26 de set. 2022

MELONES PARA EL PUEBLO

La señora Melones gana las elecciones. Ese podría ser un buen titular, a la altura de los discursos de la propia señora Meloni. Tras ver la zafiedad de su campaña, que incluía un vídeo en el que la política mostraba dos melones "galia" a la altura de sus pechos, a uno se le ocurren muchos titulares vulgares. Ya lo ha hecho hoy mismo algún medio: "¿Queríais mujeres en puestos de poder? Pues ahí las tenéis."

Uno, luego, podría escandalizarse o rasgarse las vestiduras, o incluso aportar datos como la abstención del 49% que explica la victoria apabullante de un partido neofascista cuya líder afirma admirar a Mussolini, quiere prohibir el aborto o salirse de la UE. 

Pero me temo que el asunto pasa, inevitablemente, por detenerse en el papel de las izquierdas en general y de la socialdemocracia en particular. Es decir, en el papelón de esas izquierdas.

Llevamos ya mucho tiempo asistiendo al discurso errático e impreciso, lleno de palabras preciosas y conceptos complejos, pero que no llega a quien debería llegar. No hace falta irse a Italia para comprobar la poca capacidad de las izquierdas, sus titubeos. Sin moverme de la desdichada Cataluña: el papel (el papelón) de las izquierdas con el "procés" es el botón que sirve de muestra. El partido "En Comú-Podem" muestra una incapacidad pasmosa para identificar que el procés es una contrareforma de derechas, un proyecto burgués e identitario de lo más rancio y juega, en un juego de malabares imposibles, a mostrar una equidistancia absurda que decepciona a todo el mundo y no contribuye a nada bueno.

Y de eso vive la ultraderecha, campando a sus anchas en el erial que les ceden. Resulta muy fácil ofrecer un discurso de soluciones facilonas, de oposición a los derechos de ciertas minorías que enfurecen a las masas y de anti-todo. Empezando por la antipolítica: he observado una siniestra similitud entre Giorgia Meloni y Laura Borràs en varios aspectos, de modo que si la Meloni muestra unos melones, no sería nada extraño ver a la señora Borrás con la varita de Magia Borràs gritando:

-Con las soluciones Borràs, Cataluña será lo más.

Hay que preocuparse seriamente, des de las izquierdas, por articular algo comprensible y claro, y sobre todo eso: hablar muy claro. Contar con claridad y sin manías porque se deben pagar impuestos, y porque la carrera por bajar impuestos es lo que de veras puede romper a España. Hay de articular un discurso limpio, que incluya el patriotismo sin manías, que no le tema a negarse ante las peticiones de los nacionalismos periféricos con su egoísmo voraz e infinito, que plantee la necesidad de un debate científico ante las cuotas de lenguas en Cataluña. De lo contrario, ya lo ven, se organiza una manifestación en Cataluña por lo de la lengua y se presenta el señor Abascal, que de lengua y pedagogía sabe lo mismo que de filosofía presocrática, y le regalan el protagonismo.

Y perdonen mi acceso de nostalgia o casi de melancolía, pero no me imagino a Pérez Rubalcaba o a Julio Anguita cayendo en esa vacilación tan triste y tan descoranozadora, y tan desmovilizadora del electorado de izquierdas.

Quiero creer que todavía están a tiempo. Pero no hay ni un segundo que perder. Lo que está en juego es demasiado grande, más que los melones de Giorgia.

1 comentari:

  1. Todo el mundo desea huir de su papel. Así los socialistas han pasado a llamarse así mismos progresistas, como si el nombre que aglutina un movimiento ancestral estuviera "grimado". Pútin añora la URSS, pero no se atreve a llamar comunismo a lo que él desea, que es otra vez la unificación de las repúblicas caucásicas. Orbán se llama demócrata, cuando es un tirano y ahora llaman ministro de la república, allí no hay ministras, me refiero a Italia, a quien es seguidora acérrima del creador en política de la palabra fascismo.

    Aquí hacemos en menor escala por lo cuantificable, pero en la misma medida en lo factible. Nos llamamos demócratas haciendo unas elecciones unilaterales no aceptadas por Europa; nos decimos bilingües cuando todo lo gubernamental por parte de los estamentos de la Generalitat viene en un sólo idioma, y nos creemos demócratas porque en nombre de nuestra libertad cortamos la entrada a la ciudad cada día durante dos horas.

    Somos la misma mierda que el resto, que no deja de serlo, y gorda.
    Hemos tocado fondo, pero seguimos cavando.
    Salut

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