20 de maig 2020

El Sociocomunismo en España


Desde luego que sí: las cosas empeoran con el tiempo, se degradan, se gastan o se averían. Incluso desaparecen, se evaporan o se esfuman. Mi propio cuerpo, antaño lozano, se despierta una mañana con un dolorcito aquí, y después de la siesta demasiado prolongada, otro allá. Luego está la presbicia, la calvicie, el colesterol, el acúfeno en el oído izquierdo, la melancolía. Mi padre le tenía terror a la decadencia, aunque cuando esa se abalanzó sobre él hizo como que no se daba cuenta. Quizás la había temido tanto tiempo que al final resulta que la deseaba o que ya la conocía demasiado.

Caos, entropía. El universo entero teme o ama la caída. A mi alrededor veo personas que, ante la epidemia desarrollan un apego hacia la vida que me sorprende, como si hubiesen pensado, hasta la llegada del virus, que iban para inmortales. Cuando yo era pequeño también me sentía inmortal, hasta que un día, a los quince recién cumplidos, estuve en un tris de ahogarme en una piscina pública y descubrí la verdad. En realidad, la verdad me la mostró la muerte de mi abuelo Luis unos pocos años antes, cuando murió de leucemia en un pabellón modernista y oscuro del Hospital de San Pablo. La verdad, luego, me ha sido repetida muchas veces. El número de muertos a mi alrededor no dejará de crecer hasta el día en que, súbitamente, se detenga para siempre. A partir de aquel instante ya no morirá nadie.

Si nuestros cuerpos y nuestras vidas tienden al abismo y acaso lo desean, nada mejor se le puede pedir al que gobierna. La Generalitat de Cataluña prometió (solemnemente, en su estilo) catorce millones de mascarillas para los súbditos de la desdichada tierra. Las mascarillas no llegaron jamás y la institución no se disculpó nunca. ¿Para qué disculparse? Al fin y al cabo prometieron una república a sus fieles, no cumplieron ni se disculparon. Si son capaces de eso con una república, ¡de qué no serán capaces por una mascarilla!. Ahora prometen millones de tests serológicos, y la mayoría espera que el Mercadona haga con los tests lo que hizo como con las mascarillas: la cadena de supermercados demostró una mayor fiabilidad que un gobierno regional. Todo tiende al desastre ¿menos el Mercadona?.

En las últimas semanas antes de su muerte, mi padre estuvo ingresado en una clínica de cuidados paliativos. (Un lugar para moribundos, desprovistos de más adjetivos). Era una habitación con dos camas. En la de su lado conocí a tres compañeros que desfilaron antes de él. Al cuarto ya no, puesto que quien se marchó fue mi padre. Uno de ellos era un hombre menudo, enjuto, correoso. Alguien le traía maquetas de barcos para montar y el hombre se entretenía así en sus última horas. La reproducción de la HMS Bounty jamás se terminó. Se quedó a medio construir, detenida en el tiempo con solo un mástil. No he podido olvidar aquella miniatura inconclusa, símbolo de algo que no soy capaz de nombrar. Quizás del deseo de vivir, y de convertir la vida en un proyecto de algo, algo bonito y delicado como un barco de vela del siglo XVIII que solo existió por siete años: al séptimo, y tras el motín que encabezó Marlon Brando, lo quemaron. Es lindo quemar barcos: ya no hay vuelta atrás. Eso lo contó Homero hace unos 2.800 años.

Hoy he escuchado hablar de "sociocomunismo" en el Congreso de los Diputados y me ha divertido la expresión. ¿Qué demonios debe significar? Creo que es muy sencillo: la expresión expresa el profundo desconocimiento y la mala leche de quien la dice. Poco después he comprado un paquete de 10 mascarillas por 6 euros. Debajo del plástico del envoltorio hay una etiqueta impresa en tinta negra y rojo. En rojo, la estrella comunista de cinco puntas y esa grafía tan bella de los chinos. ¿Será eso el sociocomunismo? Montones de chinos trabajando para venderles a los occidentales capitalistas, neoliberales o nacionalistas el ingenio que les puede salvar la piel. El comunismo ya no es lo que era: pasó de fabricar misiles nucleares para aniquilar el capitalismo a venderle mascarillas higiénicas. Antes nos vendieron la pólvora y los fideos, pero entonces no eran comunistas. Quizás la China no tiende al caos. Quizás, al fin, solo lo hace la Generalitat de Cataluña, quien sabe. A lo mejor uno confunde a su padre y a su patria con el mundo, algo que muy bien podría ser.

