3 de juny 2018

A Laura Borràs, consellera de cultura

Resultat d'imatges de roble


Señora Borràs,

Ante todo, felicidades por su nombramiento como nueva consellera del gobierno autonómico catalán. Y ante todo, también, le explico porqué le escribo la lengua en la que me lee. Aunque como podrá comprobar mis dos apellidos son catalanes y mi ocupación es la enseñanza del catalán, en este blog escribo en castellano por la simple razón de que el castellano me abre las puertas a lectores de otras regiones de España (y de más allá, por fortuna), circunstancia que creo muy buena, me resulta muy agradable y me permite aprender de otras sensibilidades. La cultura es eso, también: el lugar común que permite el diálogo y el intercambio de ideas entre distintos, diferentes y alejados.

Crecí en una familia catalanohablante, aunque en mi casa, que era casa pobre y obrera, siempre hubo muchos libros. Mi padre, con pocos estudios, y mi madre, hija de un exiliado republicano que murió en un campo de refugiados españoles del sur de Francia, siempre supieron que la mejor (y la única) herencia que les podrían dejar a sus dos hijos era la cultura. La cultura, para ellos, era llevarnos a una escuela decente y tener libros en casa. Afortunadamente, en la casa en donde crecí hubo muchos libros en catalán, en castellano y algunos en francés, amén de un par en inglés que me resultaban fascinantes. Crecí leyendo esos libros, todos los que pude, y jamás se me ocurrió pensar, pobre y pequeño de mi, que pudiese haber alguna disputa o ningún conflicto entre Manuel de Pedrolo y Miguel Delibes, entre Mercè Rodoreda y Antonio Machado, entre Salvador Espriu y Mario Vargas Llosa. En mi mente juvenil, me parecía que todos los autores pertenecían a una sola patria, muy ancha y muy bella, lejana y preciosa por muchos motivos entre los cuales está el que sea una patria desnuda de bandera.

Crecí queriendo ser lector y, a veces, también he sido autor. (Aunque no es necesario aportar este dato, le diré que, hasta la fecha, todo lo que publicado en papel lo ha sido en lengua catalana). Lo de querer publicar suele pasarnos a los que leemos mucho, aunque, como dijo Borges, doy gracias por lo que he leído y no por lo que he escrito. Siempre me apasionó la lengua. Como maestro de niños pequeños, mi mayor satisfacción es acompañar a los pequeños en el descubrimiento de la lengua escrita y asistir (maravillado año tras año) al casi milagro de su paso de la oralidad a la lectura y a la escritura.

Trabajo en una escuela en donde la inmensa mayoría de los alumnos son de lengua materna árabe, y no sabe usted cuan satisfactorio es, para mi y mis compañeros, acompañarlos de la mano hacia nuestra cultura, que les ensancha el universo.

Espero que me comprenda si le digo que me siento muy cómodo en una cultura bilingüe. Y no solo muy cómodo: también muy afortunado. Aunque conozco las teorías que defienden el conflicto entre lenguas, en Cataluña, en mi vida jamás lo he vivido así. No solo eso: me enorgullezco de saber que pertenezco a la cultura de Cervantes y a la de Joanot Martorell, a la de Juan Marsé y a la de Miquel Bauçà. Por estos días estoy terminando de leer una novela maravillosa de Mircea Cartarescu, un autor que, según tengo entendido, también admira usted. Y eso me lleva a pensar: ojalá pudiera pertenecer, aunque sea a ratos, a la cultura rumana. Para los que no tenemos patrimonio ni herencias ni haciendas, la cultura es nuestro mayor bien si no el único. De modo que, cuanto más amplia, mejor. No me gustaría ver como se empequeñece ninguna de mis dos culturas. Me gustaría verlas crecer a ambas en mi país, ver como se conjugan en armonía, ya que son hermanas y nunca fueron enemigas. Otro asunto es el uso (legítimo o quizás no) que algunos poderosos hayan hecho de las culturas y de las lenguas, y es contra eso contra lo que debemos luchar. Del mismo modo que es necseario luchar contra cualquier tipo de abuso: el de los ricos sobre los pobres, de los grandes contra los humildes.

A lo mejor se pregunta usted porqué le cuento todo eso, ya que es posible que, hasta aquí, estemos de acuerdo, o casi. ¡Me gustaría que fuese así!. Se lo explico: le cuento todo eso porqué vi que usted había firmado el manifiesto del grupo Koiné. Y por ese motivo me preocupo y me intereso por sus proyectos como consellera de cultura.

En este país, crispado y maltrecho por enfrentamientos que nos dividen, nos empequeñecen y nos llevan a la nada, creo que el buen uso de la cultura puede contribuir a devolvernos la calma y la buena convivencia: en mi tarea diaria como maestro, se que el buen clima convivencial es el requisito esencial para el aprendizaje. De nada sirve explicar geometría ante un auditorio enfrentado y por donde circula el odio. Por eso quiero hacerle llegar mi opinión, que solo es la de un maestro de la educación primaria. Aunque, como he vivido ya más de 50 años, y la mayoría de ellos en Cataluña, creo disponer de una cierta idea formada acerca de la cultura en este país.

Creo que debemos pensar en algunas cuestiones mal resueltas. Una de ellas es la escasa implantación de la cultura catalana, que se observa cuando uno consulta, por ejemplo, el número y la lengua de los libros que más se venden en Cataluña. O cuando uno simplemente escucha la lengua común en las calles del área metropolitana (en donde vive el 80% de la población catalana). Creo que una buena política cultural debería preguntarse por eso sin prejuicios y sin apriorismos. Y sin lamentos.

