9 de jul. 2019

Tolstoi murió en Cataluña

Resultat d'imatges de tolstoi

Dijo Tolstoi que amaba a la humanidad, pero que era incapaz de amar a un hombre en concreto. Tolstoi era, además de uno de los más grandes novelistas de la historia, un pensador que escribió sobre muchas cuestiones. Escribió sobre educación, aunque sus textos sobre esa materia sean poco conocidos. Los descubrí por casualidad, mientras leía a Vygotsky, que cita a Tolstoi varias veces en "Pensamiento y lenguaje". Terminé la lectura de Vygotsky cuando termina el curso, y así comprobé lo que me dijeron: el constructivismo hizo una lectura errónea del científico ruso. ¡En educación todo es complejo! Eso me llevó a escribir sobre algunas de mis experiencias en el mundo de la educación.

Llevo unos 15 años trabajando en la docencia. Siempre he buscado proyectos interesantes, propuestas de las que se puede aprender. A la escuela vamos para aprender todos y entre todos. He encontrado algunos proyectos que merecen la pena, y alguno de veras muy interesantes. Hay grandes ideas, incluso grandes ideas avaladas por grandes investigadores. Hay grandes ideas avaladas por grandes investigadores doctorados en Harvard y por altas autoridades europeas. Eso no es ninguna ironía.

Vi grandes ideas y vi grandes resultados. Pero las ideas, ¡ay, las ideas! las ideas deben llevarse a la práctica, deben implementarse en el mundo, y esa implementación recae en los seres humanos, que son solo seres humanos como usted y como yo. Y los seres humanos estamos sujetos a nuestras pequeñas cosas, a nuestras grandes verdades tan distantes de lo verdadero, a las ansias de poder, a los apegos emocionales y monetarios, a los viejos miedos (miedo a quedarse solo, a quedarse en el paro). Se que estoy escribiendo un comentario minúsculo y marginal a algo muy relevante de Platón. Me niego a admitir que Foucault tenía razón, me resisto a aceptar que todo se reduce a la voluntad de poder. Yo prefería a Habermas y su voluntad de verdad (de "veracidad", dice Jürgen). Pero la realidad me pone difícil a Habermas.

Estuve dos cursos implicado en un proyecto que me parece el más interesante que he vivido jamás, y por eso lo viví con intensidad, con esfuerzo, con dedicación. Incluso con fe, en los primeros tiempos. Creí. Incluso podría decir, con Chateaubriand: creí y lloré (j'ai pleuré et j'ai cru). Porqué había razón y emoción, racionalidad y sentimiento. Eso pasa poco, todos lo sabemos. Pero pasa. Yo soy testigo de que eso sucede, aunque sea pocas veces. Como el misterio insondable de la sincronicidad.

Por ese motivo el dolor es, hoy, más grande: cuando uno descubre que toda aquella belleza y toda aquella razón están oprimidas bajo una forma de tiranía de lo pequeño, de lo egoísta, de lo mezquino. No hay generosidad. Estuve dos años viviendo intensamente en un proyecto en donde había inteligencia, razón, ciencia. Solo faltaba la bondad.

Estuve en una reunión -que constaba en el calendario como "reunión de evaluación" de un curso determinado- que se convirtió en una discusión desagradable, incluso agria, sobre disciplina (es decir, sobre represión de la indisciplina). Suele pasar eso en las comunidades regidas por una ideología muy robusta: no se tolera la disidencia de ninguna clase y se aparta la autocrítica. Tanto énfasis en la represión del indisciplinado cuestionaba la validez del aparato educativo, y eso está prohibido nombrarlo. Un tabú. Una doctrina avalada por Harvard no puede ser cuestionada por un niño ingobernable de 11 años, de modo que en esta reunión se buscaron culpables entre los docentes presentes: algunos fueron acusados de blandengues, otros de poca fe: nadie osó admitir que el sistema fallaba. Que el sistema era tan débil y tan humano y tan predeciblemente imperfecto como cualquier otro, de los otros sistemas que no están avalados por los sabios.

-Harvard ya no es lo que era, me dice uno, en Harvard viven de una leyenda que se está diluyendo en la niebla de los tiempos.

Lo malo es que se me termina el tiempo. Que yo también me voy a diluir en la niebla algún día no muy lejano. Al final, todo lo grande es pequeño. Y todo lo pequeño, grande. La vida y sus chascos.

Lo dijo Tolstoi en la primera frase de Ana Karenina: los que son felices son todos iguales. Los que son desgraciados lo son cada uno a su modo.

1 comentari:

  1. Poco se de literatura rusa. Algo de Gogol, algo de Chejov (los cuentos), algo de Gorki, pero poco más.
    No se si Tolstoi murió en Catalunya, pero intuyo que si son capaces de decir que Colon era del Poble Sec y Cervantes del Guinardó, por aquello del Rocaguinarda, no tendría porque extrañarme de que el escritor en cuestión hubiera nacido en Premia de Dalt, cerca de donde el exhonorable tenía una estatua, en la entrada del pueblo.
    salut

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