14 de maig 2020

Suspiros de España


"Viva España, viva el Rey, viva el orden y la ley". Eso reza el mensaje que recibí, como comentario a un tema que nada tenía que ver con ninguno de los tres conceptos. Escrito en letras mayúsculas. Me llegó en un día cualquiera, entre semana, durante el confinamiento. Sería la una de la tarde. Había otra frase a continuación: "Muerte al dialecto catalanufo". El mensaje era anónimo. Luego, nada. No hubo más aportaciones.

Llevo años reivindicando el bilingüismo en Cataluña, la posibilidad de ser ciudadano de España sin dejar de ser catalán (o del revés), mi oposición a los planteamientos independentistas, mi opción federalista a veces, mi postura socialdemócrata, mi oposición al lacismo amarillento. Nunca me he ocultado, nunca he disimulado. Siempre he contado que procedo de una familia de tradición catalanista, y también he contado los problemas personales que me ha conllevado esta opción. Mi postura, explícita sin miedo, me ha comportado no pocos líos. Y no me arrepiento, como Alaska. Lo volvería a hacer. Yo también, como Jordi Cuixart, afirmo: lo volvería a hacer. Es mi opción política. Es decir, ética. De mis opciones políticas no saco beneficios de ninguna clase: no he obtenido ganancias materiales ni inmateriales. He conocido a personas gracias a ello, claro. He tenido conversaciones interesantes, he contactado con afines. Pero de eso no surgió ningún chalé, ningún cargo, ninguna prebenda. No he elaborado balances a tenor del asunto, y si los hiciera quizás descubriría que perdí mucho más de lo que gané, aunque no soy capaz de valorarlo. La verdad: el cálculo de pérdidas y beneficios es algo que me da igual.

Durante el largo viaje a través de la noche oscura del independentismo uno encuentra compañeros de viaje inesperados. En algunos casos lo celebro, en otros simplemente lo sobrellevo. Descubrí que mi opción política atraía a varios tipos de "perfiles" ideológicos distintos. Desde socialistas federalistas hasta votantes de Vox. Nos unen unas pocas cosas y nos separan muchas: el consenso es una maravilla difícil, como los tréboles de cuatro hojas. Cada uno debe decidir dónde sitúa el acento: ¿en lo que une? ¿en lo que separa?. Y España es cainita, eso lo sabemos todos. Incluso las facciones del independentismo, profundamente españolas aunque quieran ignorarlo, se odian profundamente entre sí.

Eso me lleva a recordar un artículo del filósofo Rafael Argullol leído hace pocos días, en donde cuenta (a raíz de la pandemia actual) que no se ha visto en ningún país europeo tanto cainismo ni tanta mala fe como en España. El mismo día, un periodista de La Vanguardia hablaba de la España del "federalismo salvaje". El periodista comentaba la actitud de los dirigentes regionales frente al Gobierno español. Hablaba de la profunda deslealtad de Torra y de Ayuso en concreto. Entonces me acordé de un texto de Manuel Azaña que debe ser de 1938, en el cual lamenta la deslealtad tan fea de la Generalitat catalana durante la guerra civil.

Mi postura con el asunto catalán no cambiará: creo que el nacionalismo catalán es de naturaleza egoísta, insolidaria, fea. Creo que es un giro argumental deplorable del catalanismo burgués, y que es entre cómico y trágico que ciertas "izquierdas" se permitan permitirlo, o avalarlo o incluso defenderlo. Pienso que es una desgracia de grandes proporciones. Y eso último es tremendamente triste.

Pero nada de eso me lleva a abrazar eslóganes como el de los "Vivas". Tan errónea me parece una postura como la otra. El idioma (o dialecto) catalán morirá cuando le toque, como lo hicieron el latín y el griego clásico. De hecho, parece más bien que haya optado por un suicidio lento y seguro. Así que nada, vamos a dejarles. No gritaré "Viva el rey". Tampoco le deseo la muerte. Las monarquías europeas no son malas cuando son constitucionales y democráticas, pero es obvio que tienen los días contados. No creo que la historia sea la narración de un progreso sin fin, pero tampoco es un retrato inmóvil.

No me gusta Jordi Cuixart y no me gusta Carme Forcadell. Es decir: no me gustan sus ideas (ellos, como personas, me resultan por completo indiferentes, soslayables). El anónimo que escribió el título, ese también es soslayable. Me gustaría vivir en una España tranquila, fraterna, de convivencia y de consensos. Es difícil. Pero es posible.


7 comentaris:

  1. Te entiendo perfectamente. Yo a veces me cuestiono si estoy en el lado correcto, me lo cuestiono cuando veo los "compañeros de viaje" que hemos de sufrir. Yo participé en la manifestación masiva antiindependentista de Barcelona en octubre-2017 pero vi cosas que me quitaron las ganas de volver a participar en otro evento similar.

    Cambiando de tercio, te felicito por la elección del vídeo. Esta es una canción que nunca me ha gustado demasiado pero esta versión de El Cigala eriza los cabellos (si los tuviera).

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    1. Bueno, como ni tu ni yo tenemos ya mucho pelo, te confieso que la versión de "Suspiros de España" que me gusta más es la versión de Diego. La compañía de algunos compañeros también me resulta dificultosa y no nos podemos remitir siempre a que "los enemigos de mis enemigos son mis amigos", ya que de eso no siempre salen buenas compañías. Pero no lo dudes: a pesar de los fantasmas hay que estar del lado de la constitución, la Ilustración y la democracia. No hay otra opción.

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  2. Comparto tu criterio. Yo si he hecho la cuenta del debe y el haber, estoy a la par, pero me han dejado de hablar personas que estimaba, y claro, no las puedo suplir.
    De otras deseaba que me dejaran en paz, pero si hubiera sido menos hipócrita, lo hubiera conseguido sin necesidad de fractura. Mea culpa.

    Un abrazo
    Salut

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  3. Suscribo tu reflexión. Las "malas compañías"

    Los del sector "progre-pijo-independentista-cumbayá" hacen un reduccionismo infantil de los que no estamos por la independencia y nos catalogan a todos de "fachas" o "fascistas".

    Y no se muy bien si es un mantra que repiten para consumo propio, o si realmente tienen una mente tan simple donde no caben las diferencias.

    Al final, cuando alguno de ellos me tacha de "facha", ya ni me molesto en matizarle lo que realmente pienso. Porque es perder el tiempo



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