28 de jul. 2019

Las raíces carlistas y franquistas del independentismo, un ensayo por escribir

Resultat d'imatges de carlismo en cataluña

Si yo fuese alguien en el panorama intelectual me pondría a escribir sobre ese asunto, ya que me parece una aportación necesaria al debate. Al debate entendido como una discusión en donde se aportan argumentos, datos históricos y sociológicos y todo lo demás.

¿Es cierto que el carlismo está en la raíz del nacionalismo catalán? ¿Qué parte de tradicionalismo hay en el sentimiento independentista? ¿Las dinámicas autoritarias aprendidas con el franquismo explican las dinámicas autoritarias del secesionismo catalán? ¿Por que la mayoría de figuras del secesionismo descienden de familias franquistas? Estas preguntas deberían ser pensadas. Y respondidas con argumentos. Quizás esto nos devolvería a un cierto pensamiento, a una cierta racionalidad. Quizás esto nos evitaría las penosas (y vergonzantes) diatribas supremacistas, xenofobias, fobias lingüísticas y demás muestras de holgazanería mental que exhibe el debate actual.

Pero no soy ni Cercas ni Ovejero ni Vidal-Folch ni de Carreras ni Pérez Andújar, solo soy una persona más, un ciudadano vulgar que aporta sus impresiones que son impresiones pequeñas, individuales, de a pie de calle, a pie de su casa. Ni dispongo de grandes lecturas ni tengo grandes títulos académicos que me avalen. La renuncia de la intelectualidad catalana, en este asunto, es lo que me ha impulsado a escribir sobre política catalana en este blog y en algún que otro medio. Llevo ya varios años exponiéndome, arriesgándome quizás más allá de lo prudente, porqué quizás no era prudente que una persona pequeña como yo se expusiese tanto. Pero ya está hecho, y jamás me arrepentiría de exponer una idea política, un principio ético. Cuando uno comprende que ser un ciudadano, en una democracia, consiste en ejercer de ciudadano, cosa que significa mucho más que ir a votar (o no votar) cada cuatro años, no se puede hacer otra cosa.

Del mismo modo que cuando uno se descubre a si mismo como un ser histórico, un ser en el tiempo, no tiene más remedio que repensarse. Pienso a menudo en mi padre, fallecido hace ya unos cuantos años, algunos más de diez. Mi padre se jugó el pellejo mucho más que yo por exponer sus ideas y sostenerlas y expresarlas. Se jugó el pellejo porque hizo eso durante una dictadura militar. Para empezar, no solo desoyó los consejos de su padre (el abuelo) de no meterse en política, si no que se opuso a las preferencias del franquismo acomodaticio del progenitor, las que heredó. Su viraje ideológico obedeció, según creo, a las lecturas y a algunas amistades, las amistades que le propusieron las lecturas. Creo que siempre osciló (dudó) entre el socialismo y el nacionalismo catalán, e intentó llegar a una síntesis con la que no consiguió dar (yo creo que no encontró la síntesis porque es imposible dar con ella, digan lo que digan esos chicos de la Cup). También creo que esa situación fue muy común a mucha otra gente de su generación, aunque me temo que la mayoría optaron por la postura más fácil, más resultona o más a la moda, o por la que ofrecía, a cambio, algún beneficio tangible. Eso lo he visto muchas veces, tanto en la ideología como en cuestiones mucho más simples y epidérmicas: asuntos amorosos y laborales, por ejemplo, o cuando uno se postula para publicar una novelita. El ser histórico es, también, un ser económico. Ahí aparecen el hambre y el frío, la necesidad de comer y tener techo, y el temor a los cambios que te pueden dejar sin pan y sin techo o, en su reverso, el deseo de tener comida de sobras y varios techos. Cuando uno pretende un techo solo pretende cobijarse, pero cuando quiere varios techos los quiere para gozar de lujos en varios lugares.

