29 d’ag. 2021

Cataluña ya no es atractiva y eso duele

Entre los daños directos o colaterales del procés, que son muchos y afectan a todos los ámbitos de la vida, está la pérdida del atractivo catalán, algo que funcionó durante algunos años. 

Durante algunos años circulaba por España la idea de que Cataluña era más moderna, más creativa o incluso la región más europea del conjunto español. Nunca sabremos qué hubo de cierto en eso, pero la creencia era muy común. Tenía tintes de leyenda urbana pero era compartida por mucha gente.

Creo que esa leyenda urbana fue alentada por las instituciones regionales, aprovechándose de tópicos burdos arrastrados des de los tiempos del romanticismo: la Cataluña emprendedora del empresariado textil del XIX, con sus vergonzantes colonias obreras, por ejemplo, es tan dudosa en lo moral como la Cataluña líder del esclavismo. Pero vamos a admitir que hubo una Cataluña industrial cuyos grandes burgueses (a quienes no vamos a juzgar con los parámetros éticos de hoy) promovieron el Liceo, por ejemplo, o algunos museos y cosas culturales varias. Muy bien, pero nada como para echar cohetes. Cataluña, en el XIX, es española y está a muchas leguas de Europa. Eso es una evidencia.

Quizás esa creatividad y esa europeidad de los años prósperos y felices (los 70, 80 y los 90 del siglo XX) no se debieron jamás a nada intrínsecamente catalán si no más bien a algo barcelonés. Ahí están El Víbora, Nazario, el diseño y la moda, las propuestas teatrales (Comediants, La Fura dels Baus, La Cubana), ciertas cosas anarquistas y alternativas, propuestas de las artes plásticas avanzadas (Barceló, Plensa, el dudoso Tàpies, Azagra, Miralda). Incluso la revista Integral o Ajoblanco tenían la sede en Barcelona, por no hablar de editoriales insignes (Tusquets o Anagrama, o la señora Carmen Balcells) o de autores con gran proyección internacional: Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Casavella, Bolaño. Y etc.

Bien pensado, a día de hoy: nunca se debió confundir a la Cataluña real, más carlista que emprendedora, con la Barcelona creativa, pero de ese error salieron grandes conclusiones... equivocadas, por supuesto: Barcelona nunca ha sido Cataluña y Cataluña nunca ha sido Barcelona: todos los barceloneses recordamos aquellos tiempos en los que nos tildaban de pixapins, camacos y otras lindezas en cuanto nos íbamos a las comarcas. A los de Barcelona nos odiaban en las comarcas del interior profundo, aunque jamás protestaron cuando a los catalanes en plural se les llamaba creativos, europeos o avanzados.

En Cataluña hubo un tiempo en el que a uno le contaban que conocer y hablar el catalán le iba a favorecer en cosas tan elementales y básicas como la obtención de un buen puesto de trabajo, y ese argumento pudo convencer a algunos. Pero los jóvenes de hoy ven como sus posibilidades laborales son mínimas y quizás se pelean por repartir comida con una mochila a cuestas. Para ejercer esa actividad el catalán, sinceramente, resulta irrelevante. La pérdida de influencia de Cataluña en la economía española lleva consecuencias lamentables como esta y, si se descuidan, la proyección económica catalana seguirá cayendo a toda marcha en los años venideros.

Más pronto que tarde llegará el día en el que las autoridades regionales supliquen al Estado que les subvencione y les incluya en un programa de regiones devastadas por el procés. El procés es una guerra civil catalana, no es una disputa entre Cataluña y España. El único conflicto que tenemos es un litigio entre catalanes.

Se cuenta en los medios que profesionales de varios ámbitos, desde el científico al tecnológico, el médico o el de la judicatura evitan trabajar en Cataluña: no solo son las empresas las que se largan. Y otro dato: la Barcelona antaño creativa, vanguardista y moderna, languidece y se pierde en su nuevo rol de destino turístico adocenado, vulgar y polvoriento. A día de hoy, una rápida escapada a Madrid nos sirve a los catalanes para comprender la magnitud del desastre barcelonés. Mientras Madrid conserva su personalidad, la de sus barrios, la de sus rincones emblemáticos, Barcelona ha sido incapaz de mantener un ápice de sus señas de identidad: algo realmente relevante, y más cuando el movimiento nacionalista es, ante todo, un reivindicación permanente de unas señas identitarias -quizás ilusorias.

Daños colaterales muy graves del procés: empobrecer Cataluña, mostrarla hostil y antipática (analicen el caso de Sean Scully), empequeñecerla y, finalmente, devorar a Barcelona en su fagocitación patriótica (Barcelona fue, quizás, el único hecho diferencial catalán). El procés ha sido, pues, lo peor que le pudo pasar a la región cuando esta vivía su mejor etapa en toda la historia: jamás tuvo tanto autogobierno, jamás tanto presupuesto en manos de las autoridades locales, jamás tanto dinero invertido en la promoción de la lengua catalana, jamás cuerpo policial propio... Cuando tenía todo lo que nunca tuvo, decidió tirarlo todo por la borda en nombre de un sueño medievalista e irracional, basado en ilusiones trasnochadas. Este es el único balance racional que podemos hacer de los diez años echados a la basura en nombre del procés.

