24 de set. 2018

Patria y género

Resultat d'imatges de carlista

Mis apellidos son Bosch y Albert, ambos muy pero que muy catalanes. Pero si prevaleciesen los apellidos maternos, mis apellidos serían Casas y Estarelles. Mi apellido "Casas" procede de Cartagena de Murcia, y mi apellido "Estarelles" de un pueblo cercano a Alcoy, en Alicante. Si prevaleciesen los apellidos maternos habría algunos cambios, como por ejemplo que todo el mundo vería en mi a un charnego estricto y nadie se alarmaría ante mi oposición al independentismo catalán.

Hace unos pocos años estuve en Alcoy y me entretuve en el cementerio. Había muchas lápidas con el apellido "Estarelles".

Sobre el "Casas" de Cartagena hay mucho que contar. Uno de mis antepasados, no muy lejano, llevaba por apellido Ladrón de Guevara y fue coronel del ejército español en las Filipinas. Según he sabido, le impusieron una medalla que solo se imponía a los que habían derramado mucha sangre enemiga. A ese Ladrón de Guevara le desheredaron por su conducta licenciosa, ya que se lió con una bailarina (y encima se casó con ella). Mi bisabuela fue una bailarina. Lo de "bailarina" es un eufemismo que todo el mundo comprende. Es difícil posicionarse entre un militar sanguinario y una actriz de cabaret. Incluso es difícil decidir si el militar destinado a las Filipinas fue un asesino o un tipo decidido a sobrevivir como fuese en una guerra que le impusieron.

No me avergüenzo de los apellidos que constan en mi DNI escrito bajo la dominación patriarcal, pero tampoco me avergonzaría de los otros. Al fin y al cabo, si uno es valiente, se construye su identidad a pesar de sus apellidos. A pesar de las ideas que le inculcaron sus padres. A pesar de todo.

Mi padre fue un hombre rudo, que de adolescente se apuntó a un club de boxeo en la calle Joaquín Costa de Barcelona (la calle en la que vivía Enriqueta Martí, apodada "la vampira del Raval"). Encontré su carnet de boxeador en un cajón de su mesilla de noche cuando llevaba más de cuatro años muerto. Mi padre hizo algunos esfuerzos por mejorar como persona, los que pudo. Sin embargo, mi padre fué nacionalista catalán. No fue un mal padre, se esforzó. Yo no he sido mejor que él. Solo que no he sido nacionalista catalán.

Mi padre sobrellevó la salida del armario de los homosexuales en España. No le gustaban pero aprendió a tolerarlos. Intentó transmitirme que la tolerancia es un valor. Creo que estaba seguro de que la tolerancia es un valor. Yo le entiendo, pero no creo en la tolerancia. La tolerancia es lo que hace el que se siente superior frente al que percibe como inferior. La tolerancia no es un valor: el valor es la democracia. Es decir, la convicción de la igualdad en los derechos y el patriotismo constitucional (eso lo dice Habermas y yo se lo copio).

En el patriotismo constitucional de Habermas, el nacionalismo catalán es un micronacionalismo agresivo/defensivo. Eso lo desarrolla muy bien Claudio Magris en "La historia no ha terminado". Claudio Magris no es un autor leído por los nacionalistas catalanes, posiblemente porqué es amigo de Vargas Llosa.

Y hay que recordar que "patria" proviene de la misma palabra que "padre", de la misma que "patrimonio". Algo hay en ese nuestro lío catalán que tiene que ver con eso. Me sorprenden las chicas de la Cup cuando se proclaman antipatriarcales y a la vez patriotas de una nación mítica. ¿En qué embrollo se han metido?. No me sorprenden Puigdemont o Torra cuando se proclaman patriotas de la nación mágica, porqué parece bastante evidente su modelo de masculinidad: la hegemónica, la dominante.

Yo les propondría que jueguen al juego de imaginar que prevalecieron los apellidos maternos: es muy probable que les salgan otros apellidos tan catalanes como los primeros, pero solo pensar en eso les vendrá bien. Además, no deja de ser un pasatiempo intelectual, y creo que Torra es un intelectual y Puigdemont dejó sin terminar sus estudios de filología (catalana, por supuesto), lo que indica una tendencia a la intelectualidad, aunque leve y discutible (los firmantes del manifiesto Koiné eran mayoritariamente filólogos pero nada intelectuales, más bien hooligans con tres cervezas de más, aunque esas tres cervezas eran artesanas y producidas en l'Osona, el Ripollès y la Garrotxa).

El juego, este juego de cambiarse los apellidos del padre por los de la madre, se lo propongo a todo el mundo: a mi, que no soy nacionalista, lo del patriarcado no me gusta nada (¿soy dos veces no-nacionalista?), pero a los que les guste un poco, sean nacionalistas o no, les va a divertir. Y podrán imaginarse como hubiesen sido en el caso de llevar los apellidos de la madre. Quizás un Oriol Ferrusola Soley sería igual que el otro, pero tal vez un Oriol Pérez Santos sería distinto de un Oriol Serra i Puig. No lo se, es imposible saberlo.

