4 de nov. 2018

La jornada laboral del señor J. Torra

Resultat d'imatges de libreta

La agenda de los políticos es la lista de sus prioridades, de sus planes, sus proyectos. Hablo de proyectos políticos entendiendo (o sobreentendiendo, quizás con ingenuidad) que hacer política es procurar por el mayor bien posible para el mayor número posible de ciudadanos. En el caso de la agenda del señor Torra, veo una agenda en blanco. La veo sin ser vidente.

En otro sentido, la agenda es esa libreta en la que uno anota, en la fecha correspondiente, las citas que debe recordar: la visita al osteópata, comida con Fulanito, cumpleaños del sobrino, llamar al gestor. Esta agenda está repleta de anotaciones. Hay muchos eventos en esta agenda. La feria del higo, la del ajo, trobada de puntaires, de bastoners, reconstrucción amateur de la batallita de Talamanca, etc. Ahora vendrán los pesebres vivientes y los pesebres muertos, la pasión de Esparraguera (la pasión, la pasión...).

Al president no le hemos oído ni una palabra sobre bienestar, sobre salud, sobre educación. La flamante consellera de cultura opina, a veces, sobre los autores catalanes que escriben en castellano. Pero opinar no es hacer política. El conseller de educación divaga sobre lenguas, plurilingüismo e interculturalidad. ¿O es sobre interlingüismo y multiculturalidad? Vaya lío. Divagar está bien, pero no es hacer política. Sobre el resto de consellers, nada. Sin noticias, como nos pasó con Gurb (el extraterrestre, no el pueblo al lado de Vic, del que si tenemos noticias: según Tv3, en Gurb se originó la tradición irlandesa de Halloween).

Me sorprende el silencio, las páginas en blanco de la agenda política. La ausencia de acción política. Me intento poner en la piel del president o de un conseller (incluso de una consellera).
Hoy es lunes, vamos a suponer. Tengo que levantarme para ir al trabajo. Suena el despertador, me desperezo, me ducho. Mientras desayuno pongo la radio, no vaya a ser que una riada me impida el traslado hasta el lugar de trabajo. Ojalá fuese así, me digo para mis adentros más internos. Luego me visto. Bajo a la calle. Menos mal que han cambiado la hora: luce un sol espléndido, ese sol cariñoso de otoño, esas lentejuelas dulces en el aire. Saco el coche del parking y emprendo el camino al tajo. 
Llego a la oficina. Saludo a algunos. Me siento en el despacho. Ha empezado mi jornada laboral. Como hemos supuesto que es lunes, queda todo el lunes y cuatro días más. Sin olvidar que el sábado debo acudir a un evento popular, en donde deberé decir algo, aportar algo. Enciendo el ordenador y espero que arranque el Windows, con ese zumbido ronroneante de la máquina. La pantalla destella. Fantástico, todo en marcha. Encima de la mesa hay dos portafolios con folios en su interior. Como debe ser. Todo en orden. Me pagan por pensar, de modo que me pongo a pensar. Al cabo de un buen rato de pensamientos, levanto la mirada y contemplo el reloj en la pared, justo al lado del retrato, someramente enmarcado, del presidente. Vaya. Solo llevo media hora de jornada laboral y ya no se en qué más pensar. Un correo electrónico me anima por un instante: quizás llega algo importante. Pero... ¡vaya! Los trabajadores de no se que sector se quejan de la paga extra que no llegó, y de las malas condiciones en las que deben trabajar. Según ellos, claro, según ellos. Qué molestia, por Dios, esos trabajadores con sus reivindicaciones y sus reclamaciones y sus derechos infinitos... ¡pero bueno! ¿Acaso no se dan cuenta de la tragedia nacional que vivimos? ¿Como se puede ser tan egoista? En la clase obrera hay una insensibilidad mitológica. Nota mental: debería escribir un tratado sobre el asunto. Esa gente sería capaz de dar la lata con sus derechos laborales incluso cuando hubiesen explotado todos los volcanes de Olot.  
Sigamos adelante con la jornada laboral. Alguien dirá que llevo una vida fácil, que me pagan un montón de dinero por hacer poco, solo por estar sentado y pensar. Pero no se dan cuenta, insensibles y narcisistas, del sufrimiento que vivo, de lo árdua que es mi tarea. Me gustaría verles, a esos, en mi lugar. Bueno, no. En realidad, no me gustaría nada verles en mi lugar. Prefiero estar yo en este lugar, el mío. Y a ellos, en el suyo. El momento trágico de la patria, me repito. El momento excepcional. La historia nos llama, debemos darle una respuesta de altura. Quizás debería fichar asesores, más asesores. Intelectuales de los buenos. Aunque con cuidado: la mayoría exigen compensaciones. Compensaciones económicas, claro. No se conforman con una creu de sant Jordi. Nadie me asesora por idealismo. Cada vez que me piden dinero por su docto asesoramiento me sulfuro, y me muerdo la lengua para no espetarles aquello tan bonito del Kennedy: no te preguntes qué hace la patria por ti, pregunta qué haces tu por la patria. 
A mediodía salgo a la calle. Lo hago a paso ligero pero sin prisas, no vaya a ser que un paparazzo sugiera que me largo para Waterloo, a los paparazzi les carga el diablo, son malos requetemalos. Hora del almuerzo. Las tripas rugen: pensar consume mucha energía, hay que reponerla. Mientras ando camino al Restaurant Virolai Vivent, me cruzo con una gitana que lleva dos barras de pan bajo el brazo. La miro. ¡Esas gitanas...! Mira la cara de despreocupación que lleva, ese gesto indolente, esa pachorra. ¡Claro! No tiene nada que hacer. Así cualquiera vive feliz y en su limbo, sin el sufrimiento de tener que pensar en el destino (trágico, siempre trágico) de la patria sometida, expoliada, vilipendiada, ocupada, colonizada, etc. Así cualquiera. 
Me olvido de que las dos barras de pan de la gitana pagan el Iva. De que ella ha pagado el Iva. Me olvido (es comprensible el olvido -con tanta tragedia nacional de por medio cualquiera se olvidaría) de que una parte de este Iva viajará hasta Madrid (¡Madrit!) y luego volverá y se meterá en mi bolsillo. En mi nómina de final de mes hay un pedacito del Iva de esas dos barras de pan de la feliz/infeliz gitana. Bueno, visto así, es justo que ella contribuya a sustentarme. Quien no sufre los tormentos que yo sufro debe colaborar a mi sustento. Al fin y al cabo soy yo quien se preocupa por ella, quien se rompe los cuernos por darle una buena patria, una patria libre y soberana [Si no le gusta, que se largue]. Bien está que me de una parte de su dinero. Por infinitesimal que sea, bien está. Me lo dijo mi padre, que en paz descanse en la gloria del Señor, a la derecha del señor: el dinero se hace céntimo a céntimo. Paso a paso se hace camino al andar. Al andar hacia el Restaurante Virolai Vivent. 
En el Restaurante Virolai Vivent los lunes suele haber, de postre, esos carquiñolis divinos y aromatizados con ratafía. Creo que me pediré un chupito de ese licor. ¿O mel y mató con avellanas y pasas y Aromas de Montserrat? Quien lo sabe, ya veremos. Cualquiera de los dos licores me ayudará a redactar el discurso para el sábado, en el encuentro nacional de gralles y flabiols. ¿O era el simposio nacional de espardenyes de set vetes?. ¡Vaya! Olvidé mi libreta en el despacho. Bueno, no pasa nada, casi mejor así: ya sé qué motivo tengo para levantarme mañana.