Lo malo de todo eso: la factura de la decadencia que se avecina (y que en parte ya está aquí, pero falta lo peor) la vamos a pagar los ciudadanos de Cataluña por entero, sin distinción de clase, lengua, profesión y número de apellidos catalanes. En la decadencia todos seremos iguales, hermanos y hermanas en la tristeza. No faltará quien culpe de la decadencia a los poderes españoles o europeos, por supuesto, pero todo el mundo sabe lo que sucede y cuales son sus responsables verdaderos.

Catalanes, catalanas: sean bienvenidos y bienvenidas a la decadencia post-procés.

Estoy esperando al nuevo líder político que sea capaz y tenga el valor de contar eso. Atentos al doloroso silencio que se avecina. 

7 comentaris:

  1. Ya lo anticipó Albert Boadella hace unos años con "El Nacional"...

    https://www.youtube.com/watch?v=lhtH8d7A1T4&t=436s

    Lamentablemente, no se equivocó.

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    1. De Boadella hay que ver El Nacional y el Ubu president. En Youtube.

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  2. Quizá el análisis más acertado que he leído en mucho tiempo.
    Falta cuadrar la degeneración habída con los medios de comunicación, manteniéndola con dinero público y pagando mesnadas que han dejado un déficit insufrible a las arcas del país.

    Hace tiempo que ha empezado la decadencia, es proporcional a la fuga de capitales del IBEX 35 hacia otras regiones. Las empresas que se han ido no volverán, ni lo harán sus juntas de accionistas, ni sus convenciones anuales, quedarán las delegaciones, pero a su mínimo esplendor.

    Hemos tirado por la borda en tres años el trabajo de cien, y ya no hay vuelta atrás. Atrás nos hemos quedado nosotros, con la Paluzie arengando el establecimiento unilateral de la república y el Puigdemont ansiando su presidencia.
    Una bufonada que ha perjudicado a más de siete millones de personas.
    Lo pagaremos caro.
    salut

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  3. La Barcelona de antaño se ha convertido en la Barcelona de los borrachuzos, y no me baso en las imágenes de la televisión, que algunos tildan de partidistas, me baso en salir al balcón de casa.

    podi-.

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  4. Hola. Vivo en Brasil y puedo ver la situación desde afuera, por tanto con más objetividad. Y en verdad tienes razón. Pero (siempre hay un "pero") los catalanes están todavía a tiempo de renunciar a esos sueños locos independentistas y formar una unidad con España que sea fuerte. Lo necesitan ustedes allá, pero nosotros los latinoamericanos que hablamos español, lo necesitamos también. Ustedes son nuestro ejemplo.

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  5. Tu análisis es certero y coincido casi al cien por cien con él. Pero hay un tema que a mí me duele especialmente como barcelonés y que tocas muy de soslayo con tu frase "devorar a Barcelona en su fagocitación patriótica (Barcelona fue, quizás, el único hecho diferencial catalán)".

    Como bien dices, "Barcelona nunca ha sido Cataluña y Cataluña nunca ha sido Barcelona" y también "A los de Barcelona nos odiaban en las comarcas del interior profundo". Y, a partir de ahí, yo tengo el convencimiento profundo de que uno de los principales objetivos de la facción independentista es el empobrecimiento (económico pero también cultural y en todas las demás facetas) de la ciudad de Barcelona. Esto ya fue evidente desde la llegada de Jordi Pujol a la presidencia de la Generalitat, cuando una de las primeras medidas que tomó fue la disolución de la Corporación Metropolitana de Barcelona (porque es evidente que Barcelona es Barcelona y todas las ciudades que están pegadas a ella, como París es París y las localidades de Ille de France que la rodean).

    Pero Barcelona nunca ha sido independentista, ni nunca ha votado mayoritariamente a los partidos nacionalistas, Barcelona es una rémora para el procés y cuanto menos importancia relativa tenga dentro de Cataluña, mejor para los carlistas. y de ahí la avalancha de disturbios con incendios y vandalismo registrados a partir de octubre de 2019, que arrastraron la imagen el prestigio internacional de la ciudad. Y por eso algunos personajes del paraíso de Waterloo han llegado a insinuar que la capital de su republiqueta sería Gerona. Saben que Barcelona nunca será suya porque llegado el caso, como dicen que dijo Unamuno en otras circunstancias, quizá vencerían pero nunca convencerían a los barceloneses.

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    1. Un análisis certero y creo nada equivocado, J. VICENTE.
      Salut

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