14 de juny 2021

Es la estupidez, señores y señoras

Hay que recurrir a Adolfo Bioy Casares, el escritor amigo de Borges, cuando sentenció (cito de memoria): la novela negra pone el foco en la maldad del criminal, cuando debería ponerlo en su estupidez.

Eso viene a cuento de los últimos crímenes, especialmente horrendos, cometidos por progenitores contra sus vástagos. A la sociedad actual la horrorizan con especial virulencia los asesinatos de menores, claro: las sociedades avanzadas han construido un discurso sobre la protección del menor que arranca de Rousseau aunque, sin duda, esos crímenes ya horrorizaban a los romanos. El asesinato de una niña nos pone los pelos de punta de un modo distinto a la noticia del asesinato de un adulto.

En la contemporaneidad, al horror ante el asesinato de un menor le hemos añadido el asunto del machismo y eso provoca torrentes de tinta y grandes ríos de bits. Algunos ven monstruosidad pero no machismo en el asesinato de una hija. Otros aprovechan que el Pisuerga pasa por Tenerife y lo comparan con el caso de Sant Joan Despí. ¡El monstruo! Esa es una de las construcciones más complejas de la modernidad, algo que en la cultura clásica tenía otro enfoque, pero ya se le atribuía al monstruo algo inhumano.  Solo cabe pensar en el Minotauro, que solo era mitad hombre. Pero medio hombre, que no se nos olvide: algo de humanidad había en el bicho. Y regreso a Borges cuando observa que no hay laberinto que se precie si no contiene un Minotauro: ¿qué sería de nosotros si no hubiese un monstruo paseándose por el laberinto (la vida)? Necesitamos al monstruo, sugiere Borges.

Y al monstruo recurren quienes niegan el machismo tras los crímenes que dan titulares a la prensa, ocupan horas de TV y millones de quilobites en las redes sociales: no hay red social sin monstruo, como otro laberinto cualquiera, otro laberinto más, un laberinto añadido que extiende al laberinto y al monstruo hacia la realidad paralela, nuestro gemelo virtual.

Por supuesto que el machismo está ahí, pero es un machismo imbricado con la estupidez, y eso debe contarse sin tapujos. Quizás haya más hombres machistas que hombres no-machistas, y por lo tanto eso nos lleva a sospechar que el asesino machista es, también y por obligación, un estúpido. No tenemos un problema: tenemos dos. El machismo y la estupidez, cuya suma nos ofrece esos resultados escalofriantes. 

Hace algún tiempo, en una tertulia sobre feminismo, alguien expuso que en vez de ofrecer tanta protección legal a la mujer se debería practicar la educación-represión del hombre. A lo que tuve que responderle: tras más de 50 años como hombre en este planeta, jamás he violado a mujer alguna ni he matado a nadie, y conste que no viví, en mi infancia, ninguna formación feminista, como se puede inferir de mi edad.

Creo que se debe contar así: si al machismo se le suma la estupidez, el problema se agrava. El foco está en la estupidez y con eso regreso a Bioy Casares, (un autor fabuloso cuya mejor obra según mi parecer es La invención de Morel, en donde ya hay algo de todo eso). Mi sospecha es que hay más estupidez en el hombre que en la mujer, y alguna sinrazón evolutiva y biológica debe haber en ello. Quienes nacimos hombres debemos esforzarnos más en doblegar al machismo y en combatir a la estupidez que vive en nosotros. Pero la estupidez está repartida de forma ecuánime y democrática.

El asesino de Tenerife era machista, sin duda. Y, sobretodo, estúpido. No era un monstruo: era humano. Humano pero machista estúpido.

4 comentaris:

  1. No hay cadena de tv que se precie que no exponga en sus tertulias (todos son expertos en algo), el como, de que forma, con que aparatos, a que distancia y los motivos del acto.

    Ahora, el limpiacristales del Farreras, sin ir más lejos, te soltó de boca de otro experto que están delimitando si las mató antes de ponerles el lastre...o no.

    Después, el predicador de la pantalla, te suelta de que no quieren hacer especulaciones que afecten al bienestar de la madre, y que el sensacionalismo está lejos de sus prioridades como moral general de la sexta, pero que indefectiblemente han de ayudar a esclarecer los hechos.

    Otro estúpido.

    El resultado es el siguiente: dentro de dos meses ya se habrá agotado el tema, como se agotó el del Gabriel Cruz, del que ya nadie se acuerda, salvo su madre.

    Salut

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    1. El pael de la prensa en todo eso me cuesta mucho de comprender. Incluso en TVE le han dado un tratamiento que me parece lamentable. Veo poca TV, pero aún así me horroriza lo que se hace. Sin duda, además, se difunde lo que no se debería difundir: la señora que mató a su hijo en Sant Joan Despí dejó una nota sin duda inspirada en el caso de Tenerife. La estupidez parece infinita, pero más si se divulga por los medios.

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  2. Apreciado Lluís más que la estupidez, que también, es maldad, el ser humano, hombres y mujeres, tienden al mal y punto. Algunos con una capacidad tremenda de hacer el mal, más que otros, como este caso tan horrible. Dicho esto nuestros padres y abuelos eran machistas, seguro, mi padre lo era, no ayudó a mi madre en la vida en casa, entre otras cosas, sin embargo mi padre era incapaz de matar una mosca. El machismo se ha convertido en una especie de explicación para estos actos crueles, así como en la Edad Media era el demonio, no sé si me explico, un saludo Lluís.

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    1. Apreciada Dolores, te agradezco este comentario aquí. Como docente, me preocupa el asunto del machismo en la sociedad, pero especialmente en las aulas, como te puedes suponer. Una de mis aspiraciones como docente es, justamente, combatir el machismo en los más jóvenes. Estoy de acuerdo contigo en que el machismo no es mismo hoy que hace 40 años, pero eso no significa que haya desaparecido, y soy testigo de ello. No es un chivo expiatorio para la maldad humana. ¿La humanidad tiende al mal? Bueno, puede que sí, pero también tiende al bien. Y ahí deberíamos poner la mirada (y las cámaras). Hay miles de ejemplos de solidaridad y de generosidad en los humanos, sin soslayar lo otro. El machismo es cultural y está muy enraizado en el lenguaje, por eso no soy tan refractario a usar, cuando sea pertinente, el lenguaje inclusivo. Ya conoces la teoría: para llegar a un nuevo equilibrio debe practicarse el desequilibrio, de forma temporal e instrumental. A mi me ha dado grandes resultados hablarles de feminismo a mis alumnos y alumnas, y hacerlo justamente como hombre heterosexual y cisgénero, sin tapujos y sin manías. Si estamos a favor de la igualdad en todos los frentes, también debemos estarlo en este. Por supuesto que existe el machismo. Y el clasismo y el racismo. Yo defenderé la igualdad entre las personas pase lo que pase y aunque me cueste perder "amigos" de facebook. No hablo por ti, ya me entiendes.
      Por fortuna no estamos en la época medieval y podemos usar la razón y la ciencia, sin necesidad de recurrir a lo extramundano. El racismo tiene que ver con las peores tradiciones, la ignorancia y, finalmente, la estupidez. Todo eso se arregla con mucho tiempo, mucha paciencia, mucha educación y mucha democracia.

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