6 d’abr. 2020
Virgili, el vigilante de los ratones
Por estar cerrados los colegios y confinados los niños, sin la estricta supervisión de los guerreros de la lengua, la Brigada Koiné y su Capitán Virgili han decidido observar a los ratones, no vaya a ser que los roedores que residen en Cataluña se relajen y se nos pongan a hablar en castellano.
El Capitán Virgili, profesor jubilado y auto ungido valedor de las esencias lingüísticas catalanas, dirige su mirada severa hacia el Ratoncito Pérez, el bicho que les trae regalos a cambio de dientes a los niños. Implacable como siempre, al hombre no se le escapa ni un solo roedor español infiltrado en las tierras del obispo Torras i Bages.
Del Capitán Virgili son conocidas sus bravuconadas sobre el uso de la lengua. La primera vez que supe de su existencia fue cuando alguien contó que estaba harto de ser corregido por un señor mayor que, en Twiter, le indicaba el mal uso de alguna construcción sintáctica, aunque lo suyo es el léxico: Virgili supervisa tuits ajenos y les deja comentarios tales como "carinyo és un barbarisme, en català es diu bombonet o colomet". Lo hace por amor a la lengua. Junto a sus voluntariosas correcciones, siempre suelta alguna amonestación, para conseguir que el objeto de su corrección se sienta un mal catalán. A renglón seguido, les espeta avisos muy serios: "no matem nosaltres mateixos la nostra pròpia llengua!".
Durante estos días, muchos se preguntan si de la crisis del virus saldremos mejores personas. Virgili ya ha respuesto que él saldrá igual o peor. Aburrido en su casa, sin poder acudir a la cita diaria en la Meridiana o a los cónclaves de la secta Koiné, ha descubierto que alguien, de apariencia catalana, contaba en Twiter que a su hijo se le había caído un diente y que esperaba al Ratoncito Pérez. Raudo a pesar de su edad provecta, Virgili montó en cólera: "A Catalunya ve el Ratolí Martí, el Ratoncito Pérez deu anar a les cases dels nens espanyols". Nótese aquí el desprecio y la superioridad que exhibe nuestro vigilante de roedores.
Cuando yo era joven, hubo una época en la que muchos catalanes corregían a los demás los "barbarismes", las palabras de una lengua bárbara infiltradas en la lengua pura de Carles Riba. Velar por la virginidad incólume de la lengua catalana fue un deporte muy practicado, una beatería lingüística montserratina que arraigó. Aunque finalmente, remitió.
Me he documentado y he descubierto la existencia de algunos libros infantiles que tratan del Ratolí Martí. Aunque también hay libros que tratan del Ratolí Pérez, un curioso mestizaje que debe de subir la tensión arterial del Capitán Virgili, el Vigía de Occidente.
Me da un poco de rabia escribir sobre el Capitán Virgili, pero ya puestos le voy a contar un par de cosas: es gracias a personas como él que dejé de escribir en catalán. Y es gracias a personas como él que me planteo, muy seriamente, dejar de hablarlo. Es más: en gran parte ya he dejado de hacerlo. Cuando me dirijo a desconocidos lo hago invariablemente en castellano: en tiendas, en comercios, en todas las interacciones en las que se inicia una conversación por primera vez. Cuando dé el siguiente paso y me ponga a hablar en castellano con los conocidos con quienes siempre he hablado en catalán deberé explicar mi cambio y eso da un poco de pereza. Pero la pereza se puede vencer.
Quizás les citaré a Joyce, que siempre queda bien. Y contaré la respuesta que le dio el irlandés renegado que se pasó a inglés a uno que le reprochaba el cambio de lengua y le acusaba de traicionar a su lengua, a su patria y a su familia. Le respondió Joyce: "Me habla usted de lengua, de patria y de familia, que son las tres redes de las que siempre quise escapar".
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Amic LLUIS:
ResponEliminaPues yo te diré que no. Que a mi no hay ni Dios que me diga lo que he de hacer, y es por ello que quiero que mis nietos hablen el catalán (ayy si supiera inglés, también les hablaría en ese idioma), que nunca dejaré de dirigirme (otra es escribirlo bien, como intento hacerlo con el castellano, sin faltas, o las mínimas) en catalán a quien me pregunte en catalán (entre otras cosas porque es un idioma que me gusta en su sonoridad -el francés también-) y porque me da ilusión que los nietos sepan dos idiomas y me contesten en los dos.
Por lo demás no puedo llevarte la contraria, me joden los comisarios, y es por ello, que a este señor lo veté en Tuiter, y no se nada de él.
también comentarte que a mi me es complejo cambiar de idioma. Si he comenzado hablar en un idioma con una persona no puedo cambiar: a los nietos en catalán; a mis consuegros en castellano (son de Alicante); a Mayte, mi señora en castellano (Huesca), pero ella se afana en hablar catalán con los nietos (no me parece mal)...y no pasa nada.
No quiero perder el idioma (el catalán) , pero no quiero comisarios políticos, y ahí si que si me presionan la han cagao, porque barrunto tormenta. Por cierto, también me asquea que me corrijan con gilipolladas a lo "bombonet", no he de negarlo.
Un abrazo fuerte , de llop dels Pirineus occitans ¡¡
(Joder...ahí me he pasao) jajajaja
salut
Para mi el bilingüismo también es un regalo que me cayó del cielo. Una de las cosas buenas que me trajo el azar. Buena porqué me parece divertido e interesante, pero no permito que me obliguen a escoger entre una de las dos lenguas. Si me obligasen a ello no lo dudaría: la más útil para comunicarme con las personas. Aquí no dudaría entre etnias de oprigen ni deudas familiares, no lo dudaría ni un segundo.
EliminaEl Virgili aquest vols dir que gira rodó?, jo tambè el vaig vetar a Twitter, per pesat.
ResponEliminaSalut
És evident que el Virgili no carbura bé, com tants. El problema no és la seva salut mental precària, si no els milers de seguidors que té. El procés ha fet un mal enorme, encara inevaluable. El problema és que tingui tants seguidors, entre persones que no tan sols no hi guanyen res si no que hi perdran molt.
EliminaPues en casa aún se complica mas la cosa con una tercera lengua : la gallega.
ResponEliminaY como las lenguas tienden a la ósmosis, ni te cuento en que lengua hablamos con los demás, dependiendo si son amigos, vecinos, familiares o saludados.
La gente como el tal Virgili y su "corrección" no tiene en cuenta algo : si siempre se hubiese sido tan rígido con el uso del idioma, ahora mismo estaríamos aquí hablando el latín vulgar de la época tardo-romana.
Nada, como cantaba Serrat, cada loco con su tema.