26 de febr. 2020

San Adrián, la ladito del río Besòs


"Besòs Mar" es un texto que quizás no es novela negra, aunque eso me importa poco. Los géneros y los subgéneros son etiquetas cambiables, sujetas a las modas y por lo tanto al tiempo. A mi me interesa saber si es novela o no, el adjetivo me importa poco. Cuando lo escribí me planteaba esta pregunta: ¿el sentimiento de culpa nos define como culpables? Me preocupé de que la pregunta no quedase respuesta en el texto. La pregunta (y la ausencia de la respuesta) es lo único que tenía en mente.

El sábado 22 hicimos la ruta titulada "Besòs Mar", organizada por la biblioteca La Bòbila de Hospitalet y Esplugas de Llobregat. Aquí debo incurrir en el dichoso flashback: hace casi cinco años me publicaron una novela "negra" premiada en el festival Tiana Negra de 2015. La novela, como casi todo lo que se publica en catalán, pasó sin pena ni gloria. Es decir: con pena. En catalán no se vende y no hay matices ante esa afirmación. En catalán ni se vende ni se lee, ni casi se habla. Hablo de lo que se habla en las calles.

Cuando la novela llevaba ya casi cinco años sin venderse en parte alguna, van y me proponen hacer una ruta inspirada en los escenarios de la novela. Me quedé atónito. Yo llevo años olvidando que escribí, que escribí novela negra y que escribía en catalán. Incluso conté pestes de los editores de aquélla novela: me gusta quemar las naves, y quemarlas bien, a conciencia. Jamás seré un héroe clásico, pero por intentarlo que no quede.

Así que el sábado 22 nos encontramos ante el apeadero de San Adrián, al ladito del río Besòs por la parte del norte, la parte de las tres chimeneas. Acudieron 22 personas (22 personas el día 22 del mes número 2: ¡a ver si nos encontramos ante un nuevo error de Matrix!). Conté que hablaría poco de mi libro y les mentí: no les hablé nada de mi libro. Hice este ejercicio: renunciar al ego sin ser budista.

Durante más de dos horas les paseé por San Adrián. Les conté quien era el obrero Manuel Fernández Márquez, y la historia de las tres chimeneas de la playa de San Adrián que Javier Pérez Andújar rebautizó como "la Sagrada Familia de los pobres". Casi me enterneció descubrir que muchos (en realidad muchas) de las asistentes se habían leído una novelita que tengo casi olvidada, y me preguntaban por los giros y personajes que ya ni recuerdo.

Les conté a los asistentes que "no he venido a hablar de mi libro". No me lo reprocharon y creo que lo agradecieron. Les hablé de un libro mejor que el mío: "Paseos con mi madre", el libro que me inspiró en cierto sentido para mi discreto "Besòs Mar". Nos paseamos por la avenida de la Playa, vimos el Alcampo (antiguo Pryca de San Adrián), llegamos hasta Sant Roc, barrio mítico, paradigma de la frontera tácita, con sus gitanos y sus hogueras y sus jaulas de pajaritos expuestas al sol de un febrero primaveral y desafiante. Cruzamos el río Besòs hacia la Mina, por la calle de Carmen Amaya. Los mejores nombres para las peores calles. (Y los peores nombres para las mejores calles: Aribau, Balmes). En el mismo instante en que les contaba que el incendio de una fábrica química de Montornès del Vallès había liquidado toda la fauna del río, aparecieron tres preciosas parcas nadando río abajo. El mejor momento de la ruta, sin duda.

El otro es cuando uno me cuenta su observación:
-En este barrio no hay banderas en los balcones.

Les conté los errores que hay en las descripciones de mi modesta novelita, les conté que no se nada, que me fascina el mundo en la misma medida en la que me entristece y, entre líneas, que me hastía lo que escribo. Por eso les leí fragmentos de Paco Candel, del antes mencionado Pérez Andújar y por fin, en mitad del puente en la calle de Ramón Llull (!!!) que cruza la desembocadura del Besòs, leí el último párrafo del "Danubio" de Claudio Magris. Les agradezco a todos y a todas su asistencia paciente, su interés aunque fuese fingido. Todos aprendimos algo. Yo aprendí, otra vez, que todos juntos somos mejores que cada uno por separado. La frase contiene un mensaje político, claro.

Ese es el párrafo final del "Danubio" que leí en el puente:
¿Eso es todo, pues? Después de tres mil kilómetros de película nos levantamos y nos alejamos un momento de la sala, buscando al vendedor de palomitas, y tomamos discretamente una salida secundaria, por detrás. Hay poca gente, que tiene prisa por irse porqué ya es tarde y el puerto se vacía. Pero el canal se desliza ligero, tranquilo y seguro hacia el mar; ya no es canal, límite, regulación, si no fluir que se abre y se abandona a las aguas y los océanos de todo el globo, y a las criaturas de sus profundidades. Haz que mi muerte, Señor -dice un verso de Marin- sea como el deslizarse de un río en el gran mar.
Esta es mi carta de agradecimiento (nada negra) a las personas que se pasearon conmigo por San Adrián, al ladito del río Besòs.


3 comentaris:

  1. Me hubiera gustado ir con Mayte.
    Otra vez será...
    Un abrazo

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    1. Es medio probable que se repita a cargo de otra biblioteca, si fuese así te avisaría, por lo visto hay que inscribirse.

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