3 de març 2013

Última tarde en sanadrián


Mientras cae el sol y la sombra se destiñe en azules malvas y rosas desciendo por las calles de Sanadrián. Poca gente y en los bares intuyo que el partido del Barça me esconde. Me alegro de la circunstancia, Hasta hoy siempre había maldito el fútbol y los opiáceos

Cada vez que doy un paso siento como cruje mi rodilla izquierda. Será la edad, me digo. Le pagué mil euros a alguien, no le vi muy bien: se refugió en la penumbra. Okey, te sacaré de España, me prometió a cambio. Sólo vi unos ojos azul ceniza, que para un tipo como yo, mediterráneo, no son de fiar. Pienso que sin embargo los ojos claros también deben llorar sufrir soñar reir gemir. No me pareció que su respuesta fuese demasiado convincente, pero al fin y al cabo ¿qué es convincente? Algún día hay que creer en algo, en alguien.

El día 2 en Sanadrián, a las cinco y media de la tarde, me dijo. Y aquí estoy. Una cafetería en la calle del Carmen. El coche de los Mossos de Esquadra ha pasado dos veces por la calle del Pilar, frente al local de Comisiones Obreras. Hay una calma rara y chicha en las calles, el viento de levante ha arrasado las nubes que se concentraban al final de la Avenida de Cataluña, y debería admitir que en realidad esta es una tarde apacible. La tarde en que huiré de mi país peligroso ha sido al fin una tarde lánguida y casi primaveral. Es una tarde ligeramente cálida para ser dos de marzo, el mes que mata. Marzo es el Büchenwald del calendario.

Pido un café. Hay un silencio raro en el local. La mujercita que atiende en la barra apaga el televisor.
-Últimamente vienen muchos como usted por aquí, murmura. Le deseo mucha suerte... y en realidad a mi también me gustaría escaparme de España.
-¿Qué le debo? respondo yo, como fingiendo que no sé de qué narices me habla.
-Está usted invitado, sonríe sin sonreir.

Voy al baño y cuando vuelvo (y horrorizado descubro una manchita en los pantalones que delata el mal funcionamiento de mi bufeta urinaria) encuentro a mi contacto. Está de pie frente a la taza de café, ligeramente tenso. Con los ojos me indica que le siga. Salimos a la calle. El sol está colgando de una palmera al final de la calle ancha que se asoma al río.

-Llámame Dante -murmura. No, creo que me lo he inventado, creo que en realidad no me ha dicho nada ni tan sólo ha despegado los labios rosados, pero Dante es un buen nombre para este hombre en esta situación, en esta escena. Quizás Virgilio habría estado bien igualmente, pero suena algo pretencioso.

Avanzamos por la calle despacio, vigilantes y alerta. Y aún así miro y retengo cada árbol, cada baldosa. Cada rostro de cada niño que se cruza. Aspiro el aire ligeramente salado, el mar está justo ahí detrás. Retengo en la memoria saturada de emociones los colores de esta tarde, los sonidos, esas voces, los pájaros que descienden para dormir en las ramas de los plátanos. Otra vez el azul perverso de la policía autonómica, pero no se detiene. El llanto del bebé hambriento en la cuna. El resoplido de la madre que lo empuja, que quizás no querría ser madre si lo hubiese sabido.

Mientras espero en un sótano antiguo y frío más que olerlo intuyo el olor a gasóleo del barquito que debería esperarme en el muelle de los pescadores para sacarme de aquí. Espero el instante en que podré pronunciar Adiós, España.

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La tarde del día 2 de marzo asistí invitado a un ensayo de la Compañía Kamchàtka, del cual no puedo revelar nada -naturalmente. Sólo puedo contar lo que cuento, las emociones y los pensamientos que me acudieron. Este es uno de los posibles relatos, aunque hay otros.

12 comentaris:

  1. una manera poética de sortir del malsón.

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    1. Sí, això és una mica el que proposa aquesta acció teatral.

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  2. Interesante atmósfera la de tu relato. Besos, espero que estuvises a gusto allí.

    Un abrazo.

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    1. Por supuesto, Amapola. Siempre es un placer ver-participar en estas propuestas.

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  3. Parecía que iba a comprar droga o armas, cuando buscaba solo trabajo.
    Curioso mundo el que para poder trabajar tengas que incumplir algunas leyes y los que las incumplen de forma manifiesta no quieran trabajar.

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  4. ah, sanadrian lo conozco bien, el mercado debajo de la autopista...

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    1. La primera vez que vi el mercado bajo la autopista pensé que estaba en otro país. Es una imagen muy potente de la Cataluña que siempre se quiere ocultar.

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    1. Aquesta pregunta és la definitiva, és clar. Imagino els jueus fugitius de l'europa central aly anys 30, que se la deurien plantejar a cada minut.

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  6. El text és una ficció amb tocs reals. I l'homenatge va més enllà del títol. No cal posar l'autor. El comentari del mercat sota l'autopista del Aris lliga molt bé. Aquesta Catalunya-Barcelona que la catalanitat ha volgut ocultar.

    D'altra banda, hi ha moments màgics. Compartir l'experiència de l'assaig n'és una. Ara mateix, m quedo amb un moment molt concret, d'aquesta tarda: en la penombra, els ulls dilatats, una carícia a la galta i les mans que es troben. Necessitar el contacte conegut, tendre, en la fugida. Deixar anar la tensió. Intens.

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  7. Desasosiego. Gris plomizo, frío intenso, maleta de cartón, la colilla apagada colgando de los labios, color de nicotina, ojos vidriosos, sabañones en las orejas, en las manos, en los pies... Y un dolor intenso en el estómago, de desarraigo, de amputación. Y a lo lejos, el horizonte: el único lugar que siempre está en el mismo sitio.

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