12 de maig 2022

POESÍA EN EL BALCÓN

Hasta hace un par de años, mi vecino más perseverante renovaba cada tres meses su bandera estrellada. Impasible el ademán. De satén, reluciente y cara al sol. Instaló un mástil de dos metros en su barandilla, atado y bien atado con sogas y cinta americana de plata. Ahora su bandera languidece y ya no se renueva. Poco a poco irá palideciendo su fuego: el amarillo será blanco marfil y el rojo, rosa sucio. Hay algo antropológico en el relicario del independentismo.

Sin embargo, aparecen a veces unas pequeñas pancartas con versículos. El que me gusta más es "Vam votar, Vam guanyar" (Votamos, Ganamos). Es escueto y lacónico, como la buena poesía. Y está bien que los vecinos compartamos su buen gusto por la literatura. Creo que el autor de ese poema sintético se llama "Som República", puesto que esas palabras aparecen al pie del texto. Digo yo que será el pseudónimo de una pluma de las letras universales que desconozco, ignorante de mi: nunca he sido mucho de poesías.

Lamento, eso sí, el aspecto ruinoso y ajado de ese balcón, el más majestuoso de la calle, el del vecino con la mejor finca. El descuido en esos colgajos harapientos afea mucho la mejor fachada de Amadeo de Savoya, que es nombre de la vía. Una pena. La colección de harapos le haría suponer a más de un transeúnte que allí vive un buhonero, quizás un pobre hombre muy aquejado del síndrome de Diógenes, como la vieja de los gatos de los Simpson.

El sol de ese verano que se avecina infligirá grandes daños a su colección de reliquias de unos tiempos en los que el vecino más afortunado de la calle soñaba con implementar una república maravillosa. Cuando llegue septiembre, incluso su bella poesía será un borrón ilegible estampado en un viejo pañuelo acartonado, incapaz de absorber más lágrimas por el país de las delicias que pudo haber sido y no fue.

Ese pedazo de tela vetusta, despojada de la poesía que lo adornaba, parecerá un estandarte caído de uno de los primeros círculos del infierno: el de los poetas nacionalistas.


2 comentaris:

  1. Una de las cosas en que me fijo más, si cabe, es como van desapareciendo lenta e inexorablemente las esteladas de los balcones. Es sintomático. Creo que va directamente proporcional a la edad que se va cumpliendo y a la espera de los deseos que no se cumplen, y claro, la gente se aburre de esperar.
    Salut

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  2. Cuando se vende humo, y soluciones imposibles, al final, todo es polvo en el viento.

    Desaparecen los lazos amarillos, las "esteladas" palidecen al sol de los años, pero los "patriotas" siguen en sus poltronas, acumulando salarios y años de jubilación, a pesar de ser unos perfectos inútiles.

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