31 d’oct. 2016

Noche de muertos y muertas, 1938, cerca del río Ebro


La fotografía que reposa justo encima de estas líneas de letras podría parecerle a alguien una broma macabra, una irreverencia o una expresión del humor facilón propio de la noche de los muertos. Está tomada en la víspera del día de los muertos de 2016, en un lugar cerca del río Ebro que no voy a revelar. Tras la aparente broma, en realidad no hay broma alguna, sino una historia bonita de amor y de muerte. De amor más allá de la muerte.

[Llevo años pensando en esta historia y en otras parecidas, así como también en otras distintas que suceden en esta tierra, la última frontera, la línea del frente, el principio del fin, la primera batalla de la guerra que, en Europa, terminó en 1945 con la derrota del fascismo en Berlín a manos del ejército rojo.]

En realidad, tras la fotografía hay varias historias, y todas ellas luchan contra la inverosimilitud y el olvido. Las buenas historias hacen eso. A mi, la historia de Clarence Kailin y John Cookson y Fernando Iaffa Brodsky me parece una historia muy buena. Porqué me emociona y me sonroja.

Por eso me tumbé y posé encima de la tumba de Clarence Kailin, que murió en 2009 en Madison (Wisconsin) y pidió ser enterrado en España, al lado de su amigo John Cookson, también nacido en Wisconsin, que murió en la batalla del Ebro el 8 de noviembre de 1938. Lo mismo había hecho Fernando Iaffa Brodsky, argentino, que es quién está en la tercera sepultura, a la derecha de la de Cookson. Fernando murió en Buenos Aires en 1985 y también dejó dicho que quería reposar al lado de John. Los tres pertenecieron a la brigada Abraham Lincoln y allí se hicieron amigos. Amigos inseparables a pesar de la muerte y la derrota. ¿Qué amistades se forjaron en la XV brigada de los voluntarios internacionales? ¿Qué pasó mientras luchaban por salvar la república española? Los tres perdieron aquélla guerra, pero es gracias a ellos que hoy estamos aquí. Por eso les debemos tanto.

Tras unos días en las tierras de la batalla del Ebro visitando cementerios y escuchando relatos de muerte y de vida y de amor y de olvido y de memoria y de vergüenza, de dignidad y de barbarie decidí tumbarme encima de la tumba de Clarence. Es mi forma de agradecerle sus gestos: el primero, acudir a España, tan joven para luchar con armas contra el fascismo. El segundo, dignificar con su cuerpo sepultado la memoria, y acusar y vencer, por fin, a los señores del olvido.

Mi cuerpo, tendido en la tierra todavía tibia tras el sol del mediodía en el otoño ibérico, sintió el calorcito y le transmitió quizás, a su vez, algo de calor a la tierra. En esta duda hay una buena pregunta.

Esta es mi forma de celebrar la noche de los muertos con los que tenemos tantas deudas los pobres españolitos, los españolitos del corazón herido.


3 comentaris:

  1. Creo que el tuyo es el homenaje más bello que se podría hacer.
    La frase : "pero es gracias a ellos que hoy estamos aquí" resume todo lo importante del hecho.
    Hay otras personas que hoy ocupan escaños en el Congreso que no saben aprovechar las oportunidades que tienen.
    Salut

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  2. ESTAS FET TOT UN ROMANTIC XIQUET¡¡¡
    PER CERT,PER ESTAR COM ESTEM,SOTA EL PEU DEL IBEX35,LA SEVA LLUITA I MORT S'HAN FA MES CULPIDORA.

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  3. Molt commovedor. Això sí que era gent autèntica. Quan veus com han canviat les mentalitats, és quan comença la tragèdia. Però la seva lluita no va ser en va.

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