5 de jul. 2018

Cataluña es milenaria (Carta a D. Benedetto Castelli)

Resultat d'imatges de benedetto castelli

Por razones que no vienen al caso, he leído la "Carta a D. Benedetto Castelli" que Galileo Galilei le escribió al párroco de Brescia el 21 de diciembre de 1613. Es decir, hace 404 años. Nos separan de ella cuatro siglos, que podrían parecernos una distancia de vértigo. Pero no es así: la lectura permite intuir que el tiempo es una ilusión y que las cuitas, los conflictos y los razonamientos de un hombre de principios del XVII son idénticos a los de los hombres de principios del XXI.

Galileo (aficionado a los silogismos como todo buen renacentista) esgrime una prosa fascinante, delicada, dotada de una enorme sutileza, en la que le explica al párroco como la ciencia de sus estudios no encaja bien con las "verdades" de la Biblia. Galileo se debate entre las dos opciones: ciencia y fe. Del mismo modo que hoy debatimos todavía entre esos términos cuando hablamos de nutrición (las verdades del veganismo contra las de la ciencia), sobre neuromitos, sobre si Cataluña es milenaria o no, sobre apariciones virginales en la Cova da Iria, etc.

Me descubro ante la prosa brillante de Galileo, aunque se percibe en cada párrafo el conflicto interior de un hombre que, sin dejar de ser creyente, se daba cuenta de que sus progresos en astronomía no cuadraban con los dogmas bíblicos. Galileo no solo sufría por el conflicto interior: sabía que la publicación de sus tesis sobre el movimiento de los cuerpos celestes le podía acarrear un disgusto serio. Todo el mundo sabe como terminó el asunto (y que la Iglesia tardó cuatro siglos en disculparse por el daño infrigido a Galileo Galilei).

¿Como he ido de Galileo a la Cataluña milenaria? Pues muy fácil. Por culpa de la propaganda nacionalista que me asalta (que me atormenta) des de hace años. En este asunto, ya metidos de lleno en el siglo XXI, seguimos discutiendo entre ciencia y fe. Si en tiempos de Galileo los científicos sufrían la vigilancia represiva de la iglesia católica, en los nuestros sufrimos la que nos provee el aparato mediático patriota, con su cohorte de tertulianos, columnistas, pseudohistoriadores y voluntariosos usuarios de las "redes sociales", todos ellos anclados (a ver quien será el desanclador que les desancle) en la historiografia post-romántica cuyo compilador fue, sobretodo, Ferran Soldevila (et al.).

La situación no difiere mucho de la del siglo XVII. Y así como Galileo intentó conciliar ambas visiones del mundo para conseguir un clima de paz y concordia, no detecto en mi entorno cultural a nadie dispuesto a asumir el papel del sabio de Pisa. ¿Cómo se puede compaginar la idea romántica de una patria mítica con las evidencias científicas?. A mi me resulta muy árduo comprobar, día tras día, que lo que antaño fue un conflicto entre Dios y la Ciencia hoy se repita punto por punto en un conflicto entre la Patria y la Historia. Me deprime comprobar cuantos mitos nacionales son compartidos y afirmados por mis congéneres (Cataluña es una nación de más de mil años, la democracia se inventó acá, el pueblo catalán es uno e indivisible, grande y libre, Cristóbal Colón era catalán, Tartessos es Tortosa (¡como su nombre indica!), la guerra de sucesión fue una guerra de España contra Cataluña, la guerra civil del 36 lo mismo, y así mil y una ocurrencias más -uso "ocurrencia" como antónimo de "ciencia"-), aún cuando todo el mundo sabe que esos mitos solo se sostienen sobre una historiografía acientífica heredera del romanticismo. Creo que va siendo hora de desterrar al romanticismo del pensamiento colectivo, por lo dañino que ha sido en todos los campos del conocimiento (incluido el arte).

