Porque estamos en España.
Porque son uno y lo mismo
los memos de tus amantes,
el bestia de tu marido.
Así termina el poema A una dama muy joven, separada en el poemario Moralidades de Jaime Gil.
Y algo así ando pensando yo, por estos días, viendo ir y venir a los unos y a los otros. En España resulta bastante fácil hacer el bocazas. Unos prometieron una república, los otros un 155 fulgurante. Pues bien: ni hubo república ni fue fulgurante el 155. Todo huele a timo, a facilón, a truco de cuñado aficionado a la prestidigitación. Los últimos han sido unos que proponen fusilar a otros, como si fuese una broma ocurrente. Todo parece teatro amateur, improvisación, bocachancla, matón de patio de colegio. Como cuando dijeron: en Cataluña vamos a prohibir el castellano, impondremos nuestra lengua propia y expropiaremos la lengua de los demás.
Pero estamos en España, y eso no hay que olvidarlo jamás.
En España, dos generaciones atrás se estaban pegando tiros por los campos, las calles y las plazas. Todavía hay muertos tirados por ahí. En España nadie olvida, nadie perdona. Hay que recordar que en España nadie olvida, nadie perdona. Aunque somos católicos, no nos perdonamos.
Creo que sería bueno el olvido, y aunque el olvido y el perdón sean cosas distintas, parece que el uno acompaña al otro.
Hace unos años, ya más de 20, vivía yo en un pueblo de la Cataluña interior. Su posición en el mapa, algo aislada, y la ausencia de línea ferroviaria, hicieron que el tiempo se detuviera en aquel pueblo. Un vecino odiaba al otro porque sus abuelos respectivos estaban en bandos opuestos durante la guerra. Se odiaban porque tu abuelo era facha, porque el tuyo era rojo. Una vez hube preguntado, descubrí que ni el uno era facha ni rojo el otro: tras el simulacro ideológico, lo que les enfrentó fue un oscuro asunto de tierras colindantes y de dinero, deudas y riñas prostibularias. Similares en la codicia, los dos abuelos se valieron del rojo y del azul para odiar, denunciar y, finalmente, para matar. La tierra codiciada, al final, tras la sangre vieja, fue para uno de los herederos. No recuerdo si para el heredero del rojo o del azul. Pero eso importa poco.
Al pueblo subieron un par de veces los milicianos de la ciudad industrial más cercana. Preguntaron por los fascistas. Les persiguieron, les juntaron junto al muro de un huerto y les fusilaron. Meses más tarde llegaron los falangistas. Preguntaron por los rojos, les juntaron en la tapia del cementerio y les pasaron por las armas. En ambos casos, los vecinos aprovecharon la visita para denunciar a quienes les estorbaban en sus propósitos: de tierras, de haciendas, de propiedades, de mujeres. Incluso de vacas y ovejas. Eso fue la guerra, o eso también fue la guerra. Mis vecinos, en vez de olvidar la codicia asesina del abuelo propio, se echaban en cara la codicia asesina del abuelo del otro. Estamos en España. En ese pueblo, a día de hoy, son casi todos muy independentistas. Nacionalistas. No han olvidado al abuelo, pero han olvidado que estamos en España. Creen a pies juntillas que su Cataluña no es España. Y, sin embargo, su Cataluña es la quintaesencia de España. Son muy españoles, rematadamente españoles. Les guste o no les guste, esos independentistas son el alma vieja de España.
Yo buscaría el olvido, el perdón llegará luego. No buscaría el recuerdo. Recordaría que eso es España y recordaría, sobretodo, que por primera vez en varios siglos, llevamos 40 años sin matarnos por las calles a tiro limpio. No debería ser tan difícil olvidarse del terruño, de la lengua propia y la impropia, de la bandera medieval, de los fueros antiguos. No debería ser tan costoso pensar en vivir en paz, preocuparse por el bien común, arriar lacitos y banderolas.
Mi amigo P. me cuenta que ha ido a visitar a sus padres, octogenarios. Viven en su pisito de Bellvitge, casi siempre asustados, encerrados por miedo al virus. Llevan más de 50 años en el bloque del polígono, calle de Francia, por El Gornal. Me cuenta que vinieron desde un pueblecito de Almería lindante con el desierto de Tabernas, con una maleta de cuerdas. Han descubierto que los buenos catalanes les llaman colonos. Colonos aunque colonos involuntarios como leve desagravio, con cierta condescendencia. Colonos involuntarios, les llaman, cómplices de un genocidio cultural, les dicen, perpetrado por un dictador que lleva muerto 40 años. Estamos en la España sin perdón, en España. No hubo piedad ni olvido ni perdón en la España católica. En las cárceles catalanas, los políticos presos acuden a misa sin falta. Pero no perdonan: los dos abuelos del polígono Gornal son culpables para siempre. Eso es España.
Estamos en España. No lo olvido nunca, ni tan solo cuando escribo aquí. A veces me pongo temeroso y pienso que quizás estaría mejor callado, a mis cosas, con mis cuentos o mis pinturas y preparando las clases y leyendo ensayos antiguos.
A veces escribo cosas que no le gustan a nadie, y cuando digo nadie me incluyo en el gran nadie. Las escribo tan solo para sacarlas de mis pesadillas de español que recuerda cuando quisiera no recordar. Como el gato que regurgita la bola de pelo y piensa que le gustaría ser ratón o pato en vez de gato que escupe bolas de pelo. Y porque pienso que es mejor dedicarse al bien común, a lo que nos va bien a todos. Estoy contento de pocas cosas mías, pero una de esas pocas es ser un español bilingüe. Del mismo modo que tener un abuelo facha y otro rojo me gusta y me transmite algo de una paz melancólica.
