
Leo que la cineasta Isabel Coixet ha propuesto que el catalán de este año sea Albert Soler, periodista del Diari de Girona, o bien Ramón de España, escritor, guionista y columnista de Crónica Global. Se trata de una ocurrencia, y la propuesta se debe al sentido del humor de Coixet: todo el mundo puede intuir el recorrido (en términos realistas) de la idea. Bienvenida sea, por lo tanto: no hay que perder el buen humor. Yo votaría por cualquiera de los dos, aunque quizás, en este país tan entusiasta del votismo, quizás pueda votarles a los dos. Por urnas no será: las urnas-tupperware chinas que se compraron para el referendum fake deben estar en algún almacén oficial, disponibles para grandes nuevas fiestas de la democracia a la catalana. Yo intuyo un nuevo mandato democrático. Digo yo que las urnas están en un almacén (el del departamentet de Cultureta?), pero... ¿y se las subastaron en las sedes de la ANC con el propósito muy loable de recoger un dinerillo para los presos y exiliados?
Soler y de España, así como Guillem Martínez en otro tono y también, en cierto modo, Javier Pérez Andújar, han sido lo mejor que nos habrá dejado ese desastre llamado "procés". Han sido (son) por lo menos, la baliza de aire fresco, el aire respirable que hemos podido respirar. Humor. A veces negro, a veces de brocha gorda, sí, pero humor sutil también y, sobretodo, la mirada del que no se cree nada, del sarcasmo, el bofetón de la chanza, el chascarrillo y la mofa: muchos hemos podido sobrellevar así la pesadilla mesiánica, nacionalista y populista de esos caudillitos llamados por el destino de la patria. El caso de Soler es espeluznante, ya que escribe des de Girona, la zona cero de la catástrofe.
Sigo a Soler y a de España con devoción, leo sus artículos puntualmente, los sigo con la fe del beato que espera el sermón impreso en la Hoja Parroquial de los domingos. Los sigo porque me han ofrecido algo que no esperaba, como el que dejó de creer en Cristo y de repente recibe una iluminación, esa cascada de luz que te cambia el día. Donde yo veía tragedia, ellos vieron comedia. Donde yo vi peligro, ellos vieron estupidez, donde vi amenazas, ellos ridículo.
Las mejores carcajadas de los últimos años se las debo a Albert Soler y Ramón de España. Mis vecinos pueden dar fe, ya que mis carcajadas se escuchan en toda la calle. Guillem Martínez y Pérez Andújar me hicieron sonreir, o reir. Pero nada como las carcajadas en la lectura de los dos candidatos a catalán del año que propone Coixet. Lo dijo Shakespeare: "nothing like the sun". Reirse de corazón es como mirar al sol: nada se le puede comparar.
El proceso ha tenido tantos instantes de ridiculez, de despropósito, de ingenuidad y de payasada que es casi imposible retenerlos todos. Imposible el inventario de charlotadas procesistas, de memeces patrióticas. Refiero los ultimísimos: la extraña danza de la bailarina en la presentación del Consell PER la República (una versión libre del aurresku pero con mantón de Manila comprado en Zara), la ratafía, el chaletazo de Waterloo. Soler y de España lo han tenido fácil ante esas situaciones. Así como con las alocuciones imitando a Cantinflas de los altos mandatarios. Pero también han sabido desvelar lo grotesco que había en los peores momentos, cuando nos temíamos lo más funesto. Las oscuras sesiones del Parlamento de los días 6 y 7 de septiembre de 2017, las fechas amargas del 27 de octubre del mismo año, etc. Ahí, ellos también supieron ver lo cómico, supieron desdramataizarlo con su humor irreverente, corrosivo y directo. Sin tapujos, sin pelos en la lengua.
Sin embargo... sin embargo tengo algo que decir sobre los artículos de Soler y de de España. No es un reproche, en realidad, es algo que les diría si los tuviese delante: el procés es ridículo, cómico, grotesco, mínimo y folklore puro. Y folklore del malo (aunque yo jamás haya visto folklore bueno, no discuto que pueda haberlo del bueno). Pero les diría algo: el "procés" nos ha traído malestar, estrés, insomnio, rupturas en la familia. El procés nos ha traído sufrimiento a muchos. No hablo de un sufrimiento filosófico, hablo de sufrimiento en la carne. Hablo de tensión, del malestar que produce callarse en ciertos momentos ante compañeros de trabajo, de la desazón de comprobar como familiares muy cercanos se alejan porqué osaste decir que no estabas por el procés. Esa gente nos ha traído malvivir, como si la vida misma no fuese lo bastante capaz de traernos malos ratos, malas cosas. Eso no se lo perdonaré. Podría emularles cuando dicen: "ni olvido ni perdón" (con toda las desfachatez de que son capaces, plagiando a los argentinos víctimas de una dictadura sanguinaria).
En cuanto se supo que Coixet promocionaba a esos candidatos para catalán del año, muchos conocidos míos respiraron aliviados y se echaron al monte de la ironía. Era su forma de homenajear a los propuestos por la cineasta. A mi mi encantó el que dijo "Eso no va de Albert Soler o Ramón de España, eso va de democracia". Fantástico. Los dos autores no tan solo nos hicieron sonreír en los peores instantes si no que nos dan buenas ideas: nos sugieren el camino a seguir para hacer frente a los indepes (a sus líderes, en realidad) con la mejor estrategia.
Aunque la propuesta de Coixet puede que no tenga recorrido en el mundo posible ni en el probable, la apoyaré y la promoveré. Durante los peores momentos del procesismo, cuando más pesimista y más triste me sentía, intenté refugiarme en Habermas y en Magris, pero su lectura solo me hundía más en la depresión y el desconcierto: ¿como puede ser que nos pase eso?. Me salvé gracias a Soler y de España, las cosas como sean: no me salvaron ni Habermas ni Magris. Si fuese por la ayuda de los grandes pensadores, tan elevada intelectualmente como ineficaz, hoy estaría ingresado en un sanatorio mental. En el mejor de los casos, en un balneario portugués. Me salvaron Soler y de España. Nada sería más alegre que verles nominados (y votados). Ya se que una flor en medio de las ruinas solo es una flor en medio de las ruinas. Pero ante tanta ruina, el valor de una flor es enorme. El valor de dos flores es inmesurable.