1 de maig 2022

SUSTOS Y TERROR EN CATALUÑA

Me permitirán una confesión: siempre me ha gustado el cine de terror y le he dedicado horas incontables. La mayoría de las veces me he llevado decepciones por el poco miedo sufrido, por la debilidad de sus argumentos o por la torpeza de sus actores y actrices. Quizás busco algo que me asuste más que la vida y no lo encuentro.

Hace muchos años, cuando yo todavía no tenía 30, un amigo que me dijo: la mejor película de terror que he visto es "El ladrón de bicicletas". He tardado años en comprender cuánta razón llevaba aquel amigo, unos veinte años mayor que yo.

Unas semanas atrás vinieron a avisarme: hay una alumna que se ha tomado 15 comprimidos de Rivotril. Llamé a la ambulancia y mientras la esperaba me senté al lado de la chica, en las inhóspitas escaleras de mármol falso y bajo la luz de un fluorescente que amarillea. Intenté mantenerla despierta con preguntas y ella me contó escenas inconexas y, con frases maltrechas, me contó algo sobre el horror de su vida. Tiene 17 años y ha vivido mucho más terror que el de la película más angustiosa que ustedes hayan visto, ya sea cualquier entrega de Viernes 13, de Alien o de Insidious.

Al rato vi el reflejo de las luces de la ambulancia tras los cristales y salimos a su encuentro. Vinieron el chófer y la técnica sanitaria, una chica con velo que habló con la alumna y en poco segundos conectó con ella: la chica con el velo mostró una empatía envidiable y una profesionalidad apabullante. Unos minutos más tarde nos íbamos hacia el hospital. Vi como las luces del vehículo iluminaban las fachadas, y eso era algo como del cine, para mi, ya que siempre había visto las luces de las ambulancias des del punto de vista opuesto.

Para simplificar, digamos que el suceso terminó bien. O por lo menos sin consecuencias graves. La chica pudo regresar a su casa (aunque nadie de su familia vino a buscarle) y a la semana siguiente asistió a sus clases casi como si nada. A veces la veo y nos cruzamos por el pasillo. Nos saludamos con un ademán o con la mirada. Le he pedido a su tutora que me informe de cualquier novedad y ella siempre me cuenta que todo va bien.

Durante el viaje en la ambulancia le pregunté si era la primera vez que intentaba matarse y ella me miró con un sonrisa torcida: ya van muchas veces, respondió. A esa chica no le gustan las películas de terror, me digo: le gustan las de amor y las de baile y esas cosas, las de superhéroes y aventuras románticas.

Esta chica, por cierto, es una de las alumnas que solo hablan en castellano, aunque habla un inglés sorprendente y fluido y, cuando se lo exigen, un catalán tan lucido como el de un diputado de ERC. O mejor. Y escribe sin faltas de ortografía. Es posible que las autoridades la acusen, muy pronto, de cometer genocidio cultural y de ser una colonizadora despiadada.

 

2 comentaris:

  1. Como todo sigue igual y nuestros adalides sólo se contemplan el ombligo, todo esto que ves ahora pasará factura dentro de pocos años.
    Tode será más despiadado, también lo será nuestro trato para con estos fantasmas emocionales que nos gobiernan. Todo ha de pasar su saldo e la cuenta del debe y el haber. Y en el debe quedará todo aquello que les hace falta, que son los recursos que se gastan en otras simplezas, a saber: embajadas, los "pun cat", els medis audiovisiuals, la llengua...y cien zarandajas más que nos cuestan cientos de millones y que van, como dice aquel "pa la saca".

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  2. Cuesta creer que esta muchacha no tenga un seguimiento médico psiquiátrico.

    A fecha de hoy, el suicidio es la principal causa de mortalidad en menores de cuarenta años.

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