Lo cuenta muy bien Douglas Murray(1): tras haber matado al dragón y haber liberado a la princesita, San Jorge se quedó ensimismado. ¿Qué sentido tenía su vida tras la hazaña, una vez lograda? San Jorge se dio cuenta de que debía proponerse nuevos retos y nuevas gestas. No sabemos qué hizo San Jorge, pero sí sabemos en qué consiste el síndrome del San Jorge jubilado.
Creo que Pedro Sánchez conocía solo a medias el síndrome del San Jorge jubilado. Lo conocía, pero solo de oídas. Pedro se precipitó queriendo jubilar al sanjorge secesionista y no sabía lo que hacen los sanjorges catalanes una vez jubilados. O descabalgados, que es más o menos lo mismo.
Creo que Pedro Sánchez, con ese talante astuto de Maquiavelo moderno, descubrió que era imprescindible jubilar a los líderes del procés catalán. No lo hizo mal. Es más, y lo digo sin dudas: lo hizo bien. ERC pactó los presupuestos estatales con él. Pero no solo eso, no vayamos a caer en el engaño: la Diputación de Barcelona surge de un pacto entre el PSOE y el partido de Puigdemont, aunque nadie sepa como se llama ese partido. Vamos a dejarlo en el partido de Puigdemont. Lo mismo sucedió en muchas alcaldías. Sánchez descabalgó a centenares de sanjorges con un pellizco de dinero. Bravo.
Que al procés de los secesionistas catalanes se le liquidaba con pactos y dineros era algo que todo el mundo sabía: son catalanes, quieren dinero. Les damos algo de dinero y se les pasan las ínfulas separatistas. Además, para qué obviarlo: Cataluña se empobrece a toda máquina, así que se conformarán con menos dinero a cada día que pase. Las cifras macroeconómicas catalanas llevan varios años en caída libre. No solo eso: las cifras del éxito escolar, las de la inversión en ciencia, sanidad, cultura y educación nos dejan a Cataluña justito por encima de Ceuta y Melilla. Estamos en la cola. El canto del cisne catalán empezó hace cien años y se termina ahora. El tiempo ha terminado con Cataluña.
Pedro negoció y desactivó a gran parte de los políticos del secesionismo catalán. Les jubiló. Aunque había un pequeño problema por resolver: el asunto escabroso de los políticos encerrados en la cárcel por secesionismo y malversación de dineros públicos. A Pedro se le ocurrió lo más obvio: les doy un indulto y así les jubilo para siempre. La idea no es mala: si les indulto, dejarán de gritar sus eslóganes. Si les indulto, desactivo su último argumento.
Pedro, sin embargo, se equivocó en un par de detalles. Una vez jubilados los sanjorges catalanes, deberán buscarse otra causa para mantenerse en el candelero: ahí está Laura Borràs, por ejemplo, al frente de su Jaguar. Hay que mantener el ritmo de vida. Ahí está Joan Canadell, el gasolinero que le llena el depósito al Jaguar de Laura Borràs y por eso va de número dos en su lista de listillos.
Pedro: yo, que nací en Cataluña, te voy a contar una cosita. Puedes desactivarles en apariencia con indultos y pactos y monsergas, pero no podrás quitarle su único modus vivendi: sin el nacionalismo secesionista esa gente no son nada, no los escucha nadie, no los mira nadie. Ándate con cuidado con esa gente, Pedro: Cataluña es tan pequeña como mezquina y esa gente no tiene nada más que su pequeñez y su mezquindad. No te fíes nunca de ellos. Un sanjorge jubilado te puede fastidiar una táctica que no era mala del todo. No te fíes, y te lo digo con cariño. Si les quieres jubilar, jubílales. Pero mándales al asilo. Si te descuidas, esa gente joderá a España. Y España es todo lo que tenemos, lo único que tenemos quienes nacimos en la clase trabajadora.
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(1) Murray, D. La masa enfurecida. Ediciones Península. Barcelona, 2020.