17 de març 2020

La tristeza del estanquero


Martes 17, quinto día del confinamiento

El estanquero del barrio es un hombre parlanchín y dicharachero. Su humor parece no cambiar nunca. Es un tipo bajito, ágil, movedizo. Fue un niño hiperactivo, sin duda. Gasta un humor socarrón, con una retranca que no es catalana, quizás extremeña.

Al estanquero le preocupan pocas cosas y se burla de casi todo. Menos de su negocio y de su hija, que está en Inglaterra y le da muchas alegrías, puesto que parece que allí está desarrollando una gran carrera profesional. Pero aparte de eso es un tipo descreído, que se cachondea de los políticos, las leyes, las manías sociales.

Algunos domingos por la mañana, un grupo de fieles evangélicos organizan una misa cantada y muy ruidosa enfrente del estanco, en donde hay una plaza muy apreciada por todos los que quieren celebrar actos al aire libre. Bueno: el virus nos librará durante unas semanas de esos jolgorios insoportables. Cuando aparecen los creyentes, el estanquero acude a la puerta del estanco a reirse un rato con sus rituales, sus gritos y sus aspavientos "¡Señor! ¡Ven a mi, Señor!". Se pasa un buen rato allí, observando con una sonrisa ladeada.

Hizo algo parecido con un acto de los lacistas de la ANC hace poco: su mirada irónica les observaba, fascinado como un etólogo que contempla, por fin, el extraño ritual de apareamiento de la avutarda. Aquel día le solté un comentario, solo para que supiera que yo, a pesar de mi acento, no soy uno de esos. Él me sonrió, agitó la cabeza y murmuró: -Están piraos, esa gente están piraos.

Pues bien, ese hombre que se ríe de Dios y del Diablo, ese hombre inquieto y parlanchín lleva tres días serio. Incluso diría que asustado. Rehuye la conversación con los clientes. Atiende en la puerta del establecimiento, para evitar que entremos en él. Lleva guantes y mascarilla, lo cual resalta esa mirada de niño temeroso, como si le hubiesen pillado haciendo algo que no se debe hacer.

El estanquero, ahora taciturno, me ha asustado más que los informativos de Antena 3. Gracias a él he comprendido que la cosa está mal. Y que puede ir a peor, que es adonde van las cosas en España.

4 comentaris:

  1. El estanquero puede estar tranquilo. Cuando salgamos de esta, además de Tranquilizil en grageas, volveremos a fumar debido a la crisis y los nervios.

    Hay dos oficios que no irán a menos, el del vender tabaco y el de enterrador.

    Salúdalo de mi parte, a metro y medio de distancia, y dile que se prepare, que los Testigos de Jehová saben que estamos en casa ¡.
    Salut

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    Respostes
    1. ¡Anda! No había caído en que ahora somos un objetivo mejor para vendedores de dioses y de telefonía.

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    2. El negrocio (sea en blanco o en negro) de enterrador, efectivamente, no irá precisamente a menos. Recientemente recibí una llamada al móvil para una pequeña encuesta. Me pillaron "bajo de defensas" por lo cual dije que, si eran tan solo unos minutos, adelante. Se identificó como trabajador de nuna empresa de pompas fúnebres y dijo que el objetivo de la encuesta no era otro que constatar el grado de conocimiento / desconocimiento por parte del público de las empresas del sector existentes en su localidad o localidades vecinas y los servicios que incluían. Me dio por decirle que, en mi opinión, en ese sector HAY UN GRAN NICHO DE MERCADO (apreció con una carcajada cómplice el sarcasmo).

      Manel C.

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  2. Si, yo ya no atiendo al teléfono en tres días me han ofrecido de todo..... y cuando digo "de todo" es de todo.
    Salut y a disfrutar de la casa y dile al estanquero que cierre ya tiene a los hijos crecidos y supongo que la edad también le acompaña.
    Un codazo !!

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