Creo adivinar que gran parte de la cultura catalana producida en las últimas décadas ha tenido por objetivo el "hacer país" en vez del "hacer cultura". Usted sabe bien de qué le hablo. En esa deriva nos hemos acercado a lo que tiene toda la apariencia de ser una cultura cerrada (*), defensiva, más obsesionada por los criterios identitarios que por los de la calidad o la universalidad.

Se que el departamento que usted dirige a partir de ahora es el menos dotado de presupuesto, y eso me duele. El ensayo está casi desaparecido de nuestra producción literaria, y eso es un muy mal síntoma. Entre otros malos síntomas, ese nos cuenta que el pensamiento ha sido abandonado y nos estamos sumiendo en la irrelevancia. Todavía tenemos a algunos autores que podrían ayudar a levantar el ánimo, pero los medios de comunicación no están contribuyendo mucho: en la última semana del Llibre en català, Tv3 destacó la presencia de Paul Auster en el evento y soslayó algunas novedades en lengua catalana relevantes como lo eran las de Valentí Puig, Salvador Oliva o Josep Lluís Badal, y -permítame que le insista en mis obsesiones- la fabulosa traducción de "Solenoide" que hizo Antònia Escandell de la novela de Cartarescu que, sin duda alguna, es la mejor novela de este siglo.

Des de mi posición humilde, le pido que ose transgredir las muy deficientes políticas culturales que la han precedido y apueste por una idea de cultura abierta, atrevida, valiente, que no tema al bilingüismo y no lo interprete como un peligro, si no como una afortunada circunstancia. No se si su labor al frente de esta consejería va tener como objetivo construir eso que su grupo llama "la república", o si eso es solo un eslógan sentimental y desprovisto de contenido político. Sea como sea le deseo mucha suerte y mucho acierto, y confío en que llegue una política cultural capaz de devolvernos la concordia, que no oponga lo catalán a lo español, que nos recuerde que la cultura no tiene patria ni lengua ni bandera si no todo lo contrario. Es el lugar en donde nos encontramos.

Atentamente,

Lluís Bosch

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(*) Mario Vargas Llosa define muy bien el concepto de "cultura cerrada" en el prólogo de "La verdad de las mentiras" (2002), un texto que releo a menudo y no le recomiendo porqué estoy seguro de que lo conoce tanto o mejor que yo.

5 comentaris:

  1. Apuntes sobre el grupo "Koiné" y su manifiesto "Per un veritable procés de normalització lingüística a la Catalunya independent".
    Al fundamentar su apuesta por el monolingüismo, los firmantes sostienen que Franco utilizó "una inmigración llegada de territorios castellano parlantes como instrumento involuntario de colonización lingüística". Considera al castellano "idioma de la inmigración" negando el valor que tienen y aportando , según la opinión del grupo "rol de lengua por defecto".
    Los firmantes del grupo Koiné son 280 "académicos". Todos ellos se autitulan así mismo "escritores", y dicen representar a la "cultura catalana" versus los escritores catalanes que residen, escriben y opinan en castellano en Catalunya. Así editaron un libro titulado : "Perles catalanes", en la que listan a los "botiflers" , o sea, traidores a la lengua.
    Por lo que se ve han adoptado la vara de medir honestidades.
    No entran por defecto en el grupo Koiné, todos aquellos que hayan recibido el Cervantes, o sea, Mendoza, Matute (EPD), Juan Goytisolo, Juan Marsé...No son dignos de tal grupo.
    Entran, como es de suponer Joaquim Arenas i Sampera, Joan-Pere Le Bihan Rullan, Diana Coromines i Calders, Lluís De Yzaguirre i Maura, Josep Ferrer i Ferrer, Àngels Folch i Borràs, Enric Larreula i Vidal, Mercè Lorente i Casafont, Margarida Muset i Adel, Dolors Requena Bernal, Silvia Senz Bueno, Blanca Serra i Puig, Pau Vidal Gavilán i Josep M. Virgili i Ortiga...
    Todos ellos, como habrán podido suponer, son dependientes, funcionarios, asesores o columnistas a sueldo de la Generalitat, que es de donde procede el dinero para seguir con el grupo.
    En resumidas cuentas, es un mundo ideológico, no literario, y su misión consiste en promocionar la lengua catalana frente a la "colonizadora".
    Lo bueno del caso, como decía Gregorio Morán el 10 de abril del 2016, antes que se lo pulieran de La Vanguardia, es que buena parte de los firmantes son hijos o herederos de aquella emigración de la que hoy reniegan.
    No hay nada peor que la arrogancia de un converso.



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  2. La verdad es que casi desconocía la trayectoria de esta señora, y con tu artículo me has aclarado un poco su perfíl, que no augura nada bueno para la cultura de todos.

    El argumentario del grupo "koiné" se cae desde el principio : no fué Franco quién fomentó la emigración interior a Cataluña ( hubo momentos en que incluso trató de impedirla ), sino que fueron los empresarios catalanes los que estuvieron encantados de disponer de tanta mano de obra barata.

    Estos señores tendrían que tratar de averiguar lo que hacían sus abuelos en aquella época, si es que no lo saben ya.

    No deja de ser lo de siempre, propaganda política barata para sus fanáticos incondicionales, mientras ellos cobran a final de més.

    Vivimos en una sociedad en que las mentiras son la moneda corriente en política, y a nadie le preocupa que lo sean, y que se usen como argumentos para justificar las majaderias mas delirantes.

    Saludos.

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  3. Perdón; hay unos cuantos escritores, todos catalanes, que no han ganado el Cervantes, pero que son líderes en lectores y que tampoco pertenecen al grupo Koiné. Zafón, Cercás, Vila-San-juan, Casavella, Peréz Andujar, Garcés, Peréz-Reverte... Todos más que conocidos, pero despreciados en las ferias de libros que representan a los escritores catalanes.

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