12 de març 2021

Las personas buenas

A lo largo de una vida, uno puede enamorarse varias veces y conocer a varias personas buenas. En uno de sus cuentos, Charles Bukowsky se burla del amor y exclama algo así: "¡Te has enamorado! ¿Te refieres a aquello que te puede pasar ocho veces al día?". Yo no diría tanto, pero tampoco lo diría de conocer a personas buenas.

Y sin embargo ahí están, y uno se maravilla cada vez que descubre a una buena persona. Si el mal es banal y las personas malas son mediocres y grises, el bien es fascinante. Pero se habla a menudo de las fascinación del mal, algo que está muy presente en las artes y en especial en la literatura (y en su hijo el cine). El mal parece ser irresistible, parece tener la cualidad de atraernos de un modo abismal.

Leí un artículo sobre la novela negra que abundaba en esa fascinación, en la atracción por el crimen, por el lado oscuro del alma humana, por lo sórdido, por los bajos fondos, lo que vive en la sombra. Cuando, en realidad, esas sombras solo son sombras para quien vive en el limbo o en los chalés adosados: la novela negra es una novela para la clase burguesa acomodada, que es la clase que desconoce, niega o se tapa los ojos ante las vísceras de la cosa humana. Y, en consecuencia, disfruta cuando le cuentan algo sobre lo oscuro: siempre que esa narración sea una ficción, por supuesto.

Para algunos a quienes he conocido, y que viven o sobreviven en lo marginal, una novela negra de esas que tanto éxito tienen debe ser como un chiste malo, una perogrullada sin ton ni son. A esas personas les encanta la novela rosa, ya que les recuerda que existe la posibilidad de vivir una vida hermosa. Eso me llevaría a afirmar: la novela negra es para ricos aburridos, la romántica para los pobres que sufren. Eso sería falso, supongo, y además el término "romántico" es muy complejo y, en realidad, desafortunado. Puesto que lo romántico también es lo gótico, lo triste y lo lúgubre: indaguen un poco en las vidas de los autores románticos y verán a lo que me refiero.

Así pues, aunque publiqué dos (o tres) novelas negras, a partir de cierto momento me di cuenta de que narrar el mal me importaba un bledo y además estaba harto de él. Se terminó mi fascinación por el mal y por la novela negra. Tras muchos años trabajando y conviviendo con desheredados, supervivientes y vidas míseras, me di cuenta de que solo es fascinante la bondad. Quizás se debería escribir una novela sobre un detective que descubre la bondad donde menos se la esperaba.

Ya lo sabemos, y lo sabemos muy bien: podemos ser malos, egocéntricos, codiciosos, crueles, criminales, traidores y ladinos. Incluso podemos ser políticos con cargos, o políticos deseosos de cargos y llenos de frases cínicas, altisonantes, vacías y malignas, políticos que anteponen el bien propio al común cuando lo cuentan del revés y sin pestañear, sin un solo atisbo de vergüenza en su mohín. Lo que me fascina es que haya personas buenas incluso en donde uno diría que solo hay miseria moral y el espinoso empuje de la supervivencia estricta.

En este barrio en donde trabajo veo casi cada día vecinos muy pobres que ayudan a otros vecinos muy pobres, y los balcones llenos de flores y esa ropa tendida, limpia y ajada, y la música alegre y anticuada que brota entre las macetas, como la música de un país pequeño, perdido y sin nombre que es el país de todos: sin himnos ni banderas. Hoy vi lo más parecido a mi bandera preferida: era un calcetín desaparejado y con un agujero en el dedo gordo, colgando del tendedero en un balcón de Campoamor.

Prefiero la locura del bien y que me cuenten que también podemos ser así, buenos con los demás, aunque andemos con un tomate en el calcetín. 

2 comentaris:

  1. Hay muchas personas buenas, muchas, LLUIS. Hay quien da horas a manta y las da de corazón por ayudar a los demás.
    Yo conozco a varias. Conozco dos cátedros, uno de Teoría Económica y el otro de Derecho Internacional, que junto a una pediatra y una arquitecta crearon un proyecto en el barrio para que los niños que vinieran de fuera pudieran ponerse al dia en la clase que les tocaba dándoles una ayuda de cuatro horas semanales (dos el martes y dos el viernes después de clase) en las asignaturas en que estuvieran flojos, y todo llevado por los Servicios Sociales en concordancia con la dirección de los colegios del barrio. Proyecto que lleva desde el 2001 y que este año está parado por la pandemia. Yo conozco gente que cobra un pastorrón de sus clases particulares y allí las dan gratis total. Y conozco gente que colabora en otros voluntariados en silencio y sin armar ruido.

    También conozco gente egoísta, de aquella que se cree que todo iría mejor si en la fachada de tal o cual lugar ondeara un trapo de un determinado color, gente que te dice que "seríamos más felices". Y estos no es que sean malos, pero no los inserto en lo de "las personas buenas", porque las personas buenas hacen las cosas trasversalmente, sin importarles un pimiento el color, el sexo, el idioma o la raza del beneficiado.
    Un abrazo

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  2. Solo se puede ser bueno cuando tienes una fortaleza inquebrantable, ser malo lo puede ser cualquier idiota (hay muchos ejemplos que no voy a repetir). En mi opinión, por lo menos.

    Un saludo.
    P.D. Entendiendo la bondad como lo que nos muestras, claro.

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