22 de maig 2018

El sexo de los ángeles catalanes

Resultat d'imatges de el sexe dels angels

Uno de los problemas que tenemos los catalanes vivos en 2018 es que Terenci Moix ya no está. Pero más allá de la nostalgia, eso se puede expresar con otras palabras: estamos huérfanos de intelectuales que nos ayuden a leer y a comprender el pan nuestro de cada día. Quizás es por ese vacío de intelectualidad que, a día de hoy, constan como intelectuales petimetres tales como Bernat de Déu, Empar Moliner o Pilar Rahola. Hay articulistas que se refieren al señor Torra como a "un intelectual". A falta de pan, buenas son tortas.

Terenci Moix tiene una novela, "El sexe dels àngels", reescrita en 1992 pero escrita por primera vez mucho antes, que contiene páginas maravillosas en las cuales, casi como por un milagro, se describe a la Cataluña de siempre. A la Cataluña de hoy. En una de ellas, su protagonista (un joven autor iconoclasta que triunfa en la literatura catalana), discute con un representante de la cultureta, un individuo siniestro que pertenece a la cúpula de Òrgan Cultural (léase Òmnium Cultural). El diálogo es soberbio, impagable. El joven autor le recrimina al nacionalista catalán que pongan tan difícil ser catalán por los muchos requisitos que se exigen con tal de obtener tan elevado título.

El joven autor se queja de que, en Cataluña, debamos aceptar que cualquier cosa es algo más que cualquier cosa por el mero hecho de ser una cosa catalana: el Barça es más que un club de fútbol, la Moreneta es más que una virgen, Montserrat más que una montaña y Banca Catalana más que un banco.

El drama catalán es, entre otras cosas, que esa supremacía de las cosas catalanas ha ido engordando su nómina: Rodoreda es más que una escritora y Pedrolo, también. El pueblo es más que un pueblo. Una urna es más que una urna, aunque se la hayan comprado de oferta en la China. Tv3 es más que un canal de televisión autonómico. La escuela catalana es más que una escuela (aunque las autoridades catalanas la hayan sumido en la miseria). Mossèn Ballarín es más que un cura retrógrado, Puigdemont más que un expresidente, Pujol mucho más que un expoliador, la CUP más que una asamblea de niños bien, Guardiola más que un entrenador. Y la butifarra amb seques más que un plato indigesto. Hay muchos más casos, pero vamos a dejarlo aquí para no aburrir a los unos y enervar a los otros, que ya están bastante enervados.

En el sentido opuesto, Pla es más que un traidor, Marsé más que un renegado, Iceta más que un botifler, Boadella más que un maldito, l'Hospitalet de Llobregat más que un error, Montilla más que un charnego desagradecido, Cornellá más que una pandilla de colonizadores.

Se echa de menos a los intelectuales que ya no están. No me refiero con eso a personas como Lluís Llach, que ya no están -y tampoco son intelectuales. [Pero por cierto... ¿donde está Llach?] Me refiero a personas cuyo pensamiento y cuya escritura nos ayudaron, pero que están en el otro lado del espejo. Es imposible saber qué cosas dirían hoy, cuando nadie relevante nos ilustra y ni tan solo nos acompaña. La biología nos ha dejado huérfanos ante el "procés", ese runrún tedioso e interminable que nos acongoja y nos asusta porqué amenaza la convivencia pacífica entre las personas.

Creo que va llegando la hora de rebajar el tono. Cataluña (sea una comunidad autónoma, una región o una república) no es más que nada. Ni los catalanes más que nadie. Sus habitantes solo somos ciudadanos bastante perplejos, la mayoría pobres y algunos ricos. Hace siglos que la cultura catalana no destaca en ningún campo de las ciencias ni de las artes. Solo está Messi, que no es catalán si no argentino, el que chuta una pelota. Los catalanes deberíamos preguntarnos a qué nos ha llevado querer "fer país" en vez de querer hacer cultura, arte, cine o ciencia. Hacer país en vez de hacer arte, cultura o ciencia nos ha llevado a la irrelevancia más escandalosa de los últimos siglos. De tanto hacer país solo hemos hecho el ridículo.

En Cataluña hay un montón de pobres. De gentes que pasan hambre. De personas que sufren, que están en las interminables listas de espera de la sanidad pública. Hay emigrantes que se largan a buscarse el pan a otros países. Hay hambre y pobreza. Y hay quienes acusan a los que que pasan hambre y viven en la pobreza de tener un sentimiento catalanista demasiado escaso. Es decir: hay cínicos. Y cobardes. Y racistas. Los falangistas de los años 40 distinguían a la población entre afectos al régimen, tibios y desafectos. Los nacionalistas catalanes distinguen entre "los nuestros", los "españolistas o traidores", y los equidistantes. Cielo, infierno y purgatorio: no nos olvidemos del fondo ultracatólico agazapado tras el nacionalismo.

Creo que la labor de un intelectual catalán, en 2018, sería la de abordar el asunto desde una perspectiva nueva, pero que en realidad ya estaba escrita. No somos más que nadie ni mejores que nadie. Incluso podríamos ser peores que la media. Debemos remontar ese mal momento. De lo contrario, nos veremos pronto en la nada. De no corregir ese error, los catalanes del futuro van a leer que existió una Cataluña ridícula al lado del relato de Liliput debido a Jonathan Swift, en viejos textos de fantasías medio grotescas, medio metafóricas.

Creo que nos merecemos algo menos malo. Y espero que estemos a tiempo. Por la parte que me afecta, y porqué deseo una convivencia mejor.