Pero sospecho que, con los apellidos de las madres, quizás habría menos patriotismo nacionalista y quizás estaríamos más preocupados por el bienestar común, los derechos, la educación y etcétera que por el color de la bandera, la frontera y esas cosas tan caras para los patriotas.


9 comentaris:

  1. Blanco Bellón son los mios, esta claro que de catalanes nada, Blanco creo que viene de Galicia un antepasado afilador que hecho raices en La Mancha. Bellón (que es el de mi madre) si que es manchego de pura cepa, pero se que el padre de mi abuela materna fue gitano y encima "los bellones" mi madre y sus hermanos siempre se sintieron cordobeses que es la ciudad que los acogió. Imaginate el lio si en mi familia empezaramos a rehibindicar nacionalismos. Por otro lado mis hijos llevan apellido catalan: Llagostera y el unico nieto con dos apellidos catalanes (tengo dos con apellido navarro y una con apellido italiano) esta deseando cumplir los 18 para cambiar el Llagostera por Blanco (pasaria de Castany Llagostera a Castany Blanco de hecho el ya firma asi.. ) ya ves todos unos charnegos y encima desagradecidos con la tierra de acogida o que los vio nacer.....

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    1. Gracias por tu aportación. Una cosa que está implícita en mi texto es, justamente, cuestionar el mito de la tierra de acogida. Gracias.

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  2. Desciendo de una estirpe que arrancando de un idílico rincón de Cantabria se extendió por todo el país, y por medio mundo.

    La lección que me ha legado mi genética, es que la patria ha de caber en una maleta, o en un bolsillo si apuramos un poco.

    Ya el hecho de nacer aquí también fué un accidente, si me hubiese retrasado unos meses posiblemente habría nacido en Alemania. Mis padres tenían planes para emigrar allí, que se vieron frustrados por el rápido embarazo de mi madre.

    Soy barcelonés por pura chiripa, y nacido cerca del antiguo gimnasio de tu padre, en el corazón del barrio chino, que por entonces ya era un poti-poti de gente de diversas procedencias.

    Así es que estoy vacunado contra ataques de patriotismo desde mi nacimiento.

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  3. Los mios serían Barenys Gatell, catalanes lo mires por donde lo mires. De dicho ejercicio extraigo una conclusión. Para la celebración de los 50 años de casados de mis padres, en el año 2007, elaboré un árbol genealógico documentado con partidas de nacimiento que busqué a lo largo y ancho de la geografía catalana. Mi catalanidad se remonta, como mínimo, a mis tatarabuelos. Y a mi me importa cero. No noto raices bajo mis pies. Podría contar con los dedos de una mano, y sobrarían dedos, las tradiciones que me emocionan. Quizás la danza de la mort de Verges. No me siento hermanada a nadie por nacimiento patrio, incluidos algunos parientes de sangre. Soy una apátrida social convencida. Sólo me mueven los sentimientos, la empatía que me genera la admiración, el respeto sea quien sea o venga de donde quiera. No me ata la tierra ni la lengua ni las costumbres ni siquiera la historia compartida, huyo de ella. Me atan los afectos. La única patria en la que creo.

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  4. Y yo tengo el paterno de pura casualidad, Cartisano, porque en realidad me tendría que llamar Mendez Mendez , de ascendencia, por lo que se, murciana.

    Cumplo todos los requisitos de la gran mezcla. Criado en las barracas de Can Valero Petit, de madre catalana y padre italiano. Anarquista ella y que jamás se quiso casar, pudo y consiguió que su compañero, mi padre, me diera su apellido.

    En la vida todo se falsifica, lo que más la identidad. Hoy en día lo vemos con los masters.

    Me siento apátrida. No me gustan los trapos, ni los pendones. No veo el porqué se ha de ir detrás de nada con insignias que sólo sirven para matar al de enfrente, y veo ahora y en los balcones, como nos intentamos diferenciar unos de otros, por culpa de cuatro idiotas que han visto un modus vivendi in eternis en el enfrentamiento colectivo. Mientras, tenemos un centenar de crios desde los 11 hasta los 18 años vagando en las comiserías de los Mossos (P de España y Les Corts) y en el Juzgado del Paseo Lluis Companys, durmiendo y comiendo bocadillos, porque carecemos de habitaciones de la Generalitat y de cuidadores (Degaia)para darles cobijo.

    PD: Dicen que la culpa es del 155, y se olvidan de que llevamos así desde hace un par de años.

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  5. Buenos días, he visto la foto de un soldado Carlista, ese que Indalecio Prieto definía como:

    “Animal de cresta roja que vive en las montañas de Navarra y que, después de confesar y comulgar, ataca al hombre”

    Un saludo

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    1. El carlismo catalán, como ya sabes muy fecundo e incluso eterno (mira cuanto abunda hoy) se comportab del mismo modo que el navarro, solo que vive en las montañas del Prepirineo.

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    2. ¿Solo en las montañas del Prepirineo?

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  6. Bueno.....a mi me es totalmente indiferente el origen de mis apellidos. " Mientras transito por los caminos terrosos de la gran desolación de la noche, en ausencia de toda vida, en ausencia de cualquier calor, destrozo las piedras arenosas de las patrias, viendo con gran éxtasis la indiferencia de las moribundas y tenues estrellas ".

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