Me pongo pensar y caigo en la cuenta de que el sociocomunismo español no existe, pero tal vez haría bien en hacerlo. La última conversación que tuve con mi padre trató del fin del Tercer Reich y de un par de mariscales alemanes (Rommel y Paulus) que nunca supe que había admirado, cuando era un joven de la España filogermánica. También me mostró su simpatía por el General Zhukov (ese sí era comunista de veras) y, en general, por los mundos que se desmoronan. No hablamos de Cataluña en aquellas últimas horas, aunque él era mucho de Cataluña y la Generalitat y la cosa nacional en general.

9 comentaris:

  1. Las tuyas al menos tienen certificado ¡¡¡ las mías ni eso.
    Igual los chinos me están enredando como a un prossesista le enreda Torra, prometiendo leche y miel, y resulta que la vaca ha muerto y la miel no es más que melaza de ínfima calidad.

    Ahhh, yo mascarillas sin la estrella de Mao, que no, que no, Wenceslao ¡..pero claro, tengo una explicación, yo compro en el Lidl, que es alemán, y es donde ellos, los germánicos, han ganado el III Reich, en la economía. Seguro que las mascarillas que compro ya ni son chinas, al igual son de Taiwan, antes Formosa, antes China nacionalista,y ahora paraíso fiscal gracias a la pasta de la China comunista y a los americanos.
    En fin, Rommel era mucho Rommel y estratega, nosotros tenemos a Rufian, que le hubiera saqueado hasta los tanques si en esa guerra hubiera estado...¡fíjate que hasta se atreve a torear al Sánchez ¡
    Salut

    ResponElimina
    Respostes
    1. Me gusta mucho descubrir qué relaciones establece el que lee con lo leído, a veces suceden conexiones muy curiosas. Lo del Lidl, por ejemplo. Aunque tengo un par de esos supermercados por aquí, me caen lo bastante lejos como para descartar ir a pata hasta ellos, y no tengo ganas de conducir para comprar en un súper. Pero me encantará ver las mascarillas del Tercer Reich. Por otra parte me han dicho de todo, ya que por lo visto mi texto rezuma izquierdismo o socialdemocracia, que ya se usan como insultos. Se supone que cuando no eres indepe tienes que ser del PP por lo menos, o mejor de Vox. Yo no me hartaré de decir que soy anti-independentista justamente por ser de izquierdas, algo que cuesta de entender a cierta derecha y a mucha izquierda.

      Elimina
    2. Es que tiene bemoles que haya formaciones que tengan que recurrir a la perogrullada o al epíteto para ponerse un nombre, como l'"Assemblea de l'Esquerra No Nacionalista de Catalunya" que equivaldría a decir, p.e., "Asociación Antirracista y Anti-Ku-Klux-Klan"... por culpa del neolenguaje y del vaciado de significados de la ultraderecha, la izquierda ha de defenderse cayendo en su trampa, diciendo obviedades...

      Salut i internacionalisme!

      Manel C.

      Elimina
    3. También creo que la cosa va por ahí. La izquierda está cayendo en la trampa de este lenguaje perogrullesco.

      Elimina
  2. Lo de "sociocomunismo" no se lo cree ni el que lo ha dicho.

    Si los de Podemos se encontrasen a un auténtico comunista por un pasillo del Congreso, saldrían corriendo a avisar a los de seguridad.

    Por no hablar de socialdemocracia en el partido de Sánchez, cosa inexistente por imposible en un lugar donde la única prioridad es el poder a toda costa.

    Los super de "Dia" también venden mascarillas, y están mejor surtidos de estock que las mismas farmacias. ¿ El origen de estas ?, NPI, en el envase no se cita.

    Pero cualquier cosa es buena para tapar la boca, acordaos si no, de los sobres que repartía Bárcenas en la planta noble de la calle Génova, en Madrid.

