Lunes 23 de Confinamiento
Durante una terrible epidemia de peste en el siglo XIV, un grupo de diez personas se confinan en una villa para zafarse de la plaga. Este es el principio del Decamerón de Boccaccio. Para hacer más llevadero el confinamiento, cada uno contará un cuento al día. Puesto que el encierro dura diez días, la obra consta de cien cuentos. Boccaccio propuso el refugio de la ficción como la buena opción para hacer más llevadero el tiempo del encierro.
Empecé el diario del encierro más atento a la realidad, pero conforme pasan los días me seduce cada vez más la ficción. No creo que eso solo me suceda a mi. Debo confesar que, des del encierro en el piso, la posibilidad de narrar realidades es muy escasa y además, reiterativa: la situación del Mercadona, como va la gente por la calle, la actitud de los pocos tenderos. Podría recurrir a contar cosas que leo por las redes, pero eso se puede leer por ahí y mi comentario es, francamente, innecesario. También me resisto a contar la intimidad, que no le interesa a nadie y sobre la cual no me gusta regodearme.
También podría comentar las cosas de los políticos, pero unas veces se comentan solas y las otras creo que ya llegará el momento de los balances: los balances se hacen al final de un ejercicio. No a la mitad ni muchos al principio, que es donde estamos.
Observo que el recurso a la ficción se extiende: los "socios" de Filmin estamos amortizando como nunca y de lo lindo nuestra suscripción a esa gran plataforma que, por cierto, es española.
También observo que algunos políticos (¡vaya, acabo de decir que no quería hablar de ellos!) viven desde hace ya muchos días en la ficción. La del señor Torra, sin ir más lejos, es que vive en una nación sometida a un estado imperialista y malvado (que le paga el sueldo más alto de todos los presidentes regionales), y que esa otra no le deja hacer sus cositas. Como nos contaron que el señor Torra había pillado el virus, y el virus da fiebre, creo que está viviendo los delirios febriles que todos hemos sufrido alguna vez. La última vez que tuve fiebre alta imaginé que conducía un Opel Rekord del 64, que me caía por un acantilado de Moher y que recibía una llamada de Barbara Stanwyck suplicándome una cita inminente, a la que yo respondía, atolondrado, que no podía por problemas de agenda. De modo que ya lo ven: mi solidaridad con el señor Torra y su fiebre delirante.
Decidido a optar por la ficción, me puse a escribir pequeñas sinopsis de novelas que no escribiré. Ya llevo tres. Solo les transcribo la última, para no aburrir. Como verán, he vuelto a la novela policial:
Un guardia civil de provincias es destinado a Barcelona y se le encarga una investigación rutinaria y aburrida sobre tráfico de drogas en el puerto de Begur. En el bello pueblo de la Costa Brava interceptaron un velero de lujo con las bodegas llenas de paquetes de cocaína. Es un caso menor que nadie quiere llevar. El joven guardia civil se desplaza a Begur y empieza sus pesquisas a la vez que intenta seducir a una joven catalana que conoce en un chiringuito del puerto, hija de un exalcalde de la comarca y heredera de una gran fortuna (hoteles, fincas de lujo, Masserattis, cuentas en Liechtenstein). La chica, sobra decirlo, contiene todos los elementos tópicos de la mujer fatal (lo siento por las feministas de la quinta ola) pero, a la vez, milita en la Asamblea Nacional Catalana y tiene una hijastra, a la que odia por celos, en los CDR. El joven guardia, tras sentirse rechazado por la rica heredera, intima con la hijastra adscrita al nacionalismo violento (ocultando su condición de militar español, por supuesto). La joven revolucionaria de la derecha nacionalista le invita a una fiesta con concejales de la Cup que sorprenden al policía por el alto nivel de vida que gastan. Así, de casualidad en casualidad, nuestro joven héroe descubre la trama del tráfico de cocaína: con el dinero que los ciudadanos nacionalistas donan a la Caja de Resistencia para pagar abogados y multas de los políticos procesados por secesionismo, la ANC se ha metido en el tráfico de la droga con el noble objetivo de multiplicar sus ingresos. Las pesquisas le llevan hasta el puerto de Ostende, en Bélgica. Y desde allí, siguiendo el rastro del dinero, llega a la villa de Waterloo en donde da un un chalé misterioso, con las persianas bajadas, habitado por un misterioso personaje que se presenta como el príncipe depuesto de un antiguo condado lejano y que solo le declara, a la Hacienda belga, su ocupación como aficionado a la filatelia. El final no se lo revelaré, pero incluye muertes, tiroteos, el embarazo indeseado de la hija de un concejal del Partido Popular gerundense, persecuciones, feministas de la Cup que encubren a acosadores, embajadores ful de una república inexistente y etc.
Supongo que habrán comisiones y oportunistas; vendedores de sueños, chamarileros, prometedores de justicia; y gentes que habiendo pertenecido a a lo más resolutivo del organigrama de partidos marxistas, al día del relato ocupen puestos en una administración de raíz ultraconservadora.
ResponEliminaY que haya también un Castillo de la Música; y una Casa de la Historia; y un árbol genealógico que nos lleve directamente a Guifré "El Peludo" .
Y supongo que además de Begur, saldrá Cadaqués y Palafrugell. Y casas en Tres Torras, La Bonanova y Sant Gervasi.
Ahhh, y bilingue, ha de ser bilingue, como las facturas que te entrega el Clinic, o como se ve en en los trasportes públicos, en las biblios, o en cualquier estamento regido por la Administración.
Sólo así será una buena novela.
salut
Salut
No se haras la novela o no, pero la trama es interesante, seguro que la GEN te da alguna ayuda para publicarla. Un apunte nada más, cuando se dice "de provincias" ¿a que provincias se hace mención?, ¿Madrid?, ¿Lerida?, ¿Malaga?, ¿Guipuzcoa?...
ResponEliminaUn saludo y cuídate
Perdon, quise decir "no se si harás la novela o no.."
EliminaSe me olvidaba Opel Rekord... en su dia compre alguno usado, buen auto...
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