2 de juny 2019

En la sociedad del riesgo

 

Eso es la sociedad del riesgo y todos lo admiten. Pero a la hora de la verdad exigen seguridades. Se siguen casando por la iglesia y por lo civil, siguen firmando hipotecas (algunos incluso en Galapagar), y siguen votando a los partidos conservadores. O a los neoconservadores, como el millón de electores que han optado por el candidato Puigdemont, que solo pretende conservar el chalé en Waterloo.

En la sociedad del riesgo lo que estaba asegurado ha dejado de estarlo. Por eso abundan los anuncios de las aseguradoras, que igual le aseguran su casita a orillas del mar cuando el nivel del mar está subiendo sin que nadie lo pueda detener.

En la sociedad del riesgo nadie quiere el riesgo pero votan el riesgo. Los empresarios de Cataluña han votado para presidir su Cámara a un descerebrado que parece sacado de una cervecería del Munich de los años 20, que era una cervecería del riesgo. La atracción del abismo, dijo un viejo profesor de estética. Se refería al romanticismo, pero se refería a nosotros. La atracción del riesgo. El nihilismo alienta en el cogote del riesgo, en el cogote del populismo. En mi ciudad, ganó las elecciones municipales un grupo amorfo en el que se destacaban actrices venidas a menos y deportistas ídem. Ganó eso, el riesgo. Ganó la propuesta sin ideología, la del riesgo. Mi generación no sabe si, en cuanto nos llegue a la edad de jubilarnos, el estado nos prestará subsidio alguno por jubilación. Y votan al populismo. Bravo. Nos vemos dentro de diez años y lo hablamos. Igual nos vemos y lo hablamos en las pausas de tres minutos que no dejen mientras servimos como camareros jubilados en las terrazas de los turistas de la Barceloneta.

Yo no es que haya metido la cabeza bajo tierra como un avestruz, pero tampoco la levanto mucho, la verdad. Me quedo en mitad del camino.

Mientras tanto colaboro con mis cosillas. Hoy he terminado de decorar la réplica de una màquina Arcade de los 80 que estará en el Centro Abierto de los chavales del barrio en donde he ejercido de maestro este curso. Este y el otro. Esa es mi contribución a la sociedad del riesgo, y no se me ocurre otra. Ni mejor ni peor. Dedicar unas horas de mi vida en decorar unos paneles de madera que les alegren la vista a esos chavales que lo tienen jodido, para qué vamos a engañarnos. Sus padres vinieron del norte de África y ellos se esfuerzan por aprobar las asignaturas de lenguas castellana y catalana sin saber qué premio les darán. Les dijeron que había un premio, uno sin determinar.

A nosotros, años atrás, nos dijeron que en España había un invento llamado "ascensor social" y que funcionaba a base de titulaciones académicas. Ese invento se jodió hace tiempo, pero lo cuentan todavía. Ascensor social. En la sociedad del riesgo el ascensor se estropeó. Se quedó atascado entre el principal y el primero. Para rescatar a los viajeros del ascensor, los bomberos no encuentran otra alternativa que bajarlos hasta el entresuelo. Y que se despavilen.

Mientras tanto sigo pintando mi máquina Arcade para los chavalillos. Pinto unos zombies, unos invasores del espacio, un Mario, un Pacman y otras cosas de la época en que el ascensor social funcionaba, con sus múltiples metáforas.

Me ha costado una pasta en pintura decorar la máquina. Bueno, no pasa nada. Eso es el riesgo. En la sociedad del riesgo. Tras mi solidaridad y mi riesgo está mi ego, claro: ¿a qué es bonita la máquina?





5 comentaris:

  1. Hombre, al Super Mario no le falta de nada, me gusta.
    El problema del profesorado si que es jodido, porque se está enseñando cosas que al final no harán falta. Dentro de diez años no habrá oficios que se asimilen a lo que ahora vemos, como no hay oficios que nosotros habíamos visto diez años atrás. Ni maquinistas de metro, ni ebanistas, ni fresadores, ni chapistas...a lo más repartidores de Globo y cajeros del DIA, si es que el DIA aún sobrevive .

    Buen trabajo el de Arcade ¡¡
    un abrazo

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    1. Juan Carlos Esparcia3 de juny del 2019, a les 0:34

      La inteligencia artificial es lo que nos traerá.

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    2. Si JUAN CARLOS ESPARCIA, es lo que nos trae. Total inseguridad y cambios sin final. Todo queda obsoleto una vez comprado y, nada vale lo que hemos pagado por él, no porque sea de segunda mano, no, sino porque ya está "obsoletamente viejo".
      Salut

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  2. Pues si, mola la maquina. Aun que te pueda parecer poca cosa, estás haciendo algo que es bueno.

    Salud

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  3. Juan Carlos Esparcia3 de juny del 2019, a les 0:32

    Muy bien hecho Lluis.

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