9 de gen. 2019

Fredi está vivo y beligerante

Resultat d'imatges de violentos

Hace muchos, muchos años, me topé una noche con un individuo conocido como Fredi. Un tal Fredi, que era, por lo que supe después, un tipo con pocas luces pero muy aficionado al alcohol y a la violencia. Esa combinación no es nueva y, por desgracia, la conocen en todo el mundo.

Fue una noche, en una noche de hace muchos años. Mi hermano y yo intentamos colarnos en un concierto de Pau Riba en la bellísima Plaza del Rey, en Barcelona. No teníamos ni un duro. Y tampoco tuvimos suerte aquella noche, ya que no pudimos burlar a los vigilantes y nos quedamos fuera, sentados en el suelo con la espalda apoyada en una pared gótica de la Cataluña vieja y gótica, escuchando el eco de los desafinados del cantautor. Entonces apareció el susodicho Fredi, ebrio y vacilón como de costumbre, acompañado de unos garrulos que le jaleaban (jamás andan solos esos individuos), y nos dirigió unos insultos que no recuerdo. No comprendí nada. Deduje a duras penas que, por aquel entonces, los admiradores de Pau Riba no éramos bien vistos por la cosa integrista catalana. Acudir a un concierto de Riba no estaba bien. Solo estaba permitido aguantar a Llach, el niño bien incapaz de componer una sola canción perdurable. Riba nos dejó algo. Por lo menos, La noia de porcellana, aunque solo sea eso. Riba es un poeta metido a músico. Llach no: ni sabe escribir ni sabe componer, ni nos cuenta nada de verdad.

Aquel Fredi de mi primera juventud transitó poco más tarde por la senda oscura de la violencia armada. Me cuentan que salió algo trasquilado de su flirteo con el terror, pero no debió de escarmentar. La cabra tira al monte y la violencia todavía es atractiva. [Ahí está el asunto de fondo: ¿por qué la violencia es atractiva?.] El recuerdo oscuro de aquel Fredi, recordado solo a medias, emborronado por la distancia de los años y por la memoria selectiva ha revivido ahora, cuando le he redescubierto en las redes "sociales".

Mi único recuerdo de Fredi es un tipo delgado y enfermizo, un remedo de Slender Man catalán, siniestro y bravucón, borrachín, agresivo, amargo y pendenciero. Habiendo visto su estado, uno pensaba que, treinta años más tarde, el hígado de Fredi habría arrastrado hasta la tumba a su cuerpo entero. Pero no ha sido así. He descubierto que Fredi sigue vivo, quizás en honor de Fredi Kruger, que es el Fredi maligno e inmortal debido a las pesadillas de Wes Craven. Fredi sigue vivo. Vivo y agresivo. El pobre tipo, algo maltrecho, sigue arremetiendo insultos y amenazas. Ahora, des del altavoz de twiter.

Fredi cree que estamos viviendo en la guerra de 1714. A los energúmenos les gustan las guerras. En las guerras un sociópata puede llegar a general o a héroe. El pobre violento no se ha enterado de nada. El pobre tipo piensa que aquella guerra por la sucesión del trono de España entre distintos aspirantes fue una guerra de españoles contra catalanes (el chico no leyó nada jamás, por lo visto) y, cual Hiroo Onoda, cree que sigue allí, atrapado en el delirio de creer que vive en un presente que data de hace 300 años, luchando en una batalla onírica y falseada, henchido de ratafía mística, peleando contra el invasor español y a favor del feudalismo catalán, que era muy progresista -como todo el mundo sabe. Fredi debería leer mucho, calmarse, proveerse de una butaca y de unos libros y pasarse una temporada de reflexión, sin prisas, ya que la vida se le va a escabullir pronto de entre los dedos y estaría bien que la aprovechase para comprender el mundo en donde le parieron. No, Fredi, no: la violencia no era un buen plan. Ni lo era ni lo es. La violencia no conduce a nada bueno. Insultos, puños y pistolas son un mal camino. Lo sabes. O deberías saberlo. La violencia no nos lleva a nada, a ninguna parte. El tiempo de la violencia está pasado, ha caducado.

Creo que Fredi es eso, un Fredi, un ectoplasma lamentable y triste, una sombra pasada de rosca y de grados alcohólicos, una pena andante, una nada violenta y pendenciera. Fredi debería limitarse a pedir ayudas, las ayudas que ofrece el sistema de atención español, y abstenerse de alentar a la violencia contra el estado que le provee de atención, paradójicamente.

Queremos vivir en paz, Fredi. A ver si te enteras.

1 comentari:

  1. Fredi, estimado LLUIS, nunca morirá. No, no es indestructible, simplemente es perdurable. Hago esta aclaración, LLUIS, porque todos llevamos un Fredi dentro, sólo hace falta gobernarlo.

    Ahora que la diferencia entre un viejo y yo solo es de días, he empezado a comprender que las personas no queremos hacer el bien, sino sentirnos bien, sentirnos buenos, y que lo que realmente nos importa somos nosotros y nos jode el que dirán.

    A mi, lo que me da miedo no es el Fredi de la pistola, (que me da), pero me da más miedo el Fredi "escribidor", el que esparce panfletos por los diarios subvencionados a base de propaganda institucional; o el Fredi productor audiovisual, que vende ideas y no programas a los entes públicos que sólo consumen ese tipo de programas para ese ente público; o el Fredi poligonal, con muchas caras, pero sólo una verdadera, a tipo de Santísima Trinidad, y que va diciendo lo que se tiene que hacer a cada momento salvo no ir al Averno si se contradice su verdad.

    Dice Cattiaux, en "El Mensaje Reencontrado", que una herida de arma puede sanar, pero que una de lengua no sanará jamás, y eso, eso si me da más miedo que la violencia armada de Fredi, que me da.

    Un beso

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