Algo similar me sucede. Entre una madre miliciana de la FAI y de consecuentes con las Chekas, y de un progenitor Camisa Negra, anda uno barruntando ideas más parecidas a una obra de Magritte que no a un bodegón sevillano.
ResponEliminaespaña no olvida. Y no olvida porque los españoles somos rencorosos, aún vamos moviendo las piedras de las lindes cuando el vecino no nos ve, aunque el terreno sea yermo y haga un barrizal por medio.
Las guerras civiles no son más que venganzas personales, y hay más tumbas de estas que no de ideología, pues por ideología te podían dejar escapar mirando para otro lado, pero si te debían ovejas, o tu mujer era la codiciada, o tus terrenos eran los de la margen del rio, podías estar seguro de que la tapia del cementerio sería tu pared para el responso.
Hoy se relamen hablando de Franco quien ni vivió aquello, ni lo conoció, ni tan siquiera respiró su ambiente. Y saltan hablando de comunismo quien jamás ha oído hablar de "La Pasionaria", ni de sube quien fue Lister ni tan siquiera en que batalla disparaba "El Campesino".
Todos vividores del sistema. Estafadores emocionales, al fin y al cabo. Gente que con tal de no abandonar la moqueta y la visa oro, serán capaces de enfrentarnos para seguir viviendo a costa nuestra.
Estamos condenados, sino por unos, por otros.
Salut
Creo que, por desgracia, estamos viendo las consecuencias de la mal llamada y mal conducida "educación emocional". Nos han llevado lejos de la razón y al terreno de lo emocional. Supongo que es más fácil manipular emociones que exponer argumentos racionales. Y así nos vemos, atrapados otra vez en la España emocional o en sus "naciones" históricas que jamás existieron. Quizás deberíamos empezar a pedir ayuda a la Unión Europea. O a rezar.
EliminaUn servidor nació urbanícola, pero mi "señora estupenda" nació en una aldea gallega de apenas una veintena de fuegos.
EliminaAllí, en los atardeceres de verano, a la sombra del hórreo, escuché de los viejos de la familia historias de la guerra incivil, de pelotones "azules" que recorrían los pueblos deteniendo y fusilando a los "rojos", de "rojos" huidos a los montes que volvían amparados en la medianoche para ejecutar venganzas y represalias, de como asuntos de propiedades, envidias y rencores se disfrazaron de ideologías para justificar robos, expolios y asesinatos.
De cómo el precio una vida humana podía ser equivalente a la de un ternero.
Y también que aquellas cuentas seguían aún pendientes de saldo, de que no hubo olvido ni perdón.
Por cierto, a día de hoy se siguen moviendo las piedras de las lindes, y algún ofendido sigue blandiendo la escopeta cargada con postas.
No tenemos remedio, no aprendimos nada, NADA.
No hemos aprendido (o hemos aprendido solo lo justo). Aunque Manuel Chaves Nogales ya lo contó hace muchos años en "A sangre y fuego", que es, para mi, el referente en textos sobre la guerra civil.
EliminaPues fíjate que yo creo que esa España ya sólo pervive en Cataluña y el País Vasco. El resto de España se dedicó a vivir con ilusión las libertades y la prosperidad que trajo la democracia. No negaré que la llegada de Sánchez y Podemos al poder están haciendo todo lo posible para devolvernos a la España de rojos y azules, pero hasta este desgraciado suceso, España había sabido reconciliarse consigo misma y mirar hacia adelante. Son ellos quienes han resucitado un franquismo que era completamente residual. Y se pueden llevar un chasco monumental, porque ya he visto varios casos de gente joven que ni siquiera sabían quién era Franco y que ahora lo admiran.
ResponEliminaTu comentario, TINTACHINA, es muy acertado. Cada vez que le preguntan algo al Sr Monedero, cada vez (y lo miro simplemente por el hecho), en sus respuestas, ya sea de economía, sociedad, política social, derechos humanos, sale con algo de Franco, del franquismo, o de los franquistas para compararlo con el gobierno actual. No desea observar que está enterrado desde hace casi 50 años, y que vivimos en una España, mal que les pese, donde todos están representados por los votos, y que estos están libres de toda sospecha.
ResponEliminaPor otra parte, nos guste o no, Vox sacó casi un 16% del total de votos emitidos y es la 3ª fuerza, tal como suena.
Y ahora la reflexión, que dirían los del diseño de las palabras, ¿Quién fue antes Podemos, o Vox? , bien, pues entonces que se piense porqué ha explotado Vox con esa fuerza inaudita, uerza a la que se le llama "reaccionaria", porque no es más que una reacción al "trabajo" de Podemos.
Desgraciadamente, lo digo para mi, tendremos a Vox para rato y con más votos.
Que se pongan a pensar "las pseudo izquierdas" porque de izquierda no tienen nada, que es lo que están haciendo mal para que la gente tenga una "reacción" contraria a ellos.
PD: Si las izquierdas lo estuvieran haciendo bien ya estaría Cataluña con más médicos contratados FIJOS, que o políticos mantenidos a costa del erario. Que ese es el otro problema.
salut