Quizás no sea tan difícil llegar a un entendimiento: sin ofender a la fe de los creyentes en la existencia milenaria de la nación catalana, se puede hablar de las evidencias históricas, y se puede aceptar que ciencia y fe son lenguajes paralelos y que debemos convivir respetándolos a ambos. Del mismo modo que un cristiano puede convivir con la teoría del Big Bang, de la evolución de las especies o del origen mundano de la naturaleza sin que le dé un síncope, un catalán debería aceptar que la fe afecta al ámbito privado (íntimo) y que, por lo tanto, no se puede imponer a los demás. Y esos demás debemos respetar las creencias nacionalistas sin pelearnos. Siempre que los presupuestos públicos respeten esa premisa -y no se destinen a imponer -o promover- la opción romántica.

La lectura de Galileo me ha llevado a otros dos lugares: el primero es la sospecha de que, 400 años atrás, quizás se pensaba y se escribía mejor que hoy. Y la segunda: mientras leía a Galileo decidí escuchar música del XVII, para ambientarme. Escogí a Henry Purcell -si, ya se que Galilei y Purcell no fueron coetáneos en sentido estricto. Y así llegué a "Oh Let me Weep", esa pieza tan maravillosa del músico nacido en Westminster, ese lamento escalofriante y a la vez elegante, con tanta belleza guardada en su contención.

Porque creo que (me temo que) el asunto de mi carta a Don Benedetto Castelli va de lamentos y pronostico que esos me acompañarán hasta el fin de mis días.

Que le pido a Dios que se demore en darme tanto como le sea posible, amén.

10 comentaris:

  1. Bon article Lluís,
    Algunes referències a la fe i la mística m'han recordat el llibre de Jordi Canal "Con permiso de Kafka"

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    1. Tens raó, Pep, alguna cosa del llibre del Canal hi ha en aquest apunt.

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  2. En todas las épocas se ha dado la manipulación de la historia para justificar, o glorificar patrias reales o ficticias.

    La idea de que Guifré el "Pilòs" fué el fundador de lo que hoy conocemos como Cataluña, fué una invención de Serafí Pitarra durante lo que se conoció como "Renaixença" en el siglo XIX.

    Bastante trabajo tenia el "Pilòs" con conservar integro el condado de Barcelona y hacer frente a los árabes de los Banu-Qasi( que estaban al otro lado del río Llobregat ) como para fundar nada.

    No seria hasta siglos mas tarde, con la fusión dinástica entre el reino de Aragón y el condado de Barcelona, en el 1.157 cuando apareció una entidad política y territorial con peso suficiente como para identificarse con lo que hoy conocemos como Cataluña.

    Un abrazo.

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    1. En efecto, Rodericus, y gracias de nuevo por tu aportación. Según algunos estudios, Guifré el Pil·lós jamás mencionó a Cataluña y, para más señas, firmaba como Wifredo. Cuando se funda el Reino de Aragón, tampoco se menciona a Cataluña como un reino o algo parecido, y Cataluña aparece en segundo rango. Luego hay mucho más, como el triste papel de los condes de los territorios que hoy se conocen como "Cataluña", sus deslealtades mútuas y recurrentes, su incapacidad para ponerse de acuerdo entre ellos, etc. ¿Te suena de algo?

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  3. Sabes que mezclar agua y aceite no es de recibo. Ciencia y fe no son aptas para amalgamar.

    Pere Gimferrer nos dijo que cuando no hay método hay barbarie, y el método es lo que nos aporta la certeza de las cosas. Ciencia le llamaran unos, Fenomenología la bautizará Husserl, y nos dirá que será "lo que se muestra". Pero no entrará la fé.

    Y aquí empieza el debate. Aquí empieza el rigor estricto (parámetros que no cumplen los apasionados de los trapos de colores, de los fans de los símbolos, de los amantes alocados de las fechas...) El rigor que pide Husserl es estricto, desea abandonar el oscurantismo , y la fé es oscura, o se cree o no se cree, no hay más, y con el abandono del oscurantismo darnos cuenta de que no hay cosas, sino que lo que hay es significados.

