14 d’oct. 2017

Solenoide, Mircea Cartarescu

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Pocos, poquísimos. Muy pocos autores han obrado lo que hace Mircea Cartarescu (Buscarest, 1956) con su escritura. La lectura de Cartarescu traslada al lector incauto por igual que al prevenido hacia un espacio desconocido, nuevo, horripilante, vacío, fascinante. Maravilloso. Eso se llama literatura, por si alguien lo había olvidado. Cuando la literatura es arte elaborado con palabras y nada más. Casi nada, vamos.

Leí a Cartarescu por primera vez en "Nostalgia" (Impedimenta, 2014).  La experiencia de leer "Nostalgia" es una de las experiencias que importan en la vida de uno. Una experiencia que atañe, que afecta. Uno siente la tentación de empezar así su curriculum vitae: bajo el nombre y la fecha de nacimiento, escribir "yo leí Nostalgia".

Y, desde ahora: "yo leí Solenoide, la novela de Cartarescu". Escribo eso cuando apenas he leído un 10% del texto, pero no necesito leer más para saber lo que ya se. Hay libros que el lector, horrorizado a veces o maravillado si puede ser, se teme que se hayan escrito para él y solo para él. Una de las fantasías más recurrentes en el hombre moderno (el posterior al romanticismo) es creerse no solo que es único, si no que además es especial. Y que su vida tiene un fin, un sentido, un propósito, una razón de ser. Peligrosa fantasía, esa fantasía, ya que solo nos ha traído desgracias de toda clase. Pero sin embargo ahí está Cartarescu, con su escritura mágica e hipnótica, que parece hablarle al lector en el oído como diciéndole en un susurro que escalofría el alma y electriza el espinazo: te conozco.

Mircea Cartarescu tiene una indescifrable facilidad para trasportar al lector hacia su mundo, para llevarle de su mano des de lo concreto y compartido hasta lo onírico dentro de una misma frase sin apenas pestañear, y resulta que lo onírico es tan compartido como lo otro, para horror del que lee. ¿Puede alguien haber soñado mi propio sueño? ¿Mi sueño ya no es mi propio sueño? ¿Alguien sueña por mi? ¿Soy un personaje en el sueño de un novelista?

El concepto de "empírico" tiembla y palidece en la prosa de Cartarescu. La lectura de "Solenoide" es una caída hacia arriba o un ascenso hacia abajo, depende de como se contemple. Cuando el narrador de "Solenoide" formula su sospecha de que la vida es un sueño o algo más triste, más grave, más enloquecedor y sin embargo más cierto que cualquier historia que se haya podido inventar jamás, el lector ya está dispuesto al trabajo de hipnosis, ya está rendido y desarmado.

El protagonista de la novela es un maestro de primaria que ejerce su profesión en una escuela de la periferia. Los niños tienen piojos y el maestro se contagia. La metáfora es bonita. Pero de repente los piojos adquieren otro sentido, otra dimensión. El narrador compara los piojos con los humanos y se da cuenta de que somos muy parecidos: cabeza, extremidades, respiración, apego a la vida. En "R.E.M.", el cuento que es el cuerpo central de "Nostalgia", también hay un insecto y la idea de que la vida es un sueño pero quizás algo mucho peor: una realidad. Una realidad poco real, una realidad que continene multitud de elementos paranormales, inexplicables, muy extraños. Esqueletos gigantes enterrados bajo los bloques de la periferia, tan gigantes que uno puede andar por su interior, su enorme galería torácica, donde antes estuvo el corazón, los pulmones, etcétera.

Dice el protagonista de Solenoide: cuando empecé a trabajar como maestro de primaria en la periferia me dije a mi mismo que no sería por mucho tiempo, un año a lo sumo. Yo quería ser escritor y pensaba que eso iba a suceder, y que sucedería del mismo modo que uno respira aire o digiere los alimentos, sin la intermediación de la voluntad. Pero no fui escritor, fui maestro de primaria. Algo no funcionó. Pero no ha sido tan malo, al fin y al cabo: hubo buenos momentos. Hubo temporadas buenas, en las que no tuve piojos.

La Bucarest de Cartarescu es una ciudad vista des de la periferia o desde atrás del cristal de un tranvía en un día lluvioso, o desde la altura cenital e imposible del sueño. Es una ciudad que no ha crecido como las demás ciudades (hubo un antiguo núcleo original, luego crecieron más barrios, se construyeron bloques para albergar a la gente que vivía en chabolas, etc) si no que hubo un solo arquitecto genial que la planeó toda de golpe así tal como la ves ahora, con fachadas herrumbrosas y edificios que se caen, con casas en ruinas, con solares yermos, con bloques en avenidas enormes. ¿Y si la Barcelona que vemos hoy fuese como esa Bucarest, y toda la historiografía solo una pesadilla en forma de libros viejos y soñados?

Mircea Cartarescu es la celebración de la palabra, el reencuentro con la literatura. "Solenoide" lo estoy leyendo en la brillante traducción al catalán de Antònia Escandell para Edicions del Periscopi (bravo por citar la traductora en la cubierta), que ha trabajado con un idioma creíble y genuino a la par que contemporáneo, inspirador, un trabajo de orfebrería encomiable de veras, delicado, nada fácil, arte.

Me dijo un amigo mío que la literatura catalana se halla en un estado tan penoso y tan lamentable que lo mejor para ella sería quedarse callada por un periodo no inferior a quinientos años, durante los cuales deberíamos leer y nada más. Leer en silencio. Comparto esa idea en gran medida. Y leyendo a Cartarescu lo comprendo mejor. A decir verdad, los intelectuales más lúcidos del novecentismo catalán propusieron traducir y traducir y traducir, y así ilustrarnos, empezar a crear a partir de algo sólido. Son los traductores y no los autores los que han hecho algo considerable para la cultura catalana, y son ellos los que deberían tener esculturas en las plazas catalanas. Bueno, ya lo he dicho.

Más allá de mis juicios, mis prejuicios y mis manías, leer a Cartarescu es un bálsamo y una fuente de inquietud. ¡Una más! ¿Qué hay de real en la realidad?

¿Hay algo tangible en la vida?


3 comentaris:

  1. En esta vida a veces es todo tan árido que se necesitan bálsamos.

    Besos.

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  2. Haré caso a tus consejos.
    Estoy en la actualidad con "Negreros y esclavos"
    http://www.elnacional.cat/es/cultura-ideas-artes/negreros-esclavos-catalunya-martin-rodrigo_186282_102.html y aseguro que a parte de no tener desperdicio por los nombres, las citas, los lugares y las anécdotas, es un compendio de tristeza. Hay quien afirmará que todo es una campaña ideada por el CSID. El aví Florenci ha sido una realidad, cruel realidad que seguro desmiente el postulado.
    Apunto el libro que recomienda.

    Un abrazo

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  3. Ara més que mai, necessito capbussar-me literament en literatura densa, intensa. I, si que et sabria dir perquè, més enllà de Salses i Guardamar.

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