelo esclavista ¿qué harás? ¿Inmolarte a ti mismo? Ojalá destruyendo la estatua del Marqués de Comillas se borrase el esclavismo, pero pensar así es más propio del pensamiento mágico y además deberíamos destruirlo casi todo. ¿Para quedarnos con qué? ¿Para pensar que empezamos de cero y todos somos puros e inocentes?
      Por cierto: la lectura del Mein Kampf es recomendable, en efecto: es soporífero, mal escrito y una colección de delirios.
      Por

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  8. En referenciá a la foto; Pazuzu deidad o "demonio", utilizado en la antigua Sumeria, "satanizado" por occidente de tradición cristiana en el film "El Exorcista". Las embarazadas se lo colgaban en el cuello porque se creia que protegia contra otras deidades o "demonios" que eran perjudiciales para el embarazo. Funcionaba con un concepto parecido al de las gárgolas de las catedrales, coloco una deidad o "demonio" amenazante para asustar a las otras deidades o "demonios" que puedan venir a perjudicar.

    Salut

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    1. Joan, no sabía quién era Pazuzu ni que este idolillo se hubiese utilizado en una peli sobre exorcismos, pero con la tuya ya van dos referencias. (La otra llegó por otro canal). Bueno, lo lamento si esa figura, demonizada por la iglesia cristiana, ha molestado a alguien. Al fin y al cabo, el cristianismo demonizó todo lo anterior a Jesucristo, y de ahí que los puentes romanos se denominen en muchas ocasiones "Puente del Diablo", aunque nadie se haya endemoniado nunca por cruzar esos puentes.

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    2. Lo de demonizada por la iglesia cristiana, no era un reproche, solo era como nota informativa.
      Es para hacer entender que en Sumeria las mismas deidades tenian atributos malignos y beningnos.
      No es como en la mentalidad de la cultura cristiana donde un Ángel siempre es bueno y un Demonio siempre es malo. Para quien le interese el tema, recomiendo este libro: https://www.casadellibro.com/libro-mesopotamia-la-escritura-la-razon-y-los-dioses/9788437621197/945924

      Salut

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