    Cuando todo nos lleva a una cosmovisión (comprensión global del mundo), "el aparato mediático patriota, con su cohorte de tertulianos, columnistas, pseudohistoriadores y voluntariosos usuarios de las "redes sociales"(sic) nos trata de resituar en el año mil y en las canteras de Taüll para hacer creer (fe), que provenimos de una raza especial con esencias de soplo divino, a la par que nos intentan hacer olvidar de que provenimos de los fenicios (sirios) y que lo nuestro siempre fue vender y comprar debido a la mezcla hebrea.

    Todo mundano. Todo terráqueo. Todo más simple y sencillo que lo de Gifré el Pilós que no dudo que existiera, pero no con tanto romanticismo, claro, ni marcando con los cuatro dedos la sangre pundonorosa de lo que después ha sido dado proclamar como "la enseña".

    Para esas soflamas ya está el Sr Corominas, TVEN3, la Rahola, la Sra Moliner y desde hace tres años la terribas, que también cobra del erario, y eso si que es cientificamente probado cada 30 de cada mes, y ahí si que no hay dogmas de fe, hay hechos consumados.

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    1. Completamente de acuerdo. El relato romántico es una secuela del oscurantismo, con su fe y sus dogmas, santos y mártires i Guifrés peludos estampando escudos en sangre (la imagen de la sangre, símbolo del martirologio patrio, nos persigue incluso en sueños). Sin embargo, y como dices, el romanticismo oscurantista ha generado, en esta tierra pequeñita, puestos de trabajo bien remunerados. Por la patria hacia la nómina.

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  4. Amic Lluís, por estos andurriales siempre han pretendido algunos, buscar una épica nacional ficticia. Si se tenía que manipular la historia se manipulaba, aquí lo importante era buscar la epopeya que nos situara al lado de los dioses. Ya desde la Renaixença se encandilaban con condes más o menos peludos y con caballeros que eran capaces de salvar a una princesita de las garras del dragón. Imaginaciones pueriles que el arte representaba con furor. El Modernisme fue una amalgama de dragones y de la imaginación desbocada de algún panteista iluminado. Lejos de toda modernidad, ahora se trata de sacar más lustre a aquellas leyendas y ensoñaciones medievales y si para ello tenemos que cambiar los libros de texto se cambian y si hay que adoctrinar se adoctrina que para esto están los dineros.
    Salud

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    1. Amic Francesc, vivim mals temps. Es probale que tiempos anteriores también fuesen malos, pero que en esta contemporaneidad sucedan esos fenómenos lamentables es muy triste. A mi el panteista iluminado del Modernismo tampoco me gusta nada, le aborrezco profundamente. Adivino en todo esa secuencia de desgracias la cadena de desgracias que nos lleva a la presente. Como es verano y estoy de vacaciones, me he refugiado en ensayos de ciencias varias, aunque solo sea para comprobar que todavía hay personas que aprecian el racionalismo. Salud.

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  5. 1984 que gran libro de Orwell que por cierto tiene una placita al final de la calle Escudillers.
    Por cierto, en este cambiar las terminologías y los títulos siempre que paso por la calle Guifré y leo la placa me da un repelús al recordar que de toda la vida se llamaba calle Wifredo, y recuerdo al Carod Rovira cuando muy ufano él corregía a una señora en TV que el se llamaba: Josep Lluis aquí y en la Chiiina, o sea que sus nombres no tienen traducción son JOSEO y LLuis aquí y en la China, a cambio ellos llaman Terol a Teruel, y nosotros seguimos diciendo Culés cuando tendríamos que decir CULEROS, o ESTRELLADA a la bandera con una estrella y no llamarle estelada....así las cosas son como 1984 y van cambiando todo lo que encuentran sospechoso y nosotros seguimos alimentando sus neuras sin chistar....

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    1. Estuve leyendo la "Otra historia de cataluña" de Marcelo Capdeferro, un libro que no se encuentra en librería catalana alguna: se lo compré a un librero de segunda mano de Sevilla. Entre otras muchas cosas, habla de Wifredo, el cual firmaba como "Wifredo" o "Wifredus", pero jamás como "Guifré".

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