18 d’abr. 2020

Sant Jordi 2020: no hay mal que por bien no venga


En 2020 no habrá Diada de Sant Jordi, ese aquelarre horrendo. Nótese que, en catalán, cuando un día es importante se le nombra en femenino, prueba del refinamiento progresista de este pueblo con voluntad de pueblo. (La otra "Diada" es la del 11S, la que conmemora los 1.714 miles de mascarillas. Al paso -al malpaso- que llevamos, igual tampoco habrá concentración del 11 de septiembre, con lo cual 2020 no habrá sido tan malo).

Tras celebrar la ausencia del espanto anual, toca recopilar las ideas más absurdas que se les ocurren a los del gremio. A mi me ha gustado la propuesta de salir a leer en voz alta en los balcones. ¡Els balcons seran sempre nostres! parece ser el concepto que está detrás de tal extravagancia. Dudo de que la idea parta del Gremio de libreros, ya que lo de leer en voz alta en los balcones parece más propio de la tropa kumbayá de la señora Paluzie, muy amante de las coreografías masivas al estilo Pyongyang. Una hipótesis plausible: la idea sale de un miembro de Gremio de libreros adscrito a la ANC y quizás, también, miembro de la Cambra de Comerç, caída en las zarpas de los lacistas.

Hay más ideas: comprar libros por internet, por ejemplo, para así fastidiar un poco más a los chavales de Glovo y a los currantes de Correos, trabajadores a quienes nadie aplaude a las 20 horas -por cierto.

Menos mal que en Cataluña no existe la Diada de Sant Onan, puesto que verla celebrada en los balcones podría ser algo engorroso.

Este tipo de tradiciones ancestrales acostumbran a señalar a comunidades atrasadas, que se esconden tras ellas para simular que son algo, o casi, o que todavía son algo, o que se manifiestan vestigios de una esencia antigua que les ennoblece. O casi. Pero la realidad es otra: ni la Diada consigue disimular que los catalanes son alérgicos a la lectura, y que antes se compran una camiseta estelada que un libro. Me han soplado que se venden más libros por habitante en Galicia que en Cataluña, para que vean.

Aunque es cierto que en Cataluña se venden libros por Sant Jordi, hay que ver qué libros se llevan la palma del ansiado ranking en el Telenotícies Vespre. Especularán ustedes: ¿Dostoievsky? ¿Los diálogos de Platón? ¿Las memorias de Casanova? ¿La edición del Príncipe de Maquiavelo con los comentarios de Napoleón? ¡No! Hubo un año, un año de hace poco, en el que los más vendidos fueron, en castellano una cosa de Mario Vaquerizo (con todos mis respetos, es un tipo simpático), y en catalán una de Pilar Rahola, que no es simpática. Eso es la tradición de Sant Jordi. Eso y la Guardia Urbana persiguiendo a gitanas que venden rosas clandestinas, no vaya a ser que les estropeen el beneficio a otros clandestinos pero más nuestros, como la Asociación de Castellers o Les Puntaires de l'Onyar, que también aprovechan la diada para sacarse unos euritos. La memoria se me nubla a veces, pero todos recordarán el año de las rosas amarillas de nuestra querida ANC. (Lo de las rosas amarillas fue un gatillazo solemne, nunca jamás repitieron).

He querido terminar nombrando a la ANC de Paluzie para cerrar el texto en círculo, así, con una cierta elegancia y un estilo indiscutibles. Ya se sabe que todos los catalanes somos un poco lletraferits.

Y las catalanas, más. Que conste. Mireia Boya acaba de sacar libro.

6 comentaris:

  1. De entrada, me maravilla el Don Quijote, que por cierto acabo hace muy poco de releer, que tienes de foto. 1915, y un tal F. Labarta de dibujante a lo "Art Decó". Las abreviaturas en la composición y el nombre de la imprenta, Henrich, del cual tengo algún ejemplar enciclopédico por casa.

    No deberías rasgarte las vestiduras, LLUIS, todo es proporcional. ¿Cuál, hasta la fecha, ha sido el museo más visitado anualmente en Catalunya?..¿el de Dalí?, ¿El MNAC?, ¿El Picasso?, ¿El Miró?...nooo, el del Barça.

    A mi, lo que me sabe mal no es que en Sant Jordii se vendan libros, sino que al Dia del Libro (con mayúsculas), se le llame Diada de Sant Jordi, y se anule el porqué de la fecha, o sea, la muerte de Cervantes.

    Por otra parte, este país, tan agnóstico él, tan irreverente e impostado, no hace ascos a los santos, santas y demás devocionarios: Sant Jordi, fiesta; La Mercé, fiesta; Sant Joan, fiesta; Sant Pere, fiesta; Santa Lucía, devoción a porrillo; Sant Pons, se cortan calles para su celebración...

    Por cierto, los "fabricantes" de rosas, al menos los de aquí, estarán medianamente contentos, pues 300.000 ejemplares (que son los que se cultivan por estas tierras) los podrán vender, no así los 5 millones que vendrían de Holanda, Francia y Colombia, pues como todo, visto el negoci, los productores de aquí las compraban fuera y las vendían con el marchamo del Maresme.
    Salut

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    1. La foto del post la saqué de dos páginas que se cayeron de una edición del Quijote de 1915, un libro que me regaló mi abuelo en sus últimos tiempos.
      Creo que lo que hago no es rasgarme las vestiduras. Quizás sí meter el dedo en la llaga, ocupación que me parece bastante digna.

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  2. Cervantes y Shakespeare, del primero he leído tres veces "El Quijote" y del segundo he leído Hamlet. La verdad es que la primera vez que leí el Quijote se me hizo al principio un poco difícil, pero le cogí el gusto y he repetido, tiene partes que son todo filosofía y un sentido de la vida muy a tener en cuenta..
    Me lei el Quijote porque me quede sin dinero, me compre una casa en construcción y tenia que pagar letras de la misma, aparte del alquiler de donde vivía, esto me condujo a la lectura, no la inquietud intelectual, ni mis ganas de aprender, el vil metal o la falta de el, mejor dicho, me aficiono a la lectura. Cosa que es curiosa o a mi me lo parece, por lo menos.
    Un saludo y salud

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    1. A mi, del Quijote lo que me maravilla es el sentido del humor que impregna cada frase. Incluso cada palabra. Cervantes me hizo comprender el sentido de la ironía y de la sátira, esa distancia tan tremenda hacia la vida humana que está en el libro. Una distancia que se convierte en proximidad. Puede parecer paradójico pero no lo es. Sin duda alguna, la novela la inventó Cervantes. La pena es que haya escritores que escriban sin haberle leído, algo impensable en otras artes. Nadie compone música sin haber escuchado a Beethoven, y nadie pinta sin haber visto a Velázquez o a Fra Angelico, excepto los pintores ciegos.

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