Eso debería promover a la pregunta o a la duda: la evidencia de que, la mayoría de los líderes secesionistas, escriban desde bellos chalés ampurdaneses o de la Cerdaña en cuanto empiezan los calores veraniegos. Por más que escriban sobre su sentimiento de personas oprimidas y reprimidas, hacerlo desde una linda casa de campo y de veraneo levanta la sospecha.

Mi padre nació pobre y murió pobre, y pasó sus últimos días en una clínica pública para enfermos terminales, entre moribundos acogidos por la beneficencia. Tuvo suerte: poco después de morir, el señor Mas se cargó los últimos vestigios de la sanidad para todos. De haberle llegado más tarde la muerte, en vez de haber muerto en la beneficencia quizás habría muerto en la indigencia, aunque en una indigencia tan soberana como soberanista, y su certificado de defunción pasaría los estrictos controles lingüísticos de la inquisición Koiné. Pienso a menudo en mi padre, buscando en su vida una moraleja, una lección. No es anecdótico que una de nuestras últimas conversaciones tratase del final de la segunda guerra mundial, penúltimo ejemplo de la guerra entre totalitarismos y democracia. Me contó una sorprendente juventud filogermánica, en la que admiró a los grandes generales alemanes. Tantos años más tarde, todavía mostraba un mohín satisfecho cuando nombraba a Rommel o a Guderian. Eso era común entre la juventud española de su época. Luego cambió de bando. No leyó a Marx, pero sí leyó resúmenes marxistas para obreros iletrados, algo sobre la teología de la liberación y poemas de un poeta sandinista. Yo, al fin y al cabo, de Marx solo leí su ensayo sobre la revolución francesa.

Aprender (a la fuerza), desaprender cuando se pueda y aprender de nuevo. Y así hasta el fin. En eso creo que consiste el argumento de la obra, parafraseando a Gil de Biedma. Este es un proceso por el que deberíamos pasar la mayoría de los catalanes.

4 comentaris:

  1. Como sabes, algunas veces dejo comentarios en tu blog, normalmente para exponer mis pensamientos sobre la situación que sobrellevamos (conllevamos) en común con los catalanes comunes (que no con los Comú) y corrientes… y cuando eso sucede, siento una especie de pena y enfado por lo que la emigración andaluza o gallega hizo, aportó y/o soporto en la distancia y en la lucha por levantarse de la pobreza que le obligó a salir de su tierra y dejar atrás su familia, sus raíces, sus pasados… Y que ven ahora, al final de sus días, como sus hijos o nietos reniegan de esa tierra, que olvidan que existe o, pero aun, vilipendian.
    Hacía tiempo que no leía un texto con tanta pena (semi) oculta entre sus renglones… Sé que escribiste desde el alma.
    Alfredo

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  2. "Aprender (a la fuerza), desaprender cuando se pueda y aprender de nuevo." ¿Materialismo dialéctico, que decíamos en aquellos tiempos? Acaso simplemente biología cultural, que no sé si todo el mundo la reconoce como tal. La que nos implica en el acto de vivir. El valor de haber desaprendido, desalojado (nunca sabemos hasta qué punto), tanta basura tal vez no nos lleve a nuevos grandes principios de nada. Pero al menos veremos con cierto ejercicio más libre lo que podemos dar de sí, de nosotros. Coincido que es un texto duro, porque cuanto acontece es duro. Empezaste con lo del carlismo -a mí también me intriga el asunto y creo que hay ciertas raíces, al menos de zonas rurales- y derivaste por otros pagos. Y el fenómeno de orígenes decimonónicos lo he visto más de cerca entre el nacionalismo vasco y el nacionalismo navarro (este de otra intensidad, pero con caché propio) Muchas explicaciones hay que bucearlas en el intensísimo y demoledor siglo XIX.

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  3. Si nos remontamos a Marx, recordamos lo que escribió en su Brumario. La Historia se repite dos veces, primero como tragedía, después como farsa. Pero esto lo publicó antes del establecimiento de lo que después denominamos "carlismo". La frase, aún así, tiene validez, y la tiene a la medida de que no aprendemos de los errores, aunque estos vengan cometidos por los que piensan similar a nuestra manera de pensar.