4 comentaris:

  1. Dejo las especulaciones para la Metafísica. Aquí, y en este tema en concreto que podríamos titular "En qué se emplean y cómo se optimizan nuestros recursos", deseo saber los datos con total claridad.
    Se, porque tengo el informe de la Generalitat (se puede buscar por internet), de lo que cobra el gobierno autonómico catalán al 2018, siempre en bruto, eso hay que aclararlo. Como todo me parece un disparate, ni lo pongo, porque da vergüenza.

    Y el problema de la vergüenza no es que cobren mucho (Lara padre decía que había representantes de Planeta que cobraban más que él, y que eso era fantástico, porque quería decir que vendían mucho y que la empresa iba viento en popa), lo dicho, no es que cobren mucho, sino como repercute ese salario en el país.

    Si yo como representante de la nación catalana cierro el hemiciclo durante tres meses porque no me interesa (por lo que sea) tenerlo abierto, y cobro esos tres meses, estoy, sin duda alguna, estafando al contribuyente. Pero eso no es lo malo, hay todavía más. ¿Alguien me puede decir cuántas leyes se han aprobado en el Parlament de Catalunya desde el agosto del 2017?.

    Pues eso, LLUIS. No optimizan los recursos. No trabajan. Sólo balbucean en Rac y en TVEN3, eso si, a costa del erario público, con presentadores/periodistas motivados por el erario público, con doctores/as pagados por el erario público y por productores pagados por el erario público.

    ¡ Qué bien se vive contra Madrid ¡ ¡ que no nos falle este Sanchez y se ponga de nuestro lado, porque entonces la hemos cagado y ya no viviremos de falsas promesas y sueldos del erario.

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    1. Miquel, lo has acertado, creo yo. Por lo que hace a los emolumentos del gobierno regional, espero que alguien los publique. A todos los trabajadores públicos nos evalúan por nuestro rendimiento. Ellos no deberían ser menos ni más. Si yo balbuceo en mi trabajo, me despiden.

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  2. Suscribo linea por linea el comentario de MIquel.

    Y yo solo añado mi convencimiento de que el auténtico plan del Govern es seguir exactamente así todo el tiempo que puedan. ¿ De que manera es imposible equivocarse ?, pues no haciendo absolutamente NADA.
    Y si además cobras muy bién, pues eso, como cantaban los Dire Straits : "Money for Nothing".

    https://www.youtube.com/watch?v=DDfHCAnCXHA

    La letra de la canción no tiene desperdicio, y en este directo tocan con Knopfler Sting, Eric Clapton, y Phil Collins. Una joya musicál.

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  3. Y para poner la rúbrica, a sabiendas de que te leen la misma cantidad de seguidores que de detractores, a estos últimos preguntarles que ¿qué gana Catalunya, que es lo que nos interesa, no apoyando los presupuestos?.

    De entrada joder la aprobación del salario mínimo que afecta a un montón de ciudadanos , que de 731€ a 900, y que sería la tabla de salvación del que no tiene más que la fuerza del trabajo mal remunerada.
    De salida, la exclusión de 2.300 millones de euros para nuestro país, el catalán, que siendo una mierda, no lo es si se emplean para los asilos, los comedores escolares y las becas a los desfavorecidos. Eso, si que sería un puntazo.

    Por lo tanto, y como dice el Sr Junqueras, si..si..el Sr Junqueras, la obligación del Parlament de Catalunya es a todas luces trabajar y aprovar unos presupuestos que serán beneficiosos para el pueblo, repito, PARA EL PUEBLO, y no para los del A8 y la Visaoro con chofer en la puerta.

    Y esta es la diferencia, cuando hay que trabajar para los de abajo, en nombre de la "llibertat" no hacemos nada. Y no es verdad que el que no hace nada nunca se equivoca, el que no hace nada, como en este caso, lo que si hace es holgazanear.

    Salut

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