27 de gen. 2021

Laura, los inteligentes y los fachas

Llevo unos años asombrado ante personas a quienes tenía por inteligentes, sensatas y cabales que, de repente, se manifiestan (a veces con vehemencia) a favor de la independencia de Cataluña. Y no solo eso: también repiten los eslóganes, las frases y las consignas que les dictan sus líderes como si alguien les hubiese extirpado la parte del cerebro que se ocupa del pensamiento analítico. Y no termina todo aquí: a menudo tienen delirios patrióticos, unas veces seniles y otras pueriles. Imaginan y relatan un país de cuento de hadas, casi perverso en su fantasía.

Los ateos, por ejemplo, se asombran ante los científicos, filósofos o grandes ingenieros que proclaman creer en la existencia de un Dios, invisible e inasequible a la razón. Se preguntan ¿se puede ser tan inteligente y a la vez creer en entelequias tan desquiciadas como el Reino de Dios o la resurrección? En el caso de los científicos creyentes no me voy a meter. Solo diré que, si esa creencia les permite llevar una vida mejor, ¿qué habría de malo en ello?

No puedo decir lo mismo de los creyentes en la independencia de Cataluña: su delirio es un deseo de imposición por la fuerza al resto de los catalanes (que por cierto somos la mayoría y ese no es un dato menor). Así pues, solo caben dos opciones ante el dilema entre inteligencia y nacionalismo-secesionismo:

  • Quienes parecían inteligentes en sus cosas y a la vez son nacionalistas, solo parecían inteligentes en lo primero, más no lo eran.
  • Si son inteligentes y nacionalistas a la vez, quizás hay un indicio de maldad en su opción política.
  • Bueno, hay una tercera opción: son inteligentes para unas cosas pero muy ingenuos para otras. (Esta posibilidad se inspira en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, que no presenta ninguna evidencia científica).
Otra cosa sería para los líderes, a quienes solo les cabe la opción de la maldad. Quien dice maldad, dice codicia, ansia desmedida de poder. Eso se palpa en las redes sociales, ese engendro del que (casi) todos participamos, unos como títeres y otros como titiriteros. A mi me tiene fascinado la figura de Laura Borràs, candidata que no oculta ninguna de sus ocurrencias delirantes ni su diabólica atracción por el totalitarismo y por un protofascismo más que evidente. Pero más fascinado me tienen aquéllos que la admiran incluso des de sus casas pobres cuando no míseras, con su infinidad de problemas cotidianos. Quienes, como yo, debemos preocuparnos por nuestro día a día y nuestras cosas y sabemos que la independencia de Cataluña nos acarrearía un montón infinito de nuevos problemas: ¿alguien piensa en lo que sería de una Cataluña fuera de España y de la Unión Europea, en una situación como la presente? No parece nada sensato. Más bien parece un suicidio colectivo de tintes freudianos con unas pinceladas del sueño de Himmler, aquélla Alemania medievalizada con sus héroes rubicundos y ridículos.

Laura Borràs no duda en proclamar frases facilonas, soluciones simples, propuestas infantiles. Bueno: sabemos que es una personalidad difícil y compleja, con un ego de aspecto narcisista e incluso peligroso. pero entonces ¿eso solo es visible para quienes no compartimos su delirio? ¿Cómo se explica que haya personas normales capaces de repetir sus sandeces, zafiedades y bobaliconadas?

La respuesta a gran parte del problema debe venir de la ciencia: la sociología, la antropología y la psiquiatría de las masas (y quizás de los individuos). Pero ahora nos encontramos ante la inminencia de unas elecciones, y lo primero es lo primero: debemos ser capaces de proponer un cambio con nuestro voto. Un voto por la racionalidad, por el retorno a lo que es importante. No arreglaremos las disonancias cognitivas de nuestro conciudadanos secesionistas, pero sí podemos exponer nuestro punto de vista racional, sensato y democrático. No somos fachas: somos ciudadanos democráticos que están hartos de que los protofascistas nos usurpen la democracia. Y creo que debemos exponerlo así, en voz alta y clara. No solo nuestro voto cuenta ahora: también nuestra voz.

No somos fascistas, no somos franquistas, no somos totalitarios. Sin embargo, señora Borràs, usted se parece mucho a las tres categorías. ¿Tiene ella derecho a ser como es? ¡Por supuesto! ¿Tiene derecho a engañar a media Cataluña solo para satisfacer a su egolatría? Eso depende de nosotros. Voten. Pero hablen también, sin miedo.

5 comentaris:

  1. Esta bien representada en la imagen y por supuesto resumida... yo hubiera puesto el lado de la esponga por la parte abrasiva que creo que define más su forma de expresarse en la que sus palabras intentan más agredir y borrar(borras) las de los demás.

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  2. Poca credibilidad me ofrece esta persona.
    Por sus hechos los conocereis, y evidentemente por sus frases. Frases que llevan escritas y que antes han pensado para vomitarlas dentro de un paritorio que lo que desea es eso, demostrarse así mismos que son diferentes a los "ñordos", antes charnegos, antes murcianos.

    Una persona cuyas frases hacia los que no opinan como ella (que vive de esto, pues cobra del erario de la Generalitat) son siempre en calidad peyorativa de menosprecio, es una persona a la que se le puede tildar de fanática. Los fanáticos siempre te hablarán del mismo tema, y sino lo hacen, llevarán la conversación hacia el tema del que siempre hablan, en este caso si hispanofobia, pues repito, es su modus vivendi, su forma de casch, su tarjeta de crédito. Cuenta que jamás pensó que con el suldo de filóloga podría comprarse ese Jaguar con el que se nos presentó en la prensa, ni ganar 92.000 anuales del ala como directora dels Estudis Catalans.

    Convéncete, LLUIS. Nadie escupe la mano que le da de comer, y a ella, como puedes observar, le van los platos bien surtidos.
    salut





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  3. ES duro ser español ahora (bueno ahora y siempre) pero español y catalán, en estos momentos, lo es más. Todo el mundo quiere etiquetarte, si no estas conmigo, estas contra mi... "Cuidarse"...
    La señora en cuestión tendrá muchas letras, también tiene matemáticas para fraccionar pagos, pero le faltan luces...

    Un saludo.

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  4. Sí, yo también me he encontrado con esa paradoja: gente a la que tenía por inteligente y que un buen día se definen como partidarios de la independencia. Te llevas una decepción pero por otra parte descubres que tú mismo no eras tan bueno valorando la inteligencia ajena. Y le cambias a la lista de los tontos y sigues adelante.

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  5. Me has de perdonar, pero en esta situación que roza lo trágico-cómico, igual que una peli del Berlanga, he leído unas declaraciones en conjunto de la susodicha con el Sr Puigdemont. Como me ha dado el flato y hace falta una sonrisa matutina, las dejo:
    "...Mientras, desde Waterloo, se sostiene que el Gobierno español prefiere "subvencionar los toros antes que nosotros lancemos nanosatélites...”

    Pa mear y no echar gota

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