    Perdonamos a todo aquel político que nos cae bien, así de sencillo; y damos mayor credibilidad a quien nos postula lo que queremos escuchar, sin avenirnos a razones. Así, los neoconvergentes, se niegan aún a aceptar que el ex es simplemente un estafador; que Cercas o Mendoza, son mejores escritores que Monzó o la Rahola; que Angels Barceló le da sopas con ondas a la Empar Moliner o que nos guste o no, el premio Cervantes pesa más que el de Sant Jordi.

    Por cierto, a Gil de Biedma nunca se le presentará como un autor catalán, aquella generación, del 1959, la desconocida generación de Barcelona, nunca fue aceptada. Carlos Barral, Juan Marsé, Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo y Castellet, junto a la fotógrafa Colita, conformaron lo mejor de la escritura de la prosguerra. Fue su musa Isabel Gil Moreno de Mora "Bel".


    A una dama muy joven, separada
    Jaime Gil de Biedma

    En un año que has estado
    casada, pechos hermosos,
    amargas encontraste
    las flores del matrimonio.

    Y una buena mañana
    la dulce libertad
    elegiste impaciente,
    como un escolar.

    Hoy vestida de corsario
    en los bares se te ve
    con seis amantes por banda
    --Isabel, niña Isabel—

    sobre un taburete erguida,
    radiante, despeinada
    por un viento sólo tuyo,
    presidiendo la farra.

    De quién, al fin de una noche,
    no te habrás enamorado
    por quererte enamorar!
    Y todo me lo han contado.

    ¿No has aprendido, inocente,
    que en tercera persona
    los bellos sentimientos
    son historias peligrosas?

    Que la sinceridad
    con que te has entregado
    no la comprenden ellos,
    niña Isabel. Ten cuidado.

    Porque estamos en España.
    Porque son uno y lo mismo
    los memos de tus amantes,
    el bestia de tu marido.

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  4. Con permiso, el otro dia en una sobremesa de verano, bien comidos y con una copa en la mano hablamos de politica, que si izquierdas, que si derechas y eso. Resulta que eramos tres uno de izquierdas, otro de derechas (conservador más bien) y yo en medio, que no se muy bien que soy, quizás un liberal, que no conservador, que cree en la igualdad de oportunidades.
    En la conversación el de derechas decía que los independentistas catalanes eran de izquierdas y yo le dije lo que pienso, que uno no puede ser nacionalista y socialista, que son polos opuestos, porque mientras unos defienden mejores condiciones por su nacimiento en tal o cual sitio los otros defienden la igualdad de oportunidades sin distinción de procedencia, es decir son polos opuestos. El nacionalismo es excluyente, narcisista y elitista, todo lo contrario que el socialismo, creo yo, así que decir que eres nacionalista y de izquierdas, para mi es un oximoron.
    Si los independentistas dejasen de mirarse el ombligo, decirse lo guapos, altos e inteligentes que son los catalanes y se dedicasen a ver la situación en perspectiva, verían que acusar al resto de su país, España, de ir en contra de la democracia es un poco estúpido, por cierto, un país que ha superado una dictadura infame y sangrienta de forma limpia y con democracia de no ser democrático es un poco infantil, por lo menos.

    Un país, su país, que forma parte de pleno derecho de la U.E. la unión de países más progresista del mundo, (creo que esto tiene poca discusión)
    Pero claro, se esta más cómodo quejándose de todo, vistiéndose de víctima, así no hay responsabilidad alguna que asumir y todos sus errores, falta de imaginación, carencia de creatividad y seriedad no queda manifiesta, sus errores e infamias quedan tapadas por la bandera y por un infantil y mezquino "espíritu patriótico", solo apto para gente sin espíritu crítico y ningún afán constructivo, el típico niño pijo malcriado, llorica que solo ve defectos, en resumen.

    Un saludo

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