26 de nov. 2012

Castillos en España


En el pueblo donde nació, el señor dueño de las tierras y propietario de la fábrica salía los domingos de su mansión y descendía hasta la iglesia para asistir a misa. Luego se daba un paseo por las calles en compañía de su madre, repartiendo limosnas con gracia caprichosa en las manitas sucias que encontrase a su paso. Miquel, que por entonces era muy joven, asistía fascinado y perplejo al ritual. Le dolía el pecho al escuchar los aplausos de la gente que ovacionaba al señorito cada vez que dejaba caer la moneda en una de aquellas manos hirsutas.

Decidió que no quería vivir en este pueblo. Que este no era su pueblo. Se marchó a la ciudad con apenas  dieciséis años.

Eran tiempos revueltos. La dictadura estalló en la flor carnosa y dulzona de la república, se resolvieron algunos problemas y aparecieron nuevos conflictos, gritos, tiros. Durante este tiempo Miquel decidió meterse en política. Poco después empezó la guerra. La guerra es un estado especial que suspende el significado de las palabras: matar, violar y robar pierden su sentido y pasan a designar estrategias bélicas, tácticas o incluso hazañas. Así, el que más mata, viola o roba puede hacerse merecedor de una pensión vitalicia, obtener una plaza de funcionario o la concesión de un estanco en una ciudad de provincias.

Tan alterado es el estado de guerra que Miquel, con los treinta recién cumplidos, fue nombrado Comisario Político de una cárcel que ocupaba un antiguo castillo encaramado en lo alto, sobre la ciudad. Miquel y los suyos perdieron la guerra, huyó al exilio y allí le citó la muerte. No fue una bala ni la metralla de un obús: fueron la melancolía y un virus -posiblemente el de la tisis.

Después de la huída, el castillo se convirtió en cuartel del vencedor ejército fascista. Luego pasó a ser un museo militar, con olor a orín y a gato muerto. Muchos años más tarde se restableció la democracia, y el ayuntamiento de la ciudad adquirió la vieja fortaleza para hacer de ella un símbolo de la democracia. Pero llegaron unas elecciones y el ayuntamiento cayó en manos de un partido nacionalista, a quién la democracia importaba poco y los símbolos fascistas no molestaban especialmente.

Miquel oficia la boda de un soldado en la víspera de la marcha al frente del novio. Se desconoce el nombre del soldado y si sobrevivió. Invierno de 1938, en el castillo de Montjuïc. Autor desconocido.

Mi madre, cuando yo era pequeño, me había llevado algunas veces al castillo. En aquel tiempo todavía era museo de la guerra, y ella me susurraba que no debía mirar los cañones oxidados ni las banderas si no que debía llegar a ver más allá, mucho más atrás. Este fue el lugar de trabajo de mi padre, de tu abuelo Miquel (a lo mejor tenía que haber revelado que Miquel es mi abuelo unas líneas más arriba). Este castillo es el sitio desde donde mi padre voló al cielo. Supongo que gracias a aquéllas visitas, ayer supe encontrar el pasadizo secreto en el castillo.

Así que ayer me levanté temprano y subí a la vieja fortaleza. Encontré el pasadizo secreto que recordaba como en sueños, visto en la bruma de cuarenta años atrás mientras con mis dedos rechonchos agarraba dos dedos pálidos de mi madre. Me adentré por un largo pasillo estrecho y oscuro que olía a hojas podridas y excrementos de rata. Avancé entre celdas y calabozos hasta llegar a las escaleras que suben hacia la luz. En el piso superior hallé un vestíbulo diáfano, con baldosas de simetrías y ornamentos vegetales, amarillas, verdes y malvas. La puerta del fondo estaba entornada. La empujé suavemente.

Presos de la cárcel de Montjuïc en el patio, la mayoría fascistas. Otoño de 1938. Foto de Miquel A. B.

El abuelo Miquel estaba plantado ante la ventana abierta sobre el puerto, limpiándose las gafas con una tela sedosa de rojo carmín. El aire blanco y pegajoso entraba a raudales y agitaba folios con membretes oficiales. En la pared se agitaron brevemente los retratos, enmarcados en caoba, del poeta Ventura Gassol y de Lluís Companys.
-Hay algo alterado... -oí que se decía- Algo está cambiado, fuera de lugar o de tiempo... No lo se... Todo es tan raro... Cuando era muy joven yo también fui un decidido separatista que lo llaman ahora... sin embargo luego comprendí que sin justicia social no podemos, no podemos avanzar... Por eso ahora estoy aquí. Creo... creo que esto me va a costar la vida pero el fin y al cabo ¿para qué sirve la vida si no sabemos arriesgarla por los demás?

Salvoconducto para cruzar la frontera francesa en calidad de exiliado, 4 de febrero de 1939. Documento original.

Y dicho esto, el abuelo se calzó las gafas en la nariz y desapareció por la puerta. Me senté en una butaca tapizada de verde frente a una mesita de marquetería, decidido a esperarle. Pero increíblemente me dormí. Soñé que me marchaba del castillo por un camino distinto, sin pasadizos secretos: amplias salas nobles, escalinatas de mármol, un enorme hall con repujados de oro, molduras de gusto clásico y candelabros barrocos.

Ahora se que nada de eso existe en el castillo. Estoy seguro de haber correteado cuesta abajo buscando la boca del metro, pero lo demás lo debí soñar. Debí soñarlo sentado en la butaca tapizada de verde donde ahora estoy sentado escribiendo esto mientras espero que se abra de nuevo la puerta.

________
Nota imprescindible: este texto está escrito imitando con torpeza el complicado juego de un autor fascinante y enorme que acabo de descubrir: Mircea Cartarescu. Editado en español por Impedimenta. Es posible que próximamente escriba de forma más convencional sobre este autor enorme.

23 comentaris:

  1. Fa posar la pell de gallina... dir-te també, que no només, ets un Albert, sinó que a més, en alguna imatge ets el viu retrat del teu avi...

    ResponElimina
  2. Ser el comisari polític d'una presó en temps de guerra suposo que ha de canviar qualsevol idealisme previ.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Havia de ser terrible. A les memòries del Miquel hi ha pàgines duríssimes.
      I d'altra banda, la història és ben curiosa: el partit pel qual va donar la vida mai no ha gastat ni un sol foli per agrair a la família res, ni un mal condol. En canvi, homenatgen un feixista declarat com Josep Dencàs, que va ser acollit per la Itàlia de Mussolini.

      Elimina
  3. Sabrem algun dia què és somni i què realitat, si és que són destriables? Sabrem en quin estat estem vivint? Si el que vivim és un malson (o som en el malson del deliri d'un malalt), per què no hauria de ser realitat la teva visió?

    ResponElimina
    Respostes
    1. No hi ha forma de destriar, perquè relitat i ficció sembla que es llegeixen a la mateixa zona del cervell. I jo diria que una ajuda a comprendre l'altra.

      Elimina
  4. hi ha moments terribles en la hisòria d'un, en que es fa el que bonament és pot, o el que s'ha de fer. Cadascú amb la seva consciència.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Segurament és en aquests moments que podem saber qui som.

      Elimina
  5. El emu avi patern va sobreviure després de passar uns quans anys per la model i ser depurat. Després, desterrat, va viure humildment. El Partit només va vindre a l'enterro a cantar els segadors.

    ResponElimina
    Respostes
    1. El marc de caoba és el que li escau a en Ventura Gassol. És curiós com de la vida pagesa a l'èlit ens podem acostumar molt bé...

      Elimina
    2. Crec que reunir-se per cantar una cançó patriòtica també li van fer a ell, això sí.

      Elimina
  6. Podries compartir-ho aqui si vols , per conservar la memòria. :

    http://buscameenelciclodelavida.blogspot.com.es/

    Son tantes les històries familiars . Cal no oblidar mai. Salut .

    ResponElimina
    Respostes
    1. En aqust cas la història està una mica alterada, però hi ha altres entrades al blog més realistes que podrien ser a la pàgina que dius, gràcies.

      Elimina
  7. El retrato de la limosna dice mucho de quien la da y quienes la aplauden. Mucha gente busca calmar su conciencia a base de limosnas y algunos los aplauden.
    La guerra en su version civil es un hecho a recordar, pues los que la instigaron y alentaron sobrevivieron y los que nada tenían que ganar murieron.
    La Justicia Social no aparece nunca cuando más se necesita...

    ResponElimina
    Respostes
    1. La ausencia de proyectos de justicia social parece impensable y sin embargo ahí está. Y eso explica, por ejemplo, lo que les ha pasado a los soberanistas catalanes en estas elecciones. En realidad hemos avanzado muy poco.

      Elimina
  8. Yo también acabo de descubrir a Mircea Cartarescu, deslumbrante. Me atrevo incluso a compararlo con el húngaro Attila Bartis (aunque, por desgracia, he de leerlos traducidos y no sé yo, por lo tanto, hasta qué punto mi comparación es ajustada).
    Por lo demás, la entrada es magnífica, aleccionadora.
    JL

    ResponElimina
    Respostes
    1. Gracias, Jose Luis. Yo estoy ahora con Cartarescu, que me parece uno de los mejores escritores que he leído.

      Elimina
  9. Por cierto, busco información sobre una tal condesa, o algo así, francocatalana, al parecer, de nombre Myrianne de Pujol-Murat, teosófa y no sé cuántas paridas más... La tipa, al parecer, acompañó a Himmler durante su estancia en Barcelona e incluso le llegó a preparar alguna orgía sexual en sus habitaciones del Ritz. Pero no tengo mayor información.
    Si sabéis algo más, decídmelo, por favor.
    Abrazos.
    JL

    ResponElimina
    Respostes
    1. Hace muy poco (menos de un año) leí algo sobre esta señora, aunque creo que el nombre no era exactamente este. Intentaré reconstuir el camino que me llevó a ella y te cuento lo que pueda. Salut

      Elimina
    2. Estuvo relacionada con Otto Rahn en su viaje a Francia, pero parece una adaptación de otra historia y de otra mujer, en cuanto lo tenga te lo mando.

      Elimina
    3. Sí, creo que lo de Rahn es otra historia y otra mujer, algo relacionado con el catarismo o así...
      Gracias mil.
      JL

      Elimina
    4. Mira la historia de Maria Orsitsch...

      Elimina