12 de març 2012

María Esperanza Periferia



Anduve por la calles suaves de Pedralbes. Murmullo de aves, de ramas de grandes árboles silenciosos, como educados por estrictos jardineros ingleses. Acariciados por una brisa que también parece salida de un colegio disciplinoso y severo. Todo es orden: incluso el viento amaina cuando surca las avenidas de chalés. Había un extraño simulacro de armonía celeste. Tras una enorme cristalera brotaron las notas de La somnambula. Pero no había belleza. No había nada.
A esa gente sólo les espera el fuego.
Quién todo lo tiene no espera nada. Sólo teme perder. Y ésos van a perderlo todo.

Pasamos mucha tristeza, y mucho miedo, y mucha vergüenza. Pero nunca me arrepentí y nunca envidié a nadie. Es sólo nuestro destino, nuestra vida, así es como somos. Aunque no hubiéramos tenido desgracias, tampoco nos hubiera ido mejor. Habría sido peor, porque en ese caso no habría habido ninguna felicidad... ni ninguna esperanza. (1)

La huella humana. Alguien, en una pantalla lejana y solitaria, se pregunta qué huella habremos dejado en el universo cuando nos hayamos ido. El autor dejó el texto ahí, en la nada, hace unos cuatro meses. Lo he encontrado al azar. A eso de ver páginas por internet lo llaman navegar, y no sé qué cretino o qué miope le puso el verbo. Eso es simplemente ir a la deriva. El hombre que se preguntaba por la huella de la humanidad luego no ha escrito nada más. Cerraba el texto con estas preguntas: Cuál será nuestro legado a las estrellas. ¿La compasión? ¿La esperanza?

Me preguntan si he sido feliz, si soy feliz. Respondo que no. Que por supuesto que no. No sé de donde sale esa idea de que el sentido de la vida es ser feliz. Lo único que le da sentido a la vida es permitir que dentro de nosotros se libre una batalla entre el bien y el mal. Y esperar que eso nos haga un poco mejores. Poco más tarde, en la misma entrevista, la pregunta es: ¿qué se debería enseñar a los jóvenes? Y la respuesta (luego de meditar unos segundos): A saber estar solos.(2)

Nací en una calle estrecha y ruidosa. Cuando llovía solía haber destrozos. Por las noches se escuchaban gemidos. A veces de placer, otras de dolor. Otras eran los aullidos de la soledad de borrachos y yonquis. Por las ventanas entreabiertas sonaban boleros y pasodobles. Me acuerdo de haber escuchado Suspiros de España, en verano, cuando el calor abría el balcón. Mientras mi abuela vertía un chorrito de Marie Brizard en el cántaro de agua, porqué así quita más la sed. A esa mujer la vida le dió grandes palos. Le propinó golpes enormes. Enloquecedores, diría uno, si eso sucediera hoy. Sin embargo ella aprendió a amar a los borrachines, a los niños sucios y mangantes, a los drogadictos. Y luego aprendió a vivir sola y construyó su soledad.

Esculpir en el tiempo. Aprender a ser mejor. Tener esperanza. Construirla. Eso no sucede en las calles de Pedralbes, vaya tontería haber escrito eso. Mañana, en el colegio, un niño volverá a robarle el desayuno a un compañero de clase. No es maldad ni picardía. Es el hambre. Eso sucede hoy, en Cataluña, a doce de marzo de dos mil doce.

¿Estar solos? Sí, y sabernos mirar al espejo con dignidad y sin envidia ni silicios. Y ser autocríticos aunque benévolos. Y aprender de los errores. Y estar tranquilos. Y saber aburrirnos, que no pasa nada por no hacer nada. Y ser creativos (la abuela lo era, por lo del licor). Y ser compasivos pero sin superioridad y sí, sin embargo, con una sana ironía. A saber mirar el mundo, a habitarlo sin agresiones. 


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1. Transcripción del fragmento del monólogo de la mujer del guía en Stalker, Andrei Tarkovsky, 1979.
2. A partir del documental Andrei Tarkovsky, un poeta en el cine, Donatella Baglivo, 1983.


12 comentaris:

  1. Lo mejor de Pedralbes es la creu y el Monestir. Lo demás, calles limpias y conciencias sucias. No huele mal, no como las calles del Raval al menos; pero si las hueles con el alma la mezcla es bastante insoportable.

    ¿Estar solos? Sí, y sabernos mirar al espejo con dignidad y sin envidia ni silicios. Y ser autocríticos aunque benévolos. Y aprender de los errores. Y estar tranquilos. Y saber aburrirnos, que no pasa nada por no hacer nada. Y ser creativos (tu abuela lo era, por lo del licor). Y ser compasivos pero sin superioridad y sí, sin embargo, con una sana ironía. A saber mirar el mundo, Lluis, a habitarlo sin agresiones.

    Una abraçada des dels contorns del camp de l'Arpa...

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  2. Eastriver: este texto de retales, como eso que se llama patchwork, está pensado para incluir comentarios o fragmentos de ellos. Me permito coger un retal de tu comentario para incluirlo más arriba. Eso también podría ser una forma de habitar el mundo (de otro).

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  3. Ara lo que et diré no quedarà molt cool, però a mi m'agrada Pedralbes, algun cop hi passejo mirant-me aquelles cases de rics tan maques que jo mai he tingut ni tindre

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    1. Aris, doncs si vols que et digui la veritat jo veig tàpis molt altes, amb càmeres i sistemes de vigilància i alarmes. Prefereixo viure com visc.

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    2. en això estic d'acord, per viure sempre pensant que et tenen que robar això no es viure. Un cop em vaig deixar la porta del pis oberta un parell d'hores i ningú va entrar. Serà que no fa cara d'haver-hi res.

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  4. Quién todo lo tiene no espera nada. Sólo teme perder. Y ésos van a perderlo todo.
    M´ha encantat aquesta frase. La tinc penjada al meu estudi. Salutacions. Borgo.

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    1. Miquel, espero que la frase et suggereixi coses. O il·lustracions, qui sap.

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    1. Gràcies, Inés. De fet són retalls dispersos, material destinat a la sèrie sobre Tarkovsky de fa uns mesos.

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  6. Qué gran entrada, Lluís. Muchas gracias.

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  7. Juan, ya lo ves. Se hace lo que se puede. he reducido mi actividad bloguera a una entrada semanal para disponer de tiempo para otras cositas.

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  8. Doncs tens tota la rao en el fet que el dificil es estar sol. I el que fa molta gent per poder dir que estan acompanyades.

    Pedralbes, com els llocs esteritzats no son aptes pel passeig ni per viure-hi, els falta vida!

    Com sempre, molt bo.

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