2 de des. 2020

Yo voté al PSOE

Pero no se si lo volveré a hacer. Es cierto: voté al PSOE en la últimas elecciones nacionales. Tenía varios motivos para hacerlo. Voy a exponer solo dos: el PSOE votó a favor de la aplicación del artículo 155 en la Cataluña golpista del 2017 y, como socialdemócrata, esperaba un PSOE lo bastante fuerte para poder gobernar sin Podemos. Con todo lo que eso significa: creo en la socialdemocracia y creo en la vigencia de la Constitución de 1978. 

El PSOE no es el partido de mis sueños, pero se le acerca un poco más que los demás. Con eso me bastaba para votarle. Llevo muchos años votando a partidos que quizás no me entusiasman demasiado, pero que me deprimen menos que los otros. Eso también es democrático. Aunque también lo es la abstención. Que conste la opción abstencionista, una opción que practiqué durante varios años.

Cuando vi que los partidos del centroderecha empujaban al PSOE hacia su izquierda me sentí apenado. Apenado pero no culpable: yo solo les había dado un voto. Ya entonces comprendí que el centroderecha empujaba al PSOE hacia su izquierda y hacia los buitres nacionalistas por un puro cálculo de encuestas y esas cosas: no por beneficiar a la ciudadanía española, ya que el bienestar de la ciudadanía me temo que les importa un pimiento. A todos. España (el bienestar de sus ciudadanos, la cultura democrática y sus valores... ¿le importan a alguien?

Luego comprendí que Podemos usaría su pequeña fuerza oportunista para sumarse a todas las transaccionalidades posibles: su pequeña fuerza consiste en añadir a su causa a todos los colectivos que les resultan simpáticos por oprimidos, en virtud de la teoría de la transaccionalidad que tanto les gusta. Incluídos --paradójicamente-- nacionalistas periféricos, los nacionalismos tóxicos. Poco le importa a Podemos que los nacionalismos periféricos muestren un perfil de derecha carlista, de identitarismo caciquil: ellos solo ven las gracias de la minoría oprimida. Una minoría étnica que explota y oprime, pero una minoría al fin y al cabo. Con eso les basta. 

Volveré a votar al PSOE, con altas probabilidades, en las próximas elecciones. En las catalanas ya lo veremos: votar al PSOE, aquí, significa votar al PSC. Y eso duele más todavía. Es lo que tenemos los socialdemócratas: que creemos en la socialdemocracia. Me gustaría que el candidato fuese otro, claro. Y que fuese un candidato al estilo de la socialdemocracia europea, capaz de pactar con el centro. Lo que significa que deseo un centroderecha más europeo que ibérico, y que tenga claro que con la ultraderecha identitaria y los nacionalismos no hay nada que hablar ni nada que hacer. No soy nada partidario de los cordones sanitarios, pero tampoco de pactar con quien no es de fiar.

Hay que estar a favor de los que están a favor de la España del siglo XXI, no de los nostálgicos de un pasado medieval que, por suerte, no volverá: en el ensueño medieval coinciden la ultraderecha española de Abascal con la ultraderecha catalana de Puigdemont.

Yo voté al PSOE y quizás lo haga otra vez. No lo se, veremos. No lo puedo afirmar rotundamente. El PSOE debe aclararse las ideas y olvidarse de los identitarismos facilones y de los identitarismos nacionales, de todo eso que nos está llevando a la locura que promovieron individuos tan dudosos como Ernesto Laclau. Y en ese esfuerzo deben ponerse, también, quienes quieran una España moderna, democrática, limpia de nacionalismos. Nos va España en ello. Nos va España: no es moco de pavo.

Eso es muy serio. Lo que está en juego es la democracia. ¿De qué nos serviría una España sin democracia? ¿De qué nos serviría una España de naciones feudales o parapetadas detrás de esos fueros ancestrales, predemocráticos, como en una versión celtibérica de un Juego de Tronitos?

5 comentaris:

  1. Sinceramente, ignoro a quién votaré en las próximas autonómicas, pero lo que tengo muy claro es a quién no, y el PSC-PSOE es uno de los partidos a lo que no volveré a votar.

    Y lo mismo para el Congreso y el Senado.

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  2. En mal tránsito me pones, LLUIS.
    No hay nadie que me represente, porque si hay alguno, al llegar listas cerradas, lleva consigo aquellos que no deseo que estén.
    Votar PSC-PSOE, comentas; es votar Iceta aquí, persona escondida, pusilánime, cobarde, dada a la chanza y el quedar bien con todos, pues no reniega del prosses con la boca grande (le hace perder votos), y no deja de renegar de él con la boca pequeña (le hace perder votos).
    PSOE en Madrid significa votar a un incumplidor y quien es fiel en lo poco, lo es en lo mucho (Lucas 16/10), ya lo comentamos), además de arrastrar con el lastre de toda una cohorte de personajes salidos de un cuento de Mary Wollstonecraft.
    Pp´s y satélites (Vox, C´s) no me interesan. Prossesistas, unionistas, ecologistas, humanistas, feministas, bicingistas, en todas sus vertientes y formatos , me dan el flato; y por supuesto, Unidas-en Comun-Podemos y emas, son a mi parecer oportunistas.
    Votar en blanco significa dar el voto al que ha sacado mayoría, por lo que a mi, lo único que me interesa es votar listas abiertas, para exigir a quien he votado su cumplimiento de programa, otra de las cosas que encuentro a faltar.

    PD: El Sr Iceta debe de tener en cuenta que el no hacer nada es tan peligroso como hacer algo mal. Ciertamente no estará a la altura de un Pasqual Maragall, no se le pide eso tampoco, pero si que no dejara huerfano de palabras a miles de personas que confiaban en él y que haciendo lo mismo que la Arrimadas (ella marchó a vivir a Madrid, y él a vivir debajo de la alfombra para que no se le viera) olvidando a muchos que le votamos pensando en que daría un golpe encima la mesa con autoridad y referencia, y no que esperara una sintonía musical para ponerse a bailar encima el estrado.
    Por cierto, poner la portada de El día del Watusi es mucha portada para esta gente. Se merecen el de la Conjura de los Necios, son personajes que en ocasiones dejan al Ignatius como aprendiz.
    Salut

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  3. Me deprime mucho la situación política actual. Coincido en tu análisis. Una izquierda que se supone moderada y que se echa en brazos de peligrosos compañeros de viaje; una ultraderecha golpista que añora los tiempos gloriosos aquellos en los que las mujeres debían tener el permiso del marido para viajar solas, trabajar o abrir una cuenta en el banco; una derecha que se supone moderada pero que es incapaz de condenar el franquismo y apoya en Europa a peligrosos grupos ultraconservadores, etc. Al final, como bien dices, acabaré votando lo que en su momento considere menos malo. O, si no, la abstención pura y dura.
    Saludos.

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  4. La situación es desesperante. Pero lo que tengo clarísimo es que nunca jamás volveré a votar PSOE ni mucho menos PSC. Además del desastre que supone que estas siglas estén en manos de quienes están, yo jamás perdonaré al PSOE que se cargará la esucación pública con la reforma de Maravall.

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