    Como buén aficionado a la história bélica, estoy familiarizado con Rommel, Von Rundstedt, Paulus ( el pobrecillo tuvo que cargar con el "marrón" de Estalingrado por culpa de las ordenes caóticas de Hitler ), pero también con Nimitz, Patton, Bradley, Eisenhower y Montgomery ( aunque a este ultimo le tengo algo de tirria por el desastre de Arhem, que fue el despropósito táctico mas grande de toda la historia.

    Vivimos tiempos mediocres, cuando viejos militares de hace setenta y cinco años pueden ser mas interesantes que los políticos de la actualidad.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Completamente de acuerdo. Podemos no tiene nada de comunista, nada de nada, y el socialismo real en el Psoe es anecdótico. Socialdemocracia europea y liberal, y listos. Yo no soy muy aficionado a la cosa bélica, pero me gusta Ivan Cherniakovsky, el general que doblegó a los nazis en Kursk y les mandó al infierno.

      Elimina
    2. Kurks fué una batalla de resultado engañoso. Las pérdidas rusas superaron a las alemanas, pero la diferencia fue que los soviéticos tenían reservas mas que suficientes para cubrirlas, y los alemanes no.
      A partir de ese momento, el arma acorazada alemana perdió fuerza. Y hay que reconocer que la estrategia rusa en Kursk fue eficáz, una auténtica trampa para lobos.

      Elimina
    3. Como te dije no estoy muy ducho en historia bélica, aunque me gusta conocer por curiosidad. Los europeos del lado oeste sabemos cosas de Patton y de Eisenhower o incluso de Montgomery (tipo que tampoco me cae muy bien) por el cine y la literatura, pero muy poco del lado soviético. A Cherniakovsky le conozco, -aunque suene raro- por un capítulo que le dedica Roberto Bolaño en "Estrella distante".

      Elimina
  3. En los años 50-60-70 depende de países hubo un acuerdo tácito, los comunistas más radicales renunciaron a sus reclamaciones y el capitalismo salvaje renuncio a las suyas y dio condiciones cada día más dignas a sus empleados. El capitalismo salio ganando porque el numero de consumidores creció exponencialmente, los obreros se transformaron en consumidores, compraron coches, frigoríficos, aspiradores, tenían sus primeras vacaciones y generaron nuevos negocios y , a la vez, los obreros explotados y avasallados vieron mejorar sustancialmente sus condiciones de vida, sus horarios, su seguridad y su vejez, compraron sus casas y cuando se morían dejaban su herencia (antes ni se podían pagar el entierro). El estado creció alimentado por los impuestos recaudados de este "negocio" y sus atribuciones también, más funcionarios, más servicios, menos paro, todos felices.
    Eso es la socialdemocracia, ahora esto se esta cayendo, y no es culpa solo del capitalismo, que también, sino que el estado se ha metido de tal forma en las vidas privadas, ha multiplicado tanto "sus servicios", sus costes no se miden y el nivel de eficacia se basa en el dinero gastado, no en como se gasta o en que se gasta. Esto ha hecho que se ha vuelto insostenible y los servicios esenciales Sanidad, Educacion, SEguridad Ciudadana en no pocos casos se ven relegados por otros gastos que solo sirven al "cacique de turno", televisiones varias, centros meteorológicos regionales (como si las borrascas se acojonasen de pasar de Burgos a Bilbao), estudios sobre la homosexualidad femenina en una aldea de Gambia (esto es cierto), o el coronavirus desde la perspectiva de género, (que también es cierto). Embajadas regionales (no solo de Cataluña, ojo) mientras hay chicos estudiando en barracones y estas cosas que pasan todos los días en este país. En China se fabrica de todo, bueno y malo, muy bueno y muy malo, yo estuve allí hace unos años y recorrí bastantes ciudades, y los típicos tópicos de nada sirven. Es una cultura milenaria que prima el "equilibrio" (concepto oriental), sobre la Justicia (concepto occidental), es para pensar. Mido 1,87 y te montas en el metro de Pekin y hay muchos que son igual de altos que yo, y algunos más, como si te montas en Madrid, en el Metro de Barcelona, o en el Metro de Burgos...
    Un saludo

    ResponElimina