6 comentaris:

  1. En Cataluña hay un montón de pobres. De gentes que pasan hambre. De personas que sufren, que están en las interminables listas de espera de la sanidad pública. Hay emigrantes que se largan a buscarse el pan a otros países. Hay hambre y pobreza. Y hay quienes acusan a los que que pasan hambre y viven en la pobreza de tener un sentimiento catalanista demasiado escaso. Es decir: hay cínicos. Y cobardes. Y racistas..."
    Copio, pego y hago mío.
    Cuando acabe el curso escolar, LLUIS, pondré algo sobre el voluntariado de REIS (Reforç Escolar Inmersió Social), voluntariado con el que cumplo 10 años de labor.
    Pondré como un grupo de ciudadanos del barrio de Sant Antoni , entre los que se encuentran dos cátedros uno en Derecho Internacional y el otro de Teoría Económica), una doctora puericultora, tres maestros de instituto, dos arquitectas, un profe del Químico de Sarriá y el menda, hacemos para y por los niños , un reforç inclusivo los martes y los viernes de dos horas, todos derivados de los Servicios Sociales y por los Educadores previo aviso de la dirección del cole a los Educadores.
    Les damos las clases en catalán, ya ves, para que se puedan integrar más rápido; esto, pienso, es hacer país, y no ir clavando cruces en la playa, por mucho que sean amarillas.
    Tenemos niños de los 6 años hasta los 14, y en este momento el local con el que contamos en la AAVV de Sant Antoni, está lleno. Nos hemos juntado con 16 chavalillos de 10 países diferentes.

    Un beso

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    1. Gracias por esa contribución, Miquel. Todos deberíamos reflexionar sobre que es un país y en qué consiste "hacer país". Como yo soy poco de países, creo que está bien de hablar de sociedades, de majorar a las personas para aumentar sus posibilidades, de solidaridad, de corresponsabilidad. Como nací en Cataluña y tengo los dos apellidos catalanes, tengo ganas de decirles algo a los que van clavando cruces amarillas por las playas: perdónales, Cataluña, porqué no sabemn lo que hacen. El daño que hacen.

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  2. Creo que lo de mejorar la convivencia, va a tener que esperar. Al menos por la tensión que está despuntado ya en algúnos lugares.

    El problema de la "cultureta oficial" de Cataluña, es que Pujol y su gente hubieron de inventarlos partiendo casi de la nada y de la mediocridad. Hubo que buscar autores "geniales", artistas plásticos "geniales", intelectuales "geniales", pero todos en la lengua vernácula, y afines a la ideología que pagaba la fiesta.

    Y cuando se parte de una base mediocre, se construye algo muy débil y endeble que no resiste una mirada crítica.

    La cultura y el arte auténticos tienen vida propia mas allá de la voluntad del poder de turno, por suerte para todos.

    Es lo que tiene circular siempre por una país idílico imaginario, cuando pinchas una rueda y tienes que apearte en la realidad, el shock es de aupa.

    Y la realidad son los chicos a los que ayuda Miquel, los que acuden de mañana a tus clases sin apenas desayunar.

    Como también los son mis vecinos de Hospitalet, a los que califican de "españoles" negandoles la catalanidad después de sesenta años aquí, o incluso siendo nacidos en este territorio. A los que intentan caricaturizar vistiendolos con un chándal de mercadillo, acusarlos de vividores que sobreviven cobrando subsidios perpetuos, y que pasan su existencia en bares "carajilleros" empinando el codo.

    Pero la realidad es muy tozuda, y el tiempo pone a todo el mundo en su lugar. Dentro de unos años, van a tener que bregar con una población autóctona con raíces en una veintena de países diferentes, con media docena de religiones, y con una identificación bastante nula con su ideario de "Catalunya en Miniatura". Y estos, no estarán por puñetas, su único interés será vivir aquí lo mejor posible, y con pasaporte españól

    Lo malo es que mientras tanto.....

    Un abrazo.

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    1. Gracias, Rodericus. Tus puntualizaciones son muy interesantes. Se podría hacer un listado de agravios del nacionalismo catalán hacia la población de Cataluña, porqué me temo que no son conscientes de nada, que no comprenden el daño que están infrigiendo. Sobre los orígenes de la cultureta se puede escribir mucho. Moix se olió a Pujol des del principio y siempre desconfió de las intenciones de Garbancito del Eixample. No es nada casual que bajo los mandatos de Pujol se construyera el parque temático "Catalunya en Miniatura", cuyo concepto es estrepitoso y muy revelador.

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  3. Totalmente de acuerdo con vosotros, Tot Barcelona y Rodericus y por supuesto Lluís. Cada día veo más gente por los suelos, nunca mejor dicho, durmiendo a plena luz del día. Esta mañana desde la ventana de mi trabajo, en Drassanes, habian 4 personas por el suelo, con mantas.
    Muy triste.
    Yo soy muy pesimista en todo este asunto político interminable.
    No entiendo a que juegan.

    Petons

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    1. Este asunto político interminable está soslayando (o negando) la existencia de los problemas reales de los catalanes, y ese es su mayor error. Empantanados en sus reivindicaciones del nacionalismo romántico trasnochado, con sus cruces amarillas en las playas y sus gestos tan grandilocuentes como patéticos (y ridículos) están olvidándose de las personas. Eso es su mayor error y a la vez el drama de todos. Una bandera vale más que muchas vidas, que el bienestar de las personas. Hablan sin cesar de "dignidad", pero esa dignidad se refiere a sus cargos, a sus instituciones, a sus obsesiones. No están hablando de nada más que de si mismos. Les importan un bledo las personas que sufren: solo ven el sufrimiento "nacional". Dice Quim Torra que pondrá un lazo amarillo enorme en la fachada de la Generalitat. Le pido que lo ponga de algún material comestible.

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