4 d’ag. 2018

Canallas y tontos

Resultat d'imatges de la batalla futura

Ni la palabra "canallas" ni la palabra "tontos" son de mi agrado, y creo (o espero que sea así) usarlas poco o nunca. Incluso en el lenguaje doméstico. Pero esas son las dos palabras que usa Roberto Bolaño en el magnífico documental "Roberto Bolaño. La batalla futura", del director Ricardo House (Chile, 2016), que en España se ha estrenado en Filmin, para explicar quienes son los que se dedican a la profesión literaria.

En una entrevista, ya añeja, para la tv chilena, el periodista ensaya la pregunta que cualquier escritor se teme: ¿qué consejo le daría usted a un joven...? Bolaño no se anda por las ramas en su respuesta ni pretende agradar a todos (no lo hizo nunca, diría yo). Responde: cualquier joven que quiera dedicarse a la literatura debe saber que ese es el oficio más miserable del mundo. Y también debe saber que en él solo hay canallas y tontos. Luego se entretiene en definir a los tontos pero no a los canallas, puesto que la canallada se define sola, digo yo: repito que no me entusiasma para nada el concepto "tonto", porqué define tanto a un ingenuo como a un discapacitado intelectual como a alguien que desprecia el locutor por considerarle de valor intelectual inferior, y en esta amplitud semántica encuentro muchos problemas. Mejor no usar el término y vamos a dejarlo así.

En cualquier caso, esos a quienes Bolaño califica de "tontos" son las personas que piensan que, por haber publicado un libro son buenos escritores y por ende se consideran personas importantes, relevantes en algún sentido. Lo precisa mejor el genio chileno: "todo el mundo debería saber que todo es efímero e irrelevante, y que incluso Cervantes y Shakesperare desaparecerán". Mientras veía ese documental no podía evitar pensar en decenas de autores catalanes (autores editados) que se pasean por los festivales de la cosa nostra en versión literaria tan henchidos como hinchados, convencidos de haber accedido a un Parnaso que solo es casero y nimio.

Haber publicado un título (aunque sea una novelita policíaca) les ha dado, a personas más o menos conocidas, la impresión de ser alguien. Creo que ahí está el problema. Como yo soy uno de esos que ha publicado algo, me he visto en la difícil tesitura de compartir mesas redondas con gentes que, como yo, habían publicado algo. Enseguida he percibido esa altanería, y enseguida he sentido las ganas de huir. La publicación les da, a algunos, no tan solo un sentido a su existencia, si no también un argumento para mostrar su superioridad.

Creo que eso es lo mismo que sucede con el asunto soberanista catalán: personas que se sentían perdidas han encontrado en su militancia independentista un sentido a sus vidas y ahora son alguien. En Cataluña se asimila publicar (en catalán) a una labor redentora: si la literatura es mala no importa, ya que lo que importa es la militancia lingüística (por extensión, patriótica). Hace poco leí que, quien publica en catalán no solo hace eso si no que es un "guerrero de la lengua". Es decir, de la patria. Mientras los que escriben se planteen ser guerreros de la lengua patria, la literatura catalana estará perdida y sin remedio alguno.

Bolaño plantea muchas cosas interesantes en ese documental: duda de que existan literaturas chilenas, bolivianas o argentinas. ¿Acaso todo lo que se escribe en español no sale de Cervantes?. Una pregunta que sería aplicable a la literatura catalana, a no ser que alguien piense que la novela catalana nace de Mercè Rodoreda.

Hace unos días leí que la nueva consellera de cultura catalana, Laura Borràs, sigue empantanada en el debate estéril y kamikaze de que es lo que pasa con los escritores catalanes que escriben en lengua castellana: ¿son catalanes o no lo son? Ese es el nivel de la consellera. No le iría nada mal, a esa señora consellera, pisar el territorio real y escuchar y callar y aprender como yo lo hago.

Creo que Roberto Bolaño, que vivió muchos años en Cataluña, habría sido un fantástico consejero de cultura (aunque me temo su respuesta ante una proposición así).


5 comentaris:

  1. Hubo un momento en la historia reciente en que alguien con poder creyó que había que reconstruir la cultura y la identidad catalana por decreto ley y a golpe de talonario.

    Y así fué como se promocionó y elevó a los altares a escultores mediocres, pintores mediocres, arquitectos mediocres y escritores aún mas mediocres todavia.

    A aquello se le llamó "fer país". Y era algo que tendría que haber fracasado por el propio peso de mediocridad ante la mirada crítica del público.
    Pero pesó mas la necesidad de aferrarse al arte "patriótico", los críticos fueron acallados incluso con métodos contundentes, y esta anomalía se normalizó.

    El arte y la cultura son universales. No hace falta ser ruso para estremecerse al escuchar una obra de Tchaikovsky, ni irlandés para apreciar la obra de james Joyce.

    Y cuando le colgamos la etiqueta de "denominación de origen" a cualquier creación artística, la estamos degradando. Porque es patrimonio de la humanidad entera.

    Pero ya llevamos casi cuarenta años arrastrando la mentalidad aldeana en la "cultureta".

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  2. Jo diria, o goso dir que res o gairebè res del que s'escriu o s'ha escrit en español surt de Cervantes, afortunadament. Bolaño, n'ès un exemple.

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  3. L'altre debat és molt senzill, si escriuen aquí no importa l'idioma, són escriptors catalans. O és que Marsé o Candel són menys catalans que la Rodoreda?

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  4. Y yo aporto lo que aportó una entrada de Escritores Recónditos, bajo la firma de Cornadó y la mía propia:
    Hay escritores recónditos, y hay escritores con réditos.
    Salut

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  5. Francesc, aquí hay gente que decide quién es catalán y quien no. Hemos copiado el supremacismo vasco basado en el factor RH y